Capítulo 8: El Califa y Edric.

"Debo confesar que aún podía verlo, aún podía ver al conde Karl von Eisenbach mientras yo camino por las habitaciones del palacio que él solía poseer. A veces sentado en la terraza con un cáliz de latón en la mano mientras observaba hacia los huertos y a sus siervos trabajar la tierra. Sonriente, de cabellera pelirroja y ojos azules. De anchas espaldas y barriga prominente, de nariz recta, mentón fuerte y pómulos altos. Rodeado de los niños, hijos de la servidumbre a los que les enseñaba a usar la espada, a pelear y a seguir el código del caballero. Y a veces me preguntó ¿qué habría sido de ellos? ¿habrían perecido luchando con la milicia?, ¿Habrían regresado a casa con sus padres y aceptado a una vida de granjeros muertos de hambre por el resto de sus vidas? ¿A caso se habrían ido con Ser Orlando y tramarían regresar un día para arrebatarme aquello que le había arrebatado a un viejo moribundo y sus ignorantes hijos?"

Edric se talló los ojos con los dedos. La recamara principal del señor se hallaba con un mural en el techo abovedado, imágenes de musas voladoras que recorrían un huerto de olivos. "No me sorprende después de todo el viejo Eisenbach juraba y perjuraba ser descendiente de Cesares romanos. Se veía a él mismo como un Marco Aurelio o un Julio Cesar. Pero más bien cometió error tras error como Cómodo.

Edric se levantó. Tres mujeres yacían desnudas en su cama. el muchacho tomó la camisola y sus pantalones y salió de la recamara. Tomó un dátil del tazón de oro que tenía en la mesa de la sala y se sentó en uno de los camastros de la terraza. Comió el dátil, cuando vio en la lejanía, una partida de jinetes. Pocos de ellos, llevaban el estandarte esmeralda con la luna dorada de Saladino.

Edric temió que fuera Al Mutah Alim con alguna tarea, pero no lo era, Al Mutah Alim marchaba siempre con su estandarte de halcón. Estos visitantes no llevaban ninguno. Edric se trataba de un hombre maduro de cabeza rapada cubierto por un turbante sencillo. Con una túnica simple, iba con una guarda de cinco hombres que vestían con armadura de laminas de cobre. Y pesadas cimitarras colgaban de su cinturón de tela.

Edric miró como dos de los guardias mamelucos de Karnak se acercaron ha hablar con él y luego uno de ellos fue con uno de los mayordomos. El hombre entró corriendo al palacio y fue con Edric.

--Mi señor...--dijo Jussef el jefe de mayordomos.—Ha llegado una partida de jinetes. Dicen proceder de Alejandría en Egipto, el hombre se hace llamar Amid Seej, es el Califa de Alejandría.

--Al parecer, ex-califa...--respondió Edric. Y luego tomó otro higo. —Bueno que esperas, hazlo pasar. —ordenó el joven señor. El jefe de mayordomo dio una reverencia y luego dejó la sala.

El hombre entró, de cerca el califa parecía todavía más acabado, grandes ojeras crecían por debajo de sus ojos. y sus labios yacían secos por el viaje, el hombre había viajado una larga jornada desde Alejandría. Edric sonrió con carisma.

--Califa Amid, venga, siéntese conmigo, parece que necesita un helado vaso de agua. —dijo Edric en árabe, con el paso del tiempo su árabe se había vuelto mejor. luego chasqueó los dedos con su mano derecha, tres sirvientas aparecieron y colocaron libaciones y viandas en la mesa. Edric y Amid se sentaron en los mullidos cojines.

La sirvienta le dio al califa el vaso de agua, y el hombre bebió presuroso de la copa, al parecer el hombre no solo había hecho una jornada larga, sino que también estaba deshidratado.

--Ah, ambrosía liquida.—respondió el Califa. –Muchas gracias por atenderme. ¿Dónde está el Califa de Karnak? ¿Podría hacerlo venir?

--aquí tiendo a usar el termino Lord de Karnak más que califa. Yo soy el Califa de Karnak. Edric Bardo un placer conocerle.—dijo el muchacho y le tendió la mano.

--Pero usted es europeo. ¿Cómo puede ser usted el Califa de Karnak?—preguntó el hombre.

"Matando la gente correcta creo" pensó Edric. No era la primera vez que pasaba esto, uno a uno los reinos cristianos en Tierra Santa estaban siendo conquistados por Saladino y en la mayoría de los casos, eran elegidos nuevos señores árabes leales al rey sarraceno.

--Una concesión por mis servicios al rey Saladino, en el asedio y caída de la Orden del Temple atrincherada del el Crac de los Caballeros.

--Ya veo, ¿usted es islámico o cristiano? —preguntó el Califa.

--Ni una ni de otra. —respondió Edric. –He notado que la gente tiende a errar cuando hace en cosas por medio de la fe, prefiero esperar hasta mi muerte para descubrir cuál es la fe verdadera. —respondió el muchacho.--¿Qué es lo que ha ocurrido allá en Egipto?, Alejandría está muy lejos de Karnak.

--Lo se.—respondió Amid.—La ciudad de Alejandría fue tomada por un ejército cristiano. El ejército personal del Papa. He venido a pedir ayuda.

--Karnak está lejos de Alejandría.—respondió Edric. –Además no puedo movilizar un ejército sin la autorización de Saladino.

