~ 15 ~

Dedicado a melgamonster que en uno de sus comentarios en capítulos anteriores me dio una idea a usar en éste.

Por eso me gusta que comenten, a veces me ayudan mucho jejeje

- ¿Desde cuando te has vuelto un friki de los misterios? Sólo porque has intervenido en un par de casos, ¿ya te crees el nuevo Sherlock Holmes contemporáneo? - protestó Sonoko, llevando sus manos a la cadera. Se hallaba en el marco de entrada de la que había sido la agencia de detectives de Kogoro Mouri.

- No han sido un par casos... han sido unos 5 en ésta semana - la contestó Shinichi sin mirarla, mientras seguía con la clasificación de los antiguos archivos de Kogoro.

Mientras, Irene quitaba las viejas sábanas que cubrían los muebles, levantando nubes de polvo. Sonoko emitió un bufido despectivo.

Shinichi suspiró con paciencia. En los últimos días, él e Irene sin quererlo se habían visto involucrados en algunos casos en los que se había cometido un asesinato: en un restaurante al que habían acudido a cenar, uno de los presentes fue envenenado por su exnovia. En otra ocasión, Shinichi se  había visto obligado a acompañar a la Liga Juvenil de Detectives a un catering de pasteles, en el que la dueña de la marca de dulces había sido asesinada por su socio... En todos ellos, Irene había usado el modificador de voz, para aparentar ante todo el mundo y la policía, que era Shinichi quien estaba resolviendo el misterio.

Por su parte, Shinichi había resuelto, sin la ayuda de su amiga, el caso del misterioso fantasma nocturno del instituto, que había resultado ser un alumno de otra clase intentando asustar a un grupo de matones que habían causado con su acoso el suicidio de su amigo, al no poder soportar más el bulling al que era sometido. Por ello, todo el instituto Teitan hablaba del nuevo detective - estudiante que se había dado a conocer.

Y que el chico fuera tan popular ahora, irritaba a Sonoko, que siempre buscaba una excusa para molestar a Shinichi.

- Además, - continuó Sonoko con sus protestas - no puedo creer que Ran te haya dado permiso para que uses el despacho de su padre, y montes tu "Agencia de Detectives Kudo"...

- Ya sabes que ella ha tenido que irse fuera de la ciudad por un caso, y me pidió que le hiciera el favor de limpiar y ordenar por aquí. Y no es mi "agencia". Es de su familia, yo sólo se la voy a mantener hasta que vuelva. - explicó el chico, ya cansado de las quejas de su compañera.

- Esa es otra. ¿Se marcha fuera de la ciudad, y no se lo dice a su mejor amiga? ¿Por qué me hace eso? - dramatizó la castaña.

En este punto de la conversación, Shinichi e Irene intercambiaron miradas. Habían decidido que era muy difícil continuar prolongando la mentira con respecto a la supuesta enfermedad de Ran. Era más creíble, dado que todos sabían de la afición de la detective por los casos, decir que se hallaba investigando uno tan complicado, que se había visto obligada a marcharse un tiempo.

- Sonoko - neechan - decidió Irene interrumpir - ¿para qué has venido?

- Pues porque ya que Kudo a resultado ser un gran investigador... - ironizó Sonoko mirando a Shinichi y acercándose a él - Veremos si su talento sirve para algo en ésta ocasión. Supongo que habrás oído hablar del ladrón 1412...

- ¿Y ése quién es?

- ¿No lo sabes? Todo el mundo habla de él últimamente. ¿Y te llamas a ti mismo detective? - se burló Sonoko. Shinichi sólo la miro levantando una ceja, no iba a caer en su provocación - Es un ladrón... o una ladrona no se sabe bien, que lleva algún tiempo actuando. Parece que está especializado en joyas, el FBI, la CIA y la Interpol están tras él... el 1412 es el número con el que le identifican.

- ¿Eh? pero eso ¿no es información secreta? - se sorprendió Irene, acercándose a los dos chicos.

