Una nueva Lisa
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"Cuando la situación es adversa y la esperanza poca, las determinaciones drásticas son las más seguras."
– Tito Livio (59 a. C. – 17 d. C.).
Desde los tiempos de la prehistoria, el conocimiento del mundo siempre fue uno de los temas centrales en la vida que todo ser humano ha intentado alcanzar. De hecho, las primeras civilizaciones hicieron uso y registro de sus conocimientos por medio de diferentes tradiciones y mecanismos, los cuales institucionalizaron la existencia de la ciencia y tecnología que entendemos hasta el día de hoy.
Sin embargo, varias veces nos hemos topado o se ha escuchado hablar acerca de los "sacrificios" que involucraron algunos avances científicos.
Quizás en el pasado se llegaron a experimentar con seres vivos en nombre de grandes avances científicos, pero con el transcurso de las generaciones, con cierta amargura o repugnancia, fuimos testigos de noticias en donde científicos experimentaban con animales, a tal punto de subyugarlos a procedimientos increíblemente inenarrables.
Por su parte, Lisa Loud nunca tuvo malas intenciones como científica... o, al menos, la humanidad era lo que quería sentir en su metabolismo raquítico, más que ninguna otra cosa.
Durante todo el tiempo en que llevaba viviendo en la casa Loud, Lisa siempre intentó buscar respuestas a grandes incógnitas que se planteaba o resolver cada problema que se le ponía enfrente, aún llegó a provocarle varios contratiempos a su familia, e incluso llegara a perjudicar a sus familiares de forma leve con algunos de sus experimentos.
A pesar de eso, la realidad implicaba que esta niña solamente era ambiciosa, siempre quiso experimentar cosas grandes, encontrarle un ángulo diferente a los problemas y propiciar sus posibles resoluciones... siempre trató llegar a fronteras aún más lejanas que ni la comunidad de científicos del mundo ha podido o no ha querido traspasar.
...ni siquiera ella se imaginó a qué límite podía llegar con todas esas tentativas cuando su hermano sufrió ese síncope, debido a que quiso que dejara de sofocarla con sus lamentos, sólo para que pudiera enfocarse en sus asuntos de "pesquisas objetivas".
Sobra decir que las circunstancias que sucedieron posteriormente eran muy desalentadoras para la pequeña genio.
A raíz del incidente, no sólo provocó que la mayoría de sus familiares perdieran la confianza que tenían hacia ella, sino que decidió despedazar a su propio juego de Química y a cada aparato que había inventado, todo en un intento desesperado por deshacerse del dolor que le provocaba revivir a cada rato la nefasta "ayuda" que le proporcionó a su hermano.
...Lo que Lisa le hizo a sus cosas fue muy indescriptible...
Estaba claro que Lisa ya no quería causarle ningún inconveniente a su familia a partir de ese punto, por lo que dejó para siempre los experimentos científicos. Desafortunadamente, eso no le impidió que a Lori y Leni les resultara un calvario tener que ayudar obligatoriamente a ella y a su padre con la limpieza de todo el desorden que provocó en su dormitorio. Por ello, no se salvó del todo ante el mal de ojo que sus hermanas mayores le dedicaron por hacerlas rabiar en el proceso.
...No cabían dudas de que la mayoría de las chicas seguían teniendo una clara aprensión hacia Lisa, sino el que más dilatado resentimiento por ella al mandar a su propio hermano al hospital.
Por otra parte, el gremio de las hermanas no lograba comprender con exactitud el porqué Lily, aún sintiendo la ausencia de su hermano mayor, quiso volver a juntarse con Lisa después de lo sucedido.
...Aún así, la verdad sea dicha; tras estar tres noches compartiendo la habitación de Luna y Luan, el hecho de que la niña más joven de la familia fuese la habitual compañera de cuarto de Lisa y que tras atestiguar que Lisa a menudo acompañaba a la beba en sus actividades o que ayudaba a sus padres para complacer algunas peticiones de vez en cuando, les proporcionaba algo de tranquilidad a las chicas por cualquiera de las acciones que podría cometer su hermana menor.
