~ 11 ~
- Eh, ¿está ahí? - el hombre que se hallaba al otro lado de la línea comenzaba a impacientarse.
- ¿Q-quién es usted?... - el señor Uchida miró nervioso a su hija. No podía ser el secuestrador, si ella misma se lo había traido al estudio.
- Le he llamado hace un rato. Soy el hombre que rapto a su hija. ¿Está preparando ya mi dinero?
Asami miró interrogante a Shinichi. El pobre futbolista se hallaba terriblemente confundido con todo aquello.
-S-si... Estoy reuniendo el dinero, pero es mucha cantidad. Necesito más tiempo... - el señor Uchida temblaba y sudada preso del pánico y el agotamiento emocional.
- Tiene una hora. Ni un minuto más. O mato a la niña. - al decir esto, el secuestrador dejó oír el sonido de una hoja metálica como de cuchillo arañando algo.
- ¡Socorro, Papá! - otra voz, esta vez infantil y asustada se oyó a través del auricular.
- ¡Akiko! - exclamaron Asami y su padre al unísono.
- Akiko, ¿dónde estás? - preguntó Asami, arrebatándole el teléfono a su padre de las manos.
- ¡En el almacén de un instituto... Por las ventanas se ve una chimenea..!
- ¡CÁLLATE! - y con el sonido de un golpe seco de bofetada, se cortó la llamada.
Asami cayó de rodillas al suelo, rompiendo a llorar desesperada. Mientras, el señor Uchida se abalanzó sobre su mayordomo, y empezó a exigirle el nombre de su cómplice en aquel secuestro.
El anciano temblaba de pies a cabeza, negando que hubiera alguien más involucrado, y asegurando que sólo fue él quien realizó el secuestro.
Nadie hacía caso a Shinichi e Irene, que lo habían escuchado todo desde donde estaban parados.
- Pero... ¿No se suponía que el mayordomo era el secuestrador? - Shinichi sentía que algo le atenazaba la garganta - ¿Acaso... me equivoqué en mis conclusiones?
Irene miró a su amigo. Shinichi al notar que la pequeña le miraba, sonrió con tristeza.
- Ya te dije que no podía hacer esto. Y-yo no sirvo para esto...
- No es cierto, Shinichi. Lo que dijiste era la verdad, tu deducción fue la correcta. Lo más seguro es que después del primer secuestro, Akiko fue secuestrada de nuevo... por alguien más peligroso ésta vez.
Shinichi abrió los ojos de par en par.
- Pero entonces, ¡hay que hacer algo!
La pequeña detective no le respondió. Salió del estudio y empezó a andar por el pasillo. Necesitaba pensar.
-"Ahora que él sabe que le podemos encontrar, la vida de Akiko está en serio peligro. El secuestrador no dudará en eliminarla... Un instituto desde donde se ve una chimenea... Puede ser de una fábrica o un baño público"
Los pensamientos de Irene se vieron interrumpidos al ser apartada a un lado de forma brusca por el señor Uchida, quien había salido del despacho a paso veloz y se dirigía hacia la puerta de entrada a la casa.
- Me voy a la oficina... - iba diciendo en voz alta - Reuniré el dinero y pagaré a ese mal nacido para que nos devuelva a Akiko.
El portazo que dio al salir hizo que temblase el suelo. La pequeña detective se apoyó en la pared del pasillo, dando un lento suspiro.
- Aunque pague el dinero, lo más seguro es que la mate igualmente - murmuró Irene - Se acaba el tiempo. Hay que buscar por los institutos de la zona. Pero eso no será fácil...
Su mirada vagó por unos segundos, hasta que se detuvo en la puerta que llevaba al jardín desde donde se podía ver a los perros tumbados en la hierba. No lo pensó ni un momento.
De mientras, Asami y Shinichi salieron del estudio, cerrando la puerta con llave y dejando encerrado al mayordomo dentro, en espera de que la policia se hiciera cargo de él. Aún mantenía que él era el único secuestrador.
- ¿Qué pasará ahora, Kudo? ¿Tú crees que si pagamos el rescate, nos devolverán a Akiko? - le preguntaba Asami a Shinichi.
El chico no tuvo tiempo de responder. Oyó la voz de Irene desde el jardín, y enseguida el sonido de algo grande corriendo a zancadas por la tierra. Tuvo un mal presentimiento y corrió en la dirección en que había oido la voz de su amiga. Apenas alcanzó a verla montaba en uno de los perros, como si fuera un caballo, y salir ambos al galope por la puerta trasera hacia la calle.