- Si, pero hubo una filtración y ahora es conocido por todos. El museo Beika organiza una exposición con algunas de las piezas de arte más famosas del mundo. Mi padre ha cedido una de las joyas familiares más importantes, la Black Star. Y al parecer el 1412 está interesado en ella. Le envió una nota ésta mañana a mi padre. Es ésta.

Sonoko colocó la nota encima de la mesa del escritorio. Irene y Shinichi se inclinaron para leerla. La pequeña detective sonrió, sería interesante conocer a ese ladrón después de todo.

Al día siguiente, Shinichi e Irene se reunieron con Sonoko en el museo Beika. La chica había conseguido convencer al señor Suzuki que permitiera a Shinichi echar una ojeada por los alrededores, y así tener otra opinión además de la de la policía.

Mientras avanzaban hacia la sala de exposición, observaron el gran despliegue policial que se había organizado: helicópteros sobrevolando el museo, agentes antidisturbios por la calle, numerosos agentes recorriendo las salas...

- Con todos estos policías, no creo que yo sea muy necesario para arrestar a ese ladrón... - comentó Shinichi, poco convencido de su presencia allí.

- Pero es que yo no quiero que solo lo arrestes, bobo. Quiero estar contigo para poder verle la cara.

- ¿V-verle la cara?

- ¡Si! Nadie sabe cómo es físicamente... yo estoy segura de que es un hombre en realidad... Si, un hombre apuesto, y guapo... con una sonrisa perfecta - Sonoko estaba empezando a dejarse llevar por sus fantasías - ¿No sería genial confirmarlo?

- No, realmente - una gota de sudor se deslizó por la cara de Shinichi. Cuando Sonoko empezaba a fantasear con su ideal de hombre, se subía a una nube de color rosa de la que era muy difícil bajarla.

Irene mientras tanto, continuaba dándole vueltas al mensaje del ladrón. No terminaba de encontrarle sentido y eso la estaba volviendo loca.

El señor Suzuki les esperaba junto a la vitrina que contenía la Black Star. Era una gran perla negra, engarzada en un elegante collar. A su lado, un hombre de unos 49 años y de aspecto enérgico daba ordenes a los oficiales.

- ¡El río! - gritaba en ese momento a un grupo de 8 policías - ¡Seguro que el ladrón 1412 tratará de llegar al museo por el río Teimutzu! ¡Cubrir las dos orillas!

- ¿Quién es él? - preguntó Shinichi.

- El superintendente de la central de investigación, Shintaro Chaki - le respondió el señor Suzuki - como en la nota no se específica la hora, lleva desde el medio día movilizando a sus hombres como precaución.

- ¿Por qué está tan seguro que vendrá por el río? - preguntó Irene con tono infantil.

- Porque en la nota decía "vendré a través de las olas". Y el río es lo único cercano con agua y olas. Es obvio. - concluyó el superintendente con tono de superioridad.

A continuación se marchó para organizar a los hombres que quería en el río, preguntando a su vez por un inspector que no se había presentado. Shinichi miró a Irene que permanecía pensativa.

- Me da que a ti ese razonamiento no te convence - la susurró.

- No creo que sea tan fácil... Pero sigo sin tenerlo claro.

- Tranquila. Llevas desde ayer dándole vueltas. Date una pausa...

- ¿Una pausa...? Espera... Puede ser...

La pequeña corrió a la ventana y se puso a consultar su reloj.

- ¿Qué haces? - le preguntó Shinichi, yendo con ella.

- Calcular nuestra posición...

- Ah, ese truco nos lo enseñó mi padre cuando éramos niños. La aguja pequeña se apunta al sol, y el sur queda en el espacio entre la aguja pequeña y el 12.

- Si... El sur es la 1, y el sudoeste es las 2:30... ¡Lo tengo!

Eran las 11 de la noche, cuando la puerta de la mansión Kudo se abrió y Shinichi junto a Irene salieron a la entrada.

- ¿Entonces, quedamos de acuerdo? - le preguntó la niña a su amigo.

- Si. Esperaré tu señal. ¿Seguro que quieres ir sola?

