Capítulo 15: Tiempo Borrascosos y William.


"Aunque al inicio fuimos centenas los que nos arrodillamos ante Ricardo Plantagenet, cuando se nombró a su mismo Rey de Inglaterra. Fueron pocos los que permanecieron al final de la guerra. Ser John Barkley el Sabueso, Ser Eustace Norville El Inquebrantable, Ser Gabriel Hellgate El Demonio de Kent. Y Ser Ivanhoe La Espada Leal. Hombres que pelearon a mi lado contra algunos de los generales más fuertes del rey, y tal vez el más pérfido de todos fue un lord convenenciero que se elevó a altos mandos durante las invasiones. Harald de la casa Webster. Conde de Sussex, Durante la Batalla de Sumerset, le acorralé tratando de huir desesperadamente, choque espadas con él en siete ocasiones, Estoy seguro que hubiese podido acabar a una excusa de hombre como él, sin embargo la providencia me negó ese destino, pues mi hermano Astolf lideró la contraofensiva, junto con mi padre y mi tío."

La madera crujía en el fuego, mientras William leía un pesado libro de cuentas que tenía frente a él. y pensado "Mucho ha cambiado durante mi tiempo en el exilio, pequeñas familias que habían llegado a asentarse en estas tierras y ponerse al servicio de mí tío cuando había hambrunas en otros feudos, yacían ahora siendo encargados de fincas y granjas exitosas. William había sido bueno para contabilizar los gastos de la guerra, sin embargo una cosas era deducir costos de espadas y escudos y otra muy diferente de bocas que alimentar, de impuestos sobre la propiedad e impuestos a los gremios de comerciantes.

William escuchó que alguien entró a la puerta, era su madre, la mujer tenía últimamente esa expresión de enojo y preocupación por su hijo. William quitó la vista del libro de cuentas. Su madre se sentó al otro lado de la mesa frente al joven señor.

--Necesito que pongas una fecha para celebrar esta boda.—dijo la madre de William.

--Madre por favor...una boda es lo último de nuestros problemas en este momento. —respondió William.—Estos son periodos de bonanza, cada vez que hay periodos de riqueza más lores ambiciosos y bandas de ladrones tienen a mudarse hacia aquí.

--Will, has estado aquí ya por un par de meses. Se te cedió la condición de Señor de Yarmouth por tu juventud y tú experiencia en la guerra, pero es obligación de todo señor dejar un legado.

--Trato de dejar un legado madre, trato de hacer a Yarmouth...

--¡Un Hijo William! ¡Necesitas tener un hijo! —respondió la madre de William—Los otros lores y comerciantes de las provincias y feudos vecinos comenzarán a hablar, Si no tienes un hijo pronto, nos invadirán. Esa es la realidad. No lo entiendo William, Eres capaz de enfrentarte a mil hombres en el campo de batalla con la valentía de un león, pero le temes a una doncella traída del Imperio Romano Germánico.

--No es que le tenga miedo madre, es solo que...Siempre pensé que mi esposa sería una mujer que amara, cómo fue el caso tuyo y de mi padre. —respondió el joven señor.

--William...entre nobles, nadie se casa por amor, ni el rey, ni los lores, ni siquiera tu padre y yo...--respondió Lady Helena.

--¿Cómo dices madre?

--Déjame contarte una historia, Cuando yo era joven, tu abuelo me prometió con tu difunto tío Edward, pero yo tenía solo 7 años y él 18. El hombre sabía que no podría darle hijos por varios años. Pero está alianza con tú abuelo era muy importante, por lo que tú tío decidió buscar a su medio hermano que vivía en una granja en Carnegie. Y pactó un nuevo matrimonio entre tú padre y yo. Con la promesa de una boda y un pacto de mutua ayuda cuando los dos llegásemos a la edad.

--Sí madre, ya se esa historia. Me la has contado antes cuando me obligaste a aprender a bailar. Los dos se vieron a la edad de 17 años, y se enamoraron perdidamente, tú de su valentía al cabalgar y él de tus ojos.

--Sí...esa es la historia que inventamos frente a todos los demás, tu padre...él prefería a las sirvientas del castillo antes que a mí y yo no veía nada de gallardo en él. –respondió su madre. —Pero los dos cumplimos con nuestro deber, yo por orden de tu abuelo y tu padre por amor y lealtad a su hermano mayor.

