Capítulo 01 - Los rumores en los pasillos
-1 año después-
La media tarde del 2 de septiembre era recibida con gran agitación, pues era el comienzo de un nuevo ciclo escolar en Hogwarts.
La emoción y el nerviosismo eran palpables en los pasillos en donde, apresurados, los de primer año trataban de encontrar el camino a sus clases. Entre todos ellos también se encontraban alumnos de grados superiores que se paseaban más relajados por los pasillos, claro, a excepción de algunos despistados que se quedaron dormidos y llegaban tarde a clase.
Todo parecía una mañana normal en el primer día de clases, y lo hubiera sido de no ser por los incesables rumores que se oían en cada recoveco del castillo, un pequeño murmullo que desde la mañana no paraba del todo y sonaba tanto en las salas comunes como en el gran comedor, mismo lugar en el que el día anterior la directora Toriel Dreemurr había anunciado con entusiasmo:
"Es un placer para mí, mis niños, anunciarles que este curso tendrá lugar en Hogwarts el Torneo de los Tres Magos"
Decir que toda la escuela era un hervidero de rumores era quedarse corto, susurros de entusiasmo, quejas por la restricción de edad que se había impuesto para participar en el torneo, teorías sobre la naturaleza de las pruebas y chillidos sobre lo genial que sería convivir con extranjeros.
No había alma en el castillo que no hubiera oído hablar sobre el evento más importante del ciclo escolar y un chico albino, quien no era la excepción, compartía el entusiasmo por el evento, paseándose por donde iba con una sonrisa enorme, con un pensamiento que le rondaba desde que la noticia llegó a sus oídos.
Papyrus siempre había admirado a las personas populares y era su gran sueño llegar a ser tan genial como aquellos a los que admiraba, lo que no significara que tenía como objetivo el superarlos o los considerara rivales, no para nada, El Gran Papyrus era alguien genial y como tal siempre estaría dispuesto a ayudar a todo aquel que se lo solicitase y claro que se ofrecería como voluntario para apoyar en lo que pudiera a esas personas populares a las que tanto admiraba y vaya que ahora tenía una excelente idea con la noticia del torneo de los tres magos, una con la que una de las personas a las que más admiraba estaría encantada y estaba ansioso por ir expresarle su apoyo total una vez las primeras clases terminaran.
Así que, ahí estaba, un chico larguirucho que lucía una bufanda con los colores de Hufflepuff, corriendo hacia el gran comedor con una velocidad que parecía obra de un encantamiento de piernas locas.
Apenas entrar, su vista se dirigió con rapidez a la mesa de Gryffindor y no tardó mucho en ubicar una cabellera roja que sobresalía de entre todos los demás, ni lento ni perezoso, Papyrus se dirigió hacia el lugar en el que la chica comía tranquilamente sus huevos con tocino.
- ¡Undyne! – exclamó al acercarse, haciendo que la chica, en acto reflejo, volteara bruscamente apuntándolo con la varita
La chica casi había volteado la mesa completa del susto, o bueno no, pero se veía que ganas no le faltaban. No tardó ni dos segundos en reconocer a Papyrus y tan pronto como se puso en guardia volvió a tener un semblante relajado.
-Paps no sorprendas a la gente mientras come, ¡Quiero morir en batalla, no por que un pedazo de tocino se me atoró en la garganta! – dijo la chica mientras daba un golpe amistoso al chico albino
-Lo siento, Undyne, pero yo, el gran Papyrus, tenía que proponerte algo muy importante...- dijo el chico con solemnidad
-No Papyrus, no voy a convencer a al capitán de Hufflepuff para que te deje entrar al equipo de Quidditch- se le adelantó dándole la negativa que había utilizado para rechazar la propuesta que le venía haciendo desde segundo año.
-Después hablaremos de eso- exclamó el albino sin atisbos de haberse desanimado ni un poco- No era eso lo que venía a decirte, ¿Has considerado proponerte como campeona para el torneo de los tres magos?
La pelirroja no parecía esperarse aquel comentario por lo que dudo unos instantes antes de responder:
-Bueno, Alphys me explicó como eran las reglas y hasta me mostró un libro en el que venían ilustradas antiguas pruebas, suena como algo genial- la emoción era palpable en la voz de la chica y Papyrus estaba seguro de que sus ojos habían brillado por un momento al mencionar a Alphys
- ¡Y lo es! ¿Quién mejor que tu para representar a la escuela? ¡Estoy seguro de que ganarás! - se emocionó el albino, con ilusión de que la persona que admiraba estuviera emocionada
Undyne no era mucho de alagarse a sí misma, pero siempre hacía lo que consideraba correcto y como prefecta se consideraba alguien bastante justa, ¿Por qué no habría de intentarlo? Alphys le había dicho de manera nerviosa que no creía que alguien cumpliera con los requisitos para el torneo tan bien como ella lo hacía y ahora Papyrus aparecía diciéndole que era la mejor para representar a la escuela, si sus dos mejores amigos creían en ella de esa manera, ella debía honrar esa confianza no sólo siendo seleccionada campeona, sino que debía ganar la copa del torneo de la manera más aplastante posible.