- Quiero ver su cara primero, cuando sepa que su clave fue resuelta. ¿Miraste los archivos de tu padre al final? - preguntó Irene al ver que Shinichi llevaba una hoja en la mano.

- Si. Había un expediente dedicado al ladrón 1412. Al parecer, apareció por primera vez hace 18 años en París. Durante diez años estuvo robando joyas y obras de arte. Pero hace 8 años desapareció, creyéndose que había muerto. Recientemente ha vuelto a la acción.

- Hum, entonces no es alguien joven.¿Algo más? - preguntó Irene, tomando la hoja.

- Bueno, le llaman el Arsenio Lupin de este siglo, y el Mago de Luz de Luna... pero después de que un escritor hiciera un juego visual con el número secreto, el alias con que se le conoce desde entonces es...

- Kaito Kid... - leyó Irene.

- Exacto. - ambos chicos se quedaron mirándose unos segundos. Como si la sola mención de ese nombre, invocara a alguien que podría cambiar sus vidas - Ten mucho cuidado, ¿vale?.

- Lo tendré.

Las calles se hallaban desiertas mientras una pequeña figura corría entre las sombras de la noche.

- "Con lo de la luna separa a dos se refería al momento en que la luna está entre el sol y el satélite de comunicaciones japonés. Lo que 'pausa' la emisión durante unas horas. Con lo de las olas, se refería a las ondas que viajan desde el satélite, es decir, que seguirá el recorrido de las ondas. Desde el museo Beika solo hay un edificio que se encuentre en la trayectoria..."

Sin aliento, la pequeña detective se detuvo delante del hotel Haido.

Un coche estaba estacionado delante de la entrada del hotel. En su interior, dos hombres permanecían a la espera.

- Inspector, mire a esa niña...

- Ignorarla... No es nuestro objetivo. Además, ningún adulto puede disfrazarse tan perfecta de niña.

Sin perder tiempo, Irene subió a lo alto de la azotea del hotel. Nada más abrir la puerta, el aire nocturno le dio en el rostro, y agitó sus cabellos con suavidad.

Con precaución, miró a su alrededor, pero todo permanecía tranquilo. Estaba sóla. Con pasos prudentes avanzó hacia el centro de la azotea, y colocó un bote con un cohete que llevaba preparado entre sus ropas. Una sonrisa satisfecha se dibujó en sus labios. Ahora debía esperar.

Se acercó a la barandilla y contempló el paisaje. La vista era realmente hermosa, tenía que venir alguna vez con Shinichi. A cierta distancia vio el museo Beika, y como varios helicópteros lo sobrevolaban.

Una vibración en su bolsillo la sorprendió. Tomó su móvil y respondió a la llamada.

- Ey, Shinichi, ¿todo en orden?

- Si, me ha costado un poco convencer a la policía, pero gracias al padre de Sonoko que me conoce a sido todo más fácil. ¿Qué tal por ahí?

- En calma. Realmente me sorprendería que apareciera...

Un ruido a su espalda la hizo girarse, y sus ojos se abrieron por la sorpresa.

Una figura vestida de blanco había aparecido como de la nada, posándose a su espalda. El viento de la noche agitaba la capa que llevaba, echándola hacia atrás.  Silenciosamente aquella persona observó a la detective, y lentamente una sonrisa audaz se dibujó en su semblante, como si supiera algo que nadie más sabía.

El silencio que se había formado fue interrumpido por la voz de Shinichi saliendo del móvil que Irene aún llevaba en la mano.

- Oe, ¿qué sucede? ¿Ran?

Sin responderle, Irene cortó la llamada y volvió a guardar el móvil. Su atención estaba centrada en contemplar y analizar a aquella persona, que lentamente había comenzado a acercarse.

- "Capa, sombrero de copa... Muy elegante supongo. Ésta a contraluz y lleva un monóculo, no puedo verle bien la cara... Pero estoy segura de que es un hombre, y muy joven. ¿30 años? ¿20? No. Aún más joven..."

El ladrón llamado Kaito Kid se detuvo a unos metros de ella, aún contemplando a Irene. Entonces hizo algo que pilló completamente de improviso a la niña.