--¿Entonces no existe el amor verdadero?, ¿El amor entre mi padre y tú no es más que una farsa?

--No Will, no lo es...nos amamos sí, pero no de la manera que la escriben en los poemas, o en las canciones. —respondió la madre de William.—Verás, cuando tú eras un niño y tu hermano Astolf adolecente, estaba destrozada cuando tu hermana Berenice murió, solo tenía 3 meses. Tu padre y yo...estábamos devastados. Yo le insistí a tu padre que me tocara, que me amara, que aún podía darle otro hijo u otra hija. Pero tu padre...bueno ya sabes cómo es él, es testarudo. En fin. Durante un verano llegó una coca mercante de Navarra. Por los vientos borrascosos no podía zarpar nuevamente. En el barco iba un joven mercader de buen ver, Mauricio...el hombre era alto de tez bronceada con ojos verdes y cabello oscuro, el hombre tenía un acento que me hacía perder la cabeza a mí y a todas las sirvientas. El hombre se quedó aquí en Yarmouth y tu padre lo invitaba al castillo porque el hombre tenía muchas aventuras que contar. Y lo veía en sus ojos William, él me deseaba, y por un tiempo yo también. Nos encontrábamos en el bosque cercano, bajo un olmo viejo. Y nos juramos amor...Mauricio me pidió que me fuera con él, vivir con él en el mar navegando y viajando por el mundo. Lo que no hubiera hecho para quedarme con él, no era por su belleza, ni por su acento, o el peligro que representaba, sino porque se interesaba en mí. Me hacía sentir bella nuevamente.

-- ¿y qué fue lo que pasó con él? ¿Por qué no te fuiste, por el amor a tu familia? —preguntó William.

--Ja, si claro, me iba a ir con él Will. Nos habíamos prometido la última noche del verano reunirnos en el olmo e ir hacia el muelle de ahí subiría a su galera y nunca más volvería. Estaba lista para dar por terminado este capítulo de mi vida. Y de pronto todo cambio...tú padre esa mañana comenzó a prestarme atención nuevamente. Y entonces decidí quedarme con él.

--Madre...

--Lo ves Will...no se trata de simple amor real, tu padre y yo llegamos a aprender a amarnos con el tiempo.

--Ahora entiendo, no sé cómo no lo pude ver antes.

--Bueno Will los hombres no son buenos para expresar sus emocio...

--Así que ese era el cerdo. —respondió William.

--¿Qué?

--Años atrás cuando era niño, durante la última noche de verano, Padre le ordenó a Astolf y a unos guardias salir a cazar un cerdo que se había estado ocasionando problemas en el feudo. Astolf me obligó a ir con ellos. pero yo no llevaba corceles como el resto, yo montaba un pony, por lo tanto, no podía moverme tan rápido. Astolf y el resto se encargaron de ese cerdo, aunque nunca supe porque un cerdo necesitaba usar ropa de hombres. era un niño de 7 años, no reconocía el cuerpo de un hombre partido por la mitad y puesto a cocer en el fuego. Con el tiempo supe que se trataba de un hombre, pero no quien. ¿A quién podría tener tanto odio mi padre como para mandar a Astolf a matar por él?

La madre de William quedó horrorizada ante lo que su hijo había dicho, y William le miraba fijamente y continuaba hablando en tono solemne. William sabía que le estaba hiriendo con cada palabra, con cada mirada sostenida.

--Yo no puedo creer eso...no puede ser cierto.

--Madre, ¿Cuándo te he mentido? ¿Crees que tengo miedo? He visto a decenas de miles de hombres morir desde Sumerset hasta Malta. Maté a mi tío en Summerset, He pagado a ladrones y saqueadores para que asesinen campesinos inocentes en la costa, he matado hombres a diestra y siniestra, maté incluso a nonato en el vientre de su madre. He mentido, he conspirado y he silenciado a todos aquellos que se me han opuesto. Y aun así madre...hoy tú has confesado haber hecho algo mil veces peor de lo que yo podría hacer.

--¡Pero yo no terminé por abandonar a tú padre! —exclamó la mujer.

