Almas en pena

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Era una noche lluviosa y tormentosa, y la casa Loud no podría estar en su estado más deplorable.

Desde afuera, la residencia se veía prácticamente desordenada, casi como todos los vecinos la veían de manera rutinaria. Sin embargo, a pesar de que se escuchaba actividad dentro de la misma, ninguna luz encendida en el interior. Sea como sea, ni siquiera a los vecinos les importaba, puesto que se acostumbraron a que, con cierta frecuencia, algo extraño viniera de esta vivienda, de la cual también eran conscientes que albergaba a una familia muy pintoresca.

Lamentablemente, el interior de la casa estaba siendo azotado por una gran amenaza, una manifestación física sumamente oscura que, aunque tuviera una estatura reducida, tenía una fuerza descomunal que fue suficiente para que le hiciera un daño irreversible a todos los habitantes de la casa.

La penumbra que sometía a las paredes delgadas de la morada no era ningún impedimento para esa extraña y peligrosa criatura que, tras colocar la cabeza cortada de Lynn, aún con vida, en un gancho para que pudiera ser utilizada como un saco de boxeo, escuchó con sumo detalle el crujido desde el pasillo del piso de arriba.

Sonriendo amenazadoramente, ésta se apresuró a alcanzar la fuente de ese sonido y, al hacerlo, abrió la puerta de la recámara de Lincoln. En ese momento, la minúscula amenaza vio que Luna trataba de levantar a Lincoln hasta su ventana para que pudiera escapar.

Ambos hermanos se quedaron sin aliento al ver a la susodicha malevolencia. Por la poca luz nocturna que se filtraba por la abertura de la ventana, lo único que alcanzaron a vislumbrar era un par de enormes ojos de vidrio verde y una sonrisa ampliamente deforme, cosas que impulsaron a Luna a que su hermano saliera lo más pronto posible por la ventana y se deslizara por el tobogán inflable para que ella pudiera escapar junto a él.

Lamentablemente, en cuestión de un parpadeo, la aparición tétrica sacó una pistola tranquilizadora y le disparó a la rockera, haciendo que se desplomara en el suelo.

‒ ¡LUNA! ‒ gritó el muchacho de cabello blanco, al ver qué había sido de su hermana justo antes de empezar a caer por el tobogán.

El ente, tras escuchar cómo el muchacho procedía a correr en su ayuda entretanto gritaba por ella una y otra vez, comenzó a arrastrar de forma inconsciente a la tercera hermana mayor hacia su aposento, donde empezó a trabajar en otra de sus horribles atrocidades...

Después de unos minutos, la puerta de entrada se abrió, y Lincoln, desesperado por salvar a su hermana, subió rápidamente las escaleras con la esperanza de reencontrarse con su enemigo y así quitarle las manos de encima al único familiar que permanecía en pie de su familia.

Al llegar, echó una rápida mirada a su alrededor, en busca de alguna señal de Luna.

Ahí, vio que la puerta de su cuarto todavía seguía abierta, e instantáneamente vio que tanto su hermana mayor como la pequeña abominación ya no se hallaban en su habitación...

... Muy para su desaliento, enseguida sabía que solo quedaba un lugar donde ella podría estar.

Nervioso, Lincoln caminó hacia la puerta ubicada a su lado derecho y la abrió...

Al principio, creyó que, como el cuarto estaría demasiado oscuro como el resto de la casa, necesitaría conseguir otra linterna mucho más potente de la que tenía.

Afortunadamente, una luz alcanzó a darle un poco de visibilidad... huelga decir que no estaba preparado para lo que vio: ¡a Luna la convirtieron en una guitarra humana, con las piernas pegadas, los brazos pegados a los costados y cuatro cuerdas de guitarra atadas desde los dientes hasta sus pies desnudos!

La oscura criatura, no conforme con volverla un esperpento carnoso y sanguinolento, se encontraba atornillando los afinadores en los pies de Luna, y por si no fuera a empeorar las cosas, gracias a la luz intensa proveniente del escritorio, pudo vislumbrar a una aguja arrojada en el suelo, con una etiqueta que decía "adrenalina". Todo esto daba a entender que el monstruoso enano mantenía a Luna completamente despierta para esta tortura.

...Ni en sus locas fantasías, jamás se imaginó que una de sus hermanas terminaría por ser tan sádica con todos sus semejantes.

