~ 26 ~
Lentamente, y tras darle una profunda calada al cigarrillo que llevaba en la boca, Gin dejó que el humo saliera de entre sus labios. Observó las figuras que se dibujaban al mezclarse con el frío aire de la tarde unos instantes, y arrojó la colilla a una papelera próxima. A su lado, Vodka detuvo con un gesto de mano a un coche que se acercaba, para que les dejara cruzar la carretera. El conductor tocó el claxon un tanto molesto por haber tenido que frenar tan bruscamente, pero ambos hombres le ignoraron y siguieron su camino, llegando junto al porsche de Gin seguidamente. El albino se paró unos instantes para sacar el tabaco de un bolsillo de su abrigo, deteniendo su acción a medio camino, a la vez que su ceño se fruncía.
- ¿Hm?
- ¿Sucede algo? - comentó Vodka al ver la expresión que Gin estaba haciendo.
- Hay muchas pisadas en la nieve... Alrededor del coche...
Vodka siguió la mirada de Gin, y vio que en efecto delante de la puerta del conductor había varias huellas. No sólo ahí sino también por el lado del copiloto, y a juzgar por la profundidad en la nieve, quien fuera que había estado mirando lo había hecho por mucho tiempo.
- ¿Y de qué te extrañas? - Vodka se encogió de hombros. No sentía que aquel suceso tuviera tanta importancia - Es un coche raro... Seguro que un montón de gente se ha parado a mirarlo.
Aquello le hizo gracia a Gin, quien se relajó y echó a reír, a la vez que sacaba un nuevo cigarrillo y lo encendía.
- Sí, ahora son tan raros... Como un perro verde... - estuvo de acuerdo con su compañero. Abrió la puerta del coche y se subió al vehículo.
No se fijó en el par de pequeñas figuras que habían estado escondidas tras la parte trasera del porsche hasta ese momento y que, tras esperar a que el porsche se incorporase con un par de maniobras al tráfico de la tarde, corrieron a subirse al escarabajo amarillo que se encontraba un poco más atrás.
- ¿Qué hacemos ahora, Ran? ¿Les seguimos? - preguntó el profesor Agase, nervioso. Sus manos se cerraban sobre el volante con fuerza, mientras un ligero temblor las sacudía.
- No... - respondió la niña, mientras se sentaba a su lado y abrochaba su cinturón de seguridad - Esperaremos a que se alejen, y así guardaremos una distancia segura. No nos interesa que sospechen, y apunten la matrícula de nuestro coche. Les seguiremos con el localizador.
La pequeña detective tocó un botón de sus gafas, y al instante en el cristal apareció un pequeño radar, en el que se podía ver parpadeando un punto rojo que se estaba moviendo. Esperó a que estuvieran lo suficientemente lejos, y entonces le dio la señal al profesor para que comenzara a seguir al coche de Gin.
En el asiento trasero, Amuro permanecía serio y de brazos cruzados. Por más que analizaba la situación, no le encontraba sentido, ¿qué pretendía aquella chica? Aunque supieran dónde estaban Gin y Vodka, no podrían enfrentarlos con su actual condición física. Se estaban exponiendo a un gran peligro al ir así detrás de ellos.
- "Tú no lo entiendes, Mouri... - se decía a sí mismo - No estás a la altura de semejantes contrincantes. La menor debilidad significa el fin..."
El sonido de un teléfono sacó a Amuro de sus reflexiones. Irene había activado en ese momento el altavoz que sus gafas llevaban incorporadas, y así poder escuchar todo lo que se hablase en el vehículo gracias al micrófono que había dejado. Alguien estaba llamando al albino, pues tras unos instantes se escuchó su voz.
- Sí, soy yo... - decía Gin, mientras hablaba con su interlocutor - ¿Cómo te está yendo?... Ju, no te preocupes. Nuestro objetivo aparecerá a las 18 horas en el Hotel Haido para la fiesta de despedida...
- "¿Objetivo? ¿Fiesta de despedida? ¿A qué se referirá?..." - mientras Irene intentaba procesar toda aquella información, Gin continuó hablando.
- Las órdenes son muy claras. Hay que hacerle callar antes de que le pongan las esposas... Nada de errores, Pisco. Si es necesario, recurre al famoso veneno...
- ¿Pisco? - preguntó Agasa.
- Ya he oído antes ese nombre en clave... - murmuró Amuro - Aunque no llegué a conocerle...
