Choque de espadas

Los días siguientes a la reunión de la corte, los ánimos tanto entre los habitantes de Dryadalis como en los dirigentes y nobles, no eran precisamente altos. La salida escandalosa de James se había filtrado, y ahora algunos comenzaban a temer que se estuviera volviendo más violento.

La reina Elin ordenó a Elliot y Tolhet que se encargarán de preparar todo lo que necesitarían para que en Lógverting nadie sospechara de ellos, y, un día cuando se encontraban en el jardín de ella, le encargó a su consejero que tuviera especial precaución y pusiera máxima atención en el cuidado del príncipe Aaron.

—Mi señora —le había respondido él— ¿qué hay con la ley?

—Soy la reina —le recordó ella— puedo cambiar o modificar la ley a mi voluntad si es así como se me place —respondió sin impacientarse por ello.

—¿Quién podría después hacerte caso si no obedeces tus propias órdenes? —le dijo su hermano, sentado desde un banco en el jardín.

—Aquí quien manda soy yo —volvió a decir— no quiero que el hermano de James sufra, y mucho menos, que, por la ineptitud o cobardía, esa Diosa insufrible se quede en un trono que jamás le ha pertenecido.

—¿En serio es eso lo que te preocupa? ¿O que sufra tu noviecito? —espetó Elliot con los brazos cruzados— has perdido todo sentido de sabiduría y cordura desde que ese humano inservible llegó a nuestro mundo, te vuelves más débil a cada momento que pasas con él, y ya no te importa ni tu pueblo ni tus leyes —comentó—, ten cuidado hermanita, porque si el pueblo se llegase a enterar de que has abandonado tus propias costumbres, podrían ponerse en contra de ti, olvidarse de la devoción y quitarte del trono —advirtió con un tono de voz amenazante.

—¿Y a quién van a poner en mi lugar? ¿A ti? —preguntó ella con una sonrisa de lado, de forma intimidante, advirtiéndole que cuídate sus palabras— no lo voy a decir dos veces, mis órdenes serán cumplidas tal y como yo lo ordene, porque de no ser así, también recuerdo cuales son los castigos que la ley imputa, y esos si que no tengo problemas en cumplir —añadió ordenando con una mano que se marchara, pero antes recordó que había una cosa por hacer—¡Tolhet! -lo llamó.

—¿Sí mi señora? —respondió él dándose la vuelta e inclinándose ante ella en una reverencia.

—Asegúrate de que los príncipes continúen con su entrenamiento, no olvidemos que una guerra se avecina y son ellos quienes deben estar listos para ganar —comentó—quizás mi hermano pueda ayudarte con ello —añadió— seguro que al menos eso si puede hacer bien -dijo mirándolo sin expresión alguna, y volvió a hacer el movimiento de mano que indicaba que podrían marcharse.

***

Esa misma tarde Tolhet fue a la casa de los príncipes, pero cuando tocó a la puerta ninguno de los dos atendió. Escuchó ruidos atrás y rodeó la casa para revisar; efectivamente, allí estaban ambos, sentados en el pasto, James con la espalda recostada contra la pared leyendo un libro y Aaron con las piernas cruzadas dándole filo a su espada.

—Buenas tardes —saludó el elfo.

—Buenas tardes —respondió también Aaron.

James en cambió, levantó la mirada de su libro, le dedicó un saludo con un leve cabeceo, y volvió a sumergirse en su lectura.

—No es mi intención interrumpir sus actividades del día de hoy —dijo al ver el recibimiento poco amistoso que obtuvo por parte de James; sin embargo, la reina me pidió que organizara un cronograma diario de entrenamiento para ambos y eso hice, por favor, si serían tan amables, los espero en 20 minutos en el claro destinado a las practicas -anunció.

—Ya deja las formalidades Tolhet —dijo una voz gruesa detrás de él, apareciendo desde el costado de la casa, era Elliot— ustedes dos, agarren sus armas y vayan al campo de entrenamiento si es que se creen lo suficientemente hombres como para luchar, o de lo contrario, dejen de hacernos perder el tiempo y vayan a Lógverting a ser comida de demonios y hacernos un favor por primera vez en toda su patética existencia —espetó con rabia, definitivamente la conversación con su hermana no le había sentado nada bien.