‒ ¡YA BASTA, LISA! ‒ exclamó un Lincoln implorante, casi llorando tras ver a Luna retorciéndose y aullando de dolor.

En eso, la diminuta inhumana interrumpió su trabajo, se giró sobre su silla en dirección a su hermano y sonrió ante su mirada vacilantemente decidida. Sin previo aviso, Lisa sacó un control remoto que hizo que la puerta de la habitación se cerrara de golpe, atrapando a Lincoln adentro con ella.

Para cuando el chico de cabello blanco se volvió hacia a Lisa, casi resistiéndose a sucumbir ante el temor, tragó saliva en el instante en que Lisa se puso en plan amenazador entretanto sonreía de esa manera, pues sabía lo que eso significaba... aún así, no podía permitirse el lujo de convertirse en la presa, por lo que, viendo cómo Lisa preparaba de nuevo su arma tranquilizadora, se dispuso a obedecer a sus reflejos una vez que accionara el arma.

Lamentablemente, a pesar de que le rozó un poco el hombro izquierdo, no logró esquivar del todo a ese dardo que la niña le lanzó a partir de su pistola tranquilizadora, ocasionando que cayera en seco contra el suelo, a la vez que intentaba amortiguar el dolor de su ensangrentado hombro.

Para Lincoln, la situación era más que surrealista, ni siquiera podía creer que Lisa se había convertido en una niña sumamente desequilibrada. De por sí, el dolor era punzante y sentía cómo el veneno comenzaba a surtir efecto en su cuerpo, causando que comenzara adormilarse poco a poco. Y, al ver que Lisa se acercaba lentamente sosteniendo un tubo de ensayo en su mano izquierda, con el dibujo de una calavera en la etiqueta, comprendió que necesitaba escapar de esto de una vez por todas.

Poniéndose torpemente de pie, el chico de cabello blanco se empeñó en respirar copiosamente, en un claro intento por olvidarse del dolor y el cansancio que padecía, e intentó adoptar una postura defensiva, levantando con lentitud sus manos para luego encogerlas en puños en el proceso, listos para contraatacar.

...Pero fue en vano.

Lisa, al contar con una amplia gama de aparatos bajo su bata de laboratorio, sacó inmediatamente una especie de tubo metálico que, al presionar un botón incorporado, accionó automáticamente una vara extensible... ¡que resultó ser un paralizador eléctrico!

...Basta decir que Lincoln fue imposibilitado de todos sus sentidos una vez que una corta y efectiva descarga eléctrica le fue impuesta en su tórax, provocando que, acto seguido, cayera al suelo sintiéndose nuevamente mortecino.

Tras ver que Lincoln perdía el conocimiento, Lisa procedió a guardarse el paralizador de vuelta a uno de sus bolsillos de su bata, para posteriormente acercarse más al cuerpo agonizante de su hermano con una sonrisa aún más enorme de lo usual.

Conforme veía a ese cuerpo enclenque tratando de divisar lo que pasaba a su alrededor, Lisa no pudo evitar reír entre dientes, ya que para ella no fue más que presenciar una aberración física intentando sobreponerse como un ser vivo, creyéndose capaz de mostrarse como algo inteligente.

De hecho, ya tenía planeado hacerle esto, desde hace tiempo, a este chico raquítico, y no iba a desperdiciar tal oportunidad para un último golpe, por lo que se paró encima del pecho de Lincoln e inició con su más sarcástica diatriba.

‒ Ahora, querido hermano, si me lo permites...

A medida que decía esto, su mano izquierda se extendió hasta llegar a su boca semiabierta, por la cual el chico ya parecía estar respirando con un poco de esfuerzo.

‒ Tengo una manera de "arreglar" todo. Solo confía en mí, pues... eso es lo que hacen los hermanos.

Ante esto, Lisa puso el tubo boca abajo, vertiendo un líquido verde brillante en el interior de su hermano que prontamente comenzó a corroer al muchacho través de su piel y su carne.

Para cuando Lincoln no era más que un esqueleto, Lisa no paró de reír alocadamente...

Lisa, quien hasta estos momentos permanecía dormida, se despertó de golpe, jadeando constantemente tras padecer otro flagelo fantasmagórico a causa de su subconsciente perturbado.

No es secreto decir que, a raíz de la situación acaecida por sus caprichos para que su hermano dejara de suspirar por sus errores, su sueño fue del todo menos pacífico. Tenía pesadillas de sí misma comportándose como una científica loca y su familia siendo sus víctimas.