Gin terminó la llamada y, al dejar el móvil en la guantera del coche, se fijó en algo que había justo en el salpicadero. Lo tomó para poder observarlo más de cerca.
- ¿Un cabello rubio...? - murmuró para sí mismo.
Sus ojos se cerraron en dos rendijas cuando en su mente todas las piezas se conectaron y tomaron sentido. ¿Sería posible que...?. Rápidamente empezó a palpar con su mano todo el asiento, hasta que sus dedos tocaron algo pegajoso. Vodka a su lado le miraba sorprendido.
- Eh... ¿Jefe? - no entendía qué buscaba su compañero, hasta que le vio extraer una bola blanca de chicle que se hallaba pegada en la parte inferior de su asiento - ¿Q-qué es eso...?
- Obviamente un localizador con un micrófono... - respondió Gin tras estudiarlo unos segundos.
Con una leve presión de sus dedos lo rompió en varios pedazos, mientras una fría risa salió de entre sus labios.
"Nunca pensé que serías tú el que vendría a nosotros... Me alegro de volver a verte... Bourbon."
Irene se quitó las gafas con un suspiro de rabia, y echó la cabeza hacia atrás para apoyarse en el asiento mientras cerraba los ojos. No entendía cómo habían encontrado el localizador tan pronto, estaba segura de que lo había dejado en un sitio bien escondido. Mierda, con lo cerca que había estado.
- ¿Qué piensas hacer, Ran? - oyó que la preguntaba el profesor Agase, permaneciendo atento al tráfico de la ciudad, pero también mirando de reojo a la niña.
- Eso, ¿qué vas a hacer ahora, detective? - se unió Amuro con tono sarcástico - Nuestra situación es bastante mala, ya que han destruido el localizador y el micro que les pusiste, de modo que ya no podemos seguirles. Y encima, ahora te pueden descubrir, ya que tienen en su poder el chicle con el que lo pegaste en el asiento. Solo tienen que analizarlo.
- ¡E-eso es...! - Agase se giró a mirarla muy asustado.
Irene abrió los ojos despacio.
- Tranquilos... No deje marcas de dientes, y todo cuanto descubrirán por medio de la saliva será mi grupo sanguíneo... Además, borré todas las huellas del coche.
Agase suspiró de alivio, y Amuro volvió a cruzarse de brazos y a adoptar una actitud indiferente. No lo quería reconocer, pero estaba impresionado.
- Entonces, sugiero que tomemos una calle perpendicular a la tomada por su coche. Ir en su misma dirección puede resultar peligroso. - apuntó el rubio.
Irene volvió a ponerse las gafas, y asintió. Hubiera deseado haber podido descubrir algo más, como dónde se escondían por ejemplo... Pero puede que no todo fuera tan malo. Había algo que aún se podía hacer.
- Si, estoy de acuerdo, detendremos la persecución... Pero esto aún no se ha terminado.
- ¿Qué?
- El Hotel Haido... Esos tipos van a reunirse allí con ese tal Pisco para asesinar a alguien... - susurró Irene, y se giró a mirarle. Amuro sintió un pequeño escalofrío recorrer su espalda, había algo en la mirada de la detective que no le hizo presagiar nada bueno - Así que pienso ir allí e impedir el crimen.
El silencio que se posó entre los ocupantes del escarabajo amarillo era tal, que casi podía tocarse. Los ojos del niño se abrieron de par en par, sorprendido por lo que acababa de oír. Aquello era lo más insensato que había escuchado nunca.
- ¿¡Acaso te volviste loca!? ¿¡Qué esperas conseguir metiéndote en un sitio tan peligroso!? - el cuerpo de Amuro se inclinó hacia delante, y sus manos se agarraron con fuerza al asiento delantero.
- Sabía que pensarías algo así... - la niña le miró con seriedad - Por eso no iba a pedirte que me acompañaras, es demasiado arriesgado. Aunque seas un niño ahora, seguramente te reconocerán con facilidad por tu tono de piel y tu pelo... Me esperaras en el coche con el profesor.
Amuro apretó los labios, volviendo a echarse hacia atrás en su asiento.
- Diga lo que diga vas a ir... ¿Verdad?
- Si... - afirmó la niña, suspirando - Porque en el peor de los casos, volveré con una muestra del famoso veneno.
- ¿El famoso veneno?
