~11~
—No sabía que eras policía —dijo Farah con sorpresa en su voz, y algo de admiración.
—Entonces sí que lo hiciste, Lely.
—Sí... fue difícil, pero lo logré —Alexia sonrió ampliamente.
—Fran tenía razón, maldita sea... ahora le debo veinte karmas. Hablando del tema,¿cómo está? —murmuró Maggie.
—Sí... espera, ¿apostaron sobre mí? Pero que gilipollas —se indignó—. Y está bien, se la pasa en su estudio de grabación con su guitarra y otros instrumentos. A veces sale con sus amigos o me va a visitar los fines de semana para echarnos unas partidas en mi consola.
—¿Fran? ¿Es tu hermano o algo así? —inquirió Farah inconscientemente.
—Es mi ex —reveló la más baja sin darle mucha importancia.
Farah, al escuchar aquella respuesta, se atoró con su bebida. Nunca había escuchado de unos ex's que se llevaran tan bien... era extraño.
—Vaya... ¿Por qué terminaron? —indagó Farah, superada por la curiosidad.
—Los estudios nos consumieron y descuidamos la relación... quedamos en buenos términos al romper y ya, no es nada del otro mundo. Somos mujeres que saben salir adelante.
—¡Mujeres! —exclamó la castaña de ojos miel. Ahora sí que estaba sorprendida.
—¿Algún problema? —cuestionó Alexia algo incómoda, pues pensó que el detalle de su sexualidad le había molestado.
—No, no, ninguno, tranquila. Guarda las garras, tigre.... o gatito, en este caso —se defendió.
Alexia rodó los ojos y se llevó un bocado del Gazpacho a la boca. Se entretuvo tanto hablando que apenas iba por la mitad.
—¿Al final Fran...? —empezó Maggie, siendo interrumpida a los pocos segundos.
—No, no pudo grabar el disco. Se dedicó a ser maestra de música y ya —se encogió de hombros mientras hablaba.
—Me parece sorprendente que seas policía —comentó Farah, volviendo al tema de su trabajo.
—¿Por qué?
—Es que... eres tan chiquita —contesto, sumamente enternecida—. Eres una cosita tan...
—Farah, yo te sugiero que no sigas... si quieres vivir, ni sigas —le advirtió Maggie, divertida viendo cómo el ceño de Alexia se fruncía.
—No, adelante, déjala terminar —la incitó Alexia.
—Mmm, chicas, el gazpacho está buenísimo, ¿no? —preguntó Farah, embutiéndose la boca de comida.
Alexia enarcó una ceja. Intentaba verse lo más seria posible, pero es que con Farah hablando era casi imposible. Demasiado risueña y agradable... no le disgustaba para nada.
Justo en ese preciso momento, una muchacha de cabellos castaños ingresó al restaurante con paso firme y un aura oscura.
—¿Han visto a Ruth y Aurora? —preguntó con la voz ronca apenas vio a sus amigas.
Ellas, algo incómodas por la energía que emanaba de la ya no tan simpática Luz, señalaron la cocina al mismo tiempo, en el preciso instante en el que Aurora abría ambas puertas de la cocina con una patada.
Aquello no acabaría nada bien...
Lo bueno era que varios de los clientes ya se habían ido y ni habían tanta actividad como media hora atrás.
Aurora y Luz se miraron fijamente unos segundos antes de que la castaña se dirigiera a donde su amiga y juntas se perdieran de vuelta en la cocina.
—Bueno, ¿quién colabora para comprar un ataúd? —preguntó Farah, volviendo a llevarse una cucharada de comida a la boca.
—Vamos a necesitar más de un ataúd...
—Maggie tiene razón, necesitaremos una fosa entera, no creo que nadie aquí se salve...
El teléfono de Maggie empezó a sonar, interrumpiendo la interesante charla de ataúdes y se retiró para poder atender, quedándose solo Farah y Alexia.
—Tengo una duda —mencionó Farah.
—¿Qué cosa?
—¿De verdad fuiste capaz de superar todas las pruebas para policía con ese tamañito? —preguntó, esbozando una inocente sonrisa.
—Pues sí, soy alguien dura y muy ruda —declaró con mucho orgullo la de cabello corto.
—A ver, ruda, ruda... yo diría que no —se sinceró Farah.
—Es que no me has visto en acción, soy una máquina en el trabajo —de jactó, inflando el pecho y con una sonrisa socarrona.
—Permíteme dudarlo —interrumpió con cierto aire de incredibilidad.
—Duda todo lo que quieras, pero nunca me quitarás la razón.
—A ver, arréstame.
Alexia se quedó atónita ante aquellas palabras.
Hablaba en serio... ¿o le estaba jodiendo?
—¿No que muy ruda, Alexia?
La desafió con una gran sonrisa. Farah tentaba la suerte y esperaba que no resultara, apenas y tenía dinero para ella misma. No sabía en lo que se metía, ni con quién.
—Señorita Farah, queda usted bajo arresto por desafiar a la autoridad —sentenció Alexia con tono serio.
Y en menos de un segundo, la castaña fue esposada por la más baja en un ágil movimiento.
Intercambiaron miradas y echaron a reír sin importar que el resto las observara extraño.
Maggie regresó y se encontró con una Farah con las manos esposadas y una Alexia que se partía el culo de la risa.
—Vale, ¿de qué me perdí?
—He sido arrestada —anunció Farah sin dejar de reír.
—¿En qué universo eso es bueno? —cuestionó Maggie, siendo contagiada por la risa de ambas chicas.
—No sé, pero estuvo bueno —dijo Alexia, limpiándose las lágrimas que estaban a punto de desbordar sus ojos.
—No lo dudo... bueno, Alesia, ya quítame estas cosas que quiero seguir almorzando.
La pelinegra asintió y tanteó dentro de los bolsillos de su pantalón manteniendo su amplia sonrisa, pero cuando terminó su inspección en ambos bolsillos, la sonrisa se desvaneció.
Rápidamente, tomó el bolso a su lado e indagó en su interior buscando algo. Farah todavía sonreía, pero Maggie ya había captado lo que ocurría segundos antes de que Alexia levantara la cabeza y negara muy nerviosamente.
—No tengo las llaves de las esposas.
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