En sus visiones oníricas, se encontraba en circunstancias que incluso le parecieron lo bastante retorcidas como para que pudiera asimilarlas por sí misma, a causa de que las razones por las que las hacía eran realmente repulsivas.

En una de esas pesadillas, por medio del uso de tecnología de punta, les arrancaba las cabezas a sus hermanas gemelas de sus cuerpos y una de las mitades del cerebro para ulteriormente coser la cabeza cercenada de Lana en el cuerpo de Lola y colocarle la otra mitad faltante de la sesera, todo con el objetivo de crear un ente que lograse actuar con cada una de sus personalidades enmarcadas, y de este modo podría librarse de escucharlas una vez más imbuyéndose en sus estúpidas peleas.

En otra, se hallaba forzando a sus hermanas Leni y Luan, ambas encadenadas a una silla, para que bebieran extrañas mezclas químicas con el único propósito de atrofiar sus cuerdas bocales, debido a que se sentía harta de Leni, por su manera tan desarticulada para hablar, y de Luan, por no dejar de hostigarla con sus chistes malos.

Siguiendo con la matanza, en otra ocasión ella soñó que usaba extrañas máquinas de alta tecnología para atrapar a Lori en su propio teléfono, simplemente porque ya se cansó de oírla usar constantemente su dispositivo móvil.

Y por si fuera poco, se veía a sí misma convirtiendo a Lily en un mono, e inyectándole a Lucy una sustancia para que le diera la piel de un vampiro real y no pudiera permanecer bajo el sol ni por un segundo. Es menester decir que las razones por las que hizo esas barbaridades eran para verlas a ambas "vueltas en su forma original".

No satisfecho con eso, su subconsciente le impuso un sueño en el que encogía a sus padres hasta que éstos tenían el tamaño de una hormiga, haciéndolos correr despavoridamente de su presencia, quien amenazaba con terminar con sus vidas por medio de pisotones, y todo por querer verlos sufrir sólo a causa de su oposición para que adquiriera nuevo material radiactivo para sus experimentos.

Desgraciadamente, la última pesadilla fue la gota que derramó el vaso, pues no sólo le produjo un daño irreversible a Lynn y Luna a causa de su repulsión por que se obsesionaran por sus gustos correspondientes, sino que tuvo la suficiente sangre fría para matar a su hermano porque ya lo consideraba un ser inservible.

"¡No! ¡Nada de eso es cierto! ¡No...!", pensaba para sí misma completamente atormentada, al mismo tiempo que juntaba sus piernas contra su pecho con la ayuda de sus brazos y se encogía en posición fetal para sollozar impotente encima de sus rodillas.

Está demás decir que el simple repudio por esos sueños sólo acrecentaba su incomodidad consigo misma, lo que la orillaba a decirse una y otra vez que esos sueños nunca serían posibles, que ella sería incapaz de hacerle esas cosas feas a su propia familia... sólo para que su mente terminara recordándole lo que ocurrió realmente con su hermano, y de lo que implicó en su posterioridad.

Por tanto, el nuevo escenario en el que se encontraba actualmente... no era para nada gentil con ella, y más cuando la realidad le hacía ver que provocó todo esto, no ayudaba mucho para que se sintiera bien.

Tras haber pasado todo este tiempo afligiéndose, por un momento interrumpió su llanto para tomarse un lapso de respiro, en el cual tuvo oportunidad de limpiarse los ojos y tratar de pensar en una forma para distraerse... hasta que recordó que lo único que tenía como medio de entretenimiento era todo su equipo de laboratorio, el mismo que ahora le habían prohibido usar durante su castigo.

Estando al pendiente de eso y haciendo uso de sus habilidades motoras, la pequeña erudita, no tan apaciguada del ardor que emitían sus nalgas, intentó pararse de la cama, se puso sus lentes y dirigió la mirada a través de los alrededores de su dormitorio.

...Y es aquí que se dio cuenta de varias cosas.

En primera instancia, vio que lo único que contrastaba con la decoración científica que predominaba el lugar eran algunas fotografías en marcos de distintos colores que colgaban de las paredes, así como la cuna vacía y todas las pertenencias de su hermanita...

...Curiosamente, para ella incluso le resultó interesante observar a los mencionados objetos de bebé, debido a que nunca se detuvo a apreciar lo coloridos que son.

