~09~

-¡Que no mires a la cámara, coño! Anda, sigue haciendo lo que sea que estés haciendo, ¡pero no mires a la cámara! -protesto Ruth, empezando a estresarse.

Llevaba casi ya media hora intentando fotografiar a una de las cocineras, pero la mujer se ponía tan nerviosa que miraba directamente a la cámara y a Ruth le desesperaba no poder sacar una buena foto por culpa de esos nervios.

-Esa boca -la reprendió Violeta, por quinta vez, al entrar en la cocina para tomar un pedido listo y llevarlo sobre una fuente.

Ruth masculló algunos insultos en su idioma natal mientras volvía a instruir a la mujer para que siguiera con lo suyo. No lo logro.

En lugar de seguir desesperándose con la misma persona, decidió buscar a alguien mas que no la sacara de sus casillas.

Distinguió una melena peliblanca escondida bajo un gorrito de cocina blanco, unos bonitos ojos verde encendido que la observaban de vez en cuando y una juguetona sonrisa curvar sus labios.

Se acerco, esquivando cocineros y carritos con ingredientes.

La joven se dio cuenta y regreso su rostro a la olla que revolvía con tranquilidad. Olía bastante bien no solo lo que cocinaba, sino ella también.

-¿Puedo? -pregunto Ruth con una expresión amable mientras configuraba su cámara.

-Claro -accedió la muchacha, observándola aun de reojo-, ¿para eso viniste, no?

Ruth sonrió mientras la observaba por el lente del aparato.

-¿Cuál es tu nombre?

-Wendy -contestó y agrego un poco de sal a la olla.

Con la mano libre, condujo el vapor que emanaba de la olla hacia su rostro. Aspiró profundamente y le bajo la intensidad a la llama.

Ruth quedó encantada con la ligereza de sus movimientos y lo sencillo que era capturar sus acciones en cámara. Definitivamente, sacaría muy buenas fotos suyas.

-Eres muy fotogénica, Wendy -la halago al mismo tiempo que revisaba superficialmente las fotos recientemente tomadas-. Gracias por...

-¿No ver a la cámara?

Ruth rió y asintió.

-No es nada, cuando quieras. Trata de no enojarte, tu sonrisa es mas bonita que tu ceño fruncido -dijo la albina antes de darse la vuelta y empezar a picar algunas verduras.

La rubia la observó fijamente por unos segundos antes de irse con una amplia sonrisa en los labios. Wendy le cayó muy bien.

Se detuvo justo al lado de las puertas que separaban la cocina de la zona donde estaban los comensales, pues una melena negra la atrapó velozmente. Asomó la cabeza y se dio con la sorpresa de que todas las mesas estaba llenas, aquello explicaba el repentino movimiento que hubo en la cocina minutos atrás y por que los cocineros iban de un lado a otro.

Violeta acomodaba como podía los platos sobre las bandejas que llevaría segundos después hacia los que ordenaron.

Mordió su labio, meditando.

Antes de procesar o tomar una decisión, Ruth ya se encontraba dando el click que dispararía el flash para sacar una foto hacia la camarera, quien ni se percato del destello por estar muy ocupada con su labor.

No se resistió y volvió a fotografiarla. Es que resultaba tan hipnotizante... ¿cómo diablos negarse a intentar capturar su belleza en una foto? Debería considerarse pecado, pensó.

Desde el lente de su cámara, observaba con curiosidad la dedicación con la que Violeta trabajaba. Era concisa y sus movimientos detonaban una seguridad impresionante. Antes de abandonar la cocina, Ruth se posicionó justo en medio de las puertas y saco un plano panorámico del lugar.

Salió a reunirse con sus amigas y se ató el cabello en un moño desarreglado, no se percato del calor que hacia hasta que se llevó una mano a la frente que estaba empapada de sudor.

-Hasta que llegas, mujer. Pensábamos que no comerías nada -dijo Alexia cuando su amiga se dejó caer cansinamente sobre el asiento.

-¿Ya comieron? -pregunto, dándose aire con una mano.

-Parece que te acabaras de duchar, que asco -comento Alexia, removiéndose en su sitio.

-¿Quieres un abrazo, enana?

-¿Como que "enana", jirafa albina?