--No, no lo digo por mi padre, sino por mí que era tu hijo, tú quien eras la única que me ofrecía consuelo ante los tormentos que Astolf me hacía pasar. Y para que...para que me hayas dicho que felizmente lo hubieses dejado todo de lado con tal de fugarte con un mercader. Haré lo que me dices madre, y me casaré con Ekaterina, pero no por mi deber, ni por amor, si una madre no es capaz de amar a sus hijos, es porque el amor no existe. No, yo me casaré con ella y tendré todos los herederos que necesite, pero para demostrarte como criar hijos mejores. Hacerte darte cuenta que no morirás como una mártir ni serás glorificada por tu sufrimiento. –Respondió William. El muchacho se levantó de su asiento y se dirigió hacia la puerta.

--Will...—trató de decir su madre, pero el joven señor no se dignó a responder.

Y salió de la puerta, se sentía como un estúpido, William se dirigió hacia su cama y se quedó dormido.

"En su sueño podía ver el bosque en llamas, y a él mismo, caminando hacia el interior. Las llamas serpenteando por la grama y escalando por los troncos de los arboles, iluminando con su fulgor brillante las copas de los árboles. Podía sentir como la armadura se fundía con su carne, mientras William continuaba caminando hacia el interior más y más ardiente." El joven señor despertó al día siguiente.

Durante el desayuno, la servidumbre sirvió tazones de carne de venado con salsa de arándanos y vino especiado. Las ventanas con vitrales dejaban entrar los potentes rayos solares y proyectar sus figuras sobre la larga mesa de roble del señor. William ahora se sentaba en la silla del señor que tenía un respaldo de cuero color rojo mientras que el resto de las sillas tenían recubrimientos de cuero ennegrecido. En la mesa nada más estaba sentado su padre, su madre había dicho que no se sentía con ganas de levantarse de la cama.

--William, ¿Recuerdas a lord Harald Webster?—preguntó su padre.

--Sí, el cobarde de Summerset, le apodaron. —respondió William... ¿por qué?

--Antes de que Ricardo asumiera el control del trono, El rey Enrique había prometido darle el condado de East-Anglia. Y por lo tanto...

--Great Yarmouth.—respondió William.

--Dicen que se ha buscado una nueva esposa, una muy joven. —respondió el hombre.

--No te preocupes Padre, Ya me hice a la idea del matrimonio, contraeré matrimonio con Lady Ekaterina lo más pronto posible. —respondió William.

--Excelente William, tú madre podrá descansar mejor sabiendo que finalmente te casas. —respondió su padre.

"No creo que eso la tranquilice, de hecho, ni sé que es lo que vaya a ser de ella ahora que la verdad ha sido revelada"

--Bueno entonces necesitarás esto. —respondió su padre y luego se quitó el collar que tenía en su cuello, en ellos había dos sortijas. y le pasó los dos anillos al joven lord. —El pequeño es el que le habían hecho a tu hermana Berenice, solo que nunca pudo usarlo y el grande, era la argolla matrimonial de tú tío Edward, me sentiría muy honrado si usarás ese anillo. —respondió el padre de William.

--Por supuesto padre. —respondió William.

Entonces William tomó los dos anillos que su padre había dejado en la mesa, y los guardo en el bolsillo de su chaqueta de cuero. El muchacho luego miró por la ventana la luz blanquecina, era la misma luz brillante en aquel día sin nubes en el cielo. William y Lady Ekaterina salieron a cabalgar hacia la playa, la playa era de arena grisácea, Los dos se sentaron en una tienda que los sirvientes habían construido para su señor.

--Mi lad...Ekaterina, recuerdas que me habías dicho que tenía que tomar la decisión si...seguir siendo el caballero errante o ser el señor de Norfolk. He tomado mi decisión luego el hombre le tomó de la mano a Ekaterina y la hizo levantarse. William entonces se arrodilló y sacó del interior de su bolsillo el anillo de bodas. —Seré el señor de Norfolk contigo a mi lado, sin embargo, no quiero ser como todas las familias de nobles que se casan por compromiso. No importa si no logras amarme, Si aceptas este anillo yo prometo amarte desde este momento hasta el final de mis días. Para mí no habrá otras mujeres.

--Mi lor...William, gustosa acepto tu propuesta de matrimonio. —respondió Ekaterina, William se levantó de la arena y puso la argolla matrimonial en el dedo de Ekaterina. William entonces acarició con su dedo la mejilla de su prometida y le dio un suave beso en los labios. 

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