Capítulo 26: Los piratas y Selene.
No todos siguieron a Selene y ella tampoco quería que todos la siguieran. La movilización de 15,000 hombres era tardada y difícil. Y aún así, cuando Selene se acercó a los hombres en el patio de armas y anunció sus planes para marchar hacia Palestina para ayudar a Sarah, se escuchó un mar de voces y aclamaciones para sumarse a su compañía, De Montreal salieron 3000 hombres tanto cristianos, como musulmanes, con Selene a la vanguardia, seguido por Jacques, Ambra y Ser Sterlink. La tropa arribó tres días después ante las puertas de la ciudad de Escalón. Le parecía extraño a Selene que la ciudad tuviese puertas en los caminos de entrada pero no tuviese murallas.
Cuando vieron a Sarah Ades. en lo alto de una torre hicieron sonar las campanas, los ciudadanos de la ciudad se acercaron a saludar a la hija del Señor Issac Ades. Selene miró a los hombres, no entendía ¿Qué es lo que aborrecían tanto cruzados como árabes de este pueblo? Los judíos no parecían tan diferentes del resto de los hombres que habitaban en el oriente. La única diferencia era la desesperanza, desconfianza y curiosidad por los hombres que Sarah había dejado entrar en su ciudad. Cuando se reunieron en el palacio de gobierno en el centro de la ciudad. Un hombre en ropas de tela negra se acercó a ellos seguido por más hombres como él.
--¡Rabino Saul! —exclamó Sarah mientras descendía de su montura.
--Sarah, pero que es lo que has hecho y a quienes has traído a estas tierras.—dijo el Rabino.
--Esta es la mujer santa de quien tanto hemos oído hablar Saul, La Doncella de Hierro, ella ha prometido ayudarnos a acabar con los piratas de Reynaldo de Chatillon.—dijo el hombre religioso, su barba era larga de color gris. El hombre miró con desconfianza a Selene, pero antes se quedó embrujado por el aura encantadora de Ambra.
Selene y el resto descendieron de sus monturas.
--Doncella de Hierro, le presento al Rabino Saul, él es nuestro guía espiritual. —dijo Sarah.
--Es un placer...--respondió Selene y le tendió la mano enguantada al Rabino. El hombre miró extrañado, este gesto. El hombre entonces miró hacia los hombres de Selene que le miraban, la presión se acumuló en él y entonces decidió a corresponder el saludo.
--Bienvenidos a Escalón. —respondió el Rabino.
--No se preocupe, no pretendemos extender nuestra estadía aquí por mucho tiempo. —dijo Selene. —Venimos a ayudar a protegerlos contra los piratas y luego reanudaremos nuestro avance.
El rabino miró los carretones de suministros que Selene traía consigo, algunos de los carros tenían pilas de espadas, escudos y lanzas.
--¿Cuántos hombres traen con ustedes? —preguntó el Rabino Saúl.
-3000 hombres. —respondió Selene.
--Pensé que serían más. —respondió el Rabino. —Trae muchas más armas con ustedes como para un ejército tres veces más mayor.
--Estas espadas no son para nosotros. —respondió Selene.
--Yo les pedí que nos vendieran el excedente de las armas que tenían en Montreal. —respondió Sarah.
--¡Que! ¡¿Porqué?!—preguntó el Rabino.
--Para nuestra gente. —respondió Sarah. –Nuestro pueblo está desarmado, es momento de llamar a las milicias nuevamente.
--Sarah simplemente no puedes hacer esto. —respondió el rabino.—Las milicias son una violación al pacto de protección que teníamos con el rey Saladino.
--Rabino Saúl, ¿Dónde están las fuerzas que Al Mutah Alim prometió? No han abandonado a la merced de los piratas. —dijo Sarah. —¿Si el rey Saladino no nos ayuda porque debemos serle leal al que no nos ayudó?
--Porque necesitamos sobrevivir, no pudimos hacerles frente a los cristianos cuando llegaron la primera vez y no pudimos hacerle frente a los sarracenos. E incluso hoy con tu este ejercito mercenario, no podremos hacerle frente a él. Tu padre Isaac continua en Jerusalén. No puedes simplemente traicionarle de esta manera.
--Mi padre no está aquí, y no sabemos si regresará con ayuda o si regresará antes de más ataques piratas. Ya los repelieron en el norte, estás son las únicas tierras que pueden saquear.