-De hecho, esperábamos a que llegaras para ordenar -interrumpió Maggie antes de que Ruth y Alexia empeoraran. Era en broma lo que se decían, pero no era el lugar adecuado para sacar a relucir todo el cariño que se tenían.

-Dije que me tardaría, no era necesario que hicieran eso -Ruth recién entonces se percato del asiento libre que había-. ¿Y la otra chica?

-¿Farah? Dijo que iba al baño.

-Sí, dijo eso... hace veinte minutos -recordó Maggie.

-Iré a buscarla, ordenen mientras regreso -Alexia se levanto de su sitio y se encaminó directo al baño de mujeres.

Maggie y Ruth se quedaron solas... en silencio. No se habían visto en mucho tiempo, apenas esa era la primera salida que tenían en conjunto y Ruth no se sentía en sus cinco sentidos para poder sostener una conversación amena con la que fue su antiguo amor. Le extrañó no haber sentido nada de lo que la asaltaba en ese momento la noche de su reencuentro, pero no se cuestionaría nada hasta llegar a la seguridad de su casa y esconderse en la comodidad de su cama.

De repente, y para salvar la situación, una camarera se acerco a atenderlas.

-¿Violeta, no? Ya estamos listas para pedir -habló Maggie.

Ruth ni se había percatado, pues en medio de ese silencio incómodo, decidió revisar las fotos cuando Maggie dirigió su mirada hacia los ventanales que se veían mucho más interesantes que la rubia. Le dolió un poco, no iba a negarlo.

-¿Y las otras chicas? -preguntó la de ojos morados.

-Oh, ellas mantienen su orden al igual que yo, ¿Ruth, qué pedirás tu?

Solo en ese momento, levantó la cabeza y balanceo su mirada entre ambas mujeres.

-Lo mismo que ustedes -sentenció y se encogió de hombros antes de volver a lo suyo.

-Gazpacho para todas, entonces -concretó Maggie en un suspiro.

Violeta terminó de apuntar la orden y volvió a la cocina.

-Así que... estudiaste fotografía. Lo hiciste... -murmuró Maggie.

Ruth asintió en silencio.

-¿Qué dijeron tus papás?

-Lo mismo de todas las carreras que no eran gestión de empresas o algo "útil" -hizo comillas con sus dedos-. Pero hicimos las paces hace unos meses, luego de que vieron mi nombre en una revista importante, supongo que eso los calmó.

La conversación murió apenas Ruth terminó de responder.

Un rato más tarde, Farah y Alexia regresaron con toda la tranquilidad del mundo, al menos Alexia así lo hizo.

-Mag, Ruth, ¿se acuerdan de la revista que les comenté?

-¿A las que le enviarías las fotos que te tomé? -inquirió la rubia, guardando la cámara en su respectivo estuche.

-Sí, esa misma -contestó la castaña con una gran sonrisa y sumo entusiasmo.

Todas asintieron.

-Pues... me llamaron estando en el baño y me dijeron que ya no eran necesarias las fotos...

-O sea, ¿me maté haciendo eso por nada? Vaya mierda -gruñó Ruth, interrumpiendo a la castaña.

-No... bueno, en parte. El punto es: ¡voy a modelar para la revista Karma! -Farah soltó un pequeño gritito de emoción al final.

Todas la felicitaron, aunque Ruth se sentía un poco indignada por lo de las fotos. Pero en seguida se le pasó cuando Farah le comentó que igual presentara las fotos y si les parecían buenas, las incluirían en la revista.

Violeta llegó a los pocos minutos con cuatro platos en una fuente que cargaba en una sola mano, pues en la otra traía una jarra de sangría que Ruth no supo en qué momento ordenó Maggie.

Al rato, Aurora cruzó la puerta del restaurante con el ceño fruncido y caminando algo encorvada. Apenas y saludó a las cuatro chicas que almorzaban alegres.

Lorena apareció casi de la nada y ambas desaparecieron por las puertas de la cocina, dentro se encontraba la oficina de Lorena, probablemente conversarían ahí.

El entusiasmo se esfumó cuando una segunda figura se detuvo frente al ventanal de la mesa donde comían y se quedó observando fijamente a una de ellas.

-Dritt... -susurró la rubia en cuanto se dio cuenta.

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