~ 27 ~
El tiempo avanzaba, y todos los invitados a la fiesta de despedida del realizador Sakamaki ya habían terminado de llegar. Tras los saludos y las presentaciones iniciales, se dio paso a la formación de varios grupos de conversación, provocando que el aire de la sala se llenara con el sonido de todas aquellas voces. Intentando evitar atraer la atención sobre ellos lo más posible, Irene y Amuro se movían de un lado a otro por la habitación, mientras observaban a todas aquellas personas.
- Realmente no se puede negar que el señor Sakamaki era alguien importante... - mencionó Amuro de forma casual, a la vez que pasaban junto a un grupo de cuatro hombres que se reían estrepitosamente, mientras vaciaban sus copas de champán. El rubio les dedicó una mirada de reproche. ¿No se suponía que debían estar triste por el fallecido? - Han venido tanto presentadores de televisión como un gran número de caras públicas importantes...
- Si, hay muchas celebridades... - le dio la razón Irene mientras echaba un vistazo rápido a algunos de los rostros que les rodeaban. En realidad, no era muy aficionada a leer revistas o ver programas sobre el mundo de los famosos, pero Sonoko si que era una apasionada, y a ella no le importaba escuchar a su amiga cuando estaba deseando contarla las últimas novedades. Gracias a eso, descubrió que conocía a más de aquellas personas de lo que creía en un principio - Aquella es la ganadora del premio Naomoto, la escritora Mika Nanjo. Oh, y junto a ella está ese productor musical del que se habla tanto, Naoya Tarumi...
- ¿Y aquel de allí no es el propietario de un equipo de béisbol profesional, Yasuo Mihei?
- Es verdad, y mira, aquel es el legendario Kenzo Masuyama, nombrado recientemente rey de los negocios... - al reparar en una hermosa mujer de cabello rubio que se encontraba cerca del empresario, la detective cogió del brazo a Amuro y comenzó a agitarlo, mientras daba pequeños grititos emocionados - ¡Aah! ¡Allí, allí!
Amuro se extrañó por la actitud de la chica, y siguió la dirección que le marcaba.
- ¿Te refieres a ese profesor universitario que ha salido recientemente en la televisión? ¿Yoshiharu Tawara?
- ¡Si! O sea, no. Me refiero a la persona con la que habla, ¡es la mismísima actriz norteamericana Chris Vinyard! No se la había vuelto a ver en público desde la muerte de su madre, la gran Sharon Vinyard...
Amuro levantó la ceja de forma significativa. Cuando Irene se dio cuenta de lo infantil que había sonado, soltó el brazo del chico y su cara comenzó a teñirse en varios tonos de rojo.
- B-bueno... es que era seguidora del trabajo de su madre... Y-yo...
- Claro, claro. - se burló un poco el rubio. Verla tan emocionada le había hecho recordar que bajo toda aquella inteligencia y temple, había en realidad una chica adolescente. - Quizás luego puedas pedirle un autógrafo, pero ahora deberíamos centrarnos... ¿Tienes alguna sospecha de entre todos estos famosos, quién puede ser el objetivo del asesino?
- Ejem... - tosió la detective para recuperar un poco de dignidad - Si... Gin dijo por teléfono que llegaría a las 18 horas y que posiblemente sería arrestado.
- Es cierto.
- Fíjate en aquel tipo de la puerta... El que está rodeado de periodistas... - señaló Irene.
Junto a la puerta de acceso a las cocinas por donde entraban y salían los camareros, Amuro vio que se hallaba un hombre de unos 56 años de edad, de cabellos oscuros y constante estado de nerviosismo. Varios periodistas se cernían sobre él, acercando los micrófonos que llevaban a su cara e intentando por todos los medios que respondiera a sus preguntas.
- Oh, es Shigehiko Nomiguchi, ese político acusado de corrupción del que no han hecho más que hablar estos días los periódicos. ¿Crees que pertenece a la Organización?
- Es posible. Gin dijo que había que hacerle callar... Puede que esté vinculado de alguna forma.
- Bueno, ¿y cómo vamos a protegerlo?
