°40°
Mi madre me agarra la mano con fuerza.
-El doctor ha dicho que es solo un procedimiento estándar, mamá. No hace falta que te pongas nerviosa.
-Pero no has sido sarcástico conmigo en toda la mañana. Piensas que es algo serio.
Me río.
-Estoy demasiado cansado para ser sarcástico y, además, tu padre me esta haciendo sentir muy poco original.
Sonríe.
-¿Te cae bien?
-Si.
Es lo único que puedo decir. Ahora no es el momento de volver al tema de que no debería haberme mentido durante toda mi vida. Mis abuelos no son ni por asomo los monstruos que ella había pintado, y apenas ha sido capaz de conseguir que no se desbordara la furia.
-Lo se -dice, como si me estuviera leyendo la mente-. Te los robe. Tomé esa decisión por mí, pero no tenía ningún derecho a tomarla por ti. Lo siento mucho.
Le aprieto la mano.
-Recuperemos el tiempo perdido cuando te encuentres mejor, así que deja de hacerte la enferma de una vez. Si querías que tus padres volvieran, podrías haber hecho algo menos dramático.
Sonríe.
-Asi que no voy a morirme.
-Te quiero, mamá.
-Yo también te quiero, hijo.
Sean, Vivían y Fresh ya han hablado con mi madre, así que tomo el ascensor hasta el piso de abajo para unirme a ellos en la sala de espera. Cuando doblo la esquina veo que no están solos. Reconozco de inmediato la espalda de Reaper, al menos por su postura extremadamente buena. Si Vivian no me hubiera mirado al entrar, podría haberme marchado sin que él me viera, pero la mirada de mi abuela hace que se gire. El corazón me late con fuerza en el pecho. Retrocedo de todos modos, camino hasta la parte delantera del hospital y salgo a la fría mañana. Los árboles sin hojas que están dispuestos en una hilera en el aparcamiento parecen negros contra el cielo blanco.
-Geno -me llama Reaper-. Espera, por favor.
Me detengo en una zona de césped amarillento y lo miró.
-¿Que?
-Casi había olvidado lo inseguro que puede volver tu mirada a alguien. -Espero a que me explique porqué se encuentra aquí-. Vale. Supongo que debería hablar. -Respira hondo-. Aquí estoy, enfrentándome al fracaso. Aquí estoy, jugandomelo todo, a pesar de que sé que podría perder. Y estoy aterrorizado.
Trago saliva con fuerza, luchando contra el instinto de consolarlo.
-Pero, como tú dijiste, todo lo que vale la pena tener hace que merezca la pena arriesgarse. -Mira el césped y después otra vez hacia mí, casi como si se hubiera preparado un discurso y este fuera el comienzo-. Lo siento mucho. Aquella noche, la noche del evento benéfico... Fui un estúpido. No sabía que no conocías a tus abuelos. Y cuando Lust dijo qué...
-¿Lust? -El recuerdo de Lust aquella noche me golpea la mente con una sacudida. Con todas las cosas que había sucedido, me había olvidado de él-. Yo no... Nightmare y yo nunca hemos estado juntos.
-Lo se. Me lo explicó Ink. Pero me atrapó desprevenido, Y pensé que era por eso por lo que te marchabas. Porque te sentías culpable. Pero Lust es un imbécil. No sé porqué lo creí, ni siquiera un segundo. Debí haber salido corriendo detrás de ti para asegurarme de que estabas bien. De que estábamos bien.
Es cierto. Lust es un imbécil.
Baja la mirada hacia las manos, y después se pasa los dedos por el pelo, con aspecto de estar lo menos sereno que lo he visto nunca.
-Entiendo que te impresionara ver a unos abuelos que nunca habías visto, pero ¿Por qué no me has devuelto ninguna de mis llamadas?
-Estabas saliendo conmigo porque pensabas que era rico.
-¿Que?
-Y puedes negarlo todo lo que quieras, pero nunca sabremos si es cierto o no. Porque no puedes dejar de saberlo.
-Descubri lo de tus abuelos hace menos de un mes. Me lo dijo mi abuela, pero al principio no lo sabía.
-No puedes dejar de saberlo -vuelvo a decir.
-Pero...
Arruga la nariz, y después mir al cielo, frustrado
-Pero ¿Que?
