~ 14 ~

- Muy bien, niños - decía en ese momento la maestra Sumiko Kobayashi, mientras se sentaba al piano - Ahora vamos a cantar todos juntos la canción que hemos aprendido hoy.

- ¡Si! - exclamaron todos los menores felices, mientras se levantaban de sus asientos.

Al compás de las notas del piano, el coro de voces infantiles cantaron alegremente aquella bonita melodía. Bueno, no todos se hallaban alegres.

Aquella situación para Ran era bastante deprimente. Ella era una adolescente de 17 años al fin y al cabo. Tenía que estar en su último año de secundaria, no fingiendo ser una escolar que no sabe la tabla de multiplicar del 9.

Pero era una de las condiciones que había impuesto su amigo para aceptar convertirse en un detective.

*Flashback*

Después de firmar algunos papeles que faltaban para terminar de oficializar la matricula en la escuela primaria Teitan para Irene, Shinichi la llevaba cogida de la mano, como haría con una niña pequeña, mientras recorrían el camino hasta su nueva clase.

La detective encogida no estaba de acuerdo con tener que acudir a partir de ese momento a primaria, y prácticamente desde que habían dejado el despacho del director, no había hecho más que suspirar resignada. Shinichi sabía que le iba a costar adaptarse a la situación.

- Ey - Shinichi se paró, agachándose para ponerse a su altura y mirarla a los ojos - Te he prometido que seré un buen detective y daré con esos hombres. Tú has prometido, a cambio, comportarte como una niña pequeña normal. Y vamos a cumplir los dos éste pacto, ¿verdad?

- Síii - Irene sabía que Shinichi tenía razón.

- Así me gusta - el nuevo detective le regaló una sonrisa tierna que hizo ruborizar a la niña - Antes de que se me olvide, el profesor Agasa me dio esto para tí anoche. Vino después de que te fueras a dormir.

De su mochila, Shinichi sacó un pequeño objeto que le mostró a Irene. Era un reloj de pulsera. Tanto la correa como la esfera presentaba un tono rosado. Tenía un pequeño dibujo de un corazón.

- Es... Es muy bonito - Irene lo cogió y lo observó - pero no necesito otro reloj.

- Éste no es un reloj normal. Si aprietas éste botón lateral se levanta parte del cristal de la esfera y se convierte en una diana, y con éste otro de debajo dispara un dardo anestesiante que puede ayudarte a defenderte o a atacar. Además, si aprietas dos veces seguidas el botón del otro lado, se convierte en linterna.

- Wow, eso es genial.

La pequeña se puso el nuevo reloj y lo estuvo observando.

- El profesor ya lleva dos inventos que funcionan... Parece que esté en racha - comento en voz alta mientras presionaba el botón que hacía levantarse el cristal.

- Si. Mira, a mi me ha dado otro.

Shinichi le enseñó a Ran su reloj. Era parecido al de ella, solo que en tonos azules y con el dibujo de una pipa, del estilo de Sherlock Holmes.

- Agasa los ha llamado "equipamiento para detectives".

La niña se quedó un momento sería y después con una sonrisa le dijo a su amigo:

- ¿Vendrás a las reuniones de familiares?

- Por supuesto, y espero que seas buena y aplicada en tus notas.

*Fin Flashback*

Irene suspiró, mientras se unía con su vocecilla infantil al coro y desviaba los ojos hacia la ventana.

- "En fin, por ahora no hay nada que yo pueda hacer"

En el exterior, los primeras hojas comenzaban a caer. Llegaba el otoño.

Las clases habían terminado por ese día, e Irene caminaba despacio por la calle de vuelta a casa. Shinichi tenía entrenamiento, de modo que estaría ella sola. Tal vez se entretuviera leyendo algún libro de la biblioteca de su amigo hasta que él llegase.

En eso, oyó una voz que la llamaba a su espalda. Al volverse, vio que 3 de sus nuevos compañeros de clase se le acercaban corriendo, haciéndola señas.

El trio se componía de una niña de pelo castaño, peinada con una diadema y expresión dulce que respondía por el nombre de Ayumi Yoshida.

Detrás de ella, venía un chico delgado, castaño y con muchas pecas en sus mejillas, que se llamaba Mitsuhiko Tsubaraya. Y junto a él, un segundo chico alto y de aspecto grueso, llamado Genta Kojima.

