Capítulo 62: La Doncella de Hierro y William.



William estaba sentado en un banco alrededor de la fogata, el amanecer había llegado más pronto de lo que él esperaba. Ulrich Eisenbach cabalgó y dejó su montura al lado de William El hombre parecía apurado.

--Lord William, El ejército de la Doncella de Hierro ha comenzado a movilizarse, se dirige hacia el campo de batalla que usted predijo, donde chocará contra el ejército de Edric Bardo. Nicole entonces salió de su tienda, en sus manos tenía el libro que había estado escribiendo. La chica caminó hacia William.

--¿Qué hará entonces Ser? —preguntó la chica.

--¿De qué estás hablando?, Que no es obvio...--dijo William y luego giró la cabeza hacia Ulrich Eisenbach.-- Llame a las tropas, que todos los jinetes estén en sus monturas, marchamos hacia la guerra. —respondió William. Y luego el joven señor entró en su tienda y se puso la armadura.

--¿Entonces eso es todo? ¿Irás tras Selene?, después de todo lo que hemos vivido juntos, ahora te enfrentarás a ella. —dijo Nicole.

--¿Qué opción tengo?, tú viste todo lo que hice, le di a Selene todas las oportunidades, hice todo lo posible hasta rogué, pero ella aun así continuó su camino. —respondió William. Cuando el joven señor terminó salió de su tienda, los hombres habían comenzado a prepararse y montar sus tropas, Brock le trajo a William su yegua, el joven señor la montó.

--Espere Ser William...--le pidió Nicole y luego la chica le entregó el libro recién encuadernado al joven señor. –Mi libro ya lo terminé.

William tomó el libro y lo abrió en la primera hoja leía "La Leyenda de la Doncella de Hierro" William lo hojeó por unos momentos.

--¿Cómo termina? —le preguntó William.

--Supongo que eso lo decidirá usted Ser.—respondió Nicole. El caballero guardó el libro en la alforja. –Lo leeré cuando regrese Nicole.

--Ser...tenga cuidado. —respondió Nicole.

--Lo tendré Nicole, gracias. —respondió William y luego hizo trotar a su caballo.

--¡Hombres, nosotros representamos a la tercera cruzada! ¡Los reyes más poderosos de Europa! ¡Es nuestro deber divino, defender la cristiandad contra los herejes! ¡Seremos nosotros los que liberaremos la Tierra Santa! ¡Ahora cabalguen conmigo! —exclamó William. E hizo correr su caballo hacia el desierto, el sonido de miles de caballos y el golpe de sus pezuñas contra la arena hicieron temblar al desierto. Mientras William se dirigía hacia el campo de batalla.

Cuando llegaron pudieron apreciar el horror...la batalla se había vuelto cruenta, decenas de miles de hombres yacían muertos en el campo de batalla. las fuerzas de Edric Bardo se hallaban flanqueadas por las fuerzas de Selene. William esperó, sacó el catalejo de su alforja y trató de localizar a Selene. entonces las fuerzas e Edric se dividieron en dos y los hombres de Selene empujaron por aquel corredor donde fueron masacrados por ambos lados con las fuerzas Edric. Luego vio como una tercera fuerza se acercaba a reforzar las fuerzas de Edric Bardo.

William no podía localizar a Selene ni a Jacques.

--¿Mi lord que hacemos?—preguntó Eisenbach.--¿aquien atacamos?

--Dejame pensar. —respondió William. –Déjame pensar un momento.

Vio como las fuerzas de Edric empezaron a ser superadas, pero no pudo ver a Selene, William miraba el campo de batalla tratando de encontrar a Selene, tenía que hacer algo, tenía que hacer algo, y entonces la vio...por un momento arrodillada en el campo de batalla...

--¡Mi lord a quien atacamos!—exclamó Ser Danton.

--Dejeme pensar...--respondió William...--¡A todos! ¡Todos son enemigos de La Tercera Cruzada! —respondió William—Pero salvaremos a Selene Bardo.

--Pero mi lord...ella...

--¡Ya tomé mi decisión Ser Ulrich! —exclamó William. ¡A la batalla! —exclamó el joven señor e hizo descender sus tropas. La caballería mermada de Hairam Balik fue la primera que trató de hacerle frente a William, pero los jinetes de la orden teutónica los justaron a todos con sus lanzas, Hairam cayó a la arena y dos hombres lo tomaron prisionero, el resto de los hombres continuó, galoparon con fuerza, sus enemigos estaban a escasos metros, la tierra tembló al paso de los jinetes y entonces...

