~ 13 ~

Rápidamente la enfermera del instituto Teitan se acercó con su botiquín cuando vio que uno de los jugadores se desmayaba en el terreno de juego.

Todos los jugadores estaban amontonados alrededor de Shinichi, quién todavía sujetaba al chico que había sufrido el ataque alérgico, de modo que la pobre tuvo que abrirse paso a empujones.

Cuando consiguió llegar junto a los dos chicos, se agachó para revisar el estado del enfermo. Tanto su cara como su cuello se estaban inflamando alarmantemente, por lo que el muchacho apenas si podía respirar. Sin perder tiempo, sacó del botiquín un frasco con un líquido transparente y preparó una aguja llenándola con aquel líquido. Con un algodón empapado de alcohol, limpió un poco una zona del brazo del chico y le inyectó lentamente el contenido de la jeringuilla.

- ¿Namura se pondrá bien? - preguntó su entrenador tras acercarse también corriendo.

- Si. Le he inyectado una dosis de corticoides - le respondió la enfermera mientras le controlaba el pulso - Debería responder al tratamiento en unos minutos. De todas formas, que alguien llame a una ambulancia. Es mejor que le lleven a un hospital para que le hagan un chequeo.

- Enseguida...

Con manos temblorosas, aquel hombre sacó un móvil de su bolsillo. Su rostro estaba descompuesto y sus ojos brillaban con algo parecido al arrepentimiento, detalle que no le pasó desapercibido a Shinichi.

- Kudo, ayúdame. - le pidió la enfermera sacándole de sus pensamientos - Túmbale en el suelo. Tenemos que mantener sus pies en alto para que su tensión se regule... Los demás, vamos, dejar sitio para que respire.

El entrenador del Teitan y el del Furikan con potente voz ordenaron a sus jugadores que se retirasen al banquillo a esperar. Un murmullo de consternación les acompañó mientras se separaban. Solo quedaron ambos entrenadores y el árbitro del partido.

- ¿Qué está sucediendo? - preguntó Sonoko a sus compañeros cuando se acercaron a dónde se hallaba ella y los demás estudiantes. Todos estaban intentando ver lo que ocurría en el campo de fútbol.

- Al parecer, uno de los jugadores del Furikan ha sufrido un ataque alérgico - les explicó un chico llamado Hiosuke - Kudo se dio cuenta y pidió ayuda médica enseguida.

Irene sentía demasiada curiosidad por ver por ella misma como para estarse quieta, y trepó la reja metálica que la separaba del campo de fútbol.

- ¡Oye, espera, vuelve aquí! - exclamó Sonoko, intentando sujetar a la niña por uno de los pies, pero tarde. Irene saltó al otro lado y cayó al césped, corriendo en dirección a Shinichi - Maldición, seguro que Kudo se molesta conmigo...

Cuando la niña llegó al lado de Shinichi, éste permanecía de pie detrás de la enfermera, pendiente de poder ayudar.

- Shinichi... - le llamó la niña con un murmullo - ¿Se pondrá bien?

- Si, a recibido tratamiento justo a tiempo. Pero es muy extraño...

- ¿A qué te refieres?

- En la primera parte del partido estaba bien, y aunque durante ese tiempo haya estado en contacto con el alérgeno*, no le provocaría semejante ataque... A no ser... Que se lo hayan introducido directamente en el organismo...

Irene se quedó pensativa mientras observaba al muchacho tendido en la hierba. Aprovechando que la enfermera le estaba pidiendo al árbitro que saliera a recibir a la ambulancia, se acercó e inspeccionó el cuerpo de Namura. Parte de la hinchazón del cuello ya le había bajado y respiraba con tranquilidad.

La pequeña detective se inclinó para observar sus piernas y sus brazos. No vio ninguna marca significativa, salvo algunos arañazos y moratones como consecuencia de los entrenamientos. A veces también Shinichi se las hacía.