Casi como si estuviera respondiendo a la pregunta de Amuro, en ese momento la puerta principal del salón se abrió, y el inspector Megure seguido del detective Takagi y varios policías entraron en la habitación. Amuro se sorprendió al verles allí, pero por otro lado sospechó enseguida que su presencia debía ser cosa de la detective.
- Llamaste al inspector Megure... - afirmó más que preguntó el chico, mientras observaba cómo Megure daba órdenes a sus hombres de modo que establecieran un control del espacio.
- Si, lo hice antes desde el lavabo cambiando de voz. Le dije que alguien planeaba asesinar al político. A ver cómo hace Pisco ahora para acercarse a alguien que se encuentra bajo la custodia de la policía...
- Muy astuta - le felicitó Amuro sinceramente.
Irene no escuchó su felicitación. Sus sentidos estaban ya en alerta, mientras preparaba el reloj anestesiante en su muñeca, dispuesta a disparar ante el menor movimiento sospechoso. La hora que Gin le había marcado a Pisco ya había sonado, todo el escenario estaba preparado, y ella sabía que en cualquier momento ocurriría algo.
No podía prever lo que sucedió a continuación.
Un hombre de unos 43 años aproximadamente, con aspecto de maestro de ceremonias, subió al pequeño escenario que se había dispuesto al fondo de la sala. Allí preparados había un micrófono y un proyector de video, y hacia ellos se dirigió con paso firme.
- Ejem, ejem... - carraspeó un poco el hombre cuando tomó el micro en sus manos para llamar la atención de los presentes y que guardaran silencio. Irene y Amuro se miraron confusos. Mientras, el hombre comenzó a hablar una vez que todos estuvieron pendientes de él - ¡Buenas tardes! Mi nombre es Naomichi Mugikura, y nos hemos reunido aquí para asistir a la proyección de los films inéditos del gran realizador Sakamaki...
- "¿¡P-proyección!?" - pensó para sí la detective horrorizada.
Las luces se apagaron a un gesto de la mano de Mugikura, e Irene supo que tenían un problema. En aquella oscuridad, y rodeada de siluetas que se alzaban por encima de ella, sería imposible distinguir si alguien se acercaba al político, y mucho menos identificar su rostro.
- Bien señores... - continuó Mugikura, encendiendo el aparato. La imagen de unos hombres en un cementerio se proyectó en la pared - ¿Saben al rodaje de qué película pertenecen estas imágenes?
Aprovechando la pequeña claridad que se había hecho gracias a las luces de la película, Amuro dirigió su mirada hacia el lugar donde estaba el político, y sus ojos se abrieron por la sorpresa. ¡El hombre ya no se encontraba allí!
- ¡Nomiguchi ha desaparecido! - alertó a su compañera.
- ¿¡Qué!? - Irene miró hacia el último sitio donde había visto al político y confirmó que efectivamente ya no estaba. Maldición, ¿por qué se había alejado de la protección de la policía?
Megure oyó el grito de Amuro también, y aunque no supo distinguir quién había sido, se giró para confirmar que había oído mal y que su protegido aún se hallaba allí. Su bigote tembló en el labio al ver que en efecto había desaparecido.
- ¡Takagi! - alertó al detective que se hallaba cerca de él de su descubrimiento - ¡Hay que encontrarle!
- ¡Si! - respondió Takagi, apresurándose a movilizar a la policía.
Ajenos a la alarma que se estaba desarrollando en el salón, los asistentes a aquel evento póstumo disfrutaban con la proyección de escenas que estaba teniendo lugar. Mugikura hacía en ese momento un gesto exagerado con la mano, mientras extraía unas tarjetas de notas del bolsillo de su chaqueta.
- Exacto... Estas imágenes pertenecen a su obra maestra ganadora de varios premios... - decía mientras leía las tarjetas - Es la búsqueda de escenarios para "Pañuelos Arcoiris"... Un precioso documento que muestra al realizador antes de quedarse calvo.
Las risas de todos los presentes acompañaron esta pequeña broma, mientras Irene corría a ciegas por la sala, buscando al político y posible objetivo de la Organización.
- Pero, ¿dónde está? ¿A dónde puede haber ido? - se repetía la niña una y otra vez.
Un breve resplandor iluminó por unos segundos una esquina de la sala, y la detective sorprendida detuvo su carrera. Amuro que se hallaba detrás en todo momento también lo había visto.
