~13~

—Bien, ahora... ¿van a explicarme qué coño pasó allá afuera? —inquirió Lorena, cruzándose de brazos y apoyándose de espaldas a su escritorio.

Las cuatro chicas habían atravesado la cocina con miradas asesinas y absolutamente ningún empleado se le cruzó por la cabeza interponerse en su camino.

Ruth, Aurora y Luz estaban de pie frente a ella, todas con el rostro serio y el ceño fruncido.

—Adam es un ex mío, terminamos y se dedicó a perseguirme rogándome perdón y que todo vuelva a ser como antes —Luz apretó la mandíbula mientras Aurora hablaba—. Dejó de joderme en cuanto le planté una denuncia hace como tres años y no lo había vuelto a ver hasta que...

—Ese gilipollas se cruzó conmigo en  un puto bar —continuó Ruth—. Me acosté con él una noche y lo dejé en un motel luego de eso, pero logró encontrarme de vuelta y esta vez no me dejó en paz. Lo denuncié y tiene una orden de alejamiento, pero ni siquiera le importa.

—El idiota ese ni siquiera tiene miedo de meterse en problemas legales. Intentó incluso sonsacarme información de Ruth y de Aurora en cuanto descubrió que era amiga de ellas, pero al menos tuvo la decencia de desaparecer en cuanto lo mandé a tomar por culo —añadió Luz.

La pelirroja sintió su piel erizarse a la par que un escalofrío le congelaba cada nervio de su columna.

—¿Estás segura que esta vez no fue una horrible casualidad? —preguntó anonadada Lorena, intentando buscar una respuesta menos perturbadora.

—¿Me estás jodiendo? Te llevo diciendo que me lleva persiguiendo por un puto año y preguntas eso, Lorena —refutó Ruth, indignada.

—A ver, tranquila, ¿sí? Lo que me están contando me parece casi surrealista y no es fácil de procesar —se defendió ella.

—Si ese idiota vuelve aquí, lo más seguro es que termine ocurriendo una desgracia —farfulló Luz, mirando hacia otro lado.

—Tenemos que hacer algo, Lola, no puedo trabajar ni exponer a nadie delante de ese psicópata —habló Aurora—. Sugiero contratar seguridad y colocarla en la entrada. Si vino hasta aquí, lo más probable es que descubra que este es nuestro centro de trabajo y quiera asomar sus cojones todas las veces que pueda.

—¿Seguridad? Eso costaría mucho. No niego que es una buena medida, pero reduciría considerablemente nuestro presupuesto, chicas.

Entonces Ruth recordó lo que había sucedido minutos atrás.

—No tiene por qué costar tanto, podríamos contratar a algún conocido nuestro y ajustar el precio de sus servicios —propuso la rubia—. Tal vez no para que esté aquí las veinticuatro horas del día, pero sí como medida de seguridad para cuando nos reunamos.

—¿Y a quién contrataríamos? Que yo recuerde, no tenemos ningún conocido que trabaje en ese ámbito —dijo Luz, mordiéndose el interior de su mejilla.

Ruth sonrió amargamente y negó con la cabeza.

—Hay alguien, Luz. Es Alexia.

—¿Alexia? ¿La de cabello corto y una mecha azul? —preguntó Aurora, intentando descifrar si se estaba en lo correcto.

—¿La chiquita que estaba con Luz esa noche en el bar?

—Sí, ella —aclaró Luz—. No sabía que Alexia era de seguridad... no lo parece con esa apariencia.

La castaña meditó unos segundos, en los que Aurora la observó con el ceño fruncido muy disimuladamente.

—Bueno, es policía. Tiene incluso más poder que alguien de seguridad, podría arrestar a Adam si se le ocurre aparecerse y él lo sabe. Lely lo confrontó cuando estuvimos afuera.

—Sí, Ruth, pero al ser policía ella está ligada a resguardar la ciudad y sus habitantes, no solo a sus amigas —le recordó Aurora.

—Podríamos intentarlo, no perdemos nada —murmuró Lorena, evaluando los pros y contras en su cabeza.

—Por lo mismo, no solo somos sus amigas, Aurora, también somos ciudadanas —refutó Luz.

—Pero no sabemos a qué cuerpo policial pertenece, dependiendo de eso es que podría o no ser de ayuda.

—Estás siendo pesimista, ¿no quieres acaso sentirte segura y a salvo de ese idiota? —cuestionó la castaña, algo molesta por la actitud de su amiga.

—Yo quiero caminar tranquila, Aurora. Quiero sentirme bien al menos en mi trabajo, libre de ese gilipollas —la apoyó Ruth.

Aurora no dijo nada más y solo agachó la mirada. Ni siquiera supo responder a por qué una parte de ella quería negarse a aquella propuesta si también quería estar tranquila. Inmediatamente recordó las miradas cómplices que se dedicaban la chica del mechón azul y Luz esa noche de fiesta. Se maldijo interiormente por dejarse llevar por sus impulsos... y sus celos.

—Bien, llamen a la enana. Ojalá que podamos llegar a un acuerdo —dijo en un suspiro la pelirroja.

Luz asintió y abandonó la oficina para buscar a la mencionada.

Lorena se pellizcó suavemente el tabique de su nariz. En su interior rogaba que todo fuera una pesadilla mientras se dejaba caer sobre la silla del otro lado del escritorio. Los cabellos rojos y desordenados caían sobre su espalda y se mecían con cada movimiento que hacía.

Ruth observaba sin muchos ánimos por las pequeños espacios entre las persianas dispuestas en la oficina que conectaba con el área de la cocina. Desde donde estaba, podía observar a cada empleado cumplir su labor.

Por un momento, la rubia deseó ser uno de ellos y dejar de lado ese sentimiento de cólera que la asaltaba por el recuente encuentro.

Aurora estaba muda, solo le prestaba atención al pequeño collar que colgaba de su cuello y con el que jugueteaba mientras sus ojos se perdían en algún punto de la nada.

Ruth prestó atención a cómo la puerta de la cocina se abría por centésima vez y por ella cruzaba Violeta, con la mirada siempre en alto y llevando una bandeja vacía bajo el brazo. El extremo izquierdo de su labio se curveó de forma casi imperceptible. Pensó si esa preciosa chica alguna vez habría tenido que enfrentar una situación similar a la suya... esperaba que no, no se lo deseaba ni a la persona que más odiara.

Segundos después de haber entrado la chica de ojos amatistas, Luz ingresó también acompañada de Alexia, Farah y Maggie. Algo desconcertada, abrió la puerta, dejándolas pasar e interrogando a Luz con los ojos, pero esta solo se encogió de hombros y se apartó para que las chicas ingresaran.

—No podía a dejarlas solas afuera después de aquello y creo que también merecen una explicación, estuvieron ahí —se disculpó, encogiéndose de hombros.

Lorena no pudo evitar removerse en su sitio cuando vio a la joven de bandana cruzar la puerta y Aurora se tensó cuando vio pasar a la pequeña policía.

Todas se quedaron en silencio unos instantes, antes de que Lorena carraspeara, enfocando todas las miradas sobre ella antes de empezar.

—Alexia, nos volvemos a ver...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top