Capítulo 15


A su lado apareció Fobos que acaricio su vientre  con ternura y besa su frente para luego tomar asiento, en aquellos días triste, sus hijos eran su mejor compañía.

—¿Quieres algo de comer mamá? Helena negó y acaricio su mejilla.

—No, ya me traerán algo, ¿estas bien? -el joven delante de ella ya no sonreía como antes y eso le preocupaba  mucho.

—Iremos a otra batalla luego de el nacimiento de mi hermano -acaricio su vientre y sintió como se movia.

—Es una niña.

—A el no le gustará.

—Pues se tragara su enojo - ambos rieron a lo bajo y lo vieron entrar.

—Ve a tus aposentos Helena, el oráculo ha dicho que está noche nacerá. -la rubia suspira y asintió antes de que le gritara.

—Estúpido dios bueno para nada- susurró una  vez entró en sus aposentos.

Horas después pudo sentir aquél perfume que le daba dolores de cabeza cada que ordenaba aquella enorme habitación.

La diosa de la belleza entró tan hermosa como siempre, pero aquella hermosura se esfumaba cada que abría su boca, siempre hiriendo y menos preciado a los demás. Era la peor.

—Pero mírate que enorme estas Helena - nego Afrodita recorriendola con la mirada — ¿ya viste que fuiste poca cosa  para Ares? Acabo regresando a mis brazos.

—Por mi puedes quedartelo bruja- susurró de mala gana.

—¡¿ A quién le dices bruja, zorra malagradecida?!-el eco de la cachetada que le dio la diosa de la belleza rezono por todo el lugar — te di techo, comida, ropa  ¿y de esta forma me pagas? ¡Metiendome con Ares!

—Ten cuidado con lo que haces, por que si Ares se entera de que la tocaste no le importará quien seas Afrodita- Deimos la tomó del brazo y la empujó hasta la salida— ¡¿Entendiste?!

—¡No puedes tratarme así! ¡soy tu madre! - la diosa solto un gruñido para nada femenino.

—¡No lo eres! ¡nos abandonaste con esta bestia! -los ojos de Deimos se tornaron rojos y Afrodita temblo en su lugar— lárgate ¡ahora! -la rubia dio un fuerte pisotón y salió hecha un furia del lugar. —Mamá.

—Estoy bien cariño -sonrió acariciando su  mejilla

—Te golpeó.

—Recuerda que siempre todo lo que haces se te regresa, ya tendrá sj castigo, ella y tu padre -el asintió tomando la del brazo y saliendo de regreso al jardín — y dime pequeño, ¿ ya tienes a alguien en tu corazón?

—No, no puedo conocer a alguien si paso encerrado aquí.

—Estamos igual cariño, llevo meses sin salir, sin ver a Hefesto -murmuró viendo el sol— ¿Puedes hacerme un favor?

—Claro.

—¿Podrías entregarle esta carta a Hefesto? - recorrió con su  vista todo el lugar y luego se la paso por debajo de la mesa— solo a el por favor.

—Esta bien mamá, iré al mercado a comprar un collar para la pequeña y se la entregare.

—Gracias- sonrió con tristeza.













El moreno miró al menor con tristeza y recibió la carta con un pequeño agradecimiento.

—Llevo tiempo deseando tener noticias de ellas, haz sido un regalo, dale esto a la bebé, lo hice para ella, esto la protegerá del mal -la pequeña pulsera rosada fue escondida en la bolsa del joven y salió a paso rápido dejando a Hefesto con la tristeza a flor de piel.

Leyó la carta con detenimiento, el le había enseñado a leer y a escribir, su caligrafía era perfecta y hasta puso notar que una lágrima había salido de su hermoso rostro, cuanto deseaba antazalar y decirle que todo estaría bien.

Querido hermano, siento causarte tanta tristeza, te extraño más de lo que imaginas, no soy feliz, no voy a mentir, pero estoy bien por el momento, como ya sabrás estoy esperando un hijo de el. Espero ella si sea feliz, espero tu lo seas algún día, deja a esa mujer y ve a ser feliz lejos, hazlo por mi, he tejido este pañuelo en mis dias de tristeza, espero lo lleves de recuerdo cada día, yo siempre llevo la pulsera que tu me diste, y el collar que enviaste el día de mi boda.

Dile a Eros que lo extraño, a todos en realidad, siento no poder verlos y reír con ustedes, cada  día me lamento no haber ido con Artemisa y Leto, se que ambas me hubieran cuidado bien, pero lamentarse  ahora no sirve, ya estoy donde estoy y no hay salida.

No te preocupes por mi querido hermano, la Helena tímida que conociste se hará fuerte algún día y sera felíz, así como tu y todos los que  amamos.

Con todo mi corazón, Helena.



Miró la carta con dolor y la guardo entre sus cosas en su taller, debía atesorar aquella carta, ere uno de los pocos recuerdos que tenía de su joven hermana.

—Pequeña Helena, tu puedes, cuenta hasta cien -la dulce voz de la menor comenzó a contar sin detenerse, sus rosado labios se abrieron con rapidez y cuando menos lo pensó, había llegado hasta donde Hefesto le indicó.—eso es mi pequeña flor, puedes ir al jardín a jugar, Afrodita aun no vendrá.

Su rubia melena corrió por todo el jardín, su contagiosa risa hizo eco por todo el lugar, era feliz a pesar de que no tenía familia.

Era feliz a pesar de que en un futuro sufriría hasta morir.







Helena recibió la pulsera con tristeza, esperaba ver felicidad en cuanto recibiera noticias de el, pero en cambió se sintió mas triste. Un dolor le recorrió  en todo el cuerpo y un quejido salió de su garganta.

—Ya va a nacer -gimio la joven recostada en la pared, Phobos  la cargo en sus brazos y la llevo con rapidez a la cama.



—¿Por que tardan  tanto?-  bufo Ares viendo la puerta.

—¿Qué pasa si es una niña? -Phobos se mordió la lengua ante la gélida mirada que le lanzó Ares.

—Se la daré a los perros -gruño en repuesta.

—Harmonía no fue lanzada a los perros, ni las demás -susurró de nuevo Phobos y Deimos negó ante la mirada rojiza que les lanzaba Ares.

—Señor -la Ninfa encargada de la seguridad de Helena salió en su encuentro.

—¿Niño o niña? -la respuesta  quedó en el aire ante el estruendo que hizo el cuello roto de la ninfa, todos los presentes vieron asombrados a Ares y el llanto ensordecedor de la bebé confirmó que había nacido en medio de una desgracia.

Al final Helena si estaba maldita.




























Que se viene lo bueno dice...

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