- "Mierda... ¿no pretenderá ir ella sola a buscar al secuestrador, verdad? No puede ser tan inconsciente..." - se dijo a sí mismo. Pero conocía lo suficiente a su amiga de la infancia para saber que, con toda seguridad, ese había sido su pensamiento. Y sin dudarlo, emprendió la carrera intentando alcanzarla.
- ¡Kudo! - le llamó Asami. La chica sólo vio a Shinichi persiguiendo a uno de sus perros, que se alejaba mucho más adelante de él.
Cerca de media hora había transcurrido ya, e Irene azuzaba al perro para que corriese lo más deprisa que pudiese. Ya habían registrado 4 de los 5 institutos que se hallaban por los alrededores desde los que era posible observar algún tipo de chimenea. En ninguno había tenido resultados positivos, y deseaba con todo su corazón que el último fuera el escondite del secuestrador.
Pero la suerte no parecía querer estar de su parte. Después de recorrer el edificio de arriba a abajo, tuvo que admitir la dura realidad: su plan había fracasado. No había sido capaz de hallar a Akiko.
Derrotada se sentó en el bordillo de la acera, y su improvisada montura hizo lo mismo a su lado.
- ¡No es posible que no fuera ninguna de ellas! - se sentía frustada y dejo caer la cabeza sobre las rodillas - No hay más institutos desde los que se vean chimeneas. ¿Será que no es en esta zona?
El perro que se hallaba a su lado intentó animarla tocando su mano con su hocico. Irene le sonrió y le acarició. Al levantar la vista, sus ojos se toparon con un edificio grande y rectangular que se alzaba imponente entre los demás.
- Un momento... Ese edificio...
Subiendo de nuevo a su nuevo amigo de cuatro patas, la pequeña rodeó la edificación. Bingo.
- ¡Si! De lado, ese edificio parece una chimenea. Y el instituto desde el que se puede ver con ese ángulo es...
Dentro del almacén del gimnasio del instituto Futatsubashi, la pequeña Akiko se hallaba atada completamente, y su boca sellada con cinta americana, de modo que sólo podía escuchar la conversación de su secuestrador con su padre.
- Deje el dinero en un banco del parque Hyakuji. No quiero ver ni un solo policia rondando por allí o la niña morirá. - decía en ese momento aquel hombre. - Si, se la devolveré en cuanto tenga el dinero.
En cuanto colgó el móvil, miró a Akiko y comenzó a reirse como un demente.
- Bueno, trato hecho. Ya no te necesito para nada mocosa, y puesto que me has visto la cara...
Las lágrimas inundaron los ojos de Akiko. Lentamente, su secuestrador se fue acercando a ella, mientras sacaba un cuchillo que llevaba en la parte de atrás de los pantalones. La hoja brilló a la luz de la luna. La niña tembló de terror.
- ¡A él! - se escuchó de pronto una voz a su espalda.
Antes de que aquel hombre reaccionase, un enorme perro se le echó encima, mordiendo su brazo de modo que el cuchillo cayó al suelo.
Con un grito de rabia ambos, animal y humano, se enzarzaron en una pelea, rodando por el suelo, volcando cajas de material deportivo a su paso.
Aprovechando la distracción, Irene entró en el almacén y se apresuró a quitarle la cinta de la boca a Akiko.
- ¿Te encuentras bien? - le preguntó mientras comenzaba a soltarla.
- Si... ¿Pero quién eres tú?
- Me llamo Ra... No, soy Irene Kudo, detective.
- ¿Eh, detective?
Un aullido de dolor llegó hasta ellas, e Irene se giró rápidamente. Aquel hombre había conseguido librarse del perro, y lo había lanzado lejos de él de una patada. Las chicas sólo pudieron ver como el animalito salía corriendo, perdiéndose en la noche.
Con ira reflejándose ahora en sus ojos, aquel bruto volvió su atención hacia ellas, en especial hacia Irene.
- Tú... enana... Tú trajiste a ese perro... Te voy a destrozar... - dijo chirriando los dientes y tomando un bate de beisbol que encontró a su paso y que se había caído de una caja en su pelea con el perro.
La Detective se puso en pie y se dispuso a hacerle una llave de kárate. Dio un salto hacia su adversario y con un giro rápido, lanzó una patada a su cara.
No llegó ni a alcanzarle.
Aquel hombre la cogió por el pie y volteandola en el aire, la arrojó contra una pared. Un gemido de dolor se escapó de sus labios.