Si bien es cierto que ya estaba al tanto de que esos objetos eran de Lily, la soledad que invadía su estadía no le impidió acercarse hacia un pequeño oso de peluche que yacía en el suelo cerca de una de las patas de la cuna... y tomarlo con sus manos.

Al tocar ese juguete por primera vez, sus manos sintieron algo... diferente; no sólo sus manos percibían una textura considerablemente suave, sino que un presentimiento le vino en ese instante... y uno muy familiar.

Por mucho tiempo, Lisa siempre consideró a los juguetes como objetos demasiado simplones y corrientes. Hasta ella no cabía en sí misma sobre cómo es posible que algunos de sus hermanos se distrajeran con esos cachivaches, cuando la ciencia, siendo un genuino medio distractor, también aportaba un poco de cultura en su persona. No obstante, el retozar sus dedos en esa piel tersa y sedosa era una nueva experiencia para ella, una que no se limitó en sostener entre sus palmas.

Intentando retener la nueva percepción que le transmitían sus pequeños dedos, la jovencita se acercó el juguete de manera intuitiva a su mejilla y pómulo derechos, rodeándolo por detrás con sus propios brazos.

En eso, el efecto fue... sublime.

Sentía como si estuviera abrazando a una nube, un cuerpo lo suficientemente blando que hizo que se olvidara por completo de todos sus problemas.

En realidad, tanta era su dicha que cerró sus ojos para sumirse fuertemente en esa sensación, frotando su cara contra el pelaje de ese irreal animal mientras le daba pequeños manoseos en su espalda y, de forma inconsciente, comenzaba dar vueltas en toda su habitación como si de estar en un baile en binas se tratase...

... Se podría decir que las casualidades vienen solas algunas veces, y a menudo... de la forma más chocante posible, ya que en el instante que Lisa detuvo su breve danza para evitar los mareos, ella abrió sus ojos y su mirada se topó con una de las paredes de su cuarto, una en donde vio una foto extrañamente enmarcada con un portarretratos rosado y con corazones en cada una de sus esquinas... el cual notó de su existencia hasta esta ocasión, y al ritmo que se acercaba para observarlo con más detenimiento, pudo ver en el marco a su hermano mayor a sus siete años de edad cargando y sonriéndole a una adormilada Lisa recién nacida, la cual sostenía entre sus bracitos... ¡el mismo osito que cargaba entre sus manos en este momento!

Sobra decir que ese fue otro golpe bajo para la niña, porque, tan pronto terminó de contemplar la fotografía, sintió cómo ahora la dicha que sentía, reemplazada anteriormente por la sorpresa de esa revelación, se transformaba nuevamente en congoja, causando que comparara desesperadamente su oso de peluche para que no hubiera ninguna similitud con el de esa fotografía...

...No funcionó.

Aunque el paso del tiempo y el uso azaroso que le dio su hermanita no acabaron con él por completo, aquel juguete poseía la misma apariencia que el que se encontraba en esa fotografía.

Ese pelaje rosado resaltaba de entre su hocico, su panza, orejas y patas descubiertas, y esos enormes ojos azules cosidos a su cara eran tan vívidos que podrían alebrestar a cualquiera, dado a que también se trataba de un animal artificial algo pequeño.

...No cabían dudas de que era un juguete muy enternecedor.

Sin embargo, lo más pomposo de su aspecto era ese gran y rojizo corazón monocromático estampado en el centro de su barriga, pues creía que ese diseño le daba la impresión de un corazón normal que latía por sí solo.

Uno no sabe si fue por providencia o por voluntad propia, pero la chiquilla de repente se imaginó que, en lugar de ese consabido oso de peluche, sostenía a su hermano mayor entre sus manos. Un diminuto Lincoln que, producto de la quimera que profesaba, comenzó a moverse, a la par de producir algunos balbuceos, tal y como si lo hiciera un bebé en plan observador con su entorno.

De por sí, la visión que tenía enfrente era muy extraña...

...Pese a eso, no tenía empacho en admitir que se veía adorable, en especial cuando el niño liliputiense se empeño a fijar su atención en ella y estirar sus minúsculas manos en dirección a ella.

De hecho, durante el tiempo que esa manifestación aún intentaba manosear su cara, casi podía sentir el calor que le transmitía suavemente esos breves roces, cosa que le contagiaba una enorme ventura y, paralelo a ello, una posterior conmoción por saber que esto no era más que una sola fantasía, provocando que el parvo de cabello blanco se desvaneciera poco a poco, volviendo a develar el juguete que estaba sosteniendo todo este tiempo.