Por lo que había observado la detective, los tres amigos eran inseparables e iban siempre juntos a todas partes. De hecho, podía apostar que Mitsuhiko y Genta tenían algún interés amoroso por Ayumi, de modo que la niña casi siempre conseguía que sus dos amigos hicieran todo lo que ella quisiera.

Desde el primer día que llegó a la clase, Ayumi había intentado que Irene se uniese al grupo, ya que aquella niña de nombre y modos tan peculiares despertaba su curiosidad. Quería saber más de ella y ser su amiga. Pero por algún motivo, hasta ahora no lo había conseguido.

Ese día lo tenía todo planeado y aquel encuentro "casual", era el primer paso.

- Irene, ¿a dónde vas? ¿Te vas ya a tu casa? - la preguntó Ayumi.

- S-si... - dudo la pequeña encogida. Ayumi tenía un brillo extraño en la mirada que no la hacia presagiar nada bueno.

- Te acompañaremos. Podemos comprar la merienda por el camino. - declaró Genta muy dispuesto.

- Genta, tú siempre pensando en lo mismo - le regañó Mitsuhiko. En realidad, él consideraba a Irene una niña muy linda, y también deseaba conocerla más.

Aunque Irene les dijo que no era necesario, no parecía que estuvieran dispuestos a dejarla sola. La detective se resignó a que la siguiesen, y de ese modo Ayumi caminó al lado de Irene y los chicos se pusieron detrás de ellas, peleándose aún por temas de comida.

Ayumi miraba de reojo a Irene, pensando cómo podía empezar una conversación con ella, ya que la niña siempre parecía tener una actitud sería y algo adulta.

- Oye, Irene... - empezó a decir - ¿Vives con tus padres?

- No. Mi padre murió, y mi madre está en el extranjero.

- Vaya, es una pena - comentó Mitsuhiko, finalmente había dejado su discusión con Genta y prestaba atención a la conversación - Entonces, ¿Dónde vives?

- En casa de mis tíos. Aunque ellos también están en el extranjero ahora mismo, así que es mi primo quien está cuidando de mí... - un tono rojizo se posó en sus mejillas al pensar que estaba viviendo con Shinichi, los dos completamente solos.

- Debe ser una buena persona. Se nota que le quieres mucho - afirmó Ayumi, sin percartarse de que el rubor de Irene se debía a otro motivo.

- Ah, no... N-no es que le quiera... O-o sea, si que le quiero porque es mi primo... - la adolescente encogida se puso nerviosa por si sus sentimientos se habían hecho muy notables.

- ¡Mirar, mirar! Allí está ese hombre tan tonto que os decía antes - interrumpió Genta.

Los 3 niños desviaron la mirada hacia donde señalaba su compañero. Un poco más adelante de donde ellos se encontraban, un hombre con aspecto muy humilde se hallaba sentado en la puerta de una cafetería. Un cestito se encontraba a sus pies, con algunas monedas sueltas, lo que le distinguía como un claro mendigo.

- Pobre hombre - dijo Ayumi con mucha lastima - No debe tener dónde ir...

- Quizás perdió su trabajo o algo así, y ahora pide dinero a la gente en la calle - apuntó Irene.

- Pues no es muy listo haciéndolo. - se rió Genta - La gente le ofrece monedas, y él sólo acepta de 1 yen. Da igual que le ofrezcan hasta 10 yenes, siempre los rechaza.

- Eso es ridículo, ¿por qué iba a hacer eso? Así nunca conseguirá demasiado dinero - cuestionó Mitsuhiko

- Ahora lo veréis. Tengo aquí una moneda de 5 yenes, veréis como me la rechaza.

Y sin dudar, Genta corrió para darle aquella moneda al mendigo. Mitsuhiko y Ayumi fueron detrás de él.

Irene se sonrió mientras les seguía. Había entendido la estrategia de aquel hombre. En realidad, era muy listo. Si siempre elegía la moneda de menor valor, se aseguraba de crearse una leyenda y de que muchos se le acercasen a probar, como iba a hacer Genta. De ese modo, siempre acabaría el día con dinero en el bolsillo.

De repente, un hombre salió corriendo de un callejón lateral, chocando y tirando al suelo a Ayumi que en ese momento pasaba por delante. La niña protestó por el golpe contra el suelo.