Pero al observar su cuello, algo llamó su atención. En la parte de atrás, casi oculto por el pelo, había un pequeño pinchazo similar a una picadura de insecto. La zona de la piel de alrededor se hallaba roja de irritación e hinchada. Irene se acordó de un día que su madre la llevo al médico porque le habían salido manchas en las manos. El doctor la hizo una prueba de alergia, echando sobre su piel gotas de varios sustancias. Una de ellas, la cual siempre daba alergia a modo de control para las otras sustancias, le provocó una reacción muy similar a la de Namura.

- Eh, ¿qué haces tú aquí? - la interrumpió la enfermera, tomándola por la cintura y levantándola del suelo.

- Aaah, es mi prima, lo siento... Es muy curiosa - se excusó Shinichi acercándose rápidamente.

- Éste no es momento de que esté jugando por aquí - les regañó la chica.

La enfermera le entregó a Irene, poniéndola entre sus brazos. Los dos chicos se miraron un momento en esa postura y un leve sonrojo invadió sus mejillas, pero con una sacudida de cabeza Irene volvió a ponerse sería.

- Tenías razón, Shinichi. - le susurró la pequeña a su amigo - Tiene una marca en el cuello que indica que alguien le introdujo alguna sustancia en el torrente sanguíneo para provocarle el ataque. Seguramente fue durante el descanso.

- De los nuestros no pudo ser nadie - negó el futbolista - Tuvo que ser alguien que estaba muy cerca de él, tal vez alguien de su propio equipo...
Uhm, su entrenador ha tenido una actitud muy extraña todo este tiempo.

- ¿A qué te refieres?

- Le he estado observando. Está ansioso porque llegue la ambulancia. Pero a la vez parece que tiene miedo de algo...

- Voy a investigarlo. - decidió la detective mientras se bajaba de los brazos de Shinichi. Se notaba que éste era un tema en el que su amigo tenía gran interés, había desplegado todas sus dotes de observación. Y eso no era frecuente en él.

Gracias a la pista que Shinichi le había facilitado, Irene sabía por dónde debía empezar sus pesquisas. Preguntaría a los miembros del equipo Furikan si habían notado algo extraño durante el descanso.

Bueno, no podía acercarse y hablarles como si nada. Si tuviera su cuerpo de adulta si, pero ahora era una niña... debería actuar como tal.

El balón con el que habían estado jugando se hallaba abandonado en un lateral. ¿Qué más normal que una niña dándole patadas? A propósito lo lanzó hacia el grupo de chicos, golpeando en el tobillo a uno de ellos. El jugador la miró sorprendido.

- Lo siento mucho, oniichan - se disculpó con un tono de voz muy inocente acercándose al chico - quería hacerlo como vosotros, pero no soy muy buena...

- Ah, no pasa nada... - la respondió con una sonrisa. Se llamaba Kei Himura, aunque a la detective le dió la impresión de que parecía distraído y se hallaba algo pálido.

- No tienes buena cara... igual no has bebido suficiente agua para hidratarte.

- No es eso - intervino otro chico llamado Ginta Fushimoto - Todos estamos afectados por lo ocurrido con Namura. Es un buen amigo y buen compañero. Esperamos que se ponga bien, sería muy triste para el entrenador Namura si no sale de ésta.

- ¿Eh, Namura? ¿Se llaman igual?

Fushimoto intercambió una mirada con Himura. ¿Quién era aquella niña que hacía tantas preguntas?

- Si, el entrenador Namura es su padre. - le explicó Himura - Aunque en los últimos tiempos no hacían más que discutir. Él quería que dejase el equipo porque le preocupaba su salud.

- ¿Estaba enfermo? Cuando le he visto jugar antes no me lo ha parecido. Ha puesto en unos cuantos aprietos al portero del Teitan.