—Y ahí vamos otra vez —murmuró James cerrando su libro con fastidio y levantándose del suelo— esa sensación de superioridad por ser una criatura inmortal, ¿no será que lo que quieres realmente es que peleemos por ti en la batalla porque eres demasiado imbécil y sabes que en batalla tu vida no vale absolutamente nada? —preguntó acercándose al elfo, que aunque era unos centímetros más alto que él, no lo intimidaba— ya me tienes cansado de creerte superior a nosotros cuando no has demostrado ni tu valía ni tu potencial, ¿cuál es tu problema eh?

—Sí, sí —dijo Aaron acercándose a su hermano y poniéndole una mano en el hombro- bien... Elliot, Tolhet, los veremos allá, ahora hermanito —añadió acercando su cara a la de su hermano- vamos a prepararnos para entrenar —dijo entre dientes mientras dedicaba una sonrisa a los elfos y apretando el hombro de James.

—No soporto a ese creído —soltó James entrando a la casa y cerrando la puerta con fuerza.

—Lo sé James —aceptó Aaron— pero creo que son más celos por su hermana que otra cosa, ¿no has notado cómo se ha comportado contigo desde que tú y ella comenzaron a salir? Seguramente cree que no eres digno de ella —comentó ciñéndose la espada a su cintura.

—Pues le demostraré que por Elin soy capaz de todo, y no pienso renunciar a ella solo porque tiene un hermano inmaduro que no acepta que su hermanita merece sentir el amor —comentó ceñudo poniéndose unos guantes de cuero.

Aaron no aguantó la risa.

—¿Puedo saber qué te causa tanta gracia? —preguntó James con fastidio.

—Le acabas de decir inmaduro a un elfo de 800 años —comentó ahogando una risa.

—La madurez no se relaciona con la edad, sino con la experiencia y la sabiduría para aprender de cada situación que ocurre en tu vida —expresó James— puedes tener 2.000 años también, y ser un completo imbécil, o puedes tener 12 y ser lo suficientemente maduro para tomar buenas decisiones y tener un comportamiento correcto ante los demás y ante ti mismo —añadió— y ahora vámonos, porque no pienso darle el lujo a ese elfo de verme llegar tarde -comentó y abrió la puerta saliendo de la casa, seguido por su hermano.

***

Al llegar al campo, ambos elfos ya se encontraban ahí, de pie, conversando y con los brazos cruzados; la conversación que mantenían parecía ser muy seria porque la expresión en sus rostros era ceñuda, y no se inmutaron en dejar de hablar solo hasta que ambos hermanos estuvieron a centímetros de ellos.

—¡Bien! Miren quienes han llegado -comentó Elliot mirándolos de pies a cabeza— al menos la puntualidad es un voto a su favor —añadió.

—No creas que te daré el gusto de verme llegar tarde —le espetó James.

—PODEMOS... —dijo Aaron levantando su voz para hacerse oír— ¿entrenar en paz?—añadió mirando a Elliot.

—¿Un entrenamiento en paz? ¿Qué eres? ¿Princesa?—bromeó el elfo.

—Y sin burlarnos o insultarnos el uno al otro —comentó con hastío.

—Me parece correcto —concordó Tolhet— el tiempo apremia y no hay que perder ni un solo segundo en niñerías como esas —añadió—el entrenamiento de hoy no será algo mágico, de hecho, está prohibido usar poderes, y cuanta más fuerza bruta impongan en sus ataques, mejor recompensado será el entrenamiento.

—Y, además —se hizo oír Elliot— hoy no pelearán como hermanos, sino como si fueran dos grandes enemigos, que pelean a muerte —añadió con una sonrisa burlona al ver la cara de James.

—¿Ese es tu plan? —preguntó el príncipe—¿Nos hiciste venir aquí para matarnos entre nosotros?

—Morirán de todas formas en la batalla —respondió él sin darle importancia—¿por qué no acelerar tu muerte y así librarnos de tu molestia presencia?