- El APTX 4869... el veneno que nos encogió a los dos. Cuando Gin hablo por teléfono con ese tal Pisco, le dijo... "¡Si es necesario recurre al famoso veneno!"
Por segunda vez en aquella tarde, los ojos de Amuro se abrieron de par en par por la sorpresa.
- Si, exacto... Era Bourbon... - hablaba Gin por teléfono con su enlace. - Parece que el traidor viene derechito a nosotros... Es muy probable que asome su nariz entrometida por el lugar de la cita, estate atento.
Tras descubrir el localizador y el micro que habían dejado bajo el asiento del conductor, Gin había conducido durante un rato su porsche por carreteras aleatorias de la ciudad sin tener un destino fijo, principalmente porque si estaban siendo monitorizados no podían arriesgarse a llevar a su enemigo hasta ninguno de los escondites de la organización, y también para confirmar que además no les estuviesen siguiendo. Finalmente, habían detenido el coche en una carretera en el extrarradio, y tanto él como Vodka habían abandonado el vehículo rápidamente.
El albino se apoyó en la puerta del coche mientras hablaba, y se giró a mirar a su compañero. Armado con una linterna, Vodka revisaba en ese momento meticulosamente cada centímetro del coche, desde los faros delanteros hasta las ruedas, sin olvidar la zona inferior de la carrocería. Una serie de excusas por parte de la persona con la que hablaba por el móvil hizo que Gin volviera su atención a la conversación.
- Si no conoces su cara, busca en nuestros archivos informáticos, tienes toda la información relacionada con él. Nosotros vamos a comprobar que no nos han colocado más escuchas ni localizadores, y ahora iremos para allá. En cuanto le atrapes, tráelo para que podamos ver su cara. - la pregunta que le hizo su enlace a continuación, provocó que sus ojos brillaran con frialdad cuando respondió - Por supuesto, no hay problema... Puedes traer sólo su cabeza.
Tras terminar la llamada, Gin guardó el móvil en el bolsillo de su abrigo, y levantó la cabeza. Estaba empezando a nevar con fuerza de nuevo. El hombre dejó que los copos que revoloteaban en el aire cayeran sobre su rostro, mientras el aire frío se filtraba entre sus cabellos y los agitaba. El invierno era su estación favorita del año sin duda. Siempre le había fascinado la nieve, como lucía tan hermosa y pura con ese color blanco que poseía, y como a la vez si te confiabas podía llegar a ser la más fría y despiadada de las asesinas...
- Jefe... - le sacó Vodka de sus pensamientos - ¿Está seguro de que ese tipo aparecerá?
- Sí... No podrá evitarlo, aún cuando sepa que lo estamos esperando... Y aunque no aparezca, por lo menos ya sabemos que se encuentra en Beika. En cuanto descubramos su escondite, atraparle será un juego de niños. - Gin extendió la mano para dejar que un copo de nieve cayera sobre ella, lo contempló unos segundos, y a continuación lo estrujó hasta derretirlo. Su sonrisa era la de un maníaco - Nadie traiciona a la organización, y escapa con vida.
Vodka sonrió también. No es que hubiese tenido mucha relación con Bourbon en el pasado, en realidad sólo había coincidido con él en un par de ocasiones. Pero aún así, si había sido lo suficientemente idiota como para traicionar a la organización, Vodka desde luego sería el último en sentir su muerte. Abrió el maletero del coche, y se volcó en la tarea de seguir buscando posibles micrófonos y localizadores que hubieran podido ser colocados.
El reloj que había en la recepción del Hotel Haido marcaba las 17:45 horas en el momento en que dos pequeñas figuras entraron corriendo al edificio y se ocultaron tras una gran columna de hormigón, evitando a toda costa ser vistas.
Había muchas personas por el hall, e Irene se asomó despacio mientras inspeccionaba a cada una de ellas. La mayoría de los que allí se encontraban eran empresarios que se dirigían al bar del hotel, para tomar unas cuantas copas después de un día largo de trabajo o para alguna reunión de negocios probablemente. También había varias parejas con maletas que sin duda se alojaban allí, pero la niña no vio a nadie que le hiciera pensar que perteneciera a la Organización. Al parecer ni Gin y Vodka, ni el tal Pisco, habían llegado todavía. Estupendo, pensó, eso le daba más tiempo para organizar su plan de acción. Ahora debía descubrir en qué sala se iba a cometer el crimen...