- A veces faltaba algunos días a los entrenamientos para acudir al médico. Sobre todo por lo de la alergia. Pero no quería dejar el equipo, era su sueño, ser un jugador famoso. Su padre... el entrenador, le advirtió que podía sufrir un ataque con facilidad. Y así ha sido.

"Demasiada casualidad - pensó Irene - que justo pasase lo que su padre había predicho."

La detective miró a los demás compañeros de Namura. Todos estaban impresionados y afectados por lo sucedido. No parecía que ninguno de ellos hubiera atacado a su compañero.

Entonces, ¿quién había sido el que le había inyectado la dosis del alérgeno?
Irene paseó la mirada entre los demás estudiantes, que desde detrás de la reja observaban lo que sucedía. Había demasiada distancia desde el banquillo hasta ellos, a menos que Namura se hubiera acercado era casi imposible que alguien alcanzase a pincharle. ¿Lanzar algo contra él? Era improbable, y los demás se hubiesen dado cuenta.

Eso volvía a dejar al entrenador, y padre adivino, como principal sospechoso. Pero... ¿cómo, y cuándo?

Una chica tenía el móvil en la mano y la detective se fijó que la cámara estaba abierta. Debía haber estado grabando el partido. Se acercó a ella.

- Perdona oneechan. ¿Has estado grabando el partido?

La chica la miró con sorpresa, pero asintió.

- ¿Puedo verlo? - pidió inocentemente, para señalar a Shinichi después - Aquel es mi primo. Todo el mundo dice que ha hecho una jugada fantástica y yo me lo he perdido...

Hizo un adorable puchero. Aunque por dentro se estaba muriendo de la vergüenza por tener que actuar así.

- Vale, aquí tienes... Pero yo he estado grabando a mis amigos... No estoy segura de que salga mucho tu primo.

Rápidamente Irene se puso a revisar la grabación. Buscó el momento del descanso, pero como había pensado, Namura se había mantenido alejado en el banquillo. Había estado hablando con los otros jugadores, intercambiando alguna broma, comentando el partido... Nada sospechoso.

Irene iba a dejar de mirar la grabación cuando algo llamó su atención. El descanso termino y los jugadores se prepararon para volver al campo. El entrenador se acercó a los chicos y según iban saliendo a jugar, les daba un golpecito en la nuca, a modo de desear ánimo.

Ese había sido el momento. Pero necesitaría encontrar lo que había usado. Lo más seguro es que hubiera intentado deshacerse de ello. Miró a su alrededor. Si su intuición era acertada, aquello debería estar...

Shinichi miraba a lo lejos como Irene se marchaba del campo. ¿A dónde iba? No, no debía preocuparse, confiaría en ella. Seguramente algo se la había ocurrido. Una sirena se escuchó a lo lejos, acercándose. La ambulancia había llegado ya.

Unos momentos después, el árbitro acompañó a dos enfermeros que transportaban una camilla hasta el campo de fútbol. Intercambiaron algunas palabras con la enfermera del instituto. Shinichi supuso que les estaría contando lo que había sucedido.

Rápidamente sacaron algunos aparatos que habían traído consigo y se agacharon a revisar a Namura. Su padre estaba con ellos, pendiente de todo.

- Kudo, ven - le llamó su entrenador, y después se dirigió a los demás compañeros - Y vosotros, acercaros.

El equipo Teitan se reunió con su entrenador. Pero una vocesita infantil llamó la atención de Shinichi que se giró. Irene cogía la muñeca del entrenador Namura y miraba su reloj.

- Ah le le - decía la pequeña - Que bonito reloj lleva usted... Pero esto es extraño, se le ha parado hace 2 horas...

- ¿Eh, quién eres tú? Déjame en paz niña. - El entrenador sacudió el brazo para que Irene le soltase el agarre.

- ¡Kudo, atiende! - le regañó su entrenador. Shinichi tuvo que volverse.