A partir de este punto, Lisa no pudo evitar mantenerse estable ni por un segundo, haciendo que se hincara y se soltara a sollozar una vez más, al mismo tiempo que volvía a apretar ese juguete contra su cara.

...No había escapatoria...

No importa que hiciera, ni siquiera en sus momentos de meditación, cualquier cosa y, aunado a eso, sus hermanas eran incentivos suficientes para evocar el funesto suceso en que ese niño de cabello blanco que siempre fue un ser entusiasta, con un corazón magnánimo y una imaginación sin igual, fue obliterado por su cuenta.

Reiteradamente, pasó un largo rato de aflicción en el que no paró de jipiar en silencio, siempre manteniéndose al margen de las circunstancias que imperaban en su casa justo ahora, para luego poner su atención en ese oso artificial y, después a eso, en el retrato que tenía delante, implorándole impotentemente y con grandes hilos acuosos saliendo de sus ojos, que al menos la perdonara, como si su hermano hubiese estado observándola a través de ese recuadro.

De ahí, tras limpiarse las lágrimas de la cara, pudo captar que, con el rabillo del ojo, justamente a un lado de esa foto, se encontraba un póster que mostraba la tabla periódica de los elementos. En eso, como una cosa lleva a la otra, ese esquema le dio una ligera remembranza a todo el equipo científico de su recámara, al cual inmediatamente incumbió al recordatorio de esa alucinación con ese minúsculo Lincoln y... por consiguiente, mientras más pensaba esas herramientas tecnológicas y envases cristalinos con sustancias químicas, más volvía ese remordimiento por las acciones que realizó contra la vida de su hermano.

Puede que haya mandado a Lincoln al hospital, pero si quería acabar con este dolor... sabía que necesitaba tomar medidas drásticas...

Así que, sin perder más tiempo, se quitó los lentes, los guardó en el cajón de su mesita de noche, y comenzó a realizar algo que nunca se imaginó que haría en toda su vida...

Era temprano por la mañana en la casa Loud, con el reloj marcando solo las siete de la mañana. Si fuera un día de actividades laborales, todos deberían de estar ya despiertos a esa hora. Afortunadamente, era un día domingo, lo que significaba que toda la familia podía dormir por más tiempo.

Todo el mundo dormía cómodamente en sus respectivos cuartos, a excepción de Lily. La beba se ubicaba en la recámara de Luna y Luan, durmiendo acurrucada junto a su hermana comediante y apaciguada por el calor que le proporcionaba al ser rodeada por los brazos de su hermana mayor, siendo su mantita el único impedimento entre ellas.

Todo continuaba en calma... hasta que escucharon a alguien soltar un alarido resonante, y en ese instante, toda la casa se despertó.

Les llevó a todos un rato darse cuenta de lo que pasaba. No obstante, después de unos segundos de desperezarse y limpiarse sus ojos, todos comenzaron a mirarse el uno al otro para confirmar que sus compañeros de habitación no eran los que gritaban, y fue ahí que todo el mundo escuchó los destrozos y gritos provenientes del dormitorio de Lisa.

Rápidamente, todas las chicas se apresuraron a salir de sus alcobas y correr por el pasillo, a su vez que sus padres subían apresuradamente por las escaleras. Mientras la familia se juntaba en el punto de reunión, Lori se dispuso a probar el pomo de la puerta, solo para terminar desistiendo de sus intentos, a causa de que se hallaba completamente asegurada.

Paralelamente a ello, todos lograron escuchar los gritos de ira y tristeza de Lisa proviniendo del interior... y, al mismo tiempo, podían oír cómo los sonidos aplastantes se hacían cada vez más intensos.

La familia no podía estar más que preocupada. Pese a que todavía seguían molestos con Lisa, esto no significaba que quisieran que ella terminara igual de lastimada.

‒ Lisa, cariño... ‒ llamó la señora Loud, tocando la puerta con la intensidad suficiente para tratar de llamar la atención de su hija. ‒ ¿Está todo bien ahí?

No hubo respuesta alguna, sólo más aplastamientos y gritos saliendo del cuarto, y en el instante en que todos lograron oír a Lisa sollozando del otro lado de la puerta, pudieron distinguir una intensa exclamación entre esos sollozos.

‒ ¡¿POR QUÉ?!

