Capítulo 38: La Gracia de Dios y Selene.
Los ingenieros habían pasado aquella mañana trabajando desde antes de que saliese el sol en las balistas y escorpiones. Los habían construido con la madera de los barcos que habían encallado en las rocas después del ataque de los piratas. También habían mandado a traer madera desde Egipto. Selene había continuado entrenando con Sarah, con un poco de tiempo habría podido llegar a ser un gran espadachín. Y luego Selene se vio recordando su entrenamiento con Ser William.
--Este es el último movimiento que quiero enseñarte Sarah.—respondió Selene. Sarah Ades escuchaba y observaba con gran atención a cada palabra y movimiento de Selene. La Doncella de Hierro levantó la espada por encima de su cabeza.—La posición del Halcón. Para romper la defensa de tus adversarios y proporcionar un golpe fulminante. La gravedad aumenta la fuerza del espadachín en un golpe descendente.
Sarah levantó la espada por encima de su cabeza, pero aún tenía problemas para soportar el peso de la espada y equilibrarse en sus piernas. La espada se le resbaló de las manos y cayó al lado de ella. la chica lanzó un gritito.
"¿Tal vez aún le falta fuerza para poder usar la posición del halcón?" pensó Selene, la chica había pasado varias noches entrenando la posición del halcón, apenas Ser William se la enseñó. Pero eran dos contextos diferentes. Selene tenía que aprender o sino moriría. Sarah tenía 15,000 milicianos dispuestos a morir por ella en el campo de batalla.
Jaques estaba observando el entrenamiento, y a su lado estaba Ser Sterlink, los dos miraban a Selene, con una funesta mirada. Selene había tratado de entender la razón de la perdida de los poderes envestidos en ella por Dios. Y solo ellos tres sabían que Selene ya no tenía poderes. Si se corría el rumor, antes de la batalla. Selene fracasaría, todos fracasarían.
--Sarah sigue entrenando la pose.—respondió Selene.—Tengo otros asuntos que atender.
--Esta bien Doncella de Hierro.—respondió Sarah Ades y volvió a levantar la espada por encima de su cabeza con exactamente el mismo resultado. Selene caminó hacia los dos hombres, y dejó la espada de entrenamiento recargada en un barril.
--¿Qué ocurrió? —preguntó Selene.--¿ya descubrieron que es lo que podría ser?
--Como le dije a Jacques, yo no soy un sacerdote y no estoy particularmente letrado en la interpretación de las santas escrituras, yo me dedico a la caza de brujas. Sin embargo, en el caso de las brujas, El diablo suprime sus poderes cuando la bruja en cuestión viola alguno de los acuerdos que firmó con él. Mi mejor suposición es que con las mujeres santas pasa lo mismo.
--¿Una violación de mi pacto con Dios?, ni siquiera recuerdo haber hecho un pacto con Dios para empezar. —respondió Selene.
--Bueno, ¿Qué es lo que no es particular de ti Doncella de Hierro? —le preguntó Ser Sterlink.--¿Pelear en guerras?
--No creo, me la he pasado peleando prácticamente desde que llegué a Tierra Santa.—respondió Selene.
--¿Qué tal perder la doncellez?
--¿Cómo dice? —le preguntó Selene.
--Dios unge a las mujeres que se mantienen puras, la perdida de la virginidad podría significar la perdida de la gracia de Dios en ti.
--No, no creo que sea eso. —respondió Jacques. —Ese barco zarpó hace mucho tiempo.
--¡Jacques! —exclamó Selene enojada por el comentario de Jacques y le dio un golpe en el hombro al muchacho.
--Si no es eso...no sé qué podría ser.—respondió Ser Sterlink.
--Bueno hay algo que me ha estado molestando desde hace días. —dijo Selene.
--Selene ya aclaramos eso, simplemente no es posible. —dijo Jacques.
--Yo sé, yo sé, pero me molesta mucho.—respondió Selene.