- ¿Eso ha sido un flash? - preguntó el niño situándose junto a ella. Irene no tuvo tiempo de responder, ya que Mugikura se le adelantó.
- Les aviso que aunque intenten guardarse una copia de este documento tan valioso, no les saldrán las fotos - bromeó el hombre. Más risas de los presentes.
Un sonido, como de algo cortando el aire a gran velocidad, llegó a oídos de la mini detective en ese instante.
- "¿Q-qué... qué es eso? ¿Algo cae de arriba...?"
Un fino pañuelo de tela se posó delicadamente sobre su cabeza a continuación. Y mientras la niña lo tomaba para observarlo, un fuerte estrépito resonó por todo el lugar, haciendo que retumbara el suelo a sus pies.
Voces sorprendidas y aterrorizadas sustituyeron a las risas que habían estado presentes entre los invitados, poniendo fin al ambiente divertido y agradable que había reinado hasta hacía unos segundos.
- ¿¡Qué ha sido eso!?
- ¿¡Qué ha pasado!?
- ¡Enciendan las luces!
Las luces fueron prendidas de nuevo, solo para revelar un espectáculo dantesco.
Una de las grandes lámparas de cristal que colgaban del techo se había caído, estrellándose en mitad del salón. Y, debajo de ella, se hallaba completamente aplastado el político Nomiguchi.
El silencio que se había hecho ante la sorpresa por lo que había sucedido, fue sustituido por gritos de terror y pánico por parte de las mujeres que se encontraban cerca del cuerpo sin vida del que había sido el diputado Nomiguchi.
- ¿Q-qué ha pasado? - preguntó Naomichi Mugikura mientras abandonaba su lugar en el escenario y se acercaba rápidamente.
- La... la lámpara del techo... - tartamudeó Yoshiharu Tawara, mientras su rostro perdía toda señal de color y llevaba su mano al hombro derecho. Al caer la pesada lámpara, había rasgado parte de su traje, arañando ligeramente su piel también.
Murmullos se elevaron entre los presentes, algunos empezaron a moverse en dirección hacia la salida con la clara intención de abandonar el lugar, pero antes de que la situación se saliera de control, el inspector Megure reaccionó y llamando a sus hombres dio un paso al frente.
- ¡Que nadie se mueva de donde se encuentra! ¡Soy el inspector Megure de la policía de Tokio! - exclamó, imponiéndose a cualquier otro murmullo, a la vez que mostraba su placa identificativa. Todos enmudecieron y se giraron hacia él sorprendidos. Takagi se había acercado también y tomaba el pulso al político. Megure se puso a su lado, cruzando sus brazos en un claro gesto de autoridad - ¿Y bien?
- No hay nada que hacer... - negó Takagi mientras se incorporaba - Está muerto.
- Oye, pues si que ha venido deprisa la policía... - escuchó el inspector murmurar junto a su flanco derecho.
- ¡Silencio todo el mundo! Recibimos el aviso de que esta noche habría un asesinato... - exigió Megure, a la vez que indicaba a sus hombres que sacaran al diputado de debajo de la lámpara. Esta era tan pesada que hizo falta 2 hombres para conseguirlo - Alguien iba a acabar con la vida del diputado Nomiguchi, ¡y lo ha conseguido!.
Aquellas palabras causaron un gran impacto entre todos los invitados, porque eso quería decir que alguien había preparado la lámpara para que cayera en el momento preciso, y que el asesino aún se hallaba entre ellos.
Irene observaba pensativa el rostro de todos los que se habían encontrado cerca de Nomiguchi en el momento que cayó la pesada lámpara, en busca de algún gesto o detalle que pudiera considerarse delator. Una cálida mano tomó la suya, sacándola de sus pensamientos, y sintió como tiraban de ella en dirección hacia la parte inferior de una de las mesas.
- ¿Qué haces? - le preguntó a Amuro, pues él era quien había tirado de su mano, una vez que los dos se hallaban ocultos por el mantel blanco que cubría la mesa.
- No es buena idea que el inspector Megure o los demás agentes nos vean... - explicó el rubio con una sonrisa - ¿Cómo vamos a explicar nuestra presencia aquí? Es mejor ocultarnos.