Un fuerte estornudo detrás de ella la hizo saltar por lo repentino del ruido, y girarse deprisa a mirar a su compañero encogido, quien se frotaba la nariz con cara de fastidio.
- ¿No dijiste que no querías venir y que te ibas a quedar en el coche? - le preguntó algo irónica mientras apoyaba sus manos en las caderas.
- No tenía otro remedio, ya que tú estabas empeñada en enfrentarte a ellos... - le respondió Amuro con molestia, mientras se contenía otro estornudo. Si que se estaba resfriando después de todo - Además, no me gustó que indirectamente me llamaras asesino. Actúe como lo hice porque en ese momento no tenía otra opción...
- Vaaaale... - cedió la detective resignada - Pero ten cuidado, ¿de acuerdo? Seguro que sospechan que quien puso el micrófono vendrá aquí, y si llegaran a reconocerte...
Amuro parpadeó un poco, ¿se lo estaba imaginando, o la voz de la chica había sonado preocupada por él? Se lo habría imaginado seguramente, lo que la detective quería decir sin duda era que no debían saber que el veneno que ellos creían mortal también podía encoger los cuerpos. Con precaución, se asomó también a mirar el hall.
- Tranquila, dijiste que borraste las pruebas, ¿no? Fijo que están buscando entre sus muchos enemigos al responsable.
- De acuerdo, vamos allá entonces...
Saliendo de su escondite, y andando con paso firme, Irene se encaminó hacia una de las salas de eventos que el hotel disponía con Amuro pegado a ella. Justo antes de llegar a la puerta de acceso, se había situado una mesa cubierta con un mantel de lino blanco. Dos chicas que parecían azafatas se hallaban tras dicha mesa al cargo del registro de asistencia, ya que todas las personas que iban a entrar en la sala, debían inscribirse primero en el libro de firmas. A su lado, un gran cartel rezaba:
ADIÓS PÓSTUMO
AL REALIZADOR
SAKAMAKI
- ¿Estás segura de que ésta es la sala correcta? - preguntó el rubio mientras leía de pasada el cartel.
- Sí... - afirmó Irene seria, mientras se apartaba para dejar salir a 3 hombres y sujetaba la puerta para que no se cerrase - Gin habló de una fiesta de despedida... El objetivo de Pisco tiene que estar aquí...
Irene miró a Amuro, y el niño asintió con la cabeza indicándola que estaba listo. La pequeña detective tomó aire y entró en la habitación.
Aunque aquella era una fiesta póstuma, era fácil ver que muchas de las personas que allí se encontraban habían acudido por cumplir, ya que el sonido de las diversas conversaciones cruzadas que se estaban dando llenaba el aire, haciendo que el ambiente más que triste fuese animado. Mesas dispersas se habían colocado aquí y allá, repartiéndose por toda la sala, pudiendo encontrarse en ellas una amplia selección de aperitivos y dulces variados, y los camareros se movían entre los grupos asegurándose de que en ningún momento les faltase una copa llena en la mano.
Irene se movía entre aquellas personas con precaución, atenta a cualquier indicio que le diera la pista sobre quién entre los allí reunidos podía ser Pisco. Pero en esta ocasión, saber que todos los miembros de la organización solían ir de negro, no era una ayuda. Al ser obligatorio vestir de un respetuoso luto por el fallecido, todos los presentes llevaban ropas de dicho color, lo que hacia bastante imposible identificarle entre todos ellos. Amuro por su parte se hallaba abrumado, mientras miraba a todos los que le rodeaban con suspicacia, como si cada uno de ellos fuera un potencial enemigo que le estaba acechando, esperando para atacarle en cualquier momento. Ahora más que nunca estaba consciente de la desventaja que le suponía su infantil cuerpo para defenderse, y se preguntaba cómo su compañera podía estar tan tranquila tras meterse así en la boca del lobo...
No se había dado cuenta de que su cuerpo estaba en tensión, ni la expresión que estaba haciendo, hasta que una mano sobre su hombro le hizo saltar, sobresaltandole. Se volvió rápidamente, y vio que había sido una chica joven, por el uniforme que llevaba seguramente una de las azafatas encargadas del acto de aquella noche. Un ligero temblor le sacudió el cuerpo, se había acercado por detrás a él y no lo había percibido, una prueba más de que sus capacidades se habían visto afectadas por el encogimiento. La chica le sonrió con dulzura, y se notaba que su voz intentaba ser lo más amable posible.