La pequeña sonreía mientras retrocedía unos pasos. Ya sabía quién era el responsable y cómo lo había hecho. Pero había un problema. Nadie la creería ni la haría caso por ser una niña. Miró a Shinichi que se hallaba con sus compañeros. A él si le escucharían como ocurrió antes, pero no había tiempo para explicarle todo su razonamiento. Lo ideal era exponerlo ella misma, ¿pero cómo?

Los enfermeros subieron con cuidado a Namura a la camilla, y se dispusieron a llevárselo.

Distraídamente, la pequeña detective metió las manos en los bolsillos y con sus dedos tocó algo que guarda ahí. Lo miró sorprendida, ¿cómo había podido olvidarlo? Era el lazo simulador voces que la había dado el profesor Agasa.

Se le había ocurrido una idea.

Primero corrió hacia los enfermeros y les dijo que esperasen, que el padre del chico lo había pedido.

Corrió después hacia Shinichi. Al llegar a su lado escuchó que el entrenador les ordenaba que se fueran a los vestuarios. No, Shinichi no podía irse.

- Shinichi... - le llamó la pequeña mientras le tiraba de la camiseta. El futbolista se giró y al verla se agachó a su altura - Ya sé quién es el responsable. Pero si yo lo digo nadie me creerá.

- Entiendo. Dime qué has averiguado y yo me encargo.

- Perderíamos mucho tiempo. Es mejor que lo haga yo misma... Con esto - le dijo mientras le enseñaba el lazo - lo modulare para que parezca que eres tú el que habla, y yo me esconderé detrás de ti.

- Ah, no. Eso no. No voy a convertirme en un muñeco de ventrílocuo. Es humillante.

- ¿Y te parecería mejor si te dejo inconsciente de un golpe, resuelvo el caso con tu voz y luego decimos que has sido tú, que has entrado en una especie de trance?

- .............. Eso es peor... Está bien... Dame una señal para que sepa cuándo empezar a mover los labios.

Rápidamente Irene se puso de acuerdo con Shinichi en lo que iban a hacer. Mientras, el entrenador Namura se había acercado a su equipo para hablarles.

- Entrenador, ¿Namura se pondrá bien? - le pregunto un chico alto, de complexión robusta.

- Si, ya pasó lo más crítico. Esta estabilizado, pero le van a llevar al hospital. Voy a ir con él. Vosotros ir al vestuario. Se suspende el partido.

- ¿Pero qué fue lo que ocurrió?

- Aún se desconoce qué provocó la reacción...

- No estoy de acuerdo con usted, entrenador Namura - se oyó la voz de un chico a su espalda.

Shinichi tenía las manos en la cadera y procuraba que su expresión fuera de seguridad.

- Yo creo que usted sabe más que de sobra lo que ha ocurrido aquí hoy.

- ¿Qué has dicho? No es momento para andar con chistes. Creí que los del Teitan eran más educados.

Sus compañeros se sorprendieron mucho por la actitud de Shinichi y se acercaron junto a él. También los demás estudiantes sintieron curiosidad y se aproximaron a escuchar.

Irene le dio un pequeño codazo, para indicarle que iba a empezar su razonamiento. El chico respiró profundo, se sentía demasiado nervioso pero confiaba en Ran.

- ¿No le parece demasiada casualidad que justo a Namura le haya ocurrido lo que usted vaticinó que sucedería?

- Estaba enfermo - atacó el entrenador - La probabilidad de que le sucediera tarde o temprano era muy alta.

- Namura era un jugador con experiencia. Nunca en los entrenamientos había sufrido reacción alguna. Además, para sufrir un ataque grave debía estar mucho tiempo en contacto con el alérgeno, o en todo caso que éste se hallase en una concentración muy alta. No era por tanto un problema que jugase al fútbol. Sólo necesitaba ser cuidadoso. Pero usted tenía miedo.

- Claro que lo tenía, era mi único hijo. Ya perdí a su madre por un cáncer. No iba a permitir que otra enfermedad me lo arrebatara a él.