Irene abrió su boca para protestar, pero inmediatamente la cerró. Su compañero tenía toda la razón. Ni conocían al fallecido, ni habían acompañado a nadie al evento. Sino querían verse interrogados, y en una situación bastante conflictiva, lo mejor era que no les viesen. Asintió para indicarle a Amuro que estaba conforme.
- Humm... Vamos a ver... - escuchó la pequeña detective comenzar a hablar a Megure, volviendo a centrar su atención en lo que estaba sucediendo en la sala. Levantó discretamente una esquina del mantel para tener una mejor visión, y vio que el inspector se había acercado a Tawara y a Chris Vinyard, y que les estaba interrogando en ese momento - Ustedes eran los que estaban más cerca del diputado Nomiguchi cuando le cayó encima la araña del techo...
- Es correcto... - murmuró Tawara, pero al darse cuenta de la acusación velada en las palabras de Megure, su tono cambió - ¡Espere! ¿No irá a decir que soy sospechoso sólo por estar cerca de él cuando sufrió el accidente, verdad?
- Yo creo que tuvo la oportunidad perfecta, ya que era quien se encontraba más cerca de él.
- No me importa lo que crea, inspector. Corrí tanto peligro como él. - se defendió con tono ofendido, mostrando el roto en la manga de su elegante traje - ¡Fíjese! La lámpara rasgó mi traje nuevo cuando cayó...
Megure observó con detenimiento la ropa y meditó unos segundos. Después se giró hacia Chris Vinyard.
- ¿Y la señorita Vinyard? ¿Puede contarnos algo?
Al ser de nacionalidad americana, Chris Vinyard no hablaba con mucha fluidez el japonés, de tal forma que uno de los oficiales actuó como intérprete. Tras intercambiar ambos algunas palabras, el traductor se giró hacia Megure.
- La señorita dice que tampoco vio nada.
Aquello dejaba al inspector Megure sin sus dos mejores pistas. Llevó la mano a su mentón mientras meditaba el siguiente paso que debía llevar a cabo en aquella investigación, y sus ojos se encontraron por unos segundos con los de Chris Vinyard. Rápido como un flash, se coló en su mente el pensamiento de que ella no parecía demasiado afectada por lo que acababa de presenciar. Una mujer como ella se encontraría aterrorizada, sumida en un estado de nerviosismo absoluto. Sin embargo, miraba a su alrededor con indiferencia y aburrimiento. Es más, juraría que su mirada era más bien fría... como el hielo.
Sacudió la cabeza. Estaba dejando que su imaginación le jugase una mala pasada. Una artista como aquella no podía estar involucrada en algo tan escalofriante.
- ¡Ha sido un accidente! - afirmó con autoridad Naoya Tarumi tomando la palabra - La cadena de la araña se rompió porque era vieja, y el diputado Nomiguchi tuvo la desgracia de encontrarse debajo. No creo que haya razón alguna para retenernos en un lugar tan macabro junto a un cadáver. ¿Verdad?
- Pero alguien había avisado de que habría un crimen, ¿no? - le rebatió un anciano de voz suave y aspecto bondadoso, que se presentó como Kenzo Masuyama, presidente de una empresa automovilística - Antes de empezar a interrogarnos, quizás la policía debería averiguar quién fue esa persona. Lo más probable es que sea el asesino.
Todos se giraron a mirar a Megure, esperando una respuesta. El inspector se removió incómodo, no quería compartir esa información confidencial con civiles, y además, posibles sospechosos. Pero ante la presión, no le quedó más remedio que admitir que no sabía si había sido un hombre o una mujer la que había dado el aviso, pues había usado un distorsionador de voz.
- Podría haber sido un bromista entonces... - exclamó Mugikura, pero la mirada de Megure le hizo carraspear - Ejem... Quiero decir... El diputado Nomiguchi estaba implicado en ciertos escándalos, seguro que tenía enemigos...
- Estoy de acuerdo con el señor Mugikura - intervino con tono aburrido Yasuo Mihei, mientras hacía un mohín con la mano y se dirigía a la mesa donde se escondían Irene y Amuro. La niña rápidamente colocó el mantel en su sitio y se mantuvo completamente inmóvil - Seguro que no ha sido más que una coincidencia que el incidente haya ocurrido tras esa broma... ¡Castigo divino! No se puede hacer nada más...