- ¿Te pasa algo pequeño? ¿Te has perdido? - le preguntó, mientras miraba a alrededor y su vista se posaba en Irene también. Aquello le pareció demasiado extraño, y torció un poco el gesto - ¿Habéis venido con vuestros padres?
- A-ah, yo... - tartamudeo nervioso el chico. Demonios, ¿qué le sucedía? Para su suerte, Irene se había dado cuenta de que ya no la seguía y al girarse había visto la situación en la que estaba, acudiendo en su rescate.
- Sí... Les estamos buscando... - afirmó muy segura la niña. Amuro bajó los ojos, ¿desde cuándo se había vuelto tan inseguro y tan asustadizo? Irene le tomó de la mano, y empezó a arrastrarlo hacia la otra punta del salón, mientras exclamaba muy alegre - ¡Vamos Hiro, les he visto allí!
Solo cuando se habían mezclado entre la multitud de nuevo, de modo que dejaron de estar a la vista de aquella chica, Irene soltó la mano del rubio y le encaró molesta.
- ¿Pero qué te pasa? ¡Disimula un poco! Tú fuiste el que quiso venir... ¿O no?
- Si, perdona... - Amuro suspiró con pesadez, mientras se frotaba la nuca - No te estoy ayudando en absoluto. Quizás hubiera sido mejor que no hubiese venido... Porque si me descubren, no podré hacer nada para defenderme con este cuerpo infantil, y a ti te estaría poniendo en un grave peligro...
Irene le miró a los ojos, y por primera vez desde que le había conocido, sintió que a pesar de todas las murallas que pudiera levantar a su alrededor, y su actitud impasible, ella y Amuro estaban en igualdad de condiciones. Seguramente el chico se sentía perdido, inmerso en una situación irreal totalmente (porque ¿quién se creería que una droga hacia encoger?), y con la amenaza añadida de una horrible muerte rondando sobre su cabeza. Ella afortunadamente había tenido a Shinichi a su lado, pero él estaba solo. Una sonrisa se dibujó en sus labios, quitándose la gorra que le había regalado la chica de la pastelería aquella tarde, para colocarla sobre los cabellos rubios de su compañero. El niño la miró muy sorprendido por el gesto.
- Hay que disfrazarte, así no te reconocerá nadie - le dijo con voz cantarina, para quitarse a continuación las gafas y tenderselas - Y ponte también las gafas...
- ¿Uh? ¿Las gafas también? - se extrañó Amuro, mientras se colocaba la gorra de modo que le ocultase su pelo rubio.
- Si. Alguien me dijo una vez que si a Clark Kent le funcionaba el truco...
- Vaya... Así que ahora soy Superman... - se rió divertido Amuro a la vez que tomaba las lentes de mano de la detective.
La risa de Irene por su comentario hizo que su mejillas se tiñeran de rosa, y que algo saltara en su estómago. Realmente ella era linda... Un momento, un momento, ¿por qué pensaba ahora en eso? No debía distraerse con frivolidades como aquella.
- Gracias, supongo que esto es mejor esto que nada... - dijo con tono que pretendía ser indiferente, mientras se ajustaba las gafas pero sin dejar de observar a Irene de reojo.
- Conforme entonces - a pesar del tono del rubio, Irene no iba a dejar que aquella la desanimase en su nuevo propósito de acercarse al niño, así que le dedicó una sonrisa espontánea antes de volver a la investigación.
Era la primera vez que le sonreía así, con tanta calidez, y Amuro sintió que si no se mantenía firme, dejaría todo de lado y haría lo que fuera porque no le dejara de sonreír nunca.
#######
Hola a todos!
Quizás este capítulo ha quedado algo corto... Pero me he dado cuenta de que próximamente voy a estar ocupada con temas personales, y que la publicación iba a retrasarse muuuucho si continuaba hasta donde tenía pensado cortarlo 🙄
Así que para que la espera no se os haga muy larga, aquí os dejo un pequeño aperitivo para crear expectación jeje
Me gustaría mucho saber si os está gustando como estoy enfocando este caso, y como están actuando los personajes, o si pensáis que debería hacerlo de otro modo.
Os deseo una buena mañana, tarde y/o noche.
See you 🌹
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top