~15~
Ladeó su sonrisa por quinta vez al tomar las fotos.
Nick no lo notaba, pero Akim lo observaba de una forma peculiarmente encantadora. Y cómo no, si el pelinaranja era un verdadero encanto, como un niño pequeño.
—Nick, ¿y si te sientas en uno de esos columpios mientras Akim te empuja? —propuso la rubia, señalando la zona de juegos a unos metros.
Ambos asintieron y se levantaron del césped para dirigirse al lugar.
—Pensé que eras su pareja o algo así —dijo Violeta de la nada.
Ruth frunció el ceño, confundida.
—¿Pareja?
—Sí, de Nick.
Ladeó la cabeza cada vez más confundida. ¿Ella con pareja? ¿Y encima con aquel muchacho?
—No, solo somos amigos. Además, no... no es mi tipo; o sea, es majo, pero no es mi pareja. ¿Por qué? —inquirió, aún sorprendida por la pregunta.
Ambas caminaban una al lado de la otra, los chicos ya casi estaban por llegar, iban muy alejados.
—La otra noche, en el bar, te fuiste con él. Pensé que eran pareja y pues... me dio curiosidad.
—Ah... eso.
—¿No te incomoda? Es decir, no te lo tomes a mal ni nada, pero puedo intuir para lo que se fueron.
Ruth suspiró cansinamente. La pregunta no la tomaba por sorpresa esta vez.
—No tendría por qué, simplemente pasó y ya, además, no es que fuese muy importante tampoco.
—¿Ya lo habían hecho antes? —indagó la chica de ojos amatista.
Se percató de su insistencia, empezaba a intrigarle el motivo de por qué quería saber más. Entonces se percató de un pequeño detalle.
—¿Cuánto tiempo lleva tu hermano interesado en Nieves?
Violeta cerró la boca en un segundo, instantáneamente Ruth supo que dio en el clavo.
—No tiene nada de qué preocuparse, Nick es todo suyo. Y sí, hemos pasado la noche juntos antes, pero siempre fue casual, no hay sentimientos de por medio de parte de ninguno —dijo con simpleza.
A Violeta la desconcertaba la forma de quitarle importancia a la situación de Ruth. Pero más le desconcertaba la naturalidad con la que ella y Nick se habían tratado antes. Le resultaba increíble de ver.
—¿Cómo... puedes hacer eso? —preguntó casi en un hilo de voz.
—Lo hago y ya, no hay ningún truco —respondió la rubia algo fastidiada.
Odiaba cuando las conversaciones se centraban específicamente en su vida sexual. Ella podía hacer lo que quisiera con quien quisiera siempre y cuando tuviera cuidado... ¿y qué con eso? ¿Por qué se sorprendían? Llevaba una buena relación con los que alguna vez llegó a pasar la noche y no le veía el problema. ¿Por qué le daban importancia a eso?
—¿Alguna vez has tenido pareja?
—No —contestó secamente.
—¿Has pensado en tenerla?
—No me interesan esas cosas por el momento.
Violeta hizo el ademán de volver a hablar, pero Ruth la interrumpió.
—¿Podemos dejar de tratar mi vida personal, por favor? —preguntó, intentando no ser grosera.
La azabache asintió, mordiéndose el interior de la mejilla. Tal vez se había pasado un poco de curiosa, pero le parecía sorprendente el estilo de vida que llevaba la rubia.
—¿Trabajas solo de fotógrafa?
Ruth asintió y volvió a respirar un poco más cómoda.
—¿Tú solo trabajas de mesera o hay algo más que hagas?
—Estuve estudiando para ser doctora, pero me derivé a enfermería. Este año me gradúo —habló con una orgullosa sonrisa.
Llegaron hasta los juegos, Nick y Akim ya estaban allí y parecían dos niños chiquitos, balanceándose en los columpios y riendo.
—¿Por qué te cambiaste? —preguntó y empezó a sacar fotos de ambos chicos.
—No tenía los medios y ya había avanzado la mitad de la carrera, así que la opción más viable fue derivarme a otra área —explicó, encogiéndose de hombros levemente.
Ruth emuló un "vale" en voz baja, estaba muy concentrada cambiando de ángulo para sacar una buena foto.
—¿Luz y tú son amigas desde hace mucho?
—Estudiamos juntas con Alexia y Maggie toda la secundaria. Perdimos contacto con ellas, pero Luz y yo no, incluso nos volvimos roomies.
—Yo también vivo con una roomie.
—¿Ah, sí? ¿Quién? —inquirió, con más curiosidad de la que quisiera.
—Creo que la conoces, trabaja en el restaurante también, se llama Wendy.
Ruth buscó entre sus recuerdos, se le hacía familiar aquel nombre. Entonces la imagen de la chica de cabello blanco patinado y ojos verdes vino a su mente.
—¿Es una cocinera, no? Creo que la fotografíe estando allá —mencionó, revisando las fotos de la cámara.
—Sí, es una de las cocineras. Hablando de fotos... veo que no tienes mucha paciencia por lo que pasó con Valentina, la mujer que intentaste fotografiar, pero se puso nerviosa —comentó con una pequeña risa al final.