- Ayumi, ¿estás bien? - le preguntó Irene acercándose y buscando con la mirada a quien la había tirado. Pero ya se había perdido entre la gente que circulaba por la acera.

- Si - respondió la niña levantándose.

- Que maleducado, podía haberse disculpado - refunfuñó Mitsuhiko acercándose también junto a Genta.

Irene se asomó al callejón de dónde había surgido tan repentinamente.

- Puede que no quisiera perder el tiempo - dijo muy seria Irene.

Los tres niños se pusieron detrás de ella y miraron también. Una expresión de horror se dibujó en sus rostros.

En el callejón había un hombre tirado en el suelo, muerto. Había sido apuñalado.

El detective Takagi llegó unos minutos más tarde al escenario del crimen. Los agentes forenses ya estaban allí y se hallaban tomando imágenes y reconociendo la zona en busca de pruebas.

- Varón de unos 40 años. El arma homicida fue un cuchillo de unos 30 cm de largo, con el borde dentado, detective. - le explicó uno de los agentes - Le atravesó el pulmón izquierdo lo que le provocó encharcamiento y fallo respiratorio.

- Entiendo. ¿Quién encontró el cuerpo? - preguntó Takagi, mientras sacaba su libreta y apuntaba la información.

- Aquellos niños de allí.

Takagi se giró y, entre la gente que miraba curiosa, vio a un grupo formado por una niña y 2 niños. No tendrían más de 7 años. Se acercó a ellos.

- Hola - les sonrió amable - ¿Vosotros fuisteis los que llamasteis a la policía?

- Si, fuimos nosotros - le respondió Mitsuhiko

- Contarme entonces lo que visteis.

- Un hombre salió corriendo del callejón y chocó conmigo tirandome al suelo. Aunque no le pude ver la cara - explicó Ayumi - Entonces Irene se asomó, y encontró a ese hombre muerto...

- ¿Irene? - aquel nombre sorprendió a Takagi, no era muy corriente.

- Si, ella - apuntó Genta señalando hacia un lugar.

Takagi miró y vio a una niña de pelo castaño y gafas agachada mientras observaba el cadáver. Su expresión era de completa concentración. Curiosamente, sintió que aquella mirada ya se la había visto a alguien más antes.

- Oye ¿Qué haces? Éste no es sitio para niños - exclamó yendo a por Irene y apartándola del cuerpo.

- Detective Takagi, fíjese, no presenta signos de lucha, eso quiere decir que conocía a su atacante.

- ¿Eh? ¿Cómo sabes mi nombre, pequeña? ¿Quién eres tú?

- Ah, y-yo me llamo Irene Kudo. Shinichi-niichan y Ran-neechan me han hablado mucho de ti.

- Oh, ya veo. Eres familiar de Kudo. "Desde luego, ¿cómo le pueden hablar a una niña pequeña de crímenes?" - agregó en sus pensamientos.

- Takagi - le llamó una mujer de pelo corto y moreno mientras se acercaba -  ¿Qué haces?

- Ya voy.

- Detective Takagi, ¿quién es? - Irene nunca había coincidido con aquella mujer antes.

- Es la detective Miwako Sato. Se ha unido a nuestra unidad recientemente.

- Es muy guapa. ¿Es su novia? - preguntó curioso Genta.

- ¿C-cómo se te ocurren esas cosas? C-claro que no... es una compañera y nada más.

- Se ha puesto rojo. Yo creo que si que le gusta - dijo Mitsuhiko.

- Debería pedirle salir - apuntó Ayumi.

- ¡Takagi! - le llamó exigente Sato.

- ¡A-ah si! Mirar, este no es sitio para niños pequeños. Mejor iros a jugar a otro lado, ¿de acuerdo? - y dicho eso, Takagi se fue junto a Sato.

Los niños se sintieron muy tristes al verse apartados de esa manera. Pero se dispusieron a obedecer a los adultos y a marcharse. Antes de alejarse mucho, Irene oyó a Sato decirle a Takagi:

- Mira esto. Estaba junto a la víctima. Es un libro de Sherlock Holmes. Tenía una marca en un capitulo concreto, pero está manchado con sangre de la herida. Es imposible saber qué le interesaba de ese capítulo.

¿Sherlock Holmes? ¿Qué pintaba el detective inglés en todo aquello?

Ninguno de los niños comentó nada, mientras andaban por la calle, alejándose del lugar del crimen. Irene iba pensando en lo ocurrido.