—¿Mi presencia es molesta? —preguntó sonriendo— No es eso lo que me dice tu hermana —añadió ensanchando aún más su sonrisa al ver que había dado en el punto, y que la cara de Elliot había pasado de una expresión burlona a una de rabia consumida.

—Volviendo al punto—enfatizó Tolhet— la pelea se dará entre ustedes dos, y sí, deben pensar que son enemigos a muerte, solo que sin matar —explicó como si fuera necesario—, pero sí pueden herir de gravedad —agregó pensativo, quizás imaginando la idea de tener un entrenamiento con mucha sangre, porque luego su expresión se relajó y los observó con ansias.

Ambos hermanos se situaron en el centro del campo, uno frente al otro, con sus espadas listas. Aaron llevaba, además de su espada, un escudo que le cubría el cuerpo; James, por el contrario, solo llevaba su espada, y una daga oculta en su pierna izquierda.

—Me imagino que saben cómo pelear con una espada —mencionó Elliot cruzado de brazos, con la espalda recostada por un árbol. Ambos hermanos asintieron—.  Entonces, ¿qué esperan? ¿Una invitación? Peleen —ordenó.

Y ellos así lo hicieron. Ambos se miraron, pero sin odio, no había la rabia característica de dos enemigos mortales, no sentían las ganas de destruirse el uno al otro, así que no decidieron quién daría el primer ataque.

No podían seguir así, aquello era solo un entrenamiento, y, aunque estuviera mal que ambos hermanos se enfrentaran entre sí, no podían hacer otra cosa. Entonces Aaron comenzó. Le lanzó un tajo a su hermano, pero éste lo bloqueó con la espada, James se giró y lo golpeó en el costado, pero Aaron previó su movimiento y lo interceptó con el escudo.

Ninguno de los dos había recibido un golpe serio o se había hecho una herida aún y eso demostraba que no estaban dando el máximo de ellos mismos.

—Oye hermano —le dijo Aaron— espero no te enojes conmigo cuando te gane y te deje tirado en el suelo llorando—bromeó mientras se giraba para lanzar una estocada.

—¿Por qué dices eso? —preguntó James esquivándolo y ubicándose frente a un árbol.

—Porque siempre he sido más fuerte —respondió su hermano sonriendo, lanzándole otra estocada.

James se giró para esquivarlo y la espada de Aaron fue a clavarse en el árbol que se había encontrado detrás de su hermano.

—Sí, pero yo soy más rápido —respondió James pateándole la espalda, haciendo que su hermano quedara totalmente tendido en el suelo.

Aaron se levantó y sacó la espada con fuerza, miró a su hermano, pero ninguno de los dos estaba enojado contra el otro, simplemente estaban haciendo lo que debían hacer.

—¿Es eso lo mejor que tienes? —gritó Elliot— Estoy seguro que hasta tu hermana lo haría mejor—se burló.

—¿Eso crees? —murmuró James, y sujetando con más fuerza su espada miró a su hermano, pero esta vez lo hacía con odio, como si el enfrentarse a su hermano significara enfrentarse a Elliot mismo, y con ese pensamiento, arremetió contra él.

—No... NOO —dijo Aaron viendo como su hermano se enfrentaba a él.

James estaba decidido a acabarlo, lanzaba tajos y estocadas impecables con agilidad y rapidez; si no habría sido por el escudo que llevaba, Aaron habría salido muy mal herido.

—No quiero pelear contigo ni hacerte daño James —le advirtió su hermano, cuando él le había lanzado una estocada y Aaron lo bloqueó encastrando su espada con la de James, haciendo fuerza.

—Que... pena—respondió él, jadeando, sujetando la espada tanto por la empuñadura como por la hoja, la cual estaba doblemente afilada, y la fuerza que él ejercía para sujetarla comenzaba a provocarle cortes en los guantes de cuero—. Porque yo sí quiero —añadió y soltó la espada, encorvando su espalda hacia atrás, mientras la espada de su hermano pasaba sobre su rostro, refilando la punta de su nariz.

Aprovechando que estaba agachado, James golpeó a su hermano en el estomago con la punta de la empuñadura y lo hizo retroceder, levantó su espada y aventajándose de que él aún estaba adolorido, le lanzó un tajo al rostro que le produjo un corte algo profundo en la mejilla izquierda.