No obstante, todos los residentes de la casa Loud podían alegar que Lisa comenzaba a enfocarse más en ser una "persona normal", ya que no sólo procedió a cambiar su pinta al peinarse con más regularidad y reemplazar sus anteojos por unos lentes de contacto que le compraron sus padres, sino que también, con el paso del tiempo, dejó de usar tecnicismos o palabras rebuscadas para ellos. Además, según lo relataban Lucy y las gemelas, también empezaba a establecer una relación amistosa con una compañera de su edad en el kindergarten.
...Sin embargo, a pesar de que la pequeña ex-científica se incorporó para volverse más "normal" por voluntad propia, la pródiga mente de Lisa se hallaba en la más excelsa pesadumbre...
En efecto, Lisa se ponía al tanto de lo que debía hacer en casa y, cada vez que podía, atendía a su hermanita menor o ayudaba a su familia en sus quehaceres. Lamentablemente, ahora que ya no contaba a la ciencia o algún otro pasatiempo, la niña se pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en su habitación.
De hecho, no salía de su cuarto al menos que las circunstancias lo requirieran, ya sea porque tenía que cumplir con algunos quehaceres o de asistir a la escuela; otra razón por la que salía de su cuarto era para alimentarse, sólo para llevarse consigo el platillo a su cuarto con el permiso adquirido de sus padres; no soportaba la idea de ser el objeto de atención de sus hermanas, pues ella creía que su presencia no le traería más que una imperiosa desazón, todo a raíz de esa afrenta que recibió por lo que hizo.
Adicionalmente a eso, a la hora de salir de su cuarto rumbo a la escuela, siempre procuraba sentarse junto a su hermana menor; de esta manera, no sólo conseguía pasar más tiempo con la única persona que se mostraba sonriente con su presencia, sino que también lograba evitar el contacto visual con las demás chicas el mayor tiempo posible hasta que se encontrara en la salvedad de su salón de clases.
Ahora, tener una actitud más o menos amistosa y un desenvolvimiento ameno con sus compañeros de clases nunca fue su especialidad, dado que la idiosincrasia de éstos siempre les pareció muy repelente, haciendo que siempre los considerara como simples asistentes... u ocasionalmente como potenciales sujetos de prueba. Pero, a raíz de lo acontecido con su hermano mayor, tanto sus tutores como ella misma tomaron la iniciativa de prohibir todo rastro científico de su vida, creyendo que eso le haría un favor a su integridad.
...Nada más alejado de la verdad...
Si con la ciencia ella se comportaba de manera condescendiente con las personas, no podía relacionarse fácilmente con nadie cuando ésta yacía ausente de su realidad. Prácticamente, Lisa sentía que necesitaba de un apoyo para entender a la gente de su edad, pues, con cierto fervor, pensaba que nadie lograría llegar más lejos sin una base de conocimiento... ni siquiera ella.
Por esa razón, Lisa no pudo hacer nada más que mantenerse muy reticente e indolente durante sus primeros turnos escolares como una "niña normal", ya que no contaba con ninguna base radical para relacionarse con sus compañeros de manera social; sin duda, algo que sus libros la habrían guiado... si tan sólo no los hubiera desechado por simple aborrecimiento hacia sus antiguos dogmas, los cuales la pusieron en esta situación comprometida. Como consecuencia a eso, los demás simplemente se mostraban indiferentes ante su presencia, haciendo todo este asunto más difícil para ella.
...Si seguía a este ritmo, Lisa imaginaba que nunca llegaría a sentirse una como una niña ordinaria, una niña con un carácter acorde a su edad, una niña... que podría congeniar con los demás, sin sentirse como un bicho raro...
Esa cavilación predominó en su cabeza alrededor de una semana... hasta que apareció en escena Darcy Homandollar.
Darcy era una niña enérgica, dulce y amable que simplemente buscaba divertirse; en pocas palabras, una niña de su edad y que, contrario a ella, actúa a su edad, haciendo que aquella niña resultara en una extraordinaria anomalía natural para una Lisa taciturna... podría parecer una locura la perspectiva de Lisa hacia ella, pero Darcy fue la única niña fuera de su seno familiar quien le mostró señas de generosidad, indulgencia y compasión.
Al ver que Lisa no paraba de verse deprimida a lo largo de estos días, Darcy sencillamente sintió que debía animarla en lo que sea que la mantenía desanimada todo ese tiempo. Por lo que, un día, a la hora del recreo, se sentó junto a ella en una banca del patio de juegos y, con algo de cuidado, decidió conversar un rato con ella, intentar averiguar qué era lo que la entristecía y ver si podría animarla, aunque sea un poco...