- ¿Y por eso decidió mostrarle que usted tenía la razón? El ataque que sufrió Namura antes de empezar el segundo tiempo fue provocado. Alguien le inyectó en el torrente sanguíneo una sustancia, la cual era un alérgeno puro. Aún puede verse en su cuello la marca del pinchazo.

Shinichi señaló a los enfermeros, todos giraron en su dirección. Uno de ellos revisó el cuello de Namura y dirigiéndose a Shinichi asintió.

- Esto es lo que ocurrió: para que nadie sospechase y él se confiase, dejó que su hijo jugara sin problemas el primer tiempo. Así parecería que había estado en contacto con la sustancia todo ese tiempo. Durante el descanso, le inyectó el alérgeno. Después intentó deshacerse de las pruebas, pero no le dió tiempo. Le pedí a Irene que lo buscase porque pensé que aún lo llevaría encima y no se preocuparía porque una niña lo registrase.

La pequeña salió de detrás de Shinichi.

- Me sorprendió que llevase un reloj parado cuando es de los que se pueden dar cuerda y poner de nuevo en marcha, pero cuando lo quise hacer para ayudarle, casi me pincho con esto - dijo la niña con tono inocente enseñando un pañuelo donde había un alfiler.

Se lo entregó a Shinichi y volvió a esconderse detrás de él.

- Un reloj de cuerda parado... ¿Por qué? Eso es algo un poco inútil. A menos, que no pudiera ponerlo en marcha, porque ahí había escondido la aguja impregnada de alérgeno. Se podía pinchar usted. Lo puso del revés y fingió darles a todos unas palmadas de ánimo según pasaban a su lado, pero a Namura le dio algo más fuerte para pincharle. Aún se le puede ver en el antebrazo la marca de la esfera.

- No pretendía que pasase esto... - el entrenador agachó la cabeza, ocultando los ojos con su pelo - Solo iba a ser una pequeña reacción que le obligase a parar, lo justo para que viese que yo tenía razón y dejase el fútbol y se cuidase. Pero calculé mal y la aguja estaba demasiado impregnada...

Todos estaban sorprendidos. Nadie decía nada. Todos los rostros girados hacia Shinichi.

Una hora más tarde, y tras haber llamado a la policía, Shinichi e Irene andaban por la calle de vuelta a casa. Ninguno había dicho nada, pero la detective estaba dándole vueltas a algo que se le había ocurrido.

- Conseguimos engañarlos a todos. Pensaron realmente que tú eras el que hacía las deducciones - comentó rompiendo el silencio.

- Si, tenía mis dudas de que saliera bien, pero funcionó - el chico puso media sonrisa.

- ¿Sabes? Deberíamos hacerlo más a menudo - Shinichi la miró con cara de no entender - Resolver casos juntos. Yo pondría ser el cerebro y tú la imagen... No haríamos famosos y nos surgirían casos.

- No - Shinichi se paró en seco. Aquella idea no le gustaba.

- ¡Y en alguno de esos casos tal vez nos encontraríamos a los hombres que me dieron el veneno!

- Definitivamente no.

- Por favor Shinichi...

- No podré hacerlo, Ran, de verdad que no podré.

- Pero es la única opción que tengo para recuperar mi verdadera apariencia - la niña le miró a los ojos suplicante. 

¿Por qué era tan débil cuando se trataba de ella? Iría al fin del mundo por ella.

- Está bien - contestó en un susurro.

- ¡Gracias! Hoy ha nacido Shinichi Kudo, detective juvenil.

- Suena horrible - el chico torció el gesto. Tendría que acostumbrarse.

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*Alérgeno - sustancia que produce alergia.

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Hola lectores

Ya siento si este capítulo fue muy largo, pero al ser un caso menor no quise dividirlo.

¿Os parece bien que lo haga así? O ¿Preferís capítulos más cortos y rápidos de leer?

Nos vemos en el siguiente, y como siempre, gracias por leerme 💖

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