Aaron se quejó de dolor, pero sabía que de haberse quedado allí, la demencia de su hermano lo habría matado.

Se irguió, miró a su hermano James con el ceño fruncido y arremetió contra él. La sangre le corría por el cuello mojando su ropa, y mezclándose con el sudor que le provocaba la batalla. Su espada era más pequeña que la de su hermano, por lo que podía moverla con más agilidad; lanzó dos tajadas rápidas, James esquivó la primera, pero estaba cansado y no pudo actuar con tanta rapidez contra la segunda, y para cuando la previó, intentó cubrir sus costillas anteponiendo el brazo izquierdo entre el tajo de la espada.

Se llevó un buen corte, la sangre empezó a emanar de su brazo, soltó un grito de dolor, que parecía acompañarse de un profundo rencor.

Ambos estaban cansados, la fuerza y rapidez que Aaron usó para propinar ese ataque le trajo consecuencias, sintió como los brazos le pesaban por el peso de la espada y el escudo, las piernas le temblaban y gotas de sudor caían al suelo mezcladas con la sangre de la herida que tenía en el rostro.

Pelearon así un buen tiempo, pasaron varios minutos dándose tajos, atacando, defendiendo y produciéndose heridas superficiales el uno al otro. Ambos eran buenos, ambos eran ágiles, pero James era más rápido; en cambio, Aaron era más fuerte y sus estocadas más peligrosas.

Una batalla entre ambos no había sido la mejor de las ideas, pero al parecer los elfos no lo consideraban así, ya que estaban absortos observándolos pelear, estudiando sus movimientos y conversando entre ellos.

Tanto James como Aaron ya no daban más, pero la rabia que James sentía por las burlas de Elliot iba extendiéndose, y no tenía ganas de parar aún. Parecía que era esa rabia y esa furia lo que lo hacían pelear con tanto esmero.

Aaron atacó, intentó hacerle un corte en las piernas para hacerlo caer, pero James saltó aproximadamente a un metro del suelo, mientras la espada rosaba el césped donde había estado.

Estuvo a punto de alcanzarlo; blandió su espada sobre su cabeza y la preparó para hundirla en su hermano, cuando la fuerza de un duro escudo lo interceptó. El golpe lo desestabilizó, cayó al suelo y jadeó ante el cansancio y la caída; la fuerza que utilizó para hacer aquel movimiento había sido demasiada, sintió como los brazos le temblaban, y se le cargaban los hombros a cada movimiento. El golpe de aquel escudo lo había sorprendido.

Su hermano, sin embargo, no perdía el objetivo. Levantó la espada y la luz del sol le dio a esta, cegándole los ojos a James, por lo que, en busca de un alivio o a consecuencia de un descuido, se llevó una mano a la cara.

Aaron aprovechó la ocasión, pero James era listo y previó el ataque, intentó bloquear la estocada empujando con su espada el arma de su hermano, pero estando en el suelo y sin muchas fuerzas, el choque de espadas hizo que se le saliera el arma de la mano, no le quedaba más formas para defenderse, había olvidado la daga que llevaba en el pantalón, y su hermano estaba a punto de asestarle un corte de gracia.

Intentó levantarse rápido, pero no pudo, así que se giró en el suelo, aunque de igual formas, Aaron fue más rápido esa vez y le propició un corte en las costillas que le sacó un grito de dolor.

La sangre de esa herida se había derramado en el pasto donde segundos antes había estado James.

Necesitaba agarrar de nuevo su espada, pero no podía levantarse con esa nueva herida en sus costillas. Aún así, no podía quedarse en el suelo, sabía que Elliot lo estaba observando, sabía que él disfrutaba cada herida que Aaron le provocaba y no pensaba darle aquel gusto de verlo derrotado.

Dio vueltas por el suelo esquivando los ataques de Aaron, estaba agotado, la herida de sus costillas escocía cada vez más, pero no iba a darles gusto a Elliot de verlo como un perdedor ni a su hermano de saber que le había ganado.

