~ 8 ~

El despertador sonó varias veces, con su característico timbre agudo, antes de que una adormecida mano saliera de entre las sábanas y lo apagase. Aún así, todavía pasaron como 10 minutos más antes de que por fin asomaran unos cabellos morenos y, poco después, el resto de la cabeza y el cuerpo de su propietario.

Con los ojos aún cerrados por el cansancio, Shinichi consiguió incorporarse y sentarse al borde de la cama. No quería ir a clase. Bostezó ruidosamente. Al menos, pensó, no tenía entrenamiento ese día y después de las lecciones podría quedar a tomar algo con Ran...

¡Ran!

Sus ojos se abrieron de par en par al recordar lo sucedido el día anterior en Tropical Land y la situación de Ran. Pero, ¿realmente había ocurrido aquello, o lo había soñado?

Un ruido fuerte y un grito de dolor provenientes de la cocina le pusieron en alerta. Corrió a aquella parte de la casa y al entrar confirmó que lo del día anterior no había sido un sueño.

Ran, o mejor dicho Irene, estaba caída en el suelo. A su lado se hallaba una silla volcada y por el suelo a su alrededor había café derramado. Las puertas abiertas del armario y el paquete de café caído sobre la encimera le dieron a Shinichi las pistas de lo que había ocurrido.

- Ya veo que esa droga no era de efectos temporales - murmuró con un suspiro, para añadir en voz alta mientras cogía la escoba para barrer el estropicio de café - ¿En qué estabas pensando?

- Iba a preparar el desayuno, pero con éste cuerpo tan pequeño no alcanzo a los armarios - se quejó la niña mientras se ponía de pie frotándose la espalda. Le dolía por el golpe.

- Tenias que haberme llamado. Es peligroso que te andes subiendo a sitios altos.

- Lo siento...

- No es tu culpa. Habrá que cambiar las cosas de sitio, y ponerlas más a tu alcance mientras vivas aquí. - Shinichi terminó de barrer y le dejó a Irene preparado los materiales que necesitaba para el desayuno - Voy a vestirme.

La pequeña se quedó triste mientras veía a su amigo salir de la cocina. Si que era su culpa todo aquello. Si no hubiera sido tan imprudente de ir detrás de los Hombres de Negro, no estaría metida en ese lío, y no tendría que vivir con Shinichi, perturbando de ese modo su rutina.

- "Pero juro que os encontraré Hombres de Negro. Sacaré a la luz vuestros crímenes"

20 minutos más tarde, los dos chicos desayunaban uno frente al otro. Irene ojeaba el periódico del día, buscando alguna noticia que pudiera relacionar con las acciones de los Hombres de Negro. Pero no tenía suerte. Shinichi la observaba en silencio, y no lo rompió hasta que vio que la pequeña detective lanzaba el periódico lejos de ella con un gesto frustado.

- Está claro que son muy buenos borrando su rastro. Es difícil que encuentres un titular con sus nombres.

- Lo sé, lo sé, pero es que no sé por dónde empezar a buscar - gruñó la niña mientras se quedaba pensativa. Una llamada entrante en su teléfono la hizo regresar a la realidad. Al ver en la pantalla quien era, se puso nerviosa - Ay, no... Es mi madre. Si la hablo con ésta voz infantil se dará cuenta de que sucede algo...

- Y si no contestas, también sospechara - dijo Shinichi, contagiado del nerviosismo de Irene. - Dila que estás enferma o algo así...

Irene miró a Shinichi sorprendida, esa era una muy buena idea. Rápidamente cogió un pañuelo de papel, rompió dos pedazos, y tras hacer con ellos unas bolitas los introdujo en su nariz. Después, descolgó el móvil.

- Gola mamá... - con el papel, su voz sonaba más nasal - si, esgoy resfriada...

Shinichi tuvo que morderse la lengua para no reírse. Aquella había sido una salida ingeniosa. Consultó su reloj, debía irse o llegaría tarde. Se despidió de Irene, dejándola hablando con su madre, y se marchó al instituto.

Decir que el día se le hizo largo a Shinichi, es decir poco. Nada más llegar el tutor, comunicó a la clase que la madre de Ran Mouri había llamado, avisando que su hija estaba enferma y que faltaría a clase unos cuantos días.

Shinichi dirigió la mirada al pupitre de su amiga, ahora vacío, y sintió una gran tristeza.

Todos sus compañeros se preocuparon mucho por Ran, especialmente Sonoko, quien no hizo más que insistir a Shinichi para que le dijera la verdad sobre el estado de salud de su amiga.

En cuanto las clases acabaron, el chico recogió todas sus cosas y se marchó corriendo. No quería que nadie más le interrogase sobre Ran, porque como su mejor amigo que era, resultaba extraño que él no supiera nada.

-"Por ahora hemos salido del paso. Pero, ¿quién sabe cuánto tiempo puede prolongarse su situación? No va a estar enferma e incomunicada con sus familiares y amigos eternamente..." - pensaba el chico, mientras volvía a casa, cabizbajo.

Estaba ya casi llegando a su calle, cuando se encontró al profesor Agasa que iba en su coche. El anciano se detuvo al reparar en él.

- Ey profesor - le saludó - ¿A dónde va?

- Hola Shinichi. He quedado con un viejo amigo, para llevarle unos inventos que me ha pedido. Pero que bueno encontrarte, porque quería hablar contigo. He estado pensando, que tal vez no es bueno que Ran se quede en tu casa sin salir. Eso podría parecer sospechoso a los vecinos. Quizás debería ir a clase de primaria, como una niña normal. 