--¿Qué cosa? —preguntó Ser Sterlink.
--Es sobre Ambra, desde que la perdí, me siento enojada, siento que la he defraudado y que la abandoné. —dijo Selene. –Ella fue la que me guío, ella fue la que me aconsejó en Tierra Santa, quien me rebeló mi destino como la mujer que liberaría la Tierra Santa.
--La maga de la arena...--dijo Ser Sterlink con desprecio en su mirada. —Por supuesto. Los piratas se la llevaron.
--Debo salvarla. —respondió Selene.
--No tenemos una flota. —respondió Ser Sterlink. --Y el enemigo ya está muy cerca, no podemos simplemente abandonar la ciudad.
--El plan requiere de la lluvia. —respondió Jacques.
--Y la lluvia requiere que recuperemos a Ambra. —respondió Selene. –Sé que es difícil pero ¿podría ser que Ambra pudiese usar una magia que fuese capaz de hacer llover y nosotros simplemente hallamos sido utilizados por ella?
--He visto brujas capaces de hacer secar los cultivos y de enfermar al ganado, reducir la hombría de los hombres y producir abortos. Incluso convocar tormentas en el mar. Pero nunca antes capaces de hacer llover. No es lógico, la magia de la lluvia es solo de Dios. —dijo Ser Sterlink.
--¡Doncella! —Exclamó un jinete, cuando el hombre se acercó a los tres se podía ver que era el capitán Pietro, el hombre estaba fatigado y sudando, tenía una ligera cortada en su frente.
--Capitán Pietro, ¿Qué es lo que le ha pasado?
--Es el enemigo Selene, lo he visto, viene hacia aquí, y con él marchan las fuerzas del Sha de Persia. Estarán aquí a más tardar pasado mañana. —respondió el capitán Pietro. –Debemos salir de aquí, no hay forma de que podamos detener a sus fuerzas.
--No puedo abandonar a Sarah aquí. —respondió Selene. –Si perdemos aquí o nos retiramos, perderemos toda credibilidad.
--Si nos quedamos aquí seremos masacrados. —respondió Pietro. —Le agradezco que haya salvado mi vida allá, pero no considere que estoy dispuesto a sacrificar mi vida por... ¿Qué?
Selene miró entonces a Sarah quien continuaba practicando bajo el sol, la chica no había podido dominar la técnica de la espada, "El capitán Pietro tenía razón, era una mala idea quedarse ahí" Entonces la chica miró como en un último intento Sarah levantó la espada y logró soportar el peso de ella sin perder el balance. La chica lo había logrado, luego Selene pasó a mirar a los hombres. los milicianos entrenando e incluso el mismo rabino Saúl discutía los planes de la batalla con sus hombres. "¿Cómo podría abandonarlos?"
"Protege al desvalido y nunca hagas el mal...ese será vuestro juramento como caballero" Selene recordó entonces las palabras de Ser William. "¿Él hubiera huido?, aun mentiroso y ladino que era. No, él se hubiera quedado a pelear."
--Capitán Pietro, ¿Por qué vino a Tierra Santa? —preguntó Selene.
--Que pregunta es esa, para pelear en nombre del Papa, en nombre de la cristiandad.
--¿No peleamos juntos en Alejandría y ante todo pronóstico ganamos?, ¿No peleamos juntos en El Cairo y ganamos? —preguntó Selene.
--No con este pronóstico desalentador. —dijo Pietro.
--Esos hombres de allá son sarracenos, su líder Saladino conquistó Jerusalén de las manos cristianas. Capitán puede elegir pelear con nosotros hacia la victoria o hacia la gloria, o puede irse y morir sabiendo que dejó morir a sus compatriotas cristianos en el campo de batalla.
--Eso no funciona conmigo Doncella de Hierro, soy italiano, nosotros inventamos los discursos motivacionales. —respondió el capitán Pietro.