Se arrodilló delante de ella, y tomando su mano, se la besó.

- Buenas noches, señorita - su voz era pausada, y con cierto tono coqueto - ¿Qué haces aquí...?

Las mejillas de Irene se tiñeron de rosa ante el gesto, y por unos segundos su mente se quedó en blanco sin poder reaccionar.

Pero en seguida se recompuso, y soltándose del agarre de Kid, se volvió hacia el cohete que había traído y lo encendió.

Un destello de luz rojo y dorado iluminó el oscuro cielo tras la explosión.

- ¡Fuegos artificiales! - exclamó la pequeña con un tono de voz inocente y feliz.

No muy lejos de allí, en el museo Beika, todos los agentes de policía observaban sorprendidos la luz que había iluminado el cielo.

- ¿Qué ha sido eso exactamente? - exigió saber el superintendente Chaki.

- Vino del hotel Haido, superintendente - le contestó desde uno de los helicópteros una voz juvenil - nos acercaremos para ver si es la señal que esperábamos...

- Grrr está bien... "sino fuera porque el señor Suzuki lo había pedido, ese mocoso no estaría en ese momento ahí".

En la azotea, Irene y Kid contemplaban como la luz del cohete iba apagándose, y era sustituída por la luz del foco de uno de los helicópteros acercándose.

- Ah Lele... Eso de allí es un helicóptero... ¡Siii! Mira, mira. Y nos ha visto... - Irene empleaba un tono jovial, como si realmente fuera una niña que abre por primera vez la puerta del salón el día de navidad y se encuentra los regalos.

Una sombra de sospecha cruzó por unos segundos el rostro de Kid, para posteriormente dibujarse una amplia sonrisa en sus labios.

- Pequeña... Tú no eres una cría normal - afirmó el ladrón.

Irene se dio cuenta de que era momento de dejar de demostrar inocencia.

- Me llamo Irene Kudo... Detective.

- Ooh

- ¿No deberías huir, Kaito Kid? Sino, te atrapará el helicóptero...

Kid pareció meditar el paso que iba a dar a continuación. Aprovechando su aparente confusión, Irene preparó el reloj anestesiante a su espalda.

- "Gracias a Shinichi que trae los helicópteros de la policía, tengo una oportunidad para lanzarle el dardo anestesiante... en cuanto se dé la vuelta para huir".

Pero para sorpresa de Irene, huir no estaba en los planes de Kid. Tras hurgar unos momentos en su chaqueta, sacó una emisora de radio y comenzó a aclararse la garganta. La niña pestañeó un par de veces intentando comprender qué sucedía, y se quedó paralizada con lo que sucedió a continuación.

- ¡Aquí Chaki! ¡Kid el ladrón está en la azotea del hotel Haido! ¡Todas las patrullas que andan por los alrededores, y los helicópteros que sobrevuelan el lugar, diríjansen allí!

Los ojos de Irene se abrieron como platos. Era increíble. De boca de aquel chico había salido la misma voz que la del superintendente Chaki. La misma entonación... Era una imitación perfecta.

La frecuencia de la radio que había usado Kid estaba conectada a toda la policía, que confundidos por la orden, se apresuraron a cumplirla, de tal forma que el silencio de la noche fue llenado por el sonido de las sirenas de los coches patrulla y el rugir de los motores de los helicópteros.

- ¡Esperar! - gritó el verdadero Chaki - ¡Es una trampa... Yo no he dado esa orden!

El helicóptero en que iba Shinichi llegó al hotel Haido en ese momento. Rápidamente, el chico localizó a su amiga, y corroboró que estaba junto a aquel famoso Kaito Kid. En su opinión, aquel ladrón se disfrazaba con muy mal gusto para sus crímenes.

- ¡Superintendente! - corrió a informar - Es verdad que Kaito Kid está en la azotea, y es él en persona quién está dando las órdenes.

- ¿Cómo...?

Pero la demostración de sus habilidades no había terminado aún. Nuevamente, Kid carraspeó y una nueva voz salió de sus labios:

- ¡Soy Nakamori! ¡Todos los agentes que se hayan en el hotel, arriba a la azotea! ¡Que no escape!