Y dicho esto, cogió un plato de la mesa, y comenzó a servirse del buffet que se había dispuesto para después de la proyección de los trabajos del director Sakamaki. Con un chasquido de la lengua, Naoya Tarumi le miró con desaprobación.
- ¿Cómo puede comer delante de un muerto?
- ¿Y...? ¡Bah! A él no le va a importar ya... - le respondió de forma grosera, mientras llevaba el tenedor a su boca y le miraba de forma burlona.
Apenas había dado el primer bocado a la comida, cuando sus dientes chocaron con algo duro, de sabor metálico y bastante desagradable. El hombre puso mala cara, y haciendo alarde de muy poca educación, escupió al suelo el objeto causante de su molestia. Desde donde se hallaba, Irene vio como rebotaba en el suelo y se detenía muy cerca de su posición. Tenía que observarlo más de cerca.
- ¡Eh! - gritó Mihei, completamente rojo de rabia - ¡Llamen al chef enseguida!
- ¿Qué pasa? - se burló Tarumi, que veía su oportunidad de vengarse por las palabras ofensivas que había recibido - ¿Encontró una cucaracha?... A ver si ahora va a ser usted el que reciba el castigo divino...
- ¿¡Qué dice...!?
Los dos hombres se miraron como si fueran a saltar uno sobre el otro en cualquier momento. Casi se podían ver los rayos que se lanzaban para fulminarse mutuamente, llegando a crearse tal ambiente de tensión que el detective Takagi no tuvo más remedio que intervenir para separarlos. Aprovechando que todo el mundo estaba distraído, Irene saco la mano lentamente y recogió el objeto que Mihei había tirado al suelo con su pañuelo.
- ¿Qué es eso? - pregunto Amuro situándose más cerca de la mini detective para poder ver también lo que había recogido.
- Es un trozo de la cadena de la lámpara... - murmuró Irene, mientras observaba aquel eslabón con sorpresa - Pero... ¿cómo habrá ido a parar ahí?
Amuro permaneció en silencio, mirando a Irene dándole vueltas sobre su mano a la anilla metálica, completamente sumida en sus pensamientos. Mientras, la escritora Mika Nanjo había tomado la palabra, cansada ya de toda aquella situación y de que no se estuviera llegando a ningún lado. El rubio levantó un poco la esquina del mantel y escuchó lo que la mujer decía.
- ¡Vamos a ver! - exclamó Nanjo para reclamar la atención de todos - El diputado Nomiguchi murió aplastado por una lámpara, ¿no es así?. Si como dicen, ha sido un asesinato, eso significa que el asesino debió preparar la lampara para que cayera. Debió esperar a que apagaran las luces, y conducir a la víctima debajo de la araña del techo, para a continuación activar algún mecanismo que la hiciera caer, ¿no?
- S-si... - le respondió Megure abrumado por todo aquel razonamiento.
- Pues, a simple vista, no veo nada sospechoso en la lámpara derribada... - señaló hacia el objeto que estaba siendo revisado minuciosamente por un agente de la policía, para después señalar los restos de la cadena que la habían sujetado y que se hallaban en el techo - Ni tampoco en el extremo de la cadena que aún cuelga del techo. ¡No puede ser asesinato!
- Hombre... visto así... - murmuró Megure.
- Debería dejarnos ir a todos, ¿no cree? - concluyó la mujer, muy satisfecha de sí misma.
El rubio suspiró largamente. Nanjo estaba completamente equivocada. Si que había sido un asesinato, uno perpetrado por aquella Organización que actuaba en las sombras y desaparecía sin dejar rastro de su existencia, y su verdugo aún se hallaba en la sala. Pero...
- Tiene razón... - dijo Amuro en voz alta.
- ¿Eh? - Irene levantó la cabeza, saliendo de sus pensamientos, y le miró sin entender.
- Hay algo de lo que Nanjo ha dicho que es cierto... Hacer caer una lámpara en medio de la oscuridad es imposible sin mecanismo alguno...
- Pero nosotros sabemos que lo han hecho.
