Capítulo 24: La hija y Selene.


Los hombres se encontraban desayunado en el gran salón, Selene aún no sentía acostumbrada de sentarse en medio de la mesa del señor y que nadie comenzara a comer hasta que ella comenzara. Ahora ella comandaba un ejército y tenía bajo su poder una de las fortalezas más grandes y poderosas de Tierra Santa. Sin embargo durante los últimos días Selene se había sentido ansiosa, tenía que continuar, pero los hombres todavía no se habían repuesto desde la última batalla y había que esperar los carros de suministros desde Egipto. Esta era la cara de la guerra que Selene no había visto antes. Ella había peleado en el campo de batalla pero no había planificado una guerra. Ahora esta era su guerra. Fue entonces cuando escuchó el sonido de una larga hoja de papel ser doblada en el libro. Ser Sterlink estaba sentado en la mesa leyendo un pesado libro, cuando vio en una de las paginas una ilustración muy peculiar.

En la imagen una mujer de tez pálida con largo cabello rubio platinado, que vestía con un modesto vestido de tela gris y una corona de espinas sobre su cabeza, llevaba los dos ojos vendados y sangre escarlata brotaba por debajo de los vendajes y corrían por sus mejillas. Unas palabras estaban escritas en junto a la mujer. "Fides et Justitia" Era la misma mujer que Selene había visto en su sueño.

--¿Quién es ella? —preguntó Selene a Ser Sterlink. El caballero entonces miró la ilustración y luego miró a Selene.

--Ella es la Dama de las Espinas. —respondió Ser Sterlink.

--¿La Dama de las Espinas? —preguntó Selene. --¿Quién es ella?

--Es difícil ponerlo en palabras, pero ella es algo así como una parte de la conciencia de Dios.

--¿Cómo un ángel?

--No, no como un ángel, sino como la representación corpórea de algunas actitudes de la humanidad. En nuestra orden, ella enmascara las virtudes de la Lealtad y la Justicia, se le apareció a Santa Sofía antes de morir en un sueño febril y le dio las primeras armas para la cacería y protección contra las brujas. Sin embargo, hemos visto representaciones de ella en varios aquelarres desde Kiev hasta Andaluz.

--¿Por qué lo preguntas Doncella de Hierro?—preguntó Ser Sterlink.

--Es que creo que la vi en un sueño, pero estaba con otras dos mujeres más. —respondió Selene.

--¿Otras dos mujeres? —preguntó Ser Sterlink...--¿Cómo eran estas dos mujeres?

--Una de ellas tenía piel oscura y un tocado de plumas sobre la cabeza, y la otra era una mujer que tenía el cabello con chispa y humo brotando de sus hebras. El hombre las buscó en el libro, y luego le mostró a Selene las ilustraciones de las mujeres. Selene estaba boquiabierta de haber visto las ilustraciones. La primera mujer, tenía piel oscura con ojos ambarinos, la mujer tenía un cuerpo curvilíneo y sus senos y caderas eran cubiertos por plumas. Al lado de la mujer había flores de muchos colores y sangre sangre que se derramaba de la imagen.

--La dama de las plumas. —respondió Ser Sterlink. —Esta mujer es adorada por aquelarres de brujas en la selva, hubo muchas de estas en Grecia y más allá del desierto del Sahara. Creemos que representa La pasión y la vida. Y la otra, es tal vez la más peligrosa de todas, La Dama del Humo.

La imagen de una mujer de cabello negro oscuro con humo brotando de su cabeza, su piel era casi gris y estaba rodeada de un fondo negro, con excepción de un cráneo y un reloj de arena.

--¿Ella quién es?

--Ella es la muerte en persona. —respondió Ser Sterlink. —Después del Diablo y sus huestes infernales, las brujas rinden homenaje a La Dama del Humo. El aquelarre más peligroso de Europa, La Vieja Sangre le ha rendido tributo a esta entidad. Selene entonces tomó el libro y volvió a ver las imágenes, cambió la hoja y vio a un hombre rodeado de perros hambrientos, luego vio en otra pagina una mujer con trece coronas de flores en sus brazos y cabello rosado. Y aun hombre con un bastón hecho con huesos. Entonces Selene volvió a la pagina de la Dama de las Espinas, y pasó sus dedos por la sangre en las mejillas de la aquella mujer. "¿Qué clase de tormento está mujer ha de haber sufrido para sangrar de los ojos?" pensó Selene.

--No prestes atención, no son más que supersticiones. Selene—respondió Ambra. La mujer caminó del marco de la puerta hacia la mesa de Selene, todos los hombres en el interior se quedaron viendo a la mujer caminar. Desnudándola con la mirada a cada paso que deba. Soñando despiertos que la tenían en sus brazos, o acostada en sus camastros. –Yo he caminado por la tierra más tiempo que la mayoría de los hombres en ella. He visto el nacimiento y la caída de imperios y por supuesto miles de supersticiones ser creadas y destruidas.