--Mi ciudad... mi familia ha vivido en Alejandría por 100 años. Y ahora he sido usurpado por un tal Enrico Sforza.—respondió Amid.—Hay una sequia por todo Egipto. Cientos morirán antes de que un ejercito sea capaz de enfrentar batalla con ellos.

--Miles...--respondió Edric.— ¿Y los Balik no han hecho nada contra esta invasión en Egipto?

--Hairam Balik, si él hiciese algo no sería por el bien del reino, sino por su propio bien, su intención es proclamarse sultán de Egipto. —respondió el califa.—Éste ejército cristiano será el primero en llegar, pronto llegarán más. Si Hairam Balik consigue el sultanato de Egipto, no habrá forma de hacerle frente a los nuevos ejercitos de cruzados. Todas las provincias ahora bajo el control de Saladino se sublevarán. Usted Califa Edric, es señor de Karnak, Y tiene propiedad sobre algunas de las tierras más fértiles de Tierra Santa, sí usted habla, el rey Saladino le escuchará.

--Mi poder no llega tan lejos.—respondió Edric.—Todo lo que el rey ordene yo lo acato sin chistar, mi lealtad es inquebrantable y por esa razón no puedo brindarle la ayuda que usted busca, mi poder solo yace en Karnak ya que como usted sabe soy europeo y por esa razón necesito moverme con cuidado. Lo mejor sería que usted continuase hasta Jerusalén y le pidiese el rey en persona que fuese en su ayuda. Un ejército cristiano solo significa el inicio de más de ellos.

--Ya veo.—respondió el califa.—Supuse también eso, tener que ir hacia el rey en persona.

--No tiene que salir hoy mismo.—dijo Edric.—Puede quedarse en Karnak el tiempo que sea necesario para usted. Jussef mi jefe de mayordomos le enseñará sus habitaciones.—respondió Edric. Y luego chasqueó los dedos el jefe de mayordomos entró en la sala, El califa Amid se levantó y fue junto con el jefe de mayordomos.

DeBois apareció por una puerta secreta que estaba del lado izquierdo de la sala. El hombre vestía con una armadura sarracena resplandeciente. El hombretón miró hacia Edric, y se sentó frente al señor de Karnak. Y miró al joven señor.

--¿Qué es lo que estás tramando Edric?—preguntó DeBois el hombre tomó una de las copas de latón sobre la mesa, una joven sirvienta apareció del fondo y le sirvió agua. El hombre bebió todo el contenido y luego habló. –Podrías conectarlo con Al Mutah Alim, tiene espías por todos lados. Incluso podrías reunir un ejercito e ir hacia el sur. Karnak ofrece una posición ventajosa ya que es una de las tierras más fértiles.

--Por esa razón es que debo mantenerme alejado, sí le cumplo cada capricho a cada señor árabe querrán manejarme a su antojo. Los Cruzados finalmente están llegando, pronto iniciará una nueva cruzada. Y eso significa caos.

--Eres un bastardo suertudo.—respondió DeBois. --¿Piensas acaso usar el caos que acontecerá para tu beneficio?

--Si éste nuevo pretendiente al sultanato egipcio gana, necesitará alimentar a su país por consecuencia de la sequía y da la casualidad que Karnak tiene una sobreproducción. Necesitamos vender el excedente a precios inflados.

--Ja, eres un desalmado hijo de puta, piensas cobrarles a pobres muertos de hambre el doble por las cosechas. –dijo el hombre. —Pensé que habías sido criado por granjeros no por mercaderes.

--Es exactamente porqué fui criado por granjeros que hago esto. Cuando era niño hubo una gran hambruna en la aldea donde crecí, tenía tanta hambre y siempre me dolía el estómago que salí al huerto y me tragué un puñado de tierra. Mi padre y mi madre se la pasaban raspando el liquen de las rocas del rio para comer algo. Y mi hermana no hacía más que llorar, las tetas de mi madre estaban secas que mi hermana Selene no podía hacer nada más que llorar y berrear. La esperanza, la esperanza de ver cumplida tu meta, de llegar al final de terminar al fin y el ver realizadas las promesas, eso mi amigo son juegos de tontos.

--Y qué pasará si este nuevo sultán de Egipto no le interesa hacer tratos contigo y decide simplemente invadir.

--Bueno, en ese caso Al Mutah Alim vendrá a nuestro rescate, pero antes de eso tú habrás creado una guardia y soldados eficaces en el campo de batalla. —respondió Edric.—A propósito como vas con eso.

--Esta gente parece haber vivido muy tranquilamente toda su vida, los mejores guerreros son aquellos bastardos que la han tenido mal toda su vida. Aquellos que han probado la sangre para no pasar hambre, aquellos que han matado por un pedazo de pan, esos son los mejores hombres para formar un ejército.

--El viejo Eisenbach era un buen hombre, que buscó evadir los conflictos entre cruzados y sarracenos durante muchos años durante el reinado de Baldwin, Esta gente son granjeros, y la mayoría de ellos han vivido sin ver sangre o muerte. Pero ahora las cosas han cambiado, ahora yo soy Señor de Karnak. Y pienso mantener domino sobre estas tierras cueste lo que cueste, y si tengo que contratar un ejército de mercenarios para defender estas tierras o contratar hasshashins para cumplir mis objetivos ten por seguro que lo haré. 

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