~04~
-¿Son de verdad? -preguntó, dándole un trago al wisky, pero sin apartar la mirada de ella.
-¿Qué cosa?
-Tus ojos.
Violeta río silenciosamente, sus mejillas estaban levemente rosas a comparación de cómo estaba al inicio. Estaba incluso un poco más suelta, pero en todos sus cabales.
A Ruth le parecía hipnotizante el subir y bajar de su pecho cada que respiraba, pero se resistía a mantener la mirada por mucho tiempo en ese mismo sitio.
-Sí, lo son. Es una condición rara, pero me gusta.
-A mí también -soltó inconscientemente, haciendo que Violeta enarcara una ceja.
-Es un bonito color, no puedes negarlo -se explicó un poco nerviosa al darse cuenta de lo que había dicho.
Llevaban ya varios tragos y conversando por mucho tiempo. Ruth tenía una gran resistencia al alcohol y esperaba que la chica cayera rápido para proseguir, pero se llevó una gran sorpresa después de la quinta ronda de tragos al ver a Violeta casi intacta.
-Sí, un bonito color -coincidió la joven de cabellos negros-. ¿Y los tuyos son reales?
Ruth no pudo evitar reírse por la pregunta.
-Puedo asegurarte que los ojos verdes son muchísimo más comunes que los ojos morados.
-Sí, pero también está la opción de que los ojos verdes sean falsos.
<<Touché>>
-Son reales -respondió con una sonrisa socarrona, volviendo a beber de su trago-. Nada en mí es falso.
Violeta pareció suprimir una carcajada, el rubor en sus mejillas había aumentado un poco más, y a pesar de tener ahora un leve desliz en sus movimientos, seguían siendo igual de cuidadosos y, de cierto modo, sensuales.
-¿Ni siquiera los motivos por los que te quedaste conversando conmigo?
<<Mierda>>
Ruth se sintió descubierta. Tomó de un solo trago lo que quedaba en su vaso y se levantó del mueble.
-Si no querías alguien con quien charlar, debiste haberlo dicho desde el principio.
Un par de metros más allá, Luz se acercaba con el rostro serio.
-Suerte cuidando las cosas -se despidió con una última sonrisa y caminó hasta su amiga, meneándose un poco más de lo usual al caminar.
No podía decir que no se sentía algo avergonzada por haber sido descubierta, pero si la rechazó desde el primer segundo, no podía hacer nada más. Ruth no era de las que rogaban por más desesperada que estuviera, y Violeta no sería la excepción.
-¿Qué hacías, Ruth? -preguntó, pero sonó más a una acusación.
Luz no era tonta, se había percatado de las miradas de su amiga y sus sutiles movimientos al hablar con Violeta. Era lo que solía hacer cuando encontraba una presa. Luz no tenía problemas en dejar que Ruth hiciera lo que le plazca, después de todo, ella también lo hacía. Sería hipócrita recriminarle cuando ella también jugaba el mismo juego.
-Hablar -respondió con simpleza.
-Es amiga de Lorena.
-Lo sé.
-Es terreno prohibido, te recuerdo que hay un contrato de por medio. Si no fuera por eso, te dejaría hacer lo que quieras y lo sabes -le advirtió.
-¿En serio, Luz? ¿Vas a sermonearme aquí? -dijo algo fastidiada la rubia.
-No quiero perder un maldito contrato, te recuerdo que yo también estoy ahí -replicó tajante y regresó con las chicas.
-Y una mierda -masculló Ruth, abriéndose camino hasta la barra.
Pidió un trago mientras veía de reojo a sus amigas bailar despreocupadas entre ellas al ritmo de la música que en ese momento le resultó exasperante. ¿Qué diablos, por qué le molestaba tanto que Luz la sermoneara?
-Vaya, vaya, pero miren a quién tenemos aquí... Ruth.
La rubia giró la cabeza y descubrió a un muchacho de cabellos naranjas y ojos azules sentado en la silla a su costado. Tenía una camisa blanca remangada y un suéter atado de mangas por el frente que caía cobre sus hombros como una capa.
