°10°
El lunes por la mañana me despido de mi madre con la mano y abro la puerta principal de la tienda. Mientras camino hacia el instituto, me fijo en un coche deportivo que parece igual que el de Reaper aparcado un par de puertas más allá. Me inclino para mirar en su interior, y cuando vuelvo a enderezarme Reaper se encuentra a mi lado. Doy un salto, y el me tiende un vaso de chocolate caliente y toma un sorbo del suyo.
Miro el vaso; el mismo de ayer.
-Tan solo lo quiero si tú bebes de él primero -digo, negándole a preguntarle qué está haciendo aquí. Aquello podría revelar que me importa.
Me quita el vaso, toma un sorbo y después me lo devuelve.
Me sorprende tanto que haya respondido a mi sarcasmo que no puedo evitar reírme.
-Creo que hay reuniones los jueves por la noche en Luigi's para los adictos a las magdalenas de Ccino. Si no funciona, he oído que hay una pastilla que podría mostrarte.
-Me temo que todavía no estoy dispuesto a renunciar a mi adicción -replica.
Le lanzo una mirada de soslayo. Todavía estamos hablando de magdalenas, ¿Verdad?
-Lo siento.
-Y bien, ¿De quién es el turno para hacer preguntas? -dice.
-Mio -respondo, aunque en realidad no me acuerdo. Pero prefiero preguntar antes que responder.
-Vale, pues dispara.
-¿Tienes algún hermano?
Se que no tiene hermanas, porque su abuela me dijo que tan solo tenía una nieta y el ya me ha dicho que es su prima.
-Si, tengo un hermano menor. Papyrus tiene 16 años. Y ya va adelantado, muy adelantado. Ya va ir a la universidad, raro ¿Verdad?
-¿A que universidad asistirá?
-A Harvard. -Por supuesto.
-Su nombre es bastante normal.
-¿Normal?
-No hay ningún Chet, ni un Wellington ni nada.
-¿Es que conoces algún Wellington?
-Pues claro que no, pero seguro tú si.
-No, la verdad es que no conozco a ninguno.
-Hum... -digo.
-Vale, es mi turno.
Sonrió, pero me siento nervioso al mismo tiempo. Realmente desearía poder controlar todas las preguntas que se hicieran. Así podría permanecer alejados de aquellas que no quiero responder
-¿Llevas lentillas?
-¿Qué? ¿Esa es tu pregunta?
-Si.
-Pues no, no llevo. ¿Por qué?
-Es que nunca había visto unos ojos tan hermosos como los tuyos bae... Pensaba que a lo mejor eran lentillas.
Giró la cabeza para que no vea mi sonrisa y sonrojo, y lo maldigo en secreto por hacerme sentir especial.
-¿Y tú llevas?
-Pues claro que no. ¿Crees que me pondría los ojos de un negro aburrido a propósito?
-Esas motas cafés hacen que parezca más un color castaño.
Quiero pegarme una patada por admitir que me he dado cuenta, sobre todo cuando su sonrisa se ensancha.
-Bueno yo me quedo aqui -digo, y señaló el viejo instituto que está a mi derecha. Lo construyeron hace setenta y cinco años, y aunque su arquitectura es bonita y ya no se ve mucho, sin duda podría beneficiarse de algunas mejoras.
Contempla el edificio. Me muevo en mi sitio con incomodidad, preguntándome lo que estará pensando de el. Preguntándome porque me importa lo que piense de el. Probablemente irá a uno de los institutos privados del pueblo. Si, de verdad hay tanta gente rica aquí como para que hagan falta dos institutos privados en un pequeño pueblo de costa.
Vuelve a dirigir los ojos hacia mi.
-Nos vemos luego.
-¿Te refieres a que vas a estar aquí a las doce en punto para acompañarme a casa? Porque no sé si podré soportarte dos veces al día.
Suelta un fuerte suspiro.
-Y mi abuela piensa que eres simpático. -A continuación, frunce un poco el ceño-. ¿En tu instituto salen al mediodía?
-Bueno, no todos, pero si, yo salgo al mediodía.
-¿Por qué?
-Eh... -hago un gesto a la tienda-. Para trabajar.
Sus ojos se ensanchan
-¿Te pierdes mitad de las clases para trabajar en la tienda?
-No es para tanto...fue idea mía. Realmente no me molesta en lo absoluto ayudar. -se que estoy divagando porque en el fondo si me molesta, y un montón, así que corto mi lista de excusas y termino con un-: Será mejor que me vaya.
-Vale, adiós, Geno.
Da media vuelta y camina hacia su coche sin mirar siquiera atrás.
-Geno -dice el señor Gaster cuando entro en la clase de Ciencias unos minutos después.
-Lo siento, me he quedado atrapado en una enredadera con espinas y he tenido que desenredarme de sus garras.
En cierto sentido, es cierto.
-Aunque tus excusas son con diferencia las más creativas, no te llamaba por eso.
El resto de la clase ya a comenzado con una práctica de laboratorio, y quiero hacerla. Parece que hasta hay elementos químicos de verdad.
El señor Gaster debe de haberse dado cuenta de mi mirada, porque dice:
-Tan solo será un momento. -Camino de mala gana hasta su escritorio, y el desliza unos cuantos papeles hacia mi-. Esta es la universidad de la que te había hablado. Se especializa en matemática y ciencias.
Tomo los papeles.
-Ah, si, gracias.
A principios de curso comprendo que es mejor seguirles el juego a los profesores acerca de la universidad que tratar de explicarles que voy a tardar un tiempo en ir. Meto los papeles en mi mochila y ocupo mi asiento. Cuando comenzamos el curso teníamos un número impar de alumnos en clase, el señor Gaster pidió un voluntario para estar solo. Yo levante la mano, porque prefiero hacer las prácticas solo para que nadie me las estropee. Es mucho más fácil no tener que depender de nadie.
~~ • ~~ • ~~
A la mañana siguiente, Reaper me está esperando otra vez en el exterior de la tienda, apoyado tranquilamente contra una farola, como si lleváramos toda la vida caminando juntos hasta el instituto. Toma un sorbo de mi chocolate caliente y a continuación me lo da mientras comenzamos a caminar.
Tomo un sorbo y me abrazo la garganta al tragar. Esto no funciona. Necesito que Reaper desaparezca, para poder volver a mi costumbre de burlarme de la gente como el. Para dejar de hacer que desee que llegue cada mañana.
-Entonces, señor Renrink, ¿Qué te depara el futuro?
-Soy un poco como tú.
-¿En qué universo?
Parece pensar que es una broma y se ríe.
-Todo el mundo espera que me encargue del negocio familiar.
-¿ Que te hace pensar que es el mismo futuro que el mío?
-Tu trabajas allí, vives allí, ayudas a llevar la tienda...Estoy seguro de que tu madre piensa en ti como su futuro sustituto.
Me había designado a ese hecho hace mucho tiempo, pero por qué otra persona lo dice dispara algo dentro de mi.
-No voy a llevar la tienda de muñecas para siempre.
-Entonces será mejor que comiences a enviar señales diferentes. Pronto.
-Es mas complicado que eso.
No puedo marcharme y hacer otra cosa. Mi madre depende de mí.
-Lo entiendo perfectamente.
Ahora es mi turno de reír. No puede entender perfectamente nada de mí situación. Es mucho más obvio, por su estilo de vida, que si deja atrás cualquiera que sea su "negocio familiar"… este sobrevivirá. Las facturas de su familia se seguirán pagando. Tiene un futuro de posibilidades infinitas.
-¿Qué harás entonces? -me pregunta.
-No lo sé todavía. Me gusta la ciencia, pero ¿Qué se supone que puedo hacer con eso? -Para saberlo habría que tenido que crecer pensando que tenía elección en el asunto-. Y bueno, ¿Por que tu?
-¿Por qué yo?
-Si, ¿Por qué esperan que tú te encargues del negocio? ¿Porque no tu hermano?
-Porque yo no he hecho nada. No he manifestado mi potencial, de modo que mi padre lo ha hecho por mi. Dice que soy bueno en muchos campos, así que eso debe significar que yo tengo que ser la cara del negocio. Así que me mandan la mundo exterior.
-¿Cuál es el negocio familiar?
Inclina la cabeza hacia un lado, como si estuviera intentando decidir si lo pregunto encerio.
-El Road,s End.
Trato de comprender el sentido de su frase.
-¿Tienen un hotel?
-Algo así.
-¿Como que algo así? O lo tienen o no lo tienen.
-Hay como quinientos.
-Vale.
-Contándolos todos.
-Ah -entonces lo comprendo-. Son todos suyos-. Joder. Este tipo no es sólo rico, es RICO. Todo mi cuerpo se tensa.
-Si. Y tengo que prepararme para encargarme de uno de ellos algún día. Al igual que tú.
Al igual que yo.
-Somos prácticamente gemelos.
A estas alturas, ya estamos en frente de mi instituto. Entonces, ¿Por eso ha comenzado a pasar el tiempo conmigo? Quiero decirle que si piensa que ha encontrado alguna clase de conexión conmigo a través de nuestras situaciones "similares", debería pensarlo otra vez. Pero no soy capaz de decirlo, y no sé muy bien si es para no herir sus sentimientos o los míos.
-Nos vemos...
Esta vez soy yo quien se aleja primero y no mira atrás.
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