Sin decir nada, los padres se volvieron a Lynn con una mirada determinada y asintieron con la cabeza. Acto seguido, la atleta acató la orden y se preparó para saltar hacia adelante, pateando la puerta con tal fuerza para abrirla al instante.

...Está demás decir que, del otro lado... la familia no se esperaba un escenario muy sorprendente.

¡Lisa había desmantelado todas sus máquinas y destrozado todo su juego de Química! Y la mismísima niña genio se hallaba sentada en su cama, llorando, a la par de una de las fotos de la pared que reposaba en su regazo entrecruzado, a la vez que abrazaba con todas sus fuerzas uno de los juguetes de Lily contra su pecho.

Obviamente, uno no debe pecar de mojigato ante una situación en la que una persona se comporte de forma insólita sin encontrarse claramente devastada por un suceso nefasto. Mas lo que Lisa hizo era algo extremadamente atípico de su parte, pues no sólo ahora exteriorizaba una genuina tribulación, sino que además mostró la suficiente fuerza para acabar con todas sus pertenencias.

Antes de que alguien pudiera decir o hacer algo, Luna dio un paso adelante y procedió a acercarse a su hermana menor, la cual no se inmutó ni un segundo ante la cercanía de uno de sus allegados; al tratar de encontrar el ángulo correcto, y distinguir lo que Lisa mantenía entre sus piernas... fue así que logró ver la misma imagen de un Lincoln de siete años junto a una Lisa recién nacida.

Luna se sorprendió ante esto, pero antes que ella o cualquiera de sus otros miembros pudiera decir una cosa, Lisa volvió su vista al recuadro y exclamó con cierta inviabilidad:

‒ ¿Por qué...? ¿Por qué tuviste que ser tú?

Lentamente, la joven intelectual, aún compungida y convulsiva, dejó a un lado el juguete de Lily, para luego agarrar el retrato fotográfico y hablarle como si lo demás a su alrededor no importara.

‒ Ya sé que... que... soy más inteligente que todos, pero... yo... no... ¡No soy un monstruo...! ¡Yo amo a mi familia!

Ante eso, la niña rompió a llorar de nuevo, sujetando con fuerza el marco en un estrecho abrazo.

‒ ¡¿Qué clase de hermana soy?! ‒ remató una Lisa vulnerable, cada vez más desconsolada.

Luna, quien podía ver un verdadero arrepentimiento en la cara de Lisa, se resignó a suspirar y sentarse de manera sutil a la orilla de la cama, para seguidamente acercar a su hermanita con destino a su dorso y envolverla en un abrazo. Por supuesto, seguía enojada con Lisa, dado a lo que le había hecho a Lincoln, mas eso no era pretexto para ser muy cruel con alguien que estuviese llorando intensamente.

Por su parte, la pequeña erudita, quien no paraba de llorar, casi da un pequeño respingo al percibir los brazos de Luna rodeándola.

Normalmente, Lisa se llevaba bien con sus hermanos y compartía una que otra vivencia o peripecia en la que, con cierta constancia, terminaba compartiendo un abrazo. Desgraciadamente, ella nunca pudo mirar y hablar con sus hermanos de una forma natural, evitando que interactuara con ellos más allá de las tutorías que les dictaba. A decir verdad, jamás se imaginó que necesitaría demasiado la ayuda de alguien para que la entendiera y la apoyara en una fase de crisis sumamente penosa.

Dado a que a ella no lograba entender cómo es que Luna se tomó la molestia de consolarla a pesar de todo, el solo escuchar el latido de su corazón hizo que se sintiera aún más transida, haciendo que se culpara así misma por haber dañado a uno de los suyos y se hundiera rápidamente en el pecho de su hermana mayor con una enorme pesadumbre.

Por otra parte, el resto de la familia sencillamente se quedó mirando en estado de shock.

Pese a que se hallaban complacidos con que Lisa ahora podía ver que lo que había hecho era verdaderamente malo, también sentían cierta preocupación por ella... había destrozado su propio laboratorio en su totalidad, aunque... ¿quién quitaba lo que pasaría después con ella?

Nadie se atrevió a decir nada más.

Acto seguido, todos los demás procedieron a salir cautelosamente de la estancia, con el señor Loud bajando por las escaleras para dirigirse al armario de suministros de limpieza y empezar a deshacerse todos los daños materiales en el dormitorio de Lisa.