Se concentró, no dejaría que Aaron le ganara; logró tomar su espada y ponerse de pie, puso toda su energía en sus piernas y saltó, elevándose con una fuerza y agilidad descomunal, se sostuvo sobre la rama baja de un árbol intentando no caer de espaldas. Observó a su hermano desde allí arriba con una sonrisa macabra, sintió que aquella era su oportunidad, era ahí o nunca, y preparado para ganar la pelea se tiró del árbol, lanzándose contra su hermano, elevando su espada sobre su cabeza a pesar del dolor que le provocaba y dejando caer toda su fuerza y filo contra él.

Aaron comprendió muy tarde lo que ocurría, se cubrió con su escudo, pero cuando la espada lo golpeó, se rompió a la mitad, dejándolo completamente desprotegido contra un James maniático que lo observaba con un brillo de demencia en los ojos bastante familiar.

Aaron no entendía lo que sucedía, ninguno de los tenía la fuerza suficiente como para lograr romper un metal, pero su hermano lo había logrado, y la mirada desquiciada en sus ojos... lo había visto antes, pero no recordaba donde. Quizás solo se estaba haciendo ilusiones, quizás el cansancio de la pelea lo hacía imaginar problemas donde no los había.

Mientras él aún estaba absorto en esos pensamientos, James se le lanzó encima, sin espadas, sin armas, solamente usando sus puños. Tumbó a Aaron en el suelo, y agachado encima de él, comenzó a golpearle la cara, con puñetazos fuertes mientras con otra mano le sostenía el cuello con fuerza para que este no se moviera. Fue entonces cuando Elliot y Tolhet empezaron a intervenir.

—JAMES YA BASTA —le gritó Tolhet, pero el príncipe no hacía caso.

Entonces Elliot se le acercó con furia y le propinó una patada en el abdomen que lo tiró a un metro de distancia. Aaron estaba tendido en el suelo, inconsciente, con la cara llena de sangre; y James se revolcaba en el pasto sujetando su estómago, jadeaba del cansancio y gemía del dolor.

Cerró sus ojos con fuerzas, y se llevó sus manos a la cabeza, fue entonces como si algo hubiera salido de él y que entendiera lo que realmente había hecho, que se levantó con mucha dificultad y se acercó a su hermano, arrodillándose donde estaba y mirándolo con preocupación.

—¿Re-respira? —preguntó llevándose una mano a sus costillas, ya que ahora que la adrenalina de la lucha se le había ido, cada intento por hablar le dolía.

—Lo hace —respondió Tolhet que estaba arrodillado también a lado de Aaron, poniendo su dedo índice debajo de la nariz de éste para comprobar si seguía vivo.

Al escuchar aquello, Elliot se acercó a James y lo tomó por el cuello de su ropa, por la parte de atrás, y de un tirón lo obligó a levantarse.

—Quiero que te largues de aquí —dijo entre dientes demostrando la furia en sus palabras—no quiero verte durante el día de hoy o juro que te encerraré en las mazmorras del palacio, y ni se te ocurra acercarte a mi hermana —le advirtió empujándolo.

James no quería marcharse y dejar allí a su hermano, pero comprendía la gravedad de la situación y debía asumir las consecuencias de sus actos. Había estado a punto de matar a su hermano, y no sabía el por qué; por alguna razón no recordaba que era lo que le había provocado aquellas ganas de asesinar a Aaron, o por qué dejó que toda esa ira lo dominara.

Nada tenía ya que hacer en el campo de entrenamiento, así que se marchó. Intentó salir corriendo, pero el cansancio que llevaba encima más los golpes y heridas que tenía no le daban la fuerza, así que agarró su espada, y se marchó trastabillando, perdiéndose en la espesura del bosque.

Nota de autora:

Déjenme saber que les pareció el capítulo, y cuales son sus teorías acerca de la extraña y bipolar demencia de James.

Por cierto, ¿Qué opinan si les dejo una playlist en Spotify dedicada a la Dimensión Perdida? Si les gusta la idea, sería una playlist que puedan escuchar durante su lectura.

Bien... espero llegar pronto con otro capítulo, y sé que el siguiente les va a gustar mucho porque hay más de nuestro amado James jaja.

FIN DEL COMUNICADO.

Abi.G

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