- Los adultos son siempre iguales - protestó Mitsuhiko, rompiendo el silencio - Porque somos niños nos tratan como tontos.

- Ahora que dices lo de tonto... Al final no le di la moneda a aquel mendigo - pensó Genta, mientras metía la mano del bolsillo para sacar el yen.

Una bola de papel cayó del bolsillo y Ayumi lo recogió.

- Genta se te ha caído esto - avisó a su amigo.

- Nah, no es mío. Algún sucio lo tiró al suelo y lo recogí para dejarlo en una papelera. A mi sí me han enseñado que no hay que ensuciar la calle.

Ayumi miró el papel, tenía muchos dibujos.

- Parece el esquema de un baile. Hay muñecos dibujados indicando los pasos.

Aquello sacó a Irene de sus pensamientos. Cogió la hoja de la mano de Ayumi y lo miró.

- Genta, ¿dónde lo recogiste? - le exigió saber.

- Eeeeeh.... Creo que fue después de que aquel hombre chocara con Ayumi...

- ¿Qué sucede Irene? - preguntó Ayumi al ver la mirada seria que tenía su compañera.

- Mirar esto...

Los niños se pusieron junto a ella y miraron la hoja.

Un serie de muñequitos formaban un patrón lineal. Había un número 8 y el dibujo de una joya también. Pero no entendían porque su amiga se emocionaba tanto.

- ¿Es un nuevo tipo de baile? - preguntó Genta dudoso.

- No. - Irene cada vez se sentía más emocionada, aquello era una pista importante - Estoy segura de que ésto se le cayó a la persona que chocó con Ayumi. El que mató al hombre del callejón. La policía encontró un libro de Sherlock Holmes con sangre junto al cadáver. En la novela de Conan Doyle, hay un caso en que Holmes descifra un mensaje en código formado con estos muñecos.

Los niños pusieron cara rara. Era normal que aún no hubiesen leído a Holmes, pensó la detective. El único que conocía que lo hubiera hecho a su edad, era Shinichi. Incluso ella misma tardó un par de años más en coger un libro de misterio.

- El que hizo éste - concluyó la mini detective - debió inspirarse en ese capítulo. Por eso el libro, para descifrarlo.

- Pero, ¿el 8 y la joya...? - preguntó Ayumi.

- ¿Y si significa que ésto es el mapa de un tesoro? - se emocionó Genta.

- Eso explicaría porque se pelearon esos dos hombres. Querían el mapa y se pelearon por el. Y eso acabó en uno matando al otro. - sugirió Mitsuhiko.

- ¡Entonces busquemos nosotros el tesoro! - exclamó Genta - Si lo encontramos, se lo podemos dar a la policía, y fijo que nos dan una gran recompensa.

- ¡Si, hagámoslo! - se unieron Mitsuhiko y Ayumi.

Irene dudaba que eso sucediese. Además, había que tener en cuenta que el asesino había escapado, y si realmente era un código para encontrar algo de valor, haría lo que fuera por recuperarlo.

Pero su curiosidad natural la llevaba a querer resolver aquel misterio. Así pues, centró su atención en el código que tenía entre manos.

- A ver, a ver... - Genta le quitó la hoja a Irene de las manos - Hay que buscar en una academia de baile.

- ¿Y eso por qué? - se extrañó Ayumi.

- Está claro. Están bailando, habrá que buscar dónde se enseña a bailar.

- Mira que eres burro - le regañó Mitsuhiko - Irene ha dicho que salían en un libro de Conan Doyle, así que habrá que ir a una librería a buscar uno.

Irene intentó hacer memoria. El caso de los bailarines era uno de los favoritos de Shinichi, y se lo había leído a ella hasta la saturación. Igual era capaz de recordar lo que significaba cada uno.

Volvió a tomar la hoja para observarla de nuevo.

- Estos dos cabeza abajo están repetidos. Creo recordar que equivalen a la T. - murmuró.

- Estos dos se parecen mucho, pero uno tiene una bandera... Y éste otro también... - meditó Mitsuhiko.

- ¡Claro! Van los primeros, luego representan mayúsculas.

- ¿Mayúsculas? - preguntó Ayumi.

- Éste código está sacado de un libro original en inglés... Luego las palabras estarán en inglés. Éste es una U y éstos otros la A y la I...