Sin embargo, antes de que Luan pudiera salir de la habitación, Lily, quien durante todo este tiempo estaba siendo cargada por su hermana mayor, hizo que se detuviera al jalarle un poco de su cabello suelto. Más que el duro agarre que poseía la beba, lo que frenó el paso de la bromista fue el balbuceo clemente que exhaló al intentar pronunciar su nombre. Para el momento en que obtuvo su atención, la chiquilla comenzó a estirar su brazo izquierdo para señalar a sus otras hermanas mayores compartiendo un abrazo...

...Y a partir de este punto, Luan tuvo más que una oleada de sentimientos encontrados.

Generalmente, Luan y Lily siempre tuvieron una buena relación. En realidad, aunque Lily nunca pareció encontrarle la gracia a muchos de sus chistes y juegos de palabras, haciendo una pedorreta después de cada mala broma, al menos a Luan le gustaba hacerla reír y sentirse feliz junto a su hermanita. Aparte, ella básicamente logra entender los balbuceos de Lily y traducirlos fácilmente al lenguaje de uso común.

De hecho, ella hace todo lo posible para cuidar a Lily de cualquier peligro, debido a que siempre asocia su entidad física como una reminiscencia a ese bebé peliblanco de quince meses de edad que tuvo el honor de cuidar junto a sus demás hermanas mayores, pues, al tiempo que le comunicaron la llegada de Lincoln, ella estaba emocionada de finalmente tener un hermano, y ese niño... era el mismo que se encontraba hospitalizado por causa de la intervención de Lisa. Por lo que no era de extrañarse que tuviera incertidumbre de la aparente penitencia que esa científica perniciosa se infligió a sí misma.

Puede que Luna le haya permitido el lujo de apoyarse bajo su valimiento, pero ella no le va hacer la vida tan fácil y ni siquiera va a permitir que alguien más que ama se acerque a alguien que posiblemente pueda darle el mismo maltrato una vez que terminara con su "teatro". Sin embargo...

...Uno no sería capaz de negarle la necesidad o un deseo a un infante, en especial a una criatura tan encantadora como ella y que, a decir verdad, es de suponerse que continuamente tuvo una buena amistad con Lisa, ya que, al igual que ella con Luna, ambas comparten la misma habitación.

Por esa razón, manteniendo una firme convicción ante cualquier peligro oculto tras esa fachada de perjurios, Luan, tras ver a lo que se refería su hermanita, soltó un suspiro derrotadamente antes de dirigirse a Lily con reticencia:

‒ ¿Estás segura de esto, Lily? ‒ preguntó, con una voz un tanto plácida.

Por su lado, Lily, quien no paró de observar a la bromista con inquietud, adoptó la clásica mirada de ojos de cachorro triste, a la par de una pose religiosa con sus manos y unos labios temblorosos.

No era difícil de entender que Lily, pese a tener sólo unos quince meses de longevidad, era completamente consciente de su entorno, hasta podría utilizar cada una de las tácticas que le han mostrado cada uno de sus hermanos para tener las cosas a su favor...

Sobra decir que incluso puso una mirada encandilada y una sonrisa amplia ante la sumisa accesibilidad de Luan, quien no pudo evitar soltar una leve risa por las reacciones auténticamente adorables de su hermana menor.

En seguida, Luan se dispuso a dirigirse a la cama de Lisa y a colocar a Lily sobre la superficie blanda de la colcha, pero al momento de llegar a su destino, la nena saltó de sus brazos y a gatas se dirigió hacia Lisa, trepando sobre ella y uniéndose a Luna y Lisa en su abrazo, dejando a una anonadada Luan en su lugar, quien, a fin de cuentas, resolvió abandonar el dormitorio y prepararse para desayunar.

Media hora más tarde...

Toda la familia, ahora íntegramente despierta y con sus ropas para dormir aún puestas, se hallaba tomando sus desayunos correspondientes. No obstante, a pesar de que comían tranquilamente, las chicas no dejaban de notar que su madre y su padre se cuchicheaban cada vez que podían, siempre dando sus mayores esfuerzos en pos de no incomodar a sus hijas.

Era más que claro que discutían respecto a una resolución mucho más práctica después de todo lo que ha pasado, mas eso no les impedía experimentar una cierta preocupación por la intensidad de su subsiguiente ejecución, especialmente Lisa, quien no dejaba de sentir un enorme malestar por el simple recuerdo de esa reprimenda, ya que incluso estaba apoyando su trasero contra la almohada que trajo de su cuