~ 7 ~
- Así que... presenciaste un chantaje relacionado con contrabando de armas, y para que no hablases, te dieron el veneno - recapitulaba Agasa en ese momento.
- Eso es - le confirmó Ran.
Habían entrado los 3 en casa de Shinichi para ponerse a cubierto de la lluvia. Estaban tan empapados, que toda la entrada de la casa había quedado llena de huellas y agua. En lo que esperaban que el chico trajera unas toallas para que se secasen, Ran había puesto al corriente al profesor de lo ocurrido.
- Ya veo. Lo más probable es que no estuviese terminado, causando un efecto secundario. En este caso, que tu cuerpo encogiese.
- Eso es lo que yo pienso también - intervino Shinichi, venía cargando una caja sobre la que había colocado unas toallas - Venga profesor, podrá secarse en el baño. Y de paso, limpiarse un poco los restos de la cena.
Esto último lo dijo con una sonrisa irónica. Agasa soltó un bufido mientras seguía a su amigo hasta el baño y, casi arrancándole la toalla de las manos a Shinichi, entró muy digno cerrando la puerta tras de sí con un portazo. Pese a la situación, Shinichi y Ran se miraron y soltaron una pequeña risita.
- Ven a mi cuarto, Ran. Ahí podrás secarte tranquila.
Shinichi llevó a Ran hasta su habitación. Al entrar, la niña dio una rápida mirada a su alrededor. Como siempre, aquello estaba terriblemente desordenado. Libros tirados en una esquina. La cama revuelta. Es que Shinichi no tenía remedio. Ya había tenido que ir alguna vez a ayudarle a recoger, mientras sus padres se hallaban fuera en el extranjero.
- Bueno... He encontrado algo de ropa que quizás te sirva... - comentó el chico, mientras dejaba la caja que llevaba en el suelo - No tengas prisa. El profesor y yo te esperamos en la biblioteca.
Ran se percató de que las mejillas del chico estaban sonrosadas cuando salió de la habitación. Observó la caja que había dejado. En un lateral podía leerse "Vestidos de Shinichi".
- ¿V-vestidos de Shinichi? - Ran creyó que había leido mal. Pero al abrirla confirmó que dentro había como unos 10 vestidos de niña - ¿E-esto era de Shinichi?
Ahora entendía porque su amigo se había ido ruborizado. Solo de imaginarselo con uno puesto, la daba la risa.
Se estuvo probando un par de ellos, hasta que finalmente se decidió por un vestido rosa, de cuello redondo, con mangas y un lazo blanco que se abrochaba a la espalda. Parecía una mini princesa.
Shinichi y Agasa se encontraban en la biblioteca, conversando entre ellos. Por las frases que captó desde la puerta, hablaban de ella.
- Entonces - decía Shinichi en ese momento - ¿No puedes preparar un antídoto para ella?
- No es tan sencillo. Necesito saber los componentes de la fórmula. Si tuviera una muestra, quizás...
- O sea - intervino Ran, ambos hombres callaron y se giraron a mirarla. Estaban tan centrados en lo que decían, que no notaron que Ran había entrado. - Si encuentro a esos hombres y les quito el veneno, ¿entonces podrías?
- Si, claro... - Agasa se quedó pensativo un momento. Pero al instante, y como si se diera cuenta de algo muy importante, cambió su actuar, se puso muy serio, y tomando a Ran por los hombros la dijo - Pero ten en cuenta ésto Ran, y también va para ti Shinichi, nadie debe saber que Ran Mouri está viva y que encogió. Esos hombres querían matarte, si descubren que estas viva volverán a por ti. Y a por los que te rodean y te han ayudado. Ni una palabra a nadie, eso incluye a vuestros padres y amigos de clase como Sonoko.
- Si. Entendemos ... - dijeron los dos muchachos a la vez.
Ran miró al suelo, mientras pensaba.
- Entonces, no puedo volver a mi casa. Si me buscan, averiguaran donde vivo. ¿Dónde voy a quedarme hasta que se solucione todo?
- ¿Quizás profesor pueda instalarse contigo? - sugirió Shinichi.
- ¿Conmigo? No sé... Nunca he cuidado de una niña...
- ¡Que ya estoy en secundaria! - Ran infló las mejillas de rabia. No soportaba que ahora la viesen como una desvalida.
- Esta bien, esta bien. Veré si tengo sitio en casa para ti... Ahora vuelvo.
El profesor Agasa se marchó, dejando solos a Shinichi y Ran. La pequeña se dejó caer en un sofá con expresión abatida. El futbolista sentía que debía decir algo que relajase el ambiente, pero no se le ocurría qué.
- Eeeh... El vestido que llevas es muy bonito - fue lo primero que pasó por su mente.
- Gracias. Espero que no te moleste que lo haya escogido.
- ¿Por qué iba a molestarme?
- Igual era tu favorito de pequeño - una sonrisa burlona apareció en el rostro de Ran.
La cara de Shinichi tornó en una paleta de rojos.
- ¡Para nada! Mi madre me obligaba a usarlos cuando quería que ensayase con ella alguna obra, y necesitaba una compañera femenina. No fue cosa mía que los guardase.
- Seguro que si... Ese fue el motivo.
- ¡Serás tonta!
- ¿Hola? ¿Shinichi? ¿Ran? ¿Estáis aquí? - se escuchó una voz desde la entrada de la casa.
Los dos chicos callaron en el momento, y se miraron asustados.
Rápidamente Shinichi salió al recibidor. Sonoko se hallaba en la entrada. Llevaba puesto un impermeable azul celeste y sacudía el agua de un paraguas. Por su aspecto parecía que venía de algún evento.
- Ey, Shinichi. La puerta de entrada estaba abierta. Deberías tener más cuidado.
- "Eso a sido cosa del profesor. Maldita sea" - pensó el chico, para después añadir en voz alta - ¿Qué haces aquí, Sonoko?
- Llamé a casa de Ran, pero no me cogía nadie el teléfono. Tampoco me contesta el móvil. Así que pensé que igual estaba aquí.
- N-no, no está aquí.
- Vamos Shinichi. No te creas que me engañas. Esos zapatos son de Ran. La acompañé a cómpralos. Si queréis intimidad, sólo tienes que decirlo. - Sonoko tenía una gran sonrisa pervertida.
- ¿¡Qué!? Nada de eso. Ella... Vino a cambiarse pues... porque por la lluvia estaba empapada. La deje... un vestido de mi madre, y se fue.
Ran permanecía escondida tras la esquina del pasillo, escuchando la conversación. Asomó un momento la cabeza para ver si Sonoko se iba, con tan mala suerte que su amiga dirigió en ese momento la mirada a donde ella se hallaba. Asustada por si la había descubierto, retrocedió unos pasos, chocando con el aparador y tirando un jarrón que había encima.
Tanto Sonoko como Shinichi giraron la cabeza, atraídos por el ruido.
- Ahí hay alguien - comentó Sonoko, en lo que pasaba al lado de Shinichi y se adentraba en la casa sin pedir permiso.
- Oye, espera... - Shinichi no fue capaz de frenar a Sonoko.
Ran corrió de regreso a la biblioteca y se escondió. Sonoko entró segundos después, pero alcanzó a ver un par de zapatillas que desaparecían tras la mesa.
- ¿A quién estás escondiendo, Shinichi? ¿No estarás engañando a tu mujer, no?
Sonoko solía llamar así, marido y mujer, a Shinichi y Ran para tomarles el pelo y ponerles nerviosos. Porque realmente a veces, la pareja actuaba como si fuera un matrimonio de verdad.
- No es nada de eso, Sonoko. - Shinichi había entrado detrás de ella.
- ¿Quién está ahí? - Sonoko se aproximaba a la mesa.
- "Oh no... Como Sonoko me vea me va a reconocer... ¿Qué hago?"
Estaba mirando a su alrededor, buscando una salida, cuando se fijó que de uno de los cajones asomaban un par de gafas, pertenecientes al padre de Shinichi.
No lo pensó dos veces. Les quitó los cristales, y en el momento en que Sonoko asomó su cabeza por debajo de la mesa, Ran se las puso rápidamente.
- Oh, pero si es una niña... ¿Y ésta niña, Shinichi?
- P-pues pues...
Ran salió de debajo de la mesa y corrió a refugiarse tras las piernas de Shinichi. Sonoko se acercó a ellos.
- Que mona es. Tan tímida. Hola pequeñaja, no te voy a morder. ¿Cómo te llamas?
- Y-yo... me llamo... - a la mente de Ran no acudía ningún nombre. Miró a Shinichi en busca de ayuda, y recordó las largas tardes con él en aquella biblioteca, estudiando las técnicas deductivas de Sherlock Holmes y una repentina inspiración acudió a ella - ¡Kudo! Me llamo Irene Kudo.
- ¿Irene... Kudo? - aquello desconcertó a Sonoko que se quedó mirando a Shinichi con cara de no entender.
- S-si ... Ella es... Mi prima, una prima lejana.
- ¡Si! Tío Yusako me puso ese nombre por Irene Adler. Como es fan de las novelas de Arthur Conan Doyle...
- Vaya... Tu familia tan original, ¿eh?... ¿Y sus padres?
- Ah, ellos... Están en el extranjero en este momento y no se pueden hacer cargo de ella.
- "Creo que esa es la única verdad" - pensó para ella Ran, y añadió en voz alta - Si, y voy a vivir con Shinichi - niichan.
- Pero, ¿tú ya sabes cuidar de una niña pequeña?
En ese momento el profesor Agasa entró en la biblioteca, quedándose congelado al encontrar allí a Sonoko.
- El profesor me está ayudando a cuidar de mi prima pequeña - dijo Shinichi señalandole - ¿Verdad, profesor?
- ¿Eh? Si si, yo les vigilo.
- Vaya. A sido una sorpresa. No sabía que tenías una prima - Sonoko consultó su reloj - Es una pena, pero me tengo que ir ya a casa. Si hablas con Ran, dile que me llame. La verdad es que me extraña que no me coja las llamadas.
- Si. No te preocupes. Surgió un caso en Tropical Land, y seguramente esta en la prefectura tratando algún detalle. Ya la conoces.
- Si, es lo más probable. Entonces te veo mañana en clase, Shinichi. Adiós Irene.
- Adiós o- neechan - se despidió Ran con un tono muy infantil.
Una vez que Sonoko se marchó, y se quedaron solos, Shinichi e Irene soltaron el aire que habían estado reteniendo.
- ¿Cómo pudiste decir ese nombre? - la regañó Shinichi - Irene es nombre extranjero.
- No se me ocurrió otra cosa, ¿vale? Tú tampoco estabas muy inspirado.
- La cuestión es ahora... - comenzó Agasa - que Ran debe quedarse aquí contigo.
- ¿¡Qué!? - exclamaron los dos chicos.
- Sonoko la ha conocido como tú prima y en esas circunstancias es muy raro que se venga a vivir conmigo. Lo mejor es mantener la pantomima de que sois familia, y que mientras sus padres estén fuera se quedará contigo.
A ninguno de los dos les gustaba la situación, pero entendían que Agasa tenía razón.
- Buena suerte, chicos - se despidió el profesor de ellos, y en voz baja murmuró - la vais a necesitar.
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