- "In-increíble... - Irene se hallaba en estado de shock - Éste tipo es muy bueno. Es capaz de imitar muchas voces sin necesidad de ningún aparato".

Dentro del hotel, un grupo de unos 10 agentes corrían escaleras arriba tras oír las órdenes dadas. Un hombre de unos 41 años, moreno y con bigote iba delante.

- Inspector... Le oímos por radio... - comentó dudoso uno de sus hombres.

- ¡Es Kid! ¡Es capaz de imitar cualquier voz y nos está guiando hacia él! - explicó el inspector Ginzo Nakamori de la central de investigación.

Los helicópteros habían llegado ya, y rodeaban el edificio. Las luces de sus faros iluminaron a las dos figuras que permanecían en la azotea. Debido a su cercanía y la fuerza de sus hélices, el viento era mucho más fuerte y la capa de Kid revoloteaba detrás de él.

Shinichi contemplaba toda la escena desde su helicóptero. Su mente era un caos por lo que estaba sucediendo.

- "Pero... ¿por qué ha llamado a toda la policía aquí? ¿Qué...?"

- "¿Qué es lo que pretende?" - pensaba a su vez la mini detective.

Con una sonrisa, el ladrón metió las manos en los bolsillos, y miró a Irene.

- ¿Ya estás contenta... Detective? - se burló Kid.

La puerta de la azotea se abrió bruscamente, y Nakamori y sus hombres hicieron acto de presencia.

- ¡ALTO AHÍ, NO TE MUEVAS! - exigió el inspector.

- Vaya, si es el inspector Nakamori - le saludo Kid, muy poco asustado - que rápido llegó, ¿no?

- Cállate, descifre tu nota y sabía que vendrías aquí usando tu ala delta. Pero no imaginé que te desviarías por la Torre Totho y aterrizarías en la azotea. - el inspector sacó su arma y apuntó a Kid - Olvídate de la perla y ríndete.

Todos los agentes apuntaron con sus armas a Kid, imitando al inspector. Pero el ladrón mantenía una expresión en su rostro de seguridad inmutable.

- Oh, pero en realidad no pretendía robar nada ésta noche... - habló finalmente, con tono arrogante.

- ¿¡Qué dices!? - exclamó el inspector Nakamori.

- Hum ¿acaso no lo decía el principio de mi nota? Mencionaba el april fool... Es decir, todo era una broma.

Mientras hablaba, Kid tocó un botón que llevaba oculto en su traje, de tal forma que su ala delta se abrió de par en par.

Teniendo que se escapara volando, el inspector Nakamori ordenó a sus hombres que atraparan inmediatamente a Kid.

Pero el ladrón fue más rápido y arrojó al suelo una bomba de luz. Un repentino resplandor iluminó todo el lugar, cegando temporalmente a los presentes.

Irene se cubrió los ojos con el brazo, en un intento de no perder de vista a Kid. Lejos, la pequeña oyó su voz hablándole:

- ¿Acaso no lo sabes, niña?... El ladrón es un artista creativo capaz de planear robos asombrosos...

- ¿Qué...?

- ... Mientras que el detective se limita a reconstruir nuestro trabajo. Lo que le convierte en un mero crítico.

Hubo una pequeña explosión de humo y confeti en el lugar donde se hallaba el ladrón, y cuando la luz se apagó y el humo se aclaró, comprobaron que Kid había desaparecido.

- Eso es imposible... - murmuró para sí Shinichi.

Nakamori se hallaba enfadado y frustrado a partes iguales.

- ¡Helicópteros, rápido, usar los radares y rastrearlo! - ordenó a los agentes que los pilotaban.

Shinichi desde el suyo se unió a la búsqueda. Pero las señales de radar indicaron que no había nadie por los alrededores.

- Mierda - protestó el inspector cuando se lo comunicaron - Ha vuelto a escapar...

- ”¿¡Es una broma!? - pensó la detective encogida - Nadie... nadie puede desaparecer así...

Continuará...

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