--Estoy en contra de todo esto, pero ya no hay nada que se pueda hacer, más que rezar por que hayas tomado la decisión correcta, Sarah. Podrán establecer sus cuarteles en el lado sur de la ciudad, toda esa parte está abandonada después de todo. —respondió el rabino.
Selene y el resto de su ejército marchó hacia el sur de la ciudad. Selene quedó impresionada al ver como tenían estanques de agua salada... como si fueran para plantíos, y la idea de un vegetal que pudiese crecer en agua salda era interesante para Selene, a fuera de los muros de Montreal estaba el mar, y si iba a estar en una campaña por mucho tiempo necesitaría poder alimentar bien a sus tropas. No quería abusar del milagro para hacer llover, todavía las palabras que le había dado la gitana en Marsella como parte de la profecía seguía resonando en su cerebro. "Dios puede retirar su fe en cualquier momento"
--¿Qué plantíos crecen en agua salada? —preguntó Selene a Sarah.
--¿Cómo dices Doncella de Hierro?
--Estos estanques de agua que tienes aquí, son para la irrigación ¿no es así?
--No Doncella de Hierro, no son para cultivos. Esta agua estancada es para cosechar la sal. —respondió la joven mujer. Escalón se encarga de cosechar sal y de venderla a través de la ruta de comercio sarracena. ¿Y qué piensas de la ciudad?
--Está bien, si fuera ustedes, construiría un muro alrededor de la ciudad, están expuestos a un ataque desde el mar, sobretodo en esta sección que está despoblada. Antes teníamos muros alrededor de la ciudad, mi bisabuelo Ezequiel se vio obligado a tirarlos cuando los primeros cruzados arribaron a palestina 100 años atrás y tomaron Jerusalén. Como parte del acuerdo para poder mantener soberanía sobre estas tierras, tuvimos que renunciar a las armas y las defensas de la ciudad.
--Parece ser un mal trato en mi opinión. —respondió Selene. —Lo es, pero la otra opción era pelear y ser masacrados por los musulmanes o peor aún, por los cristianos.
--¡Selene! —exclamó Jacques, el muchacho subió a la loma donde estaba La Doncella de Hierro y Sarah. EL muchacho tenía su mano sobre el pomo de su espada. –llevaré 700 hombres a la aldea más próxima para repartir el resto de las armas. —respondió Jacques.
--Sí, está bien. —respondió Selene.
--Señora Sarah, ¿Cuál es el nombre de la aldea a la que tenemos que ir? —preguntó Jacques a Sarah.
--Se llama Al-Dalah. Queda al este de aquí. —respondió Sarah.
--Gracias.
--Jacques una vez que te posiciones allá, manda un mensajero para movilizar el resto de las tropas. —respondió Selene.
--Claro. —respondió Jacques y luego el muchacho se fue a cumplir con su deber.
--Te tengo envidia. —respondió Sarah. —Los hombres te obedecen sin cuestionarte o dudar de tus acciones. Para nosotras las mujeres con poder es muy difícil actuar, todos dan por hecho que un hombre hará las cosas bien, pero una mujer no.
--No lo sé, yo nunca me he visto como una mujer con poder o que busca el poder, solo sigo mi sueño.
--¿De liberar Tierra Santa? —preguntó Sarah. —Tu consejera Ambra dice que ese es tu misión en la Tierra Santa.
--Por supuesto que ella diría algo como eso. —respondió Selene. —No, mi objetivo real, mi único y verdadero objetivo es reunirme con mi hermano Edric.
--¿Edric Bardo? ¿El caballero de lord Karl von Eisenbach?
--Sí ese mismo, ¿Le conociste?
--No particularmente, conocí a Lord Eisenbach, fue uno de los pocos señores cristianos que eran amables y buenos con nosotros. supe que Edric Bardo heredó el señorío de Karnak, después de la muerte de Lord Eisenbach, lo cual es extraño ya que Eisenbach siempre dijo que su hija Ekaterina sería quien heredara sus dominios en Tierra Santa. El hombre solía decir que le recordaba mucho a su hija en Europa. Me hubiese gustado conocerla. Espero que logres encontrar a tu hermano Selene.
--Gracias por sus buenos deseos mi señora, Por favor hábleme sobre estos piratas, ¿Quién es este Reinaldo de Chatillon?