-No me odies por decir esto, pero.. está claro que tú no eres rico. He visto cómo vives, y cuando descubri lo de tus abuelos pensé que a lo mejor tu madre quería asegurarse de que vieras cómo vivía la otra mitad, o algo por el estilo, para darte perspectiva. Pero cuando me di cuenta de que ni siquiera conocias a tus abuelos, cuando descubrí que los viste por primera vez en el evento benéfico, entonces supe que no tenías dinero. Geno. Eres pobre. Y todavía me gustas. Mucho.
Suelto una risa, y el sonríe. Por la forma que tiene de acercarse a mí, me doy cuenta de que ya está preparado para dejar este asunto atrás. Pero yo todavía no lo estoy; todavía tengo preguntas.
-Pero tu prima... Se puso a hablar del complejo de Cenicienta, y tú no dijiste ni una palabra.
-Mi prima es una niñata consentida, y he aprendido que lo mejor es no discutir con ella. Pero tienes razón; hice muchas cosas mal aquella noche. Debería haber defendido al acompañante de mi hermano. Y a ti. Debería haberle pegado a Lust un puñetazo tan fuerte que no volviera a querer pronunciar mi nombre, y mucho menos a utilizarlo para entrar en ningún sitio. No debería haber dejado que te marcharás. Debería haberte llevado a casa. Debería haber mandado a la mierda el evento benéfico.
-No, que se ensucia.
De pronto se detiene y se queda muy quieto. Me siento confuso. Estaba seguro de que iba a llegar a alguna clase de conclusión a la que realmente quiero que llegue. Algo así que me haga decir: "No pasa nada. El amor lo conquista todo". Pero en lugar de eso me ofrece su sonrisa mordiéndose el labio inferior, y prácticamente salgo corriendo hasta sus brazos. Por primera vez desde que hui de el la otra noche, siento que mi corazón está completo.
-¿Por qué estás sonriendo como si hubieras ganado?
-Porque acabas de ser sarcástico conmigo. Has dicho "No, que se ensucia". Eres sarcástico cuando estás de buen humor, y si estás de buen humor, entonces es que no debes de estar terriblemente enfadado conmigo.
-Mi madre y tú piensan que tienen bien controlados los patrones de mi sarcasmo, ¿Verdad?
-Si.
-Soy sarcástico a todas horas, Reaper, este o no de buen humor, así que no hace falta que dibujes un diagrama ni nada parecido.
Suelta una risa ligera.
-¿Sabes cuánto te he hechado de menos?
Cierro los ojos y respiro hondo. Ahí está; la frase que me hace querer perdonarlo.
-¿Cómo sabías que estaba aquí? ¿Cómo descubriste lo de mi madre?
Contengo el aliento. La respuesta a la pregunta me parece muy importante: ¿Decidió venir a buscarme antes o después de saber lo de mi madre? Necesito de verdad que la respuesta sea "antes".
-Bueno, ayer llamé a la tienda de muñecas, pero Ink no me dejó hablar contigo...
-Pensaba aque Ink te había llamado a ti -lo interrumpo.
-No, te llamé yo a ti, pero fue Ink quién respondió, y lo único que le interesaba era la información sobre tus abuelos. Le supliqué que me dejara hablar contigo, pero no quiso. Así que fui a la tienda de muñecas, pero estaba cerrada. Me puse nervioso; nunca había visto la tienda de muñecas cerrada durante el día. Fui a la tienda de antigüedades para buscar a Ink y averiguar que estaba pasando. Él no estaba, pero el dueño, que creo que podría estar un poco loco, por cierto...
-Nosotros utilizamos la palabra "excéntrico", pero cualquiera de las dos sirve.
-Me contó lo de tu madre. Me dijo que no estaba seguro de en qué hospital se encontraba, así que empecé en el general y después vine a este. -Da un paso hacia delante y vuelve a utilizar el arma secreta de su sonrisa-. ¿Podemos abrazarnos ya? -pregunta.
Pero no espera a que responda, sino que me acerca a el. Yo no sé lo impido, y le rodeó el cuello con los brazos. Unas lágrimas silenciosas descienden por mi rostro mientras me relajo contra el. Lo necesitaba.
-Te quiero -susurro.
-¿Qué has dicho? No te he oído.
-No te pases.
-Yo también te quiero -dice, y pone la mejilla contra la mía-. Muchísimo.
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