Mitsuhiko sacó una pequeña libreta y un lápiz, y empezó a copiar lo que decía su compañera.

- ...us y Stati...... - leyó cuando terminó.

- ¿Y eso qué es? ¿Algo que se come? - Genta no entendía nada.

- No, hombre. Tiene que ser algún lugar - le contradijo Ayumi.

Irene se esforzaba por completar los huecos que le faltaban.

- Un lugar que empiece por Stati... - murmuró en voz alta - ¡Lo tengo! "Bus Station"

Los tres niños no entendieron, ya que no sabían inglés. Irene se lo tradujo.

- バス停 (basutei) ¡Estación de autobuses!

- Muy bien, vamos a la estación - se dispuso Mitsuhiko, admirado de lo lista que era Irene.

Los 4 niños echaron a correr, sin darse cuenta de la silueta que les empezó a seguir.

La estación de autobuses se encuentra unida a la gran estación de tren de Tokio, en el distrito de Chiyoda, cerca de Ginza. Para llegar a dicha estación, Irene y sus compañeros tuvieron que coger un tren primero.

Era ya muy tarde cuando los niños llegaron a su destino, y para su sorpresa, la estación se hallaba cerrada por reformas.

- ¿Y qué hacemos ahora? - dudo Ayumi.

- Pues obvio, si ahí dentro hay un tesoro, entraremos y lo buscaremos. - dijo Genta como si fuera lo más normal del mundo, disponiéndose a cruzar los cordones que impedían el paso.

- Genta, noo - le regañó Mitsuhiko, pero cruzó también detrás de su amigo.

- Chicos esperarme - les dijo Ayumi, yendo tras ellos.

- Maldición, nos vamos a meter en un lío - se quejó Irene, mientras les seguía.

Las últimas luces de la tarde entrando por las ventanas y la ausencia de gente, le daba un toque misterioso al lugar. Los autobuses permanecían aparcados en los andenes, como grandes animales durmientes.

Sin separarse, los cuatro amigos avanzaban por el lugar, atentos a cualquier señal de la presencia de algún guardia de seguridad.

- ¿Qué más decía el código? - preguntó Mitsuhiko a Irene, pues era quien llevaba la hoja que habían encontrado.

- Sólo pone un número, el 8, y el dibujo de la joya - miró la niña.

- Esas son muchas posibilidades... ¿El número de una taquilla? - pensó Ayumi.

- Las taquillas las han retirado por las obras. Si hubiera habido algo dentro de ellas, los trabajadores lo hubieran visto ya que las revisan siempre primero - meditó Irene.

- ¿Un andén? - sugirió Genta.

- En un andén no se puede esconder nada, estaría a la vista de todos - razonó Mitsuhiko - Tal vez uno de los autobuses. Ese de ahí enfrente tiene el número 8.

El bus número 8 llevaba un gran letrero que indicaba que su destino era Hokuei. Las puertas estaban abiertas y los niños entraron sin problemas.

Rápidamente se dividieron para registrar el autobús. Genta miró en los portaequipajes, Mitsuhiko debajo de los asientos de los pasajeros y Ayumi la zona del conductor. Pero por más que revolvieron todo, no encontraron nada.

Irene permanecía pensativa mientras recorría el bus y observaba a sus nuevos amigos.

- "Si es en éste bus, ¿dónde podría esconderse un botín? Hola, ¿qué es ésto?"

Había pisado una trampilla que se hallaba en el piso, al lado del asiento del chófer, y había notado que estaba suelta.

Se agachó para levantarla. Al asomarse, vio que por ahí podía accederse a la parte baja del bus, donde se hallaba el motor y los ejes de las ruedas. Ya iba a volver a levantarse cuando se fijó en un paquete que se mantenía sujeto a una de las ruedas.

Rápidamente se incorporó y fue hacia la puerta.

- ¿Qué pasa Irene? - la llamó Ayumi cuando pasó corriendo a su lado.

Eso alertó a Mitsuhiko y a Genta, que dejaron de buscar y fueron tras ella.

Sin responderles, Irene se metió debajo del bus y al poco volvió a salir. Venía manchada de aceite y suciedad, y en sus manos llevaba un paquete cuidadosamente envuelto.

- ¡Encontraste el tesoro! - exclamaron los niños emocionados.

- Genial, ahora podéis dármelo. - se oyó una voz grave a su espalda, a la vez que el 'clic' de una pistola cargándose.