Conforme las dos compartían ciertas experiencias y algunas de las galletas con chispas de chocolate que la madre de Darcy le había empacado a su hija para el recreo, ambas se dieron cuenta de que, sin importar de sus diferencias, ambas niñas podrían compartir gustos simples.
No obstante, un detalle que se destacó implícitamente de esa conversación es que Darcy tuvo un hermano mayor... el cual nunca llegó a conocer en persona, dado que, según le contaron sus padres, su corazón se quedó sin energía...
...incluso Lisa quedó fascinada por la fortaleza de su compañera para hablar de esa clase de episodio acaecido en su vida, debido a que los ojos de Darcy ni siquiera se pusieron acuosos tras mencionar ese episodio, más bien se quedó ligeramente cabizbaja, como si estuviera meditando sobre ello por un momento antes de lanzar un pequeño suspiro y dirigirle de nuevo la palabra.
Quizás Lisa haya omitido decirle las razones de por qué su hermano mayor estaba hospitalizado, pero a raíz de toda esa conversación íntima que tuvieron un día de recreo, lo cual las llevó a convertirse en amigas recurrentes en las horas de escuela, las cosas parecían volverse positivas para ella. Aún así, a estas alturas, Lisa no lograba comprender lo complicado que era comprometerse con una amistad, sobre todo considerando que Darcy era muy vivaz a la hora de entretenerse con cualquier cosa.
Otro elemento que impulsaba a Lisa a estar con a Darcy, era su aspecto primoroso e inocente. No sabía si era ese cabello largo, lacio y oscuro cabello castaño contrastando con la tonalidad pastel de su indumentaria, o quizás esas pestañas levemente pronunciadas alrededor de cada uno de esos ojos tan llamativos como un par de zafiros, y que combinaban con las luces que iluminaban sus zapatos blancos, daba lugar a imaginarse un artista dedicándole un montón de cuadros.
No fue fácil la primera vez, pero, con la ayuda de Darcy, poco a poco logró hallar entretenimiento en cosas simples...
...Dicho de otra manera, la pequeña ex-científica se estaba convirtiendo en una auténtica niña de placeres básicos de alguien de su edad.
Sea como sea, cada vez que se juntaba con ella, las cosas eran un poco más tranquilas para Lisa, pero...
...no se podría decir lo mismo de la desapacible relación que tenía con su familia en aquél entonces...
A pesar de que ya eran conscientes de su amistad con Darcy, el hecho es que le incomodaba relacionarse con sus hermanas mayores, temiendo que pudieran tomar represalias contra ella por el asunto de Lincoln, limitándose a sólo cumplir con varias peticiones que le encargaban sus padres o pasar el rato con Lily, todo con una expresión de melancolía marcada en su rostro que hasta le ganaría a la de Lucy.
Fuera de eso, cada vez que la familia visitaba el hospital después de comer, Lisa sólo se recostaba en su cama en posición fetal mientras abrazaba con todas sus fuerzas aquél oso de peluche rosado que se encontró en el suelo de su cuarto, a la vez que no apartaba de su vista nublosa aquél cuadro con la fotografía de su hermano mayor sosteniéndola como una recién nacida; estaba claro que la niña prefería evitar todo aquello que la acongojaba, dado a que no podía asimilar los hechos que ella misma causó.
Si las circunstancias eran muy complicadas de asimilar para Lisa, dado a lo tensas que estaban las cosas en la casa Loud, todo pareció mejorar un poco en la ocasión en que la familia Loud recibió una llamada del hospital un mes más tarde, en donde se les notificó la buena nueva que todos querían escuchar.
Tras ello, Lisa no sólo se sintió un poco más ligera de ese peso que imperaba en su consciencia durante un mes entero, sino que también sintió que ya no era necesario estar encerrada todo el tiempo en su habitación. De todas formas, el hecho de que toda la familia se hubiese alegrado de saber que su primogénito y único hermano haya despertado, la sensación de que hubiese una posibilidad de que Lincoln se quedara permanentemente en la inconsciencia ya no era un problema.