--Pero, si es cierto, entonces ¿Cómo es que soñé con ellas y estás mujeres aparecen en los libros de Ser Sterlink? —preguntó Selene.

--Se llama el inconsciente colectivo. —respondió Ambra. —La mente primigenia de todos los seres humanos antes de nacer y después de morir. Es por esa razón que existen religiones parecidas, El Islam, El judaísmo y el cristianismo son descendientes de la misma raíz de religiosa del monoteísmo. –Pero si insistes en conocerla, la conocerás a su debido tiempo... Bardo.

--No entendí absolutamente nada de lo que dijiste Ambra. — respondió Selene.

--Yo tampoco. —respondió Ser Sterlink .—Suena más a herejía que a otra cosa.—respondió el caballero.

Entonces entró el capitán Pietro. A acompañado del duque Enrico Sforza.

--Selene, alguien ha venido a verle. —respondió el duque.

--¿Quién es? —preguntó Selene.

--Una mujer, Se hace llamar Sarah de Palestina. —respondió el duque.

--Es una judía. —respondió el capitán Pietro. —Hay que irse con cuidado con ella, los judíos son traicioneros y desidiosos, avaros y ambiciosos.

Selene no hizo caso a los comentarios desafortunados del capitán Pietro y fue junto al capitán Pietro, el Duque Enrico y cuando llegó al marco de la sala se encontró con Jacques quien se había despertado apenas.

--¿Qué ocurre? —preguntó Jacques.

--Tenemos un visitante.—respondió Selene.

--¿Tengo que ir? —preguntó el muchacho.

--Yo diría que sí. —respondió el Duque Enrico, --es una mujer de buen ver.

Selene se reunió con ella en la sala contigua. La mujer estaba parada mirando por una ventana, era una mujer trigueña de cabello rizado azabache y ojos azul profundo, con pecas sobre la nariz y un lunar en el labio. Era una mujer joven bien parecida, delgada y vestía con tanta gracia que su vestido de tela satina azul resaltaba su delicada silueta.

Apenas entró Selene a la cámara la mujer se arrodilló ante Selene.

--¿Selene la Doncella de Hierro, la milagrosa en verdad es usted? —preguntó la chica.

--Sí, pero por favor, levántate del suelo, no es necesario reverenciarme. —respondió Selene y ayudó a la chica levantarse del suelo. la chica intercambió una mirada con Selene. La chica no era capaz de retenerle la mirada por mucho tiempo y bajaba la mirada con rapidez.

--¿Quién sois vos? —preguntó Selene.

--Mi nombre es Sarah Ades. Hija de Issac Ades, señor de Palestina. —respondió la mujer.

--Palestina no queda cerca de aquí. —respondió el duque Enrico.--¿Cómo fue que nuestros vigilantes no lograron verte en todo tu trayecto.

--Salí en la oscuridad de la noche, solo deteniéndome para que mi caballo descansara y volviendo a partir. —respondió la chica. la voz de Sarah era suave y bien entonada, tonos de inocencia, muy diferente a la voz seductora de Ambra. Había algo en la mirada de ella, que le recordaba a una Selene más joven.

--¿A qué has venido aquí, Sarah Ades de Palestina? —preguntó Selene.

--A pedir por vuestra ayuda. —dijo la chica. —Son piratas, las compañías de piratas de Reinaldo de Chatillon, nos atacan, les han prendido fuego a todas nuestras aldeas costeras y masacrado a sus habitantes.

--Pensé que Reinaldo Chatillon había muerto en los cuernos de Hattin. —Respondió el Duque Enrico.

--Reinaldo Chatillon padre murió en los Cuernos de Hattin, pero su hijo Reinaldo de Chatillon es quien tomó el control de las naves de su padre y se convirtió a la piratería. Usualmente pagamos un tributo considerable a los piratas para que nos dejaran en paz, pero éste año Al Mutah Alim el Halcón prometió enviar ayuda a nuestra gente por lo que no pagamos el tributo este año y como reprimenda los piratas prometieron reducir nuestros pueblos a cenizas. —dijo Sarah.

--¿Por qué les pagaron tributo a los piratas en vez de enfrentarlos la primera vez? —preguntó Selene.

-- Somos judíos, no se nos permite portar armas. —respondió Sarah. —El rey Baldwin nos obligó darle todos nuestros herreros que supiesen forjar espadas y nos obligó a pagar a los hospitalarios, Luego el rey Guy de Lusignan firmó un decreto donde desviarían cualquier carro de mercancías que transportara armamento de nuestras tierras y que cada judío con posesión de armas sería colgado. Y Saladino mantuvo las mismas leyes de su predecesor en reprimenda a nuestro pueblo cuando descubrió que habíamos dejado que grupos chiitas se asentaran en nuestras tierras.