--¿Qué hay que decir? Antes de la guerra contra el rey Saladino, Reinaldo Chatillon le gustaba atacar musulmanes y judíos, el hombre arribó a Chipre y la conquisto donde estableció una base para sus "fuerzas secretas" formó grupos de piratas para atacar las ciudades y pueblos portuarios en el Mediterráneo y el Mar Rojo. Y cuando murió en los cuernos de Hattin, Reinaldo de Chatillón escapó junto con sus hombres de la fortaleza de Kerak en Antioquia y se hizo a la mar para dedicarse a la piratería. Es un joven de unos 25 o 26 años, de cabellera pelirroja como su padre, es un cruel hombre. Cuando ataca lo acaba todo, no deja piedra sobre piedra, pero le gusta atacar en la primera línea.
--Bueno entonces ya somos dos. —respondió Selene.
--Es un hombre sanguinario y cruel, algunos dicen que está loco, que perdió la cabeza cuando su madre se suicidó después de la muerte de su padre.
--No se preocupe mi Señora, tengo buena experiencia lidiando con hombres crueles y locos. —respondió Selene. —Más de la que quisiera reconocer.
La brisa salina golpeó el rostro de Selene, toda su vida había sido golpeada por la brisa que llegaba del mar, desde que era una campesina en Normandía, el olor a la arena mojada y la sal. Y poco a poco se había percatado que se trataban de olores diferentes. Selene miró a Sara la chica tenía la misma postura débil y frágil que ella solía tener con los brazos sobre su busto y sus manos entrelazadas en señal de oración o buscando una esperanza. Como si esperara que en algún momento la respuesta fuese a llegar de un barco procedente del mar. Selene tenía su mano sobre la espada, pero ya no pensaba más en esperar respuestas.
--¿Por qué fuiste tú en persona a buscarme?, ¿no tienes hermanos acaso? —Le preguntó Selene, Sarah miró hacia el mar y luego bajó la mirada.
--Ya no más. —respondió la chica.—tenía dos hermanos. Mi hermano mayor murió en la batalla del Jordán y mi segundo hermano murió en un viaje a la ciudad de Acre, cuando la Orden Templaría atacó la ciudad. Yo soy la última Ades aquí. Depende de mí si Escalón vive, o muere.
--Los hombres están listos para continuar Doncella de Hierro-- Dijo Ser Jean Pierre, el hombre templario apareció en representación de Ser Sterlink, Ya que el caballero no quería estar en la misma presencia que la maga Ambra.
Selene detestaba eso más que nada, el orgullo. El orgullo que había cegado a cientos de hombres, Y los caballeros habían demostrado ser hombres muy orgullosos, hombres cegados por sus votos, cegados por la lealtad, cegados por su propio conocimiento y entendimiento del mundo. O tal vez lo que le dolía a Selene era que, a pesar de estar a miles de kilómetros, y con el mar separándolos, aun sentía el dolor que Ser William le había hecho.
--Gracias, Ser Jean Pierre. Voy en seguida. Decidle a Ser Sterlink que deje una guarnición de 150 hombres en la ciudad como protección de la Señora Sarah, los demás continuaremos hacia Al-Dahla.
--Gracias Selene. —agradeció la señora de Escalón.—Trate de no alejarse mucho del camino, la arena no se ha asentado bien desde la última tormenta y podría haber arenas movedizas.—respondió Sarah.
Selene descendió de la colina, un soldado le pasó su caballo, Selene volvió a montar y se dirigió hacia el resto de sus hombres quienes ya se habían formado para empezar la marcha nuevamente. Selene se dio cuenta que Ambra no se había montado en su caballo.
--¿No vienes con nosotros Ambra? —le preguntó Selene a la joven maga.
--No Doncella de Hierro, hacia donde tú vas solo te esperará la guerra, y yo no soy buena en el campo de batalla como podrás notar. —respondió Ambra.-- Me quedaré aquí hasta vuestro regreso Doncella de Hierro.
--Está bien Ambra. —respondió Selene. —Suerte.
--Ninguna de las dos necesita la suerte Selene.... —Entonces una segunda brisa llegó desde el mar e hizo hondear la cabellera de Ambra en el viento. –Sientes eso Doncella de Hierro, la dirección del viento ha cambiado la cual es perfecta para los barcos zarpen.