Sin embargo, mientras que sus padres y sus hermanas estaban de visita en el hospital, Lisa se ponía a curiosear y, de vez en cuando, jugaba un poco con algunos de los objetos que se encontraba a su paso, ya que las gemelas y Lynn no eran tan asiduas a recoger sus cosas después de usarlas.
Ahora, la situación de su hermano estaba un tanto... extraña.
Por un lado, Lisa se alegró de que la "ayuda" que le proporcionó a Lincoln no haya terminado en tragedia. Por el otro, no dejaba de tener un conflicto interno con negarle su presencia a su hermano mayor.
Si bien, sentía que al negarse asistir resultaba en una severa ofensa a la integridad de Lincoln, puesto que eso significaría en no mostrarle verdadero interés y preocupación por su estado físico, también sentía que con asistir al hospital supondría un estorbo para su recuperación... eso sin mencionar que su asistencia representaría asimismo en un aumento de su sentimiento de culpa por ver a su hermano convaleciente.
Por ello, pese a que sus padres y algunas de sus hermanas le reiteraron que ya no era necesario evadir a su hermano, siendo que lo peor de la situación ya había pasado, Lisa aún siguió desistiendo de asistir al hospital. En consecuencia, cada vez que estaba sola en casa, se disponía a divagar por todos sus rincones para evitar el aburrimiento.
...Este ciclo se repitió en el plazo de los cuatro días posteriores a la llamada del hospital que recibieron los Loud... hasta que un suceso hizo que el ritmo dentro de la rutina de Lisa cambiara por completo...
Lisa prácticamente tenía acceso a cada vía de la casa que estuviese a su alcance, tanto en su interior como en sus alrededores. En realidad, aunque sus padres cerraban con llave la puerta principal y la puerta trasera que daba a la parte de atrás de la casa, Lisa contaba con las llaves que colgaban del llavero de la cocina que yacía a un lado del refrigerador, las siempre confiables tenazas de la chimenea para agarrarlas y devolverlas a su sitio con facilidad, y su silla de la mesa de los niños para tener un apoyo a la hora de entrar de vuelta a la casa.
Un día, tras asegurar la puerta detrás de ella, dirigió sus pies hacia el césped que acarició sus tobillos y se dedicó a iniciar una de sus rondas de distracción por el patio trasero junto con su pequeño y rosado amigo de felpa. Lo que hacía no era la gran cosa: era una danza improvisada con el susodicho juguete, la cual consistía en un montón de vueltas austeras mientras que ella no despegaba la vista de éste, a la vez que le dedicaba una suave sonrisa, como si de un baile entre parejas se tratase.
Infelizmente, el baile entre Lisa y el osito se vio interrumpido al momento de que los pies de ella se toparon con un obstáculo en su trayecto, haciendo que se fuera de bruces, y provocando que su nariz y boca chocaran contra un pequeño guijarro del suelo.
Tras la fea caída, Lisa, adolorida y exaltada, comenzó a berrear mientras que, en su desespero por amortiguar el dolor, se cubrió fuertemente la zona afectada con sus manos, al mismo tiempo que su cuerpo se torcía del dolor sobre el pasto.
Quizás la superficie del objeto contundente no poseía irregularidades, pero el golpe lo sintió tan fuerte como si alguien le hubiera arrojado una pelota de béisbol. Por eso, Lisa no paró de chillar hasta que se cansó de hacerlo y, percibiendo leves punzadas en su nariz y boca, intentó levantarse y, una vez que se incorporó sobre sus rodillas, trató de encontrar consuelo al gatear hacia su pomposo amigo y abrazarlo contra su cara.
...Nuevamente, el efecto fue igual de sublime que la primera vez.
Así, los constantes hipidos de Lisa fueron disminuyendo hasta recuperar gradualmente el ritmo ordinario de su respiración, sintiendo de igual manera el descenso del ritmo de las calientes lágrimas cayendo de sus ojos.
Para cuando experimentó un alivio más o menos agradable, la otrora científica se puso de pie y quiso volver adentro para descansar en su cuarto lo que quedaba de la tarde. No obstante, al no dejar pasar la oportunidad, devolvió su vista curiosa hacia aquél objeto con el que tropezó y...
...fue ahí que se dio cuenta de que se topó con un objeto que no había visto desde hace mucho tiempo.
"Ese es... ¿un botón de emergencia?", pensó ella, frunciendo el ceño con confusión.
