~14~

—¿Cómo dices? —preguntó, abriendo los ojos de par en par.

—Lo que dije, Ruth... no se lo digas a nadie, quiero que sea privado.

—¿Y por qué me lo dices a mí, tonta? Sabes que soy un asco guardando estas cosas —se quejó, frunciendo levemente el ceño— ¿Por qué no se lo dijiste a Luz?

Aurora guardó silencio unos segundos.

—¿Puedes hacer lo que te pedí, o no?

—Sí, sí, no seas tóxica. Solo pasa por el parque para dejarme tus llaves, tengo una sesión en diez minutos. ¿Cuándo te vas?

—En una hora, pero en lo que voy hasta el aeropuerto y revisan mi equipaje, se pasan unas dos fijo.

—No te olvides de llevar un bozal —le recordó Ruth, aguantando la risa.

—¿Un bozal? ¿Y para qué coño quiero yo un bozal?

—Para mantener la boca cerrada, gilipollas.

—¡Eres una...!

—Te veo en un rato, Aurora, adiós —la interrumpió y colgó.

Ruth soltó una suave risa antes de volver su rostro serio.

Aurora se iba de Karmaland. No porque quisiera, era una emergencia familiar, no le dio más detalles, pero debía ser grave como para que tuviera que irse así de rápido.

Suspiró con pesar, le preocupaba su amiga y lo que pasara con su familia, pero no podía hacer nada más que desearle buena suerte y cumplir el favor que le pidió: cuidar a su mascota.

Hacía un par de meses que Aurora se había encontrado un pollito en una caja de basura. Era muy pequeño y le conmovió tanto que lo llevó al veterinario y, dos días después, decidió quedárselo. Le llamó Frederick, un nombre inusual para un simple pollo, en opinión de Ruth y Luz. Lo quiso tanto que lo consideraba prácticamente su hijo, por tal motivo necesitaba dejarlo en buenas manos, y era por eso que Ruth se cuestionaba muy seriamente por qué había dejado al pobre animal a su cargo. Lo bueno es que el pollo se quedaría en el departamento de Aurora y no tendría que tenerlo en el suyo.

Tomó su mochila y se dio una última mirada en el espejo. Se silbó y halagó a sí misma antes de salir del cuarto.

Luz estaba en la sala hablando por teléfono. Por su semblante serio y su tono de voz formal, supuso que hablaba con sus padres.

—I know, don't worry. I called last week and they said "no problem, we are solving it, we will let you know if there is any news" ... Yes, I'll call you ... aha, yes ...  —Luz interrogó a su amiga con la mirada en cuanto la vio atarse las zapatillas, no le avisó que saldría.

—Sesión de fotos —le susurró.

—No te olvides de tu cargador, Ruth —murmuró, cubriendo el teléfono—. Take care, bye ... —Luz entonces se tensó un poco, ante la mirada de la rubia— yes, too ... I also esteem them. Bye.

La castaña colgó y se quedó unos instantes observando a la nada. De pronto, lucía consternada.

—¿Tus papás?

Ella asintió, pasándose una mano por la cabeza.

—¿Todo bien? ¿Qué querían? —inquirió Ruth.

El tema de los padres de Luz era algo... complicado.

—Nada, solo preguntaron sobre unos trámites y ya —respondió pesadamente—. No te olvides las llaves, Ruth, no me apetece despertarme solo para abrirte la puerta.

Aquel era el día libre de su amiga, y ella normalmente dormía hasta tarde. Recuperaba las horas de sueño que perdía en la semana debido a las clases en línea que daba y otras cosas más muy aburridas para Ruth.

—Sí, lo que digas... mami Luz.

—Fuck u, Ruth —se despidió la castaña, cerrando la puerta de su cuarto tras de sí.

Ya en el parque, divisó una cabellera naranja en una de las bancas a un lado del camino. Conversaba animadamente con otra persona que ella no alcanzaba a ver, pero suponía y era el compañero que Nick había mencionado cuando acordaron lo de la sesión.

—¡Hey, osita! ¡Llegaste! —la saludó el chico animadamente.

Se puso de pie y ambos se saludaron con un corto abrazo. Ruth bajó la vista y en la banca, justo al lado de Nick, estaba un chico de cabello rubio dorado y ojos amatista. Tenía porte elegante y era muy guapo, además, en la cabeza llevaba una curiosa diadema dorada y de metal dorado que se perdía un poco entre sus cabellos. Parecía una corona de palmas de olivo... le quedaba muy bien.

Ruth observó de reojo una vez más al chico, no quería incomodarlo, pero había en él que le resultaba muy familiar, a pesar de estar segura de no haberlo visto en su vida. Una cara tan bonita no se olvidaba fácil... lo recordaría incluso si no se lo hubiera llevado a la cama.

—Ruth, él es Akim, un gran amigo. Akim, ella es Ruth, una amiga y colega —los presentó con una dulce sonrisa.

Ruth extendió su mano y él la recibió. En sus ojos percibió cierta dureza, incluso cierto recelo. Apenas lo conocía y empezaba desagradarle aquel tipo.

—Bueno, ¿por dónde empezamos? —preguntó el de cabellos naranjas, emocionado.

La rubia se llevó la uña del pulgar a la boca y la mordisqueó. Miró a su alrededor, buscando algún lugar por dónde empezar.

Mientras, Nick volvió a conversar con Akim, el chico a su lado. Ruth ya tenía su cámara en mano y los observó unos segundos.

Si algo bueno que le había traído ser fotógrafa es que podía percibir pequeños detalles que el resto no solía notar. Por ejemplo, se daba cuenta del peculiar brillo en los ojos de Akim cuando conversaba con Nick y o la forma en la que este ladeaba la cabeza cuando se dirigía a su amigo.

Sonrió para sus adentros, comprendiendo por qué la actitud del chico al inicio.

Sin pensarlo dos veces, Ruth empezó a sacar varias fotos de ambos sin que se dieran cuenta. La luz era buena y no necesitaba el flash, además, los dos eran muy fotogénicos y condenadamente guapos.

—¡Hey, teñida! —gritó una voz a su espalda.

Los tres jóvenes se giraron, para descubrir a una chica de melena negra y piercings acercarse con una sonrisa ladina.

—Toma, cuida bien a mi hijo y el departamento, sé cuánto dinero tengo, así que no te pases de rata —bromeó, fingiendo amenazarla.

—Sí, sí, lo que digas. Ve despidiéndote de tus pertenecias, puede que la próxima semana las encuentres en venta en EBay, incluyendo tu pollo —le respondió con el mismo tono.

—Haces eso y te destruyo, gorrina. Bueno, me voy, no tengo mucho tiempo. Suerte con las fotos. Hola y adiós también, Nick —se despidió.

Y así como apareció, Aurora se fue.

—Pensé que era mi hermana por el cabello —dijo Akim, mirando hacia todos lados, buscando a alguien.

—¿Tu hermana? —cuestionó Ruth, revisando las fotos que ya había tomado.

—Sí la conoces, Ruthy —comentó Nick con una sonrisita.

—¿Yo? Ni siquiera conocía a tu amigo antes de hoy, ¿cómo voy a conocer a su hermana? —preguntó Ruth confundida.

—Ahí viene —declaró Akim y se levantó para darle el encuentro a una chica que se acercaba a ellos.

Tal y como dijeron, tenía la melena negra como Aurora, pero la muchacha era lacia y mucho más alta.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, a Ruth estaba a punto de caérsele la mandíbula y Nick la observaba divertido.

—Hola, Nick, hola... Ruth —saludó cortesmente la joven.

—Hola, Violeta.

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