Capítulo 2 | Los restos de una amistad


Esa noche el insomnio volvió a atacarme. Necesitaba con urgencia el vodka que quedaba en mi vehículo, pero no estaba en posición para pedirlo. Paula me había acompañado a la recepción para comunicar que todo estaba en orden y retirar el paquete de Wyatt. Él ya estaba en camino para reunirse conmigo la mañana siguiente, por lo que la excusa de mi ausencia de la daría en persona. Planeaba apegarme a las vacaciones que me ofreció para desvincularme por un tiempo de mi trabajo.

Se suponía que compartiría la habitación con ella, pero en cuanto pudo me dejó. Estando solas, no intentó iniciar una conversación. No me bombardeó con preguntas, ni pretendió expresar que se había preocupado por mí durante esos años. Yo tampoco lo hice. Ya no éramos las mismas y ni siquiera quedaban las esperanzas de que quedaran rastros de nuestra amistad.

Sin embargo, yo no podía dormir y tuve que reincorporarme cuando la oí ingresar a altas horas de la madrugada. Encendí la lámpara ubicada en la mesa que separaba nuestras camas.

—¿Por qué Josh permitió que le hablaras así? —cuestioné—. ¿Por qué te trajo a una misión como esta?

Desvió la mirada ante mis interrogantes. Me dio la espalda y se sentó en su cama para quitarse los zapatos.

—Las cosas han cambiado bastante, Vanessa —dijo—. No te imaginas cuánto.

Paula había logrado que Josh se contuviera conmigo con solo tocarlo. También se sintió con la confianza de interferir en asuntos serios de la manada que, en ausencia de Drake, eran competencia de Josh, el siguiente en la línea de sucesión debido a la falta de herederos con edad madura. Una simple subordinada no hacía eso.

—¿Ya estás en su repertorio de amantes?

—No hables de lo que no sabes.

Así de fácil me arrepentí de haber buscado distraerme obteniendo información de ella. Ella vivió conmigo el martirio que fue mi relación con Drake; lo mucho que sufrí debido a su infidelidad. De mi historia debió aprender que caer por las palabras bonitas de un puro no traía buenos resultados. Josh jamás le daría algo mejor que el título de ser un revolcón ocasional.

—Y ahí estás. Juzgándome —agregó al girar—. Yo nunca te di esa mirada.

—Tú eres quien le está haciendo a Nadia lo que Corinne me hizo a mí.

No pude contenerlo. La presencia de ellos y la petición de salvar a Drake avivó viejas heridas.

Corinne fue criada para convertirse en la pareja ideal de Drake, pero él la dejó para estar conmigo. O eso creí. Ambos se burlaron de mí y continuaron juntos. No importaron las humillaciones que tuve que enfrentar, ni el amor el me juró; todo fue una vil mentira.

—¿Sabes? Dependiendo del punto de vista y del momento, cualquiera de las dos pudo haber sido considerada la novia oficial, o la amante.

Sonreí con amargura, sin ofenderme. Así de ciega había estado. Paula tenía razón y esa nueva versión de ella me agradó.

—Y recibí mi castigo divino —repliqué.

La castaña suspiró y se acomodó entre las sábanas. Se tendió sobre su costado para continuar charlando conmigo.

—Nadia murió hace año y medio y Josh casi muere intentando salvarla. Fue un Maldito de Aithan. Josh quedó roto y yo estaba ahí. Siempre he estado ahí. Atentó contra su vida y lo salvé. Sé que no me ama, pero aceptó empezar de nuevo conmigo.

Me quedé sin palabras. Así como Corinne fue elegida para Drake, lo mismo sucedió con Nadia y Josh; con la diferencia de que Nadia se enteraba de los breves romances de su prometido y no objetaba. Más esporádicos en el tiempo, pero sin dejar de ocurrir.

¿Quién era yo para juzgar a Paula? Las dos habíamos caído en las redes los hermanos Aldrich.

—Agradezco tu preocupación —añadió—, pero si me está utilizando es porque yo quiero que lo haga.

Y eso le había dado un grado de poder. Me di cuenta de que sí aprendió de mi experiencia. Ella no sería tan ingenua como yo.

No quise seguir dándole un sermón. No solo me había endurecido con el tiempo.

Al estar así con ella, me percaté de que no recordaba lo agradable que era tener una plática sincera con alguien, sin estar pendiente de no equivocarme con mis reacciones y la información dada. Paula fue mi compañera de habitación por varios años y estuvo conmigo en momentos difíciles. Yo fui quien la apartó al hundirme en mi propia oscuridad.

—Te extrañé —confesé.

Apagué la lámpara sin esperar una respuesta y me di la vuelta para pretender dormir. Sin embargo, no tardé en sentir su brazo encima de mí. Me abrazó sin decir nada y por esos segundos volví a ser la Vanessa asustada, recién llegada, y que no entendía lo que sucedía; y ella fue la Paula casi tan atemorizada como yo, pero con la nobleza de acercarse para asegurarme que todo estaría bien.

***

La mañana siguiente me preparé para encontrarme con Wyatt en el restaurante del hotel. Ideé respuestas en mi mente para diferentes escenarios posibles, pero confiando en que me dejaría ir sin ponerme trabas.