-Hola, Nick -saludó con desgano.
-¿Ya no me llamas Nieves, osita? -preguntó con una amplia sonrisa.
-Tonto. No sabía que estabas de vuelta en el pueblo.
-Nadie lo sabía, de hecho, no tenía planeado venir, pero me surgió algo y tuve que volver -explicó, jugueteando con una servilleta.
-¿Qué cosa?
-Verás... necesito la ayuda de una fotógrafa talentosa para una sesión muy importante -comenzó, dejando escapar una risita.
-Oh, qué interesante... ¿y para qué necesitas la ayuda de esa fotógrafa, si se puede saber?
El barman les extendió el par de tragos que ambos pidieron en ese momento.
-Una revista importante está buscando un nuevo modelo para su edición de invierno.
-No te van a elegir -dijo con tono serio... antes de soltar una gran carcajada.
-Me ofende tu comentario, te voy a cancelar en Twitter: "Ruth funada, abro hilo" -bromeó el chico-. En fin, ¿quieres ayudarme?
-Claro, no hay problema.
-Genial, ¿te parece la próxima semana?
-Hecho. ¿Y el pago?
-¿Mil están bien?
-Podrías ser más generoso -comentó con picardía.
-Lo siento, es lo que mi bolsillo puede pagar por ahora. Además, no soy el único al que vas a fotografiar. Un amigo también viene para lo mismo.
-Normalmente duplicaría el precio por cabeza, pero tómalo como un recuerdo por los buenos tiempos.
-¿Buenos tiempos? ¿Y estos no son buenos? -preguntó muy extrañado.
Ruth y Nick se conocían desde hacía un año y medio gracias a la carrera fe ambos, se llevaron muy bien en cuanto se conocieron, intercambiaron números y una que otra noche.
-No me quejo...
-Vaya, ¿y has hecho caer a alguien ya? -quiso saber-. Aunque que estés aquí en la barra aún y a estas horas me da una pista.
-Vine con unas amigas a celebrar, pero me separé un rato.
-¿Celebrar qué? ¿Que te creció el busto?
-Idiota -dijo antes fe golpearle suavemente el brazo y reír-. Establecí un contrato.
-Qué chulo... felicidades.
En ese momento, una idea fugaz como una flecha se le cruzó por la cabeza. Se inclinó lentamente hasta el chico de ojos azules y tomándole del cuello de la camisa, apegó sus labios a su oído izquierdo.
-¿Me ayudas a celebrar, Nieves?
El joven sintió una corriente eléctrica bajar por toda su espina dorsal y mover nervio por nervio. Sabía a lo que se refería su amiga y no le sorprendía para nada llegados a ese punto.
-Vale, no hay problema.
-Luz, vuelvo tarde, llevo mis llaves, no me esperes -le dijo a modo de despedida.
-¿Y tú a dónde vas? -preguntó Aurora.
-Me encontré con un amigo, iremos a ponernos al día -respondió con simpleza Ruth.
-¿Los llevas en la cartera? -dudó Luz- Si no, yo tengo en la mía.
-Sí, tranquila.
Aurora volteó donde la castaña, quien se encogió de hombros ligeramente.
-¿Ya te vas? -preguntó Lorena, regresando con dos tragos en cada mano.
-Sí, lo siento. Bailen por mí, chicas.
-Fue bueno verte de nuevo, Ruth -se despidió Alexia.
-Igualmente, chicas.
Cuando se despidió de todas, regresó a donde dejó esperando a su amigo, para ir juntos hacia la mesa en donde estaban las cosas de la rubia.
Violeta seguía en el mismo sitio, pero ahora parecía mensajearse con alguien a través de su teléfono. Cuando notó que alguien estaba tomando las cosas, levantó la mirada solo para descubrir a Ruth.
Cruzaron miradas durante medio segundo, antes de que la rubia se diera la vuelta y tomara del brazo al chico.
-Todo listo, vámonos.
Y así, con su clásico descaro al andar, salió del lugar.
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