- No es suficiente si no podemos demostrar cómo ni quién. Sólo tenemos ese trozo de cadena que has hallado, y dudo que incluso tú puedas encontrar al culpable únicamente con esa pista...
- ¿Y si son dos pistas...?
- ¿Uh? ¿Dos? ¿A qué te refieres?
Con una sonrisa de seguridad, Irene metió la mano en su bolsillo y extrajo un pañuelo de fina tela de color morado.
- Este pañuelo cayó desde lo alto cuando se desplomó la lámpara, poco antes de volver la luz... Mira el borde, pone "Adiós póstumo al realizador Sakamaki"... ¡Seguro que se lo dieron en la entrada aquellas chicas que vimos antes!
- Pero no dice el nombre del propietario...
- No, es cierto, pero mira esto... - Irene se acercó al borde de la mesa, y levantó el mantel para que Amuro pudiera ver el exterior - Fíjate en el hombre del vaso...Y la señora gorda que está en aquel extremo... Y el anciano del bigote...
Amuro miró a las personas que Irene le había indicado y se dio cuenta de que todas tenían algo en común.
- Todos llevan un pañuelo como éste, solo que de distinto color...
- ¡Si! Seguramente en homenaje a la obra maestra del fallecido Sakamaki, Pañuelos Arcoíris, se han repartido entre los asistentes pañuelos con los 7 colores del arcoíris. De modo que si preguntamos en la entrada a quienes los estaban repartiendo...
- Pueden que recuerden a quienes les entregaron los pañuelos color morado - acabó la frase Amuro. Sin poder evitarlo, una sonrisa se dibujó en sus labios. Aquella chica no dejaba de sorprenderle, era impresionante - Quizás el pañuelo no tenga nada que ver con el crimen, o no pertenezca al asesino, pero merece la pena investigarlo...
Con sumo sigilo, e intentando ser lo más discretos posibles, el par de pequeños encogidos se deslizaron fuera de la mesa que había sido hasta entonces su refugio y se dirigieron a la puerta de entrada de la sala. Amuro iba delante, e Irene se situó a su espalda. Los hombres de Megure que custodiaban la puerta, para evitar que nadie saliera o entrara, podían reconocerla de algún caso en el que se había visto antes involucrada, de modo que la pequeña detective usó a su compañero como escudo para ocultarse.
Mientras se acercaban a la entrada, la niña no podía dejar de sentirse confundida por el nuevo sentimiento de comodidad que parecía embargarle en compañía de aquel chico. No necesitaba explicarle el hilo de sus pensamientos y deducciones, era como si Amuro pudiera entrar en su mente, y seguirla perfectamente. Además, el encogido poseía una gran inteligencia y era muy perspicaz, lo que le convirtía en un gran compañero... como Shinichi...
- Disculpe señor policía... - le oyó decir a uno de los guardias de la puerta - ¿Podemos ir al baño?
- Claro que sí pequeño - le dijo el hombre con una sonrisa. Que gusto daba ver niños tan bien educados.
Apenas el agente entreabrió un poco la puerta para abrirla, cuando un grupo numeroso de periodistas se abalanzaron contra ellos de forma agresiva, haciendo lo posible por entrar y averiguar qué estaba sucediendo en el interior de la sala.
- ¿¡Pero qué están haciendo aquí!? - exclamó el agente, mientras él y su compañero intentaban volver a cerrar la puerta.
Los periodistas ignoraron completamente a los pobres hombres, y empezaron a hacer todo tipo de preguntas, peleándose incluso entre ellos por ser el primero en conseguir la exclusiva.
- ¿¿Es cierto que el diputado Nomiguchi está muerto?? - elevaba la voz uno de ellos, acercando el micrófono que llevaba a la cara del policía.
- ¡¡Hemos oído que se trata de un crimen!! - gritaba otro intentando hacerse oír por encima del ruido que estaban organizando.
- ¡Díganos la verdad! - exigió un cámara de televisión mientras ajustaba el zoom para tomar un plano de la cara del policía.
Todos los presentes en la sala se volvieron hacia la entrada, atraídos por el alboroto que se había organizado de repente.
- ¿Qué está sucediendo ahí? - preguntaron algunos.
- Los periodistas están intentando entrar... - se oyó que alguien respondía.