- ¿Al colegio? No estoy seguro, ahora mismo solo piensa en encontrar a los hombres que la dieron el veneno.

- Puede que no sea tan sencillo dar con ellos. Y mientras tanto es fundamental mantener la mentira.

- Si, lo sé... Seguramente tengas razón... Es tan triste ver como tiene que fingir estar resfriada, modificando la voz, para poder hablar con las personas que quiere... En fin, profesor, no le entretengo más. Y gracias por sus consejos.

- "Modificar la voz, ¿eh?" - Agasa se quedó pensativo mientras observaba a Shinichi alejarse.

¿A primaria? Pensaba el chico, mientras abría la puerta de su casa. Estaba convencido que Ran se opondria a la idea. Y estaba seguro de ello, porque lo mismo haría él, si hubiera sido quien hubiera encogido.

- Hola, ya llegué. ¿Irene?

Habían acordado que la llamaría por su nuevo identidad, para acostumbrarse y que no hubiera equivocaciones si se hallaban con más gente.

- Estoy en la biblioteca - escuchó la respuesta.

Al asomarse a la biblioteca, Shinichi en principio sólo vio libros y más libros dispersos por el suelo. Había como unos 30, de Conan Doyle, Rampo Edogawa... Luego empezó a fijarse en que también había archivadores con recopilaciones de casos en los que su padre había colaborado.

Irene se hallaba detrás de la mesa, tumbada en el suelo. Ya a su lado, Shinichi vio que estaba hojeando un viejo álbum de fotos.

- Estuve leyendo un poco - dijo la pequeña en voz alta, como respondiendo a la pregunta mental que se hacía el mayor - pero no conseguía concentrarme en ninguno de ellos. Después se me ocurrió que quizás tu padre había podido colaborar en algún caso en que esos hombres estuvieron involucrados y estuve buscando. Pero nada. Hasta que encontré este álbum con nosotros de pequeños. Es increíble. Luzco igual que entonces.

Shinichi se fijó en la fotografía. Recordaba aquel día. Lo pasaron muy bien.

- Shinichi... - Irene se levanto del suelo y miro fijamente a su amigo a los ojos - Quiero ir a la agencia que tenía papá...

- ¿A la agencia de Detectives Mouri? ¿Por qué?

- Los archivos de sus investigaciones siguen allí. En los últimos meses antes de su muerte hubo unos cuantos casos muy misteriosos que se quedaron sin solucionar. Los criminales tuvieron mucho cuidado en no verse involucrados. ¿Y si alguno de ellos fueron los hombres que me dieron el veneno? ¿O algún cómplice?

- Pero eso es...

- Lo sé, es una posibilidad muy remota, pero siento que debo ir. Por favor Shinichi...

Caía ya la tarde cuando los dos se encontraron frente a lo que había sido la Agencia de Detectives Mouri. Aún podía verse el letrero que lo anunciaba en las ventanas. Aunque ni Ran ni su madre habían vuelto allí desde la tragedia, por algún motivo Eri no había querido deshacerse del inmueble. Y así había permanecido hasta entonces.

- ¿Estás segura? - Shinichi sabía que para su amiga sería un momento muy duro.

- Si -aseguró, adelantándose hacia la entrada. Aunque había intentado sonar muy segura, la voz le temblaba de emoción.

Sacó la llave de la puerta. Siempre la llevaba con sus otras llaves, a modo de amuleto de la suerte.

Grandes capas de polvo cubrían los muebles y las estanterías de libros que allí se encontraban. Una sabana blanca tapaba el sofá. Abandonado era la palabra que mejor definía el estado del lugar.

Irene pasó la mano por el escritorio de su padre, y acarició su inseparable cenicero.

-"Papá... Te echo de menos"

Shinichi la miraba, sintiendo mucha pena.

- Vamos - susurró el chico - Podemos llevarnos algunas carpetas ahora, y volver en otro rato a por las demás...

Unos golpes en la puerta les hizo girarse bruscamente. Una chica de 18 años de edad se hallaba en el umbral. De pelo castaño oscuro y cara triste. Sus ojos enrojecidos demostraba que había llorado a causa de una gran tragedia.

- Hola, perdonar... - les dijo a Shinichi e Irene - Estoy buscando a Kogoro Mouri.

- Mi pa... El detective Kogoro murió hace unos años - le respondió Irene con pena.

- Oh, no lo sabía... - la chica bajo los ojos, y pequeñas lágrimas aparecieron en sus ojos - Entonces no hay nada que pueda hacer. Era mi última esperanza...

La cara de aquella chica le sonaba muchísimo a Shinichi. Rebuscó en su memoria hasta que un nombre acudió a su mente.

- Perdona - dijo adelantándose - ¿Eres Asami Uchida? ¿La presidenta del consejo estudiantil del instituto Teitan...?

- Si, era la presidenta cuando estudiaba allí - Asami se fijo más en Shinichi - Ah, tú eres Shinichi Kudo.

- ¿Por qué buscabas a Kogoro?

- Necesito la ayuda de un detective, y recordé que el padre de tu amiga lo era.

- ¿Qué le sucede o-neechan?

- Algo terrible - Asami rompió a llorar - Mi hermana pequeña a sido secuestrada por un hombre vestido de negro.

Al oír aquellas palabras, Irene tensó su cuerpo y un nudo se hizo en su garganta. No pensó lo que decía cuando las palabras salieron de su boca.

- Shinichi-niichan puede ayudarte... Él... ¡Él es detective!

- ¿¡Qué!?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top