- "Mierda, con este cuerpo tan pequeño no puedo atacarle"
No tuvo tiempo de recuperarse. Una lluvia de golpes con el bate en su estómago la dejó sin aire.
Apoyado en el muro de una casa, Shinichi intentaba recuperar el aliento. Había podido seguir a Irene durante unas manzanas, pero al final la perdió de vista y ahora no sabía dónde buscarla.
- ¡Kudo! - escuchó que le llamaban.
Giró la cabeza en la dirección en que escuchó la voz, y vio a Asami que se acercaba hacia su posición. Había venido corriendo, y sus mejillas se hallaban coloradas por el esfuerzo y la falta de costumbre.
- ¿Por qué te fuiste corriendo? - le preguntó cuando llegó a su lado, pero antes de que Shinichi pudiera responderla, un gran perro apareció surgiendo de la noche, y se les acercó - ¿Eh? Éste perro... Es Jumbo, una de nuestras mascotas. ¿Cómo ha llegado aquí? ¿Y qué le habrá pasado para estar tan golpeado?
Al verse reconocido, Jumbo comenzó a gruñir nervioso y a moverse en círculos, parándose de vez en cuando y levantando el hocico en la dirección de donde había venido.
- Mira, creo que quiere que le sigamos. Vamos - le dijo Shinichi a Asami, mientras la tomaba de la mano y emprendian la carrera detrás de Jumbo.
Tras recorrer varias calles, finalmente un edificio apareció ante ellos.
- Es un instituto - le dijo Shinichi a Asami - El perro nos ha traído seguramente al lugar donde está tu hermana.
- Akiko.... - murmuró Asami, disponiéndose a entrar.
Pero Shinichi la detuvo.
- Puede ser peligroso. Iré yo. Avisa a tu padre y que traiga a la policía.
Con un asentimiento de cabeza, Asami sacó su móvil y marcó el número de su padre.
Shinichi siguió al perro, quien le condujo a la parte de atrás del edificio. Pero antes de llegar, el animalito se detuvo, bajo las orejas y empezó a gimotear.
- ¿Qué sucede? ¿Tienes miedo? - le preguntó Shinichi, como si éste fuera a responderle - Supongo que te asusta que te vuelvan a golpear. No importa, quédate aquí y vigila.
Con precaución, evitando alertar al secuestrador, Shinichi se acercó a la entrada del almacén y se asomó a su interior. Lo que vio le corto la respiración.
Irene se hallaba arrinconada contra una pared, y presentaba bastantes contusiones en el rostro. Delante de ella, un hombre no muy corpulento, pero si de aspecto fuerte levantaba un bate de beisbol dispuesto a darle con todas sus ganas en la cabeza a la niña.
Todo su ser se revolvió con una sola idea, ayudar a su amiga. Pero, ¿qué podía hacer él? Se fijo en que por el suelo esparcidos había unos cuantos balones de fútbol. Bueno, si algo se le daba bien, era chutar con precisión para meter gol.
- Ya me he cansado de jugar contigo - escupió aquel hombre, mientras se reía de Irene sarcasticamente - ¡Te reventare!
La pequeña detective vio como el bate descendía sobre ella y cerró los ojos en espera del golpe.
Un balón voló en dirección al brazo de aquel hombre, rompiendolo por la fuerza del impacto. Con un grito de dolor, soltó el bate que cayó al suelo. Antes de que se recuperara, Shinichi corrió hacia él y le propinó una patada en la cara, tirándole de bruces y haciéndole perder el conocimiento.
- S-Shinichi... - Irene le miró sorprendida - ¿Cómo nos encontraste?
- Siguiendo al perro que soltaste. Él me condujo aquí.
Las sirenas de varios coches policíales se oyeron a lo lejos. Asami entró en el almacén y al ver a su hermana, corrió hacia ella para abrazarla entre lágrimas de alegría.
Poco después, la familia Uchida se reunía en su mansión. La señora Uchida salió a recibirles a la entrada, abrazando a Akiko. Aunque era una mujer con una personalidad fuerte, la desgracia vivida la habría dejado marcada por muchos años después.
El detective Sou había venido también para llevarse al mayordomo Aso a comisaría. Porque aunque el hombre que secuestró a Akiko había declarado al despertar que él actuó sólo, sin cómplices, aún había que aclarar ese punto.
- Pero papá, no puedes permitir que se lo lleven - le suplicaba Akiko a su padre, mientras contemplaban como el anciano iba esposado.