—A ver, trabajo es trabajo, y soy muy estricta con eso —se excusó Ruth, intentando justificarse—. En mi defensa, ella no entendía que simplemente no debía mirar a la cámara.
—Tranquila, te entiendo. Es muy nerviosa, sobre todo cuando la miran fijamente o le hablan de frente.
—Hombre, entonces no entiendo qué hace trabajando en un lugar donde todo el mundo va a hablarle. Para eso mejor que ni trabaje —se quejó la rubia, curvando sus labios en una sonrisa— ¿Se conocen desde hace mucho? Wendy y tú, me refiero.
—Sí, estudiamos juntas en la secundaria. Cuando terminamos y quisimos ir a la universidad, decidimos que íbamos a independizarnos... y lo hicimos. Vivimos juntas desde entonces —respondió con una peculiar sonrisa.
Aquello desilusionó un poco a la rubia.
—Ah, son pareja —asumió, volviendo a enfocar la cámara.
—¡No! —saltó Violeta rápidamente— Solo somos amigas.
La expresión de la azabache tenía cierta tristeza en cuanto dijo aquello. Incluso así, seguía siendo hermosa a los ojos de Ruth. Sí, aún seguía sintiendo esa atracción sexual desde el momento que la vio, pero iba disminuyendo poco a poco, lo cual la aliviaba en cierta parte, pero también la frustraba.
—Ah... vale —miró hacia el chico rubio unos segundos. El silencio luego de aquello resultaba incómodo, así que decidió desviar la conversación—. Hasta ahora no me creo que Akim y tú sean hermanos, no se parecen en nada, solo en los ojos.
—Nos lo dicen muy seguido —Violeta posó ambas manos en sus caderas, haciendo que su pecho y brazos se tensaran, y Ruth no pudo evitar dar una discreta mirada hacia aquel lugar.
—¿Has pensado en sacarle una prueba de ADN? —bromeó la rubia.
—Quizás viva engañada, pero soy feliz con ese tontito —ensanchó su sonrisa.
—¿Tontito? Vaya, qué gran insulto.
—¿A que sí?
—Uff, sí. Los abuelos de ochenta años envidian tu descaro.
—Qué graciosa...
—Claro que sí. Si yo tuviera un hermano, le diría cariñosamente que es un idiota todos los días de su puta vida, esa sería la mejor forma de decirle que lo quiero.
—Esa boquita, chavala...
—Lo siento, señora Violeta —se burló Ruth, recibiendo un leve empujoncito justo en el preciso momento que presionaba el botón de tomar la foto— ¡Eh, gilipollas, que no te metas con mi trabajo!
Se escandalizó. No estaba molesta, pero igual fingió. Lo único que logró fue que la chica de ojos amatista soltara una carcajada por su expresión.
—Me tienes envidia porque soy más joven, eso es lo que tienes... —murmuró aún en su papel.
—Sí, sí, lo que digas, chiqui —habló aún entre risas.
—Ok, boomer, solo déjame trabajar.
Sacó unas últimas fotos aprovechando la espontaneidad de la situación entre los chicos que se pasaban de juego en juego como si nada. Felizmente y a esa hora no habían muchos niños.
—Vaya, son excelentes —dijo sorprendido Nick—. ¡Akim, mira, son muy buenas!
El chico se llevó la cámara para mostrársela a su amigo, que se amarraba la chaqueta en la cintura. Asintió con una bonita sonrisa luego de ver lo que le enseñaba el de cabellos naranja con emoción.
—Gracias, Ruthy. ¿Lo que resta del pago te lo doy cuando nos veamos de nuevo?
La rubia asintió, recibiendo de nuevo el aparato y guardándolo en su estuche con cuidado.
—Hasta la próxima entonces, osita —se despidió Nick, con un abrazo y un beso en la mejilla que hizo que el rubio desviara la mirada.
—Te acompaño a tu casa —intervino Violeta rápidamente, antes de que Ruth hiciera algo.
—¿No vienes con nosotros, Vi? —preguntó Akim, confundido.
Ruth la observaba de la misma forma. No entendía el por qué de la repentina propuesta.
—Bueno, no veo el problema —se ahorró preguntar el por qué.
—Vale, nos vemos más tarde, chicos —se despidió la azabache, empezando a caminar junto con la rubia, dejando atrás a dos confundidos jóvenes que solo las veían alejarse.
Iban en silencio, no era incómodo, pero tampoco muy agradable. Ruth seguía preguntándose por qué Violeta decidió acompañarla. Ni siquiera sabía si vivía cerca, perfectamente podría vivir en la otra punta de la ciudad y haría todo un viaje estresante de ida y vuelta.
—Quería que Akim pasara un poco más de tiempo con Nick —habló Violeta, mirando los carros cruzar la calle, esperando a que el semáforo cambiara de color.
—Ah, vale.
Ruth, una vez más, sintió esa extraña desilusión.
—Y también... porque vi lo que pasó el otro día en el restaurante.
Bueno, si antes estaba un poco incómoda, ahora lo estaba más.
Era cierto que Violeta llegó a presenciar el desagradable episodio con Adam en el restaurante, pero no esperaba que tocara en tema así de la nada y mucho menos.
—¿Puedo preguntar... qué fue todo eso?
Definitivamente, Ruth no podía estar más incómoda que en ese momento.
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