Los 4 niños se dieron la vuelta. Apuntándoles con una pistola estaba un hombre de unos 36 años. Pelo rubio y despeinado, y ojos verdes.

- ¡Vamos enana! ¡Trae eso aquí ahora mismo! - le exigió a Irene.

Ayumi sollozaba, y Mitsuhiko y Genta temblaban asustados mientras Irene comenzaba a acercarse a aquel sujeto.

- Tú mataste a tu socio en el callejón, para quedarte con éste botín. - dedujo la mini detective - En las noticias de ayer, dijeron que 3 hombres encapuchados habían asaltado una joyería y robado gran parte de las joyas expuestas. Éste paquete, tiene la dirección de la joyería.

- También dijeron que el jefe había sido detenido varias horas después, pero que los otros dos cómplices habían escapado - comentó un tembloroso Mitsuhiko.

- Si. Escondió aquí las joyas, e hizo el código para recordar dónde y poder volver a buscarlo. Luego le atraparon, y mi colega y yo decidimos buscarlo por nuestra cuenta, aunque después empecé a pensar, ¿porque compartirlo cuando podía ser todo para mí? Desgraciadamente perdí la hoja, y si no hubiera sido por vosotros que me trajisteis hasta aquí, habría tardado más en recuperarlo.

Irene había llegado delante de aquel hombre y le entregó el paquete. Tenía que estar cerca para poder usar el dardo anestesiante, así que lentamente fue retrocediendo. Por fortuna, aquel tipo estaba tan satisfecho con las joyas que no la prestaba atención.

- Jajaja os estoy muy agradecido, mocosos. Tanto, que os mataré deprisa para que no sufrais.

Los tres niños gimieron aterrados, mientras el hombre apuntaba con su pistola a Ayumi. Esa fue la señal para Irene que rápidamente disparó el dardo, dándole en la frente. El hombre se tambaleó unos segundos, y cayó al suelo dormido.

Rápidamente buscaron a un guardia de seguridad que llamase a la policía.

Cuando los detectives Takagi y Sato llegaron al lugar, no podían creerse la historia que les contaron los niños. Estaban muy sorprendidos, pero aún así les regañaron duramente por su imprudencia.

- No es una niña corriente - murmuró Sato. La parte acerca de que Irene había atado todos los cabos de aquel caso a su edad, la había dejado muy impresionada.

A la mañana siguiente, Shinichi e Irene caminaban juntos por la calle camino de sus respectivas clases, comentando lo que le había sucedido a la menor.

- Siento no haber estado ahí contigo - se lamentó Shinichi - Pero veo que el reloj del profesor fue de gran ayuda.

- Si, tengo que darle las gracias por el.

- ¡Irene! - oyeron unas voces infantiles llamándola.

Más adelante, Ayumi la esperaba con Mitsuhiko y Genta. Los niños se pusieron a hacerla señas para que se reuniese con ellos.

- ¡Voy!. Te veo luego, Shinichi - se despidió del chico y corrió junto a sus nuevos amigos.

- ¿Sabéis? - comentó Mitsuhiko - He estado pensando en lo de ayer.

- Fue muy emocionante - dijo Ayumi

- "Pero si estabais aterrados" - pensó irónica Irene.

- Deberíamos dedicarnos a resolver más misterios... Podríamos formar un grupo que resolviese casos de muchos tipos - empezó a emocionarse Mitsuhiko - Podríamos ser... La Liga Juvenil de Detectives.

- Que buena idea - aplaudió Ayumi.

- ¿Eh? ¿Lo decís en serio?

- Me gusta - lo apoyó Genta entusiasmado - Está decidido, desde hoy seremos jóvenes detectives.

- Y tú también serás miembro, Irene - la sonrió Ayumi mientras la cogía de la mano para hacerla correr por la calle.

- "En la que me he metido..."

####

Hola a todos

Ya siento haber tenido esta historia abandonada. Quería haber vuelto antes, pero me ha sido imposible.

Desde ahora intentaré actualizar más de seguido.

Espero que éste capítulo no se os haya hecho largo (son 3800 palabras 😥) y que os haya gustado.

Lo dicho, si preferís que sean más cortos, decírmelo jeje.

En el próximo, Irene presenciará un show mágico bajo la luz de la luz 😉 espero veros por aquí.

Bye
Bye

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