--Bien, es libre de irse. —respondió Selene. —Yo no le obligo a quedarse. Puede irse con los hombres que deseen seguirle y regresar a Montreal o Alejandría o donde usted quiera. Y le deseo bien en el viaje, porque necesitará toda la buena fue cuando se enfrente a los Sarracenos. —Dijo Selene. —Porqué he tomado mi decisión, me quedaré a pelear aquí en Escalón.
Esa noche Selene tuvo un sueño extraño, volvía a estar caminando en un desierto de arena gris, y a pesar de haber un sueño estrellado donde criaturas hechas de estrellas parecían nadar en el cielo nocturno, ella podía ver con perfección todo a su alrededor. Sentada en las ruinas de una gigantesca cabeza estaba una mujer de largo cabello plateado en su cabeza una corona de espinas de hierro y una venda en sus ojos.
--Pueden juzgar tu juicio, pero no la valentía que has demostrado, Selene Bardo; La Doncella de Hierro--dijo la mujer. Sus palabras hacían eco apenas salían de su boca. --¿Sabes quién soy yo?
--Eres La Dama de las Espinas. —respondió Selene.
--Sí, hay hombres que me conocen con ese nombre. —respondió La Dama de las Espinas. —La verdad es que he olvidado mi nombre desde hace mucho tiempo, cuando la magia y la ciencia era la misma cosa y los Dioses caminaban entre los hombres como iguales.
--Pero solo hay un Dios. —respondió Selene. --¿Tú eres Dios, está es la forma que tomas?
La mujer la volteó a ver y sonrió.
--Sí tú lo dices. —respondió la Dama de las Espinas.
--¿Sabes por qué estás aquí Selene? —preguntó la Dama de las Espinas.
--No.—respondió Selene.
--Yo, hice una apuesta con dos de mis hermanas. —respondió la Dama de las Espinas. —Aposté que un miembro de tu familia alcanzaría la redención por sus actos.
--¿es por eso que me quitaste tus poderes? ¿Por qué no soy digna de la redención? —preguntó Selene.
--De los tres Bardos que existen, ¿porque deberías ser tú la que es digna de Redención?
--¿Tres?, Mi hermano Edric está con vida, y conmigo somos dos.
--¿Lo son? —La Dama de las Espinas entonces se tocó el vientre. —Durante milenios he visto la vida llegar e irse, pero nunca he sido capaz de dar a luz. Envidio a las mujeres como tú Selene.
--No... ¿Acaso yo...?
Entonces se escuchó un estruendo y un rayo partió los cielos nocturnos, las criaturas hechas de estrellas que nadaban en el cosmos se alejaron como peces asustados ante una piedra que cae en un estanque.
--Nos volveremos a ver Doncella de Hierro...hueles eso...
Un olor a tierra húmeda cubrió el ambiente. Los cielos comenzaron a nublarse.
--Pronto lloverá. —respondió La Dama de las Espinas.
Selene despertó, la chica se levantó con premura, sentía nauseas. Y primero comenzaron las arracadas, la chica vomitó en la bacinica que tenía en su tienda. Jacques despertó.
--¿Qué ocurre Selene? —preguntó Jacques.
--Yo...
Entonces pudo escucharlo...el sonido de los relámpagos y del agua caer. Selene salió en el camisón de su tienda, las gotas de agua habían comenzado a caer, los cielos se llenaron con nubes de tormenta y la lluvia cubrió la ciudad.
Selene quedó anonadada. Se quedó afuera mientras el agua la empapaba... "había vuelto a la gracia de Dios" respondió Selene.
A la mañana siguiente Selene vio como las arenas a las afueras de la ciudad se habían convertido en un lodazal. Su estrategia estaba funcionando. Todos quedaron sorprendidos y el ánimo incluso cambió, los hombres ahora tenían esperanza en sus corazones. Selene sonrió mientras la chica acariciaba con gentileza su vientre.
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