Selene sonrió.
--Sigo sin entender la mitad de lo que dices. —respondió Selene.
--Cuídate Selene, allá te enfrentaras a algo más que piratas...--respondió Ambra. Y luego dio una sonrisa.
--¿Cuál es la gracia? —preguntó Selene.
--Es solo que, encuentro muy curioso como el destino juega con la vida de las personas.
--Cuidate Ambra. —respondió Selene e hizo trotar a su caballo. Los hombres salieron por el camino del este.
Ser Sterlink salió de su lugar de la formación y cabalgó hasta posicionarse al lado de Selene quien encabezaba la marcha.
--Esa mujer trae solo problemas. —respondió Ser Sterlink.
--¿Y esperó todo este tiempo para decírmelo? —preguntó Selene.
--Es una bruja Selene, me he enfrentado a ellas durante varios años. Ellas solo ven por sus intereses, y utilizarán a quien tengan que utilizar para cumplir sus terribles objetivos.
--¿Qué es lo que ha hecho Ambra que sea incorrecto? —preguntó Selene. –Acaso ella no nos ha prestado una mano y conoce estas tierras.
--Ser Jean Pierre, Ser Scott y Ser Mallow, los tres son hombres de la orden del temple, los tres saben sobre la tierra Santa, sin embargo, solo tomas en consideración el consejo de Ambra.
"Extrañamente esta ha sido la primera vez que escuchó estos nombres" pensó Selene.
--No hago favoritismo ni proselitismo, confió en el consejo de quien considero que su consejo es útil. Ambra me ha dado buenos consejos.
--Hacia lo que ella quiere. —respondió Ser Sterlink.
--¿Liberar Tierra Santa?, ¿Selene eso es lo que tú quieres? —preguntó el caballero.
--Lo que yo quiero es reunirme con mi hermano ni más ni menos. Pero si resulta que tengo que vencer a Saladino para poder verlo, entonces lo seguiré.
--Selene estos poderes que has desarrollado, son prueba de tu divinidad.
--Bueno Ser, ¿Cuál cree que deba ser mi objetivo entonces? —preguntó Selene.
--Eres una mujer santa, tu misión debería ser guiar a la humanidad contra las fuerzas del mal. Contra las fuerzas de la noche.
--¿Ósea brujas? ¿usted quiere que me dedique a cazar brujas como usted?
--¿No cree en ellas?
--Todo lo contrario, Ser, cuando inicie mi viaje Jacques y yo nos topamos con una villa, donde adoraban al demonio. Un sacerdote que era capaz de hacer danzar sombras infernales en la capilla, y sacrificar a todos los hombres de esa aldea. Para hacer renacer a una bruja en una estrella de fuego en un plantío. O ser capaz de conocer tu destino en una gota de sangre. Hasta hace unos años no creía que la magia existía, pero me doy cuenta que es real. —respondió Selene.
--Entonces si sabes que es real, ¿Por qué razón no aceptas nuestra misión? tú eres La Gracia de Dios, tus poderes divinos son señal de que eres la rencarnación de Sofía nuestra más grande Santa en la Orden.
--Porque no es quien soy, no quiero pasar el resto de mi vida siendo venerada como una mujer santa, o pasar los siguientes treinta años de mi vida cazando brujas en los rincones más inhóspitos del mundo. Si Dios quisiese que cazara brujas me habría quitado este don que me dio cuando decidí seguir mi camino, o me hubiera hecho morir en el campo de batalla. —respondió Selene.
Entonces una vez que pasaron la última duna de arena, pudieron ver el caos de la batalla, las flechas en llamas volar de un lado a otro y los hombres peleando en la playa, algunas de las casas más próximas yacían en llamas y todo era una escaramuza.
"¡Jacques!" pensó Selene rápidamente.
--¡Preparaos para la batalla! —exclamó Selene. --¡Preparaos para la batalla! –¡Infantería al frente, arqueros detrás, caballería a los costados!
Luego de que las tropas de Selene comenzaron a moverse y a colocarse en posición, cuando estuvieron listas Selene se puso al frente de su ejército. La mujer desenfundó su espada.
--¡A la batalla! —exclamó Selene. Los hombres gritaron con ella mientras descendían a gran velocidad la loma para enfrentarse con los enemigos en la playa.
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