--No podemos confiar en ella Selene. —respondió el capitán Pietro. –Ella es una judía al servicio de Saladino. Sin duda es una trampa.

--Yo no haría tal cosa. —respondió Sarah. —Por mi honor que no tramó nada en vuestra contra, incluso estoy dispuesta a pagar por vuestros servicios de ser necesario.

--Vez como miente Doncella de Hierro, Los judíos no tienen honor alguno. —respondió el capitán Pietro. —Nunca lo han tenido.

--Nuestra intención es continuar hacia el norte, hacia el Crac de los Caballeros y hacia mi hermano quien lucha como un soldado de la orden del temple. —respondió Selene. —Y tú Sarah Ades luchas del bando del rey usurpador Saladino.

--¿No lo sabe Doncella de Hierro?

--¿Qué cosa?

--El Crac de los caballeros cayó en el mes de noviembre. —respondió Sarah. –Al Mutah Alim y el Sha Amid de Persia sitiaron el castillo y lo conquistaron.

--¡Que! —exclamó Selene. --¡Qué pasó con sus ocupantes y defensores!

--Los que no perecieron en el ataque fueron tomados como prisioneros y llevados en cadenas hasta Jerusalén, los había por miles de ellos según los informes, y los que lograron huir escaparon hacia Acre. —respondió Sarah.

--Entonces nuestra misión es clara, Iremos a Jerusalén, a ver a este rey sarraceno Saladino. —respondió Selene. —Y le dejaremos caer la ira de Dios sobre él y los suyos.—dijo Selene.

--No podemos hacerlo. —dijo el Duque Enrico. —No tenemos suficientes provisiones para avanzar tan lejos y en territorio enemigo.

--Necesitan provisiones, Yo se las puedo proporcionar. —dijo Sarah—Carros de alimento, agua y prendas, lo que necesiten. Solo ayúdenme y les proporcionaré todo lo que quieran. Para su campaña en Tierra Santa.

--No...Hacer tratos con Judíos es sacrilegio, ellos mataron a Jesus. —respondió el Capitán Pietro.—Doncella de Hierro por favor permítame hacer contacto con estos piratas, Reinaldo de Chatillon tiene una flota, podría darnos transporte a todos nosotros hasta Acre y de ahí podremos lanzar nuestro ataque a Jerusalén.

--Chatillon es un pirata. —respondió Selene.

--Pero es un cristiano. —respondió Pietro. —Y lucha contra los sarracenos y los traidores.

--¡No, por favor Doncella de Hierro! —exclamó Sarah y se lanzó a los pies de Selene. --¡Sois la última esperanza que me queda! ¡Palestina es mi hogar es lo único que tengo y que me queda!

Se quedó muda, la chica era una noble en todo sentido y se había arrojado a los pies de Selene quien era una campesina para rogar por ayuda para su pueblo. Su hermano bien podría ya estar encadenado en alguna prisión de la ciudad santa. Sufriendo martirio tras martirio en manos de sus captores, pero por otro lado Selene conocía bien esa sensación, de la perdida, así como la chica le apretaba las piernas a Selene, ella misma le había apretado a la mano inerte de su Padre Bardo en Normandía hacía ya tanto tiempo.

Entonces Selene sintió que alguien le puso una mano en su hombro, era Jacques. El muchacho miró a Selene-

--Protege al desvalido...--respondió Jacques.

Entonces todo se aclaró para ella.

--Gracias Jacques. —Dijo Selene en voz baja. —No sé qué atrocidades haya hecho tu pueblo o si son traicioneros, pero cualquiera que esté dispuesta a rebajarse a tu nivel y pedir por ayuda a una completa desconocida, no es alguien que esté dispuesta a traicionar. –Luego Selene se arrodilló junto a Sarah. —Se lo que se siente ese miedo, de perderlo todo, y se lo que se siente perderlo todo. Es un miedo atroz que no se lo desearía nunca a nadie. Sarah Ades de Palestina. Hasta que la amenaza de los piratas sea lidiada, Nosotros te ayudaremos. —respondió Selene.

--¡Mil gracias mi señora! —exclamó Sarah con lágrimas en sus ojos y abrazó a Selene. –Selene le correspondió en el abrazo.

--¿Estás segura de esto Selene? —preguntó El Duque Enrico. —habrá perdidas de nuestro lado con toda seguridad.

--Esto es lo que haría un buen cristiano. —respondió Selene.

--Puede que no esté de acuerdo con todas tus decisiones Selene, pero si alguien tiene el favor de dios, esa eres tú Selene, prepararé a los hombres en seguida. —respondió el Duque Enrico.

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