Efectivamente, había un diminuto y brillante botón rojo contrastando con el color verde del pasto, el cual tenía una cubierta de acero a su alrededor que, a su vez, tenía una atrayente prominencia sobre el nivel del suelo.
Sin dudas, una visión sumamente extraña, visto y considerando que era la primera vez que veía ese botón en su vida...
...o al menos así lo racionalizaba, debido a que otra parte de su organismo le decía que ese botón formaba parte de algo que había creado. De hecho, entre más observaba el objeto en cuestión, un presentimiento de familiaridad se hacía cada más presente en su esencia.
Uno no sabe si fue un reflejo de su memoria o una causa del destino, pero fue en ese instante en que, soltando un jadeo impotente y dando paulatinamente una mirada de asombro hacia ese objeto en el proceso, Lisa logró recodarlo...
‒ ¡No...! ¡Puedo...! ¡Creerlo...! ‒ musitó una Lisa pasmada, quien sin darse cuenta dejó caer el oso de peluche en el suelo. ‒ Pero si ese es el botón que...
No logró terminar la frase, debido a que el ruido resonante de una motocicleta lo sacó de sus meditaciones, provocando que diera un leve respingo cuando alcanzó a escucharlo.
Tras soltar un suspiro de alivio por el susto inicial, Lisa volvió a mirar el botón que yacía entre las hierbas.
A estas alturas, cualquier persona curiosa podría atreverse a apretar ese botón para ver qué sucedía si éste fuese presionado. Pero ella no, ya que Lisa sabía perfectamente qué era ese botón. Era uno que activaba el resurgimiento automático de la entrada a su búnker subterráneo, la cual se ubicaba entre el garaje y el árbol del patio trasero.
Sin embargo, esa entrada secreta no sólo lo era a una grande y aislada habitación de acero súper reforzado, sino también a un aposento tecnológicamente avanzado que se encontraba anexado a ésta.
Siendo así el panorama, Lisa ahora estaba lidiando con una gran duda...
"¿Debería de hacer esto...? ¿Debería de... revisar... qué hay de nuevo?"
Ese simple pensamiento no pudo causarle más que un enorme resquemor, el cual la incitó a levantar lentamente a su amigo de felpa del suelo y abrazarlo con fuerza, a la vez que cerraba sus ojos con ímpetu, todo en un intento por deshacerse de esa sensasión.
No. Simplemente no podía hacer tal cosa... La ciencia le había causado uno de los episodios más lamentables de su existencia y no quería volver a repetirlo o recrear uno parecido.
Bien podría decirse que nada vale la pena, si no se hace con conciencia, pero... a situaciones drásticas, se requieren hacer medidas drásticas; por lo tanto, al desmantelar todas sus cosas sobre ciencia pudo estar un poco más tranquila, dado que ni siquiera quería volver a sufrir por la desazón que le produjo contemplar a su hermano mayor completamente desfallecido.
Lamentablemente, ahora podría atestiguar que el destino no puede ser complaciente todo el tiempo. No sólo un vestigio de su vida pasada quería volver y, con ello, todo el dolor que imperó en su consciencia...
Por un momento, se le ocurrió ignorar ese botón y volver a su rutina autoimpuesta para sobrellevar la poca parsimonia que gozaba tras el fatídico suceso. Desafortunadamente, ya no podía ignorar su plena existencia y el hecho es que sabía que ese botón nunca regresaría a su posición inicial si no lo presionara una vez más.
...Por ello, visto que se olvidó de lo demás que aún poseía y que no tenía otra opción, ya sabía lo que debía de hacer.
Por suerte, no tenía que hacerlo en ese preciso momento. Tras abrir los ojos después de envolver al osito de peluche entre sus brazos durante otro gran lapso de tiempo, vio que, al juzgar por la posición del Sol, ya se estaba haciendo tarde y su familia no tardaría en regresar.
...Basta decir que eso representó un minúsculo alivio para Lisa.
Una vez más, la cuatroañera emprendió el camino de regreso al interior de la casa.
Para cuando estaba adentro, Lisa se tuvo que apoyar en su erudición en primeros auxilios y tomar las medidas básicas para sanar su golpe, así evitaría muchos cuestionamientos por parte de su familia y pasaría la noche en paz.
Aún así, debía entender que más allá de sus flagelos había una barrera que superar para mañana.
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