- Menudo lío han montado...
Los fotógrafos intentaron captar por lo menos alguna imagen con sus cámaras de las personas a las que interrogaba los agentes de homicidios, de modo que de repente un auténtico aluvión de flashes deslumbraron a los pequeños encogidos que se encontraban esforzándose por atravesar el muro humano que les cerraba el paso.
- Más tarde habrá una rueda de prensa - intentó una última vez el agente de policía mientras cubría sus ojos para protegerlos de las luces - ¡Tendrán que esperar!
En uno de sus últimos intentos por entrar, y esquivar al oficial que le cerraba el paso, un periodista dio un manotazo al aire, con tan mala suerte que fue a arrebatar la gorra a Amuro de la cabeza. La prenda salió volando, dejando su cabello rubio al descubierto y brillando bajo la luz de los flashes. El chico vio como caía lejos de él, y se volvió hacia las personas de la sala que miraban en su dirección. Dejando salir una maldición de sus labios, tomó de la mano a Irene y tiró de ella mientras daba golpes en las piernas y costados de las personas con el codo, consiguiendo que les dejaran pasar finalmente.
Pero ya era tarde.
Durante toda aquella confusión, un par de ojos se habían posado sobre él, y se habían abierto por la sorpresa ante lo que habían contemplado. Rápidamente aquella persona se situó en una esquina de la sala, intentando no llamar demasiado la atención, y sacó su teléfono móvil del bolsillo interior de la chaqueta. Entró en un programa fantasma que tenía instalado en el aparato, y fue directo a la barra de búsqueda de archivos, tecleando a continuación como palabra clave "Bourbon". Tras unos segundos de espera, una ficha informativa apareció como único resultado encontrado. Cuando accedió a aquella, un rostro le devolvió la mirada al otro lado de la pantalla. No era posible aquello, no. Debía haber un error en la base de datos... O tal vez sí que era posible...
(Captura extraída del wiki del fandom de Detective Conan)
Mientras eso sucedía en el interior de la sala, en el exterior Irene y Amuro se encontraban más tranquilos ya que habían conseguido salir sin ningún percance. La pequeña aprovechó para acercarse a la mesa donde se habían registrado todo aquellos que habían acudido al evento póstumo, mientras Amuro contemplaba con algo parecido a la compasión a los periodistas que lejos de rendirse e irse, permanecían al acecho frente las puertas del salón.
- ¿Eh? ¿Que a quien hemos repartido pañuelos morados? - se extrañó por la pregunta la azafata encargada del libro de firmas.
- ¡Sí! Hemos encontrado uno de esos pañuelos y queremos devolverlo.- respondió con toda su inocencia Irene, mientras ponía ojos de cachorro - Porque querían hacer algo con esos pañuelos de colores, ¿verdad?
- Pues sí, al final de la recepción se iba a escoger un color al azar, y todos los que poseyeran un pañuelo de ese color, dirían unas palabras.
- Oh, que idea más bonita - aplaudió la niña - Entonces sabrá los nombres, ya que apuntarían quién cogió cada pañuelo, ¿no?
- S-sí, claro...
La chica miró a su compañera, y ambas dudaron un poco en dejar mirar a aquella niña en el libro de registros. Era un poco extraña, haciendo ese tipo de preguntas, y con ese brillo tan singular que poseía su mirada... Pero finalmente decidió que no podía hacer ningún daño que le enseñara a quienes se les había dado aquellos pañuelos, y tras buscar en las páginas, le mostró una lista con 7 nombres apuntados.
- ¿Pero de verdad vas a buscar a la persona a la que se le ha caído? - le preguntó la azafata aun extrañada,
Irene no escuchaba ya a la chica. Se había precipitado sobre el libro, y sus ojos recorrían con avidez la página donde estaban escritos aquellos nombres. Porque aunque aún no estaba segura del todo, algo dentro de ella le decía que uno de aquellos 7 era en realidad Pisco, y que ahora estaba más cerca de poderle desenmascarar.
Sin embargo, el inspector Megure no estaba tan contento en ese momento. La tensión en la sala empezaba a ser insostenible. De aquí a allá, el descontento se hacía generalizado. Algunos empezaron a increparle para que les dejara salir y marcharse, ya que estaba claro que todo aquello no había sido más que un desgraciado accidente. Takagi se acercó al inspector, y le susurró en el oído.