- ¿Sabes qué, punk? ¡Estoy dentro!, ese cáliz no tendrá más opción que elegirme- declaró estruendosamente haciendo que otros alumnos de Gryffindor la miraran ya fuera con miedo o respeto
Papyrus no podía estar más seguro de que ese año iba a ser como ningún otro. Con su misión cumplida su cerebro parecía recordar de nuevo sus necesidades básicas y el estómago le rugió al percibir claramente el olor a spaghetti que provenía de la mesa de los tejones, así que rápidamente se despidió de Undyne y fue a sentarse con sus compañeros de casa.
***
El almuerzo se pasó rápido o eso pensaba porque el spaghetti lo había dejado más que satisfecho y lleno de energías para acabar con su jornada de estudio con ganas de más, cosa que no era extraña porque ahora que recordaba había quedado con su hermano para estudiar en la gigantesca biblioteca de Hogwarts. Sans siempre estaba a su alrededor, pero ese hecho no le molestaba u hostigaba, le parecía agradable, aunque obviamente no iba a decírselo directamente.
La biblioteca quedaba un poco lejos, pero nada le hacía mejor que caminar y estirar las piernas, así que cuando menos se lo esperaba ya se encontraba dentro de la silenciosa biblioteca. No tardó en identificar a su hermano durmiendo plácidamente en una de las mesas.
Papyrus no quería armar una escena porque de seguro que la bibliotecaria no sólo les echaría, la creía capaz de lanzarles un maleficio por andar de alborotados, así que se acercó a su hermano lo más silenciosamente posible que pudo y le empezó a picar la cabeza para intentar despertarlo
-Sans...Sans...Despierta, "señor prefecto"- le dijo haciendo comillas con su mano libre- no entiendo como es que logras mantener el puesto si eres un huesos-flojos
-Heh, quizá es por qué estudiar contigo me ayuda mucho, bro- le respondió su hermano tan lúcido que no parecía haber estado durmiendo
-Oh, por supuesto que te ayuda, recibes la ayuda exclusiva del Gran Papyrus- exclamó entusiasmado, ganándose un sonoro "shhh" de parte de los presentes
-Bueno, pongámonos en ello, pues- le indicó Sans, abriendo el libro de "Historia de la magia" en el primer tema que se vería
Para Papyrus, las fechas eran difíciles de recordar, pero te podía narrar perfectamente los acontecimientos y le encantaba memorizar los nombres de aquellos magos antiguos que heroicamente combatieron en duelos y guerras mágicas. Estaban tan metidos en el estudio (que consistía en Sans escuchando como Papyrus recitaba tanto lo que decía en el libro como lo que había oído en clase) que no se dieron cuenta cuando un chico de repente le tocó delicadamente el hombro al hermano menor.
-Oh, ¿Papyrus? – le dijo Sans, al ver que Papyrus seguía inmerso en la lectura
- ¿Si, hermano? – le respondió aún sin darse cuenta de que había alguien detrás de él.
-Uh, ¿No está Mettaton...detrás de ti? – le indicó apuntando detrás de él.
- ¡¿Mettaton?!- exclamó volteándose bruscamente para comprobar que, efectivamente, ahí estaba ni más ni menos que Mettaton, el prefecto de Ravenclaw.
-El único e inigualable – habló Mettaton haciendo una pose de presentación. – he venido a buscarte, Papyrus, querido.
-Oh...claro- ese no era momento para ponerse nervioso, ¡Mettaton lo estaba buscando a él!- ¿Necesitas la ayuda del Gran Papyrus?
-Claro, necesito que el Gran Papyrus vaya a mi show de esta noche en la sala común de Ravenclaw, siendo mi fan número uno, tu presencia es más que esencial, dulzura.
-¡Por supuesto!. ¡El gran Papyrus asistirá sin falta alguna! - exclamó el chico, usando todo el aire en sus pulmones.
Ese grito les bastó para que la bibliotecaria les sacará del lugar con un solo chasquido, pero no parecía estar dispuesta a regañarlos, por lo que solo un poco aturdidos, continuaron con su charla.
-Ah - exclamó Mettaton, quien apenas parecía notar la presencia del alguien además de Papyrus en área - También puedes ir si deseas, Sans.
-He, supongo que me pasaré por un pastel de calabaza - aceptó sin problema -.
-¡Entonces nos veremos ahí Papyrus!... Y Sans - se despidió el Ravenclaw, lanzando un beso al aire para luego salir corriendo por el pasillo -.
Al ver al chico alejarse con esa aura tan brillante, a Papyrus ya no le quedaba ni la más mínima duda de que ese año sería genial.
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