~06~
-¡Luz, ya llegué! -gritó a todo pulmón Ruth y cerró la puerta principal tras de sí.
Lo primero que hizo fue quitarse los tacones y estirarse, por fin estaba en casa.
Se oyó un fuerte ruido desde el cuarto de su amiga, como si algo pesado se hubiera caído.
-¿Luz, estás bien? -preguntó levemente preocupada y caminando hacía allí.
-¡Sí, solo que se me cayeron unos libros! -escuchó.
Decidió no darle importancia y pasó a encerrarse en su cuarto, quería sacarse la ropa del día anterior y darse una ducha para quitarse la fina capa de sudor que se le quedó en la piel, además de las marcas del labial rojo corrido por algunas zonas de su cuello y pecho.
Pasó a quitarse la blusa blanca que ahora estaba arrugadq a más no poder y la larga falda negra que se le pegaba a la piel por el sudor, quedándose solo en ropa interior y con sus toallas de cuerpo y cabello en mano.
Le pareció escuchar de pronto voces, murmullos.
-¿Luz? ¿Estás hablando? -preguntó algo confundida.
-¿A-Ah? Sí, sí, estaba mandando un audio a Aurora sobre la reunión del martes.
Ruth sentía que algo no encajaba, tenía ese extraño presentimiento de que le ocultaban algo, por eso, se dirigió en silencio hasta la puerta de su cuarto en silencio, salió y apegó la oreja en el cuarto de su amiga.
-¿Ruth? ¿Estás ahí?
La rubia se apartó rápidamente y disimuló estar a punto de entrar al baño, que se encontraba al final del pequeño pasillo.
Justo en ese instante, Luz abrió una pequeña rendija, observando así a la chica.
-¿Vas a bañarte?
-Sí... ¿por? ¿Tú también?
-Ah... sí, pero ve tú primero, estás un asco -se burló, señalando las marcas de labial en su cuerpo.
-Ajá... pero al menos me divertí. ¿Y tú hace cuánto que no te diviertes así? -la interrogó medio en broma, medio en serio.
Era verdad que hacía más o menos un mes que Luz no se acostaba con nadie... o eso pensaba Ruth.
-¿Y quién dice que no? -replicó la castaña, aunque con un toque de molestia en su voz, algo que sorprendió ligeramente a Ruth.
-Qué sensible... Cómo se nota que estás necesitada.
-Ve a bañarte de una puta vez, sopa de veneno -la insultó su amiga con el ceño fruncido.
Ruth soltó una carcajada y se metió a duchar.
Gracias al ruido del agua cayendo de la regadera, Ruth ni siquiera notó el momento en que Luz sacó a Aurora del departamento casi a silenciosas patadas.
Cuando salió, se encontró con una agitada Luz sentada sobre el sofá. Le extrañó mucho aquello, pero no le prestó atención.
Ella en cambio, tenía la cabeza perdida en otras cosas. En su mente seguía vigente la conversación sostenida con su amigo de cabellos naranjas. No se creía que había admitido todo aquello a alguien. De pronto, como una fugaz brisa, el recuerdo de los ojos de Violeta se le cruzó con los pensamientos.
Sin querer, empezó a recordar cada detalle de aquella muchacha.
Su cabello largo y lacio, que en ese momento se percató que tenía una especie de corte que terminaba en picos en la parte superior y así hasta llegar a la espalda.
Sus enigmáticos ojos amatista... tan atrapantes, profundos... bellos. Genuinamente bellos.
Su cuello desnudo y sus pechos redondos que se hinchaban cada que respiraba. Era tan hipnotizante ver ese movimiento que costaba despegar la mirada. Se le antojaron en ese momento. Bajó más y recordó sus piernas, firmes y largas. Sublimes.
Ruth definitivamente había quedado pasmada con aquella muchacha.
Pero debía ser realista. Sus fantasías jamás iban a suceder. Fue rechazada una vez y no lo intentaría una segunda, tenía sus principios, y uno de ellos era no rogarle a nadie, absolutamente a nadie.
Meneó la cabeza, apartando la imagen de Violeta con rapidez y se vistió luego de secarse el cuerpo.
Necesitaba un descanso, el problema era que si lo hacía, no le quedaría de otra que reflexionar sobre sus recientes vivencias y lo último que quería era darle vueltas a las cosas. Necesitaba un descanso, pero eso significaría volver a caer en ese vacío que la consumía a diario.
Encendió la computadora y empezó con su respectivo trabajo. Por el momento, sería lo único que la distraería de pensar en la joven de ojos amatista, o en su inútil existencia.
No se percató de todo el tiempo que había pasado con los ojos pegados a la pantalla de la computadora hasta que Luz entró abruptamente en su habitación, sacándola de su trance.
Prácticamente la obligó a que saliera a comer algo, ya que la rubia no había hecho caso a ninguna fe las veces en las que Luz se mató llamándola para que saliera a almorzar.
-Me llamó Lorena hace un rato -comentó Luz, sentándose frente a su amiga con un pequeño tazón con fruta picada.
-¿Lorena? ¿Y qué dijo? -se interesó Ruth. No sabía que tenía el número de su amiga, ¿en qué momento se lo habría dado?
-Me pidió tu número y me dijo que necesitaba hablar contigo, que te pasaras por el restaurante mañana. No dijo para qué, pero supongo que ya te mandará un mensaje -concluyó la castaña, al mismo tiempo que terminaba de comer la fruta.
-Ah, bien... -asintió Ruth un poco distraída, hasta que sus ojos bajaron de la cara de su amiga hasta su cuello.
Se tardó unos segundos procesando, hasta que una sonrisa asomó por la comisura de sus labios.
-Así que... al final sí llegaste a divertirte con alguien.
Luz se atoró con su último bocado.
-¿Q-Qué dices, Ruth? -preguntó confundida y... ¿preocupada?
-Ajá, hazte la loca. Bien que exhibes ese chupetón en tu cuello como un trofeo.
El rostro de Luz fue todo un poema. Ruth se maldijo por no tener a la mano su cámara, podría haber sacado mil fotos y todas valdrían oro.
-¿Por qué dejaste de acostarte? -quiso saber Ruth.
Su amiga respiró sonoramente antes de volver a su clásica actitud calmada y aparentar tranquilidad.
-Simplemente no se me antojaba... tengo mis temporadas, lo sabes. Nadie me ponía y ayer hubo alguien que sí, entonces... ya -explicó Luz, disimulando su nerviosismo de forma convincente.
-¿Cómo que ya? -se escandalizó su amiga- Debió haber sido alguien realmente bueno como para que volviera a ponerte así después de mucho tiempo sin...
-Sí, bueno, no es la gran cosa -la interrumpió una Luz algo incómoda. Quería zanjar el tema de una vez por todas antes de que se le escapara algo referente a Aurora.
-Como sea, entonces... ¿vuelves a las andadas?
-Sí... sí -replicó con una voz no muy convincente, pero Ruth lo dejó pasar.
Para alivio de Luz, la conversación terminó con esa última respuesta. Ruth regresó a su cuarto luego de lavar los trastes y no volvió a salir hasta que su amiga la arrastró fuera para cenar.
Ahí se encontraban de lo más tranquilas, hasta que desde el teléfono de Ruth empezó a sonar la canción "How to be a heartbreaker".
Miró la pantalla y este mostraba un número desconocido. Respondió como si nada, hasta que escuchó la voz del emisor que le revolvió el estómago.
-Hola, preciosa.
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