- ¿Qué hacemos inspector?
- Si les retenemos más tiempo, podría cundir el pánico. Además, todo parece indicar que fue un accidente... - meditó Megure, y aunque su instinto le decía que allí había gato encerrado, no le quedó más remedio que ceder a la presión - Dejarles marchar.
Irene no podía creérselo cuando vio que las puertas de la sala se empezaban a abrir. ¿Qué estaba pasando? ¿Alguien iba a salir? Apartándose de la mesa de recepción, fue junto Amuro y ambos chicos esperaron expectantes ante lo que sucedería a continuación. Sin perder tiempo, los periodistas también intuyeron que algo iba a ocurrir, y se agolparon en la entrada, para intentar interceptar a las personas que salieran, y obtener así algunas palabras.
Apresuradamente, las personas que habían estado retenidas por la policía abandonaron la sala de actos en cuanto les dieron permiso, pretendiendo ignorar a los reporteros que les esperaban fuera.
- ¡Para Nichiuri TV! ¿Estaba cerca cuando se cometió el crimen? - intentó un reportero preguntar a un hombre que pasó cerca suya.
- ¡No sé nada, déjenme! - le respondió este de forma brusca, mientras apartaba su micrófono de un manotazo.
- ¡Explíquenos los detalles del accidente! - intentaban otros compañeros periodistas con otras personas, sin obtener tampoco éxito.
En medio de aquel caos, Irene era golpeada y zarandeada de un lado a otro. Era tal la confusión, que nadie reparaba en una niña pequeña. No podía seguir ahí mucho más tiempo, o alguien podría aplastarla debido a la diferencia de tamaño y fuerza.
- ¡Mierda! Hay que volver al coche del profesor... ¡Eh, Amuro! - Irene se giró hacia su compañero, y para su sorpresa el chico no estaba a su lado. - Pero, si estaba aquí hace un momento... ¿Dónde se ha metido?
La niña miró a su alrededor, sin embargo no pudo localizarle. Su vista sólo alcanzaba a ver gente y más gente. Una mezcla entre periodistas y gente vestida de negro que habían asistido al evento se alzaban por encima de ella.
- ¡Amuro! ¿¡Dónde estás!? - le llamó, empezando a sentir como una ola de pánico crecía dentro de ella.
Cuando los asistentes al evento habían salido de la sala atropelladamente, Amuro había sido empujado a un lado por algunos cámaras de televisión que intentaban tomar una buena imagen, separándose de ese modo de Irene. Por más que luchaba el pequeño encogido por volver junto a su amiga, no le era posible.
De repente, unos brazos le tomaron por la cintura, levantándole del suelo y sujetándolo con fuerza. El chico intentó soltarse y pedir auxilio a su compañera, pero un pañuelo selló su boca y nariz, y al momento empezó a sentirse adormecido. Le estaban drogando. Trató de resistirse, pero fue inútil. Poco a poco fue perdiendo el conocimiento, hasta que finalmente cerró los ojos cayendo en un profundo sueño.
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Hola a todos :)
Siento el retraso en publicar este capitulo, pero es que he estado muy agobiada y con poco tiempo libre, y eso me ha llevado a solo poder escribir uno o dos días a la semana...
Espero que os este gustando la adaptación de este caso, y cómo estoy enfocando la relación entre Irene y Amuro. Al menos parece que la mini detective ya no duda tanto de su nuevo compañero, y comparte muchas de sus deducciones con él. Es un gran paso para ella, ya que aunque su carácter es dulce y amable con todos, también sabe que debe desconfiar.
El siguiente capítulo tal vez se retrase un poco... pero es que quiero preparar un one short para el cumpleaños de Kaito. En realidad quería que hubiera sido para el de Shinichi, este próximo 4 de mayo pues aunque no es Kaishin romántico, si van a ser ellos dos los protagonistas. Pero no llego ni en sueños, así que lo dejo para el de nuestro mago favorito que es un poco más tarde jeje
Ojalá eso no os provoque ninguna molestia.
Nos vemos lo más pronto posible.
Bye bye 🌸
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