- No, señorita... Está bien... - le dijo el mayordomo al pasar por su lado.
- ¡No, no lo está, porque yo planee el secuestro! - grito la niña dando un pisotón al suelo.
Shinichi e Irene observaban la escena con Asami. La Detective se había formulado una teoría sobre lo que había ocurrido allí esa noche, y ahora la confirmaría.
- ¿Pero qué dices cariño? - le preguntó su madre sin creerlo.
- Si, fui yo... Desde que Asami se fue a la universidad he estado muy sola. Papá no para de trabajar y tú mamá, estás todo el día fuera de casa. Pensé que si fingia mi secuestro y obligaba a papá a cerrar un tiempo la oficina, pasaríais más tiempo conmigo. Así pues, convencí a Aso para llevar a cabo el falso secuestro... - la pequeña agachó la cabeza, ocultando sus ojos tras su pelo.
- Mi amor... - la señora Uchida la abrazó con ternura - Tenías que haberme dicho como te sentías antes. Todo esto podría haberse evitado. Y ¿sabés lo que vamos a hacer? Nos iremos los tres mañana mismo de vacaciones, a donde tú decidas... ¿Verdad, Takashi?
- Pero mañana tengo una reunión, y... - el señor Uchida enmudeció al ver la expresión de su esposa - Si, querida. Aso, ayudalas a hacer el equipaje.
El detective Sou soltó al mayordomo, que fue deprisa detrás de su señora tal y como le habían ordenado.
- Bueno, si todo está aclarado... Pues aquí yo ya no hago falta... - el detective Sou iba a irse cuando al pasar al lado de Shinichi se le quedó mirando - Supongo que te subestime, chaval. Fuiste muy hábil en todo este asunto.
- Ah... Si realmente no hice gran cosa... - Shinichi se puso nervioso, no esperaba esa acción por parte de aquel policia engreido.
- Claro que si - intervino el señor Uchida - Asami me contó la genial idea que tuviste de soltar al perro para que rastreara a Akiko. Brillante.
La ceja de Irene se curvó ligeramente hacia arriba.
- "Si fui yo quien tuvo la idea. Es el inconveniente de tener que pasar desapercibida, debo dejar que el mérito se lo lleve otro."
- Veo que Kudo sigue siendo el mismo. - la voz de Asami la sacó de sus pensamientos - Tienes suerte de tenerle a tu lado. Es un chico especial.
Irene vio como Asami le miraba con aquella expresión melancólica de nuevo, y no pudo evitar preguntar algo que la había carcomido todo ese tiempo.
- Pero ¿Asami-neechan no tuvo también suerte? Fue su novia una vez...
- ¿Eh? ¿Dónde has oído eso?
- S-se lo oí a una compañera de clase de Shinichi-niichan.
- Je, es mentira. Me inventé ese rumor, porque quería llamar su atención de ese modo hacia mi. Hasta me hice manager del equipo de fútbol para estar cerca de él. Pero él no hizo caso de las habladurías ni de mis constantes atenciones. Supongo que fue mi primer amor... Aunque cuando me animé a declararme, él me rechazó.
- ¿Te rechazó? - el corazón de la pequeña latía con fuerza.
- Si. Pero fue muy tierno como lo hizo. Me dijo que no podía salir conmigo porque había otra chica que le gustaba, una amiga desde hacía mucho tiempo.
- Una amiga desde hacía mucho tiempo...
- Si. Pero tú no se lo digas a ella, creo que todavía no ha reunido valor para declararsele, ¿vale? - le dijo Asami con un guiño cómplice, antes de irse con su madre y su hermana.
- "¿Quién podrá ser esa chica?..."
- Irene - la llamó Shinichi en ese momento - Vamos. El Señor Uchida nos deja su coche para volver a casa.
- ¡Voy!... "al final sigo sin saber quien fue su primer amor. Pero tengo muy claro que él fue el mío... Y aún sigue siendo el único para mi"
🌸🌸🌸
Hola
¿Cómo están?
Al final éste capítulo me quedo más largo de lo que pretendia. Ya lo siento.
Espero que os haya gustado este primer caso de Ran con su nueva identidad de Irene Kudo.
¿Que pasará ahora? ¿Shinichi dejará de hacerse pasar por detective?
Quizás Ran encuentre otra manera de resolver casos.... O no...
Vienen más aventuras, y también futuros encuentros.
Nos estamos leyendo ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top