--¡Y luego que pasó! —exclamó el niño, Edmund se levantó de golpe en la cama y comenzó a saltar,

--Edmund, a nadie le gustan los desesperados. —dijo William y lo volvió a acostar en la cama.

--¿Qué pasó con Selene, papá? -- en la otra cama de aquella habitación se encontraba Anna, la niña tenía un conejo de felpa con el que se acurrucaba antes de dormir. Los dos estaban atentos a cada palabra que decía William.

--Bueno, masacramos al ejército del malvado Edric Bardo y salvé a Selene y Jacques. Después los dos se casaron en Karnak, yo fui el padrino de bodas de Jacques y la tía Nicole fue quien entregó a Selene. fue una boda muy bonita y ahora ellos viven en Karnak donde son muy felices con todos sus hijos. —dijo William.

--¡Yo también quiero ir a Tierra Santa a luchar en las cruzadas! —exclamó Edmund. –Cómo el rey Ricardo.

--Tendrás que crecer antes para poder ir a las cruzadas, ahora duerme, que mañana tienes entrenamiento a primera hora. —dijo William y arropó a su hijo en la cama. luego giró hacia Anna, la niña había heredado el cabello rojo y los ojos verdes de su madre.

--¿Te gustó la historia princesa? —preguntó William. La niña asintió con la cabeza, y William le dio un ligero beso en la frente de su hija luego se dirigió a la puerta y apago las velas para que pudieran dormir.

William se dirigió hacia la terraza y miró el mar en calma, la luna estaba en su punto más alto y brillaba con fuerza esa noche.

--Siempre me gustó esa historia de niña. —dijo Lady Allys. La muchacha se acercó a William y se paró a su lado. —Recuerdo que le pedía que me la contara todas las noches desde que regresó hasta que cumplí 14 años.—dijo Allys. William giró la cabeza hacia Allys, la chica era hermosa, de larga cabellera rizada color oro rostro acorazonado, labios rosados y ojos azules. –Pero luego crecí y me di cuenta que no son todas historias felices...Nunca le he preguntado, ni una sola vez lo que en realidad sucedió en Tierra Santa, pero me gustaría solo si usted quiere, Que me diga que fue lo que pasó allá.

--¿En realidad quieres saber?

--También eran mis amigos...--dijo Allys y puso su mano sobre las manos engarrotadas de William, sus manos eran rasposas desde que se las quemó hacía tantos años. El semblante de William cambió y entonces comenzó a pronunciar y al mismo tiempo revivir las historias de los viejos días.

La caballería cruzada rompió todas las formaciones, William lanzaba tajos a diestra y siniestra a los lomos de su caballo. Cruzados, musulmanes, judíos y sarracenos, él los mató por igual. Para ese momento no hubo batalla solo una masacre. William divisó en medio de la carnicería a Edric Bardo, el muchacho estaba en los lomos de un camello junto con algunas centenas de sus hombres que se retiraban. Sin embargo, Las tropas de Selene no habían dado la retirada. O se rendían. Miles morirían en los minutos siguientes. Cuando entonces William vio a Jacques, a la mujer de cabellera negra en armadura y al duque Enrico Sforza, los tres se habían atrincherado con el resto de las tropas faltantes.

--Rendíos y nadie más morirá hoy. —respondió William y luego hizo que le mostraran al califa Hairam Balik como prisionero.

Jacques miró a su alrededor y dio un paso al frente, el muchacho desenvainó su espada con una mano y el hacha en la otra. Los jinetes alrededor de William se pusieron nerviosos. Pero Jacques arrojó sus armas al suelo. los demás hicieron lo mismo y se les perdonaron sus vidas.

--¿Dónde está Selene, Jacques? —le preguntó William al muchacho. la cara de Jacques se llenó de melancolía y solo bajó la cabeza. William suponía lo que había pasado y no quería creerlo, pero se tragó sus emociones por un momento...--¡Llévenselos! —exclamó William.

Los prisioneros fueron llevados a Acre, el bastión cristiano en Tierra Santa, ahí las tropas de Selene fueron encerradas en los muros de la prisión. William entró un día a visitar a Jacques, el muchacho yacía encadenado en una celda.

--Enterré la espada de tu padre y el hacha de tu amigo en el monte de la crucifixión como me pediste. —dijo William. —Ahora responde a mi pregunta, ¿Qué pasó con Selene? —Necesito saber Jacques, por favor.

--Ser William...

--Ella huyó del campo de batalla, ¿verdad?, ¿se fue con su hermano?, ¿Está en Karnak? —preguntó el caballero. La voz del caballero estaba nerviosa.