Fue inevitable, desde que desperté del par de horas que pude dormir, pensar en Arthur. Más allá de haber sido uno de los mejores alfa de los Cephei, fue casi como un padre para mí. Tan exigente y compresivo como fue, me ayudó a encontrarle sentido a mi vida más de una vez. Me entristecía saber que no volvería a escuchar sus sabias palabras, sin embargo, una parte de mí estaba tranquila porque por fin se había reunido con Esther, su esposa, quien falleció décadas atrás. Fue su único amor y debían estar corriendo juntos por las colinas de la diosa.

La mano de la cortada picó.

Drake se coló de nuevo en mi mente.

Me costó tiempo sacarlo de ella, pero ahora que volvió y mi destino estaba una vez más atado al de él, tardaría en ser expulsado. Me imaginé el trato que debía estar recibiendo de los chupasangres y sentí una presión en mi pecho. No tenía por qué ser relevante para mí, sin embargo, lo fue. El sufrimiento no borró el hecho de que hubiera sido el hombre más importante en mi vida.

Tocaron la puerta. Paula se había ido hacía poco para avisarle a Josh que estaba lista, por lo que supuse que debía ser alguno de ellos que venía por mí. Salí del baño y fui a abrirla.

Antes de posar mis ojos en la persona en el pasillo, mi nariz detectó el mismo aroma que me embriagó en el ascensor. Y allí estaba el sujeto, vistiendo una simple camisa blanca y con la mano de Josh sobre su hombro.

—Ayer se me pasó traerte a Alan para que lo saludaras —dijo el pelinegro.

Como había dicho Josh, llevaban semanas vigilándome, por lo que no debía sorprenderme que incluso tuvieran a alguien en recepción que se asegurara de que yo subiera y me quedara en el piso correcto. Entonces, ¿sí era un Hijo de Diana? ¿Qué había de diferente en él?

Por cortesía y la intriga que generaba en mí, extendí mi mano para estrechar la suya. Su expresión fue extraña y noté cierto nerviosismo que se esforzó por ocultar. No obstante, aceptó el apretón de manos.

Lo que me desconcertó fue el corrientazo que sentí cuando lo toqué. Recuperé mi mano y forcé una sonrisa.

—Un gusto —dije manteniendo la compostura.

Él no respondió.

—Bueno, en realidad ya se conocen —añadió Josh—. No sé si recuerdas al hermano bastardo de Bryan. Pues, ya es todo un Hijo de Diana.

No hubo motivos para esconder mi desconcierto. No podía ser él. Nació humano y años atrás fue enviado con una manada al sur.

—Alan era castaño, no rubio —fue lo que preferí comentar.

—Se aclaró con la transformación —habló ahora sí él—. Hola, Vanessa.

Yo me había quedado con la imagen del niño solitario y menospreciado por la manada. Tenerlo frente a mí, causando esas extrañas sensaciones, siendo ya un hombre atractivo de unos veintiún años, fue difícil de asimilar. No pude responder como si nada a su saludo.

—¿Y por qué está aquí? —cuestioné.

Alan fue el resultado del desliz que tuvo el padre de Bryan con una humana. Ella murió en el parto y Alan rechazó los genes licántropos. Debido a ello, Humbert Seward decidió encargárselo a una prima lejana con las mismas características, dándole la oportunidad de crecer como un niño normal, pero siendo consciente de sus raíces. El problema fue cuando esa prima falleció producto de una enfermedad y Alan tuvo que quedarse con la manada mientras deliberaban qué hacer con él. Después, Humbert cobró un favor, lo enviaron a esa manada muy al sur y no supe más de él.

Callado y temeroso eran las cualidades que más lo definían en aquel entonces. Me costó pensar en qué forma podría serle útil a Josh.

—Porque Rinc lo entrenó como te entrenó a ti y te ayudará a rescatar a Drake.

—Eso no me lo habías dicho —gruñí—. Yo trabajo sola. No voy a confiarle mi vida a un desconocido. Que lo entrenara Rinc no me garantiza nada.

Cerré la puerta de la habitación y me colé en el espacio entre ellos para acceder al pasillo. Ya nos habíamos demorado demasiado y la puntualidad era importante para Wyatt.

Esperé a que Alan contestara de alguna manera para defender su valía, pero no lo hizo. Permaneció mudo y sin siquiera girar para mirarme. Esa actitud le dio peso a mi duda. Llevarlo conmigo solo sería una carga.

—No tengo nada en contra de ti, Alan, y no sé qué te haya prometido Josh, pero es mejor si te quedas al margen —agregué.

En el pasado, yo me ocupé de que Alan no se sintiera tan miserable con la manada. Le brindé sonrisas cálidas, compartimos risas, jugamos y vimos televisión. Sin embargo, los tiempos eran otros y si alguien debía ponerle los pies sobre la tierra. Él no tenía lo que se necesitaba para sobrevivir bajo nuestras condiciones. No moriría por mi culpa.

Josh prefirió no hacer ningún comentario. De hecho, pareció estar divirtiendo con la escena.

¿Acaso lo había traído para ser objeto de sus burlas?

A pesar de la molestia que ese pensamiento me causó, me dirigí hacia el ascensor. Tenía el paquete de Wyatt en mi bolso y no seguiría retrasando nuestro encuentro. Mientras más rápido avanzara todo, más pronto alcanzaría mi libertad.  

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top