--¿Usted cree que Selene nos abandonaría en medio del campo de batalla? —le preguntó Jacques. La voz del muchacho era seca y pausada, algo melancólica.

--Yo...--trató de decir William y levantó sus manos vendadas...--Regresé al campo de batalla, busqué en la arena, busqué desde el amanecer hasta la puesta del sol, con mis propias manos en la arena caliente. Pero el desierto ya se había devorado la mayoría de los cuerpos.

--De qué sirve ahora caballero. —respondió Jacques. —Ella se ha ido, para siempre. Y dudo que pueda volver a verla otra vez, uno de tus guardias dijo que el Papa nos excomulgó a todos los que participamos en el ejército de Selene. ¿Qué será de nosotros ahora?

--Hairam Balik es un prisionero valioso por lo que lo tendremos en custodia hasta el final de la guerra.—dijo William.—El Duque Enrico se volvió loco...pero sigue siendo el sobrino del Papa por lo que fue enviado el mes pasado en barco de regreso a Italia. La Señora Sarah Ades ha claudicado a sus dominios sobre Palestina y se le perdonará la vida.

--¿Y Ser Jean Pierre de Cala de la orden Templaria? —preguntó el muchacho.

--¿Quién? —preguntó William.

--No importa, entonces ¿solo yo moriré? —preguntó Jacques.

--Sí. —respondió William. —A menos que...decidas tomar votos como caballero. —dijo William.—Permite que te nombre caballero Jacques y así podrás salir vivo de está. Te enviarán a servir a la Orden de los caballeros templarios en París. No será una buena vida, pero será una vida.

--No Ser, Tal vez usted pueda dejar todo atrás, pero yo...mi destino y el de Selene estaban ligados, no creo poder vivir sin ella. ella era todo lo que tenía, mi amada, mi familia...mi mundo.

--Por favor Jacques no me hagas hacer esto. —dijo William su voz se quebraba a cada palabra. —Ya perdí a Selene, sé que me odias, pero al menos...estoy seguro que Selene hubiera querido que al menos tú vivas. —dijo William.

--Estoy seguro que sí. —respondió Jacques. —Es algo que ella hubiese querido, pero la cuestión es que, para mí, la vida sin Selene no es una vida digna de ser vivida, ella era mi pasado, mi presente y nuestro hijo mi futuro y me lo han arrebatado todo. —dijo Jacques.

--¿Es tu decisión final? —preguntó William.

--Sí. —respondió Jacques.

--Muy bien, serás ahorcado mañana al amanecer. —respondió William

A la mañana siguiente, Jacques fue llevado a la horca, dos guaridas pusieron la soga alrededor del cuello del muchacho. Jacques caminó orgulloso y con la cabeza en alto. William se acercó a Jacques y desenfundó su espada.

--Si tienes algunas últimas palabras, ahora es el momento. —Dijo el joven señor.

Jacques miró al caballero.

--Cumple con tu deber caballero. —respondió Jacques. William entonces cortó con la hoja de su espada la soga que activaba la trampilla, el suelo debajo de los pies de Jacques cayó y el muchacho comenzó a estrangularse moviéndose frenéticamente mientras la soga le cortaba la respiración en la garganta. El rostro de Jacques se congestionó y finalmente dejó de moverse.

Allys miraba con tristeza lo que el caballero había dicho.

--La cruzada terminó un año y medio después, cuando Ricardo cayó preso por Saladino y lo obligó a pactar un armisticio. –dijo William. —Edric Bardo supervisó el pacto entre los cristianos y los sarracenos. Guy de Lusignan se les fue entregado a los cristianos. Y Hairam Balik a Saladino, quien lo degolló con su propia cimitarra. Edric pasó a convertirse en el nuevo señor de Palestina cuando contrajo matrimonio con Sarah Ades y como fue convertida al cristianismo, corrió a todos los judíos de sus tierras. Arlo Valois descubrió los planes de Ricardo para la invasión de Francia y cuando el rey Louis de Anjou se negó a hacer algo, Arlo se alzó en armas y derrotó al rey. Se quedó con la corona de Francia. Perdón Allys, esperaba que, un final feliz fuera lo más indicado para esta historia, que la verdad...no quería que me vieras como un mal hombre. —dijo William.

--Ser William, usted ha hecho cosas terribles, pero a pesar de todos sus errores sigue siendo el mejor hombre en el mundo para mí. —respondió Lady Allys. —Usted me rescató más veces de las que pueda imaginar, usted me cuidó y yo sé que usted hizo todo lo posible por evitar todo lo que ocurrió. —dijo Allys. Y abrazó al caballero. William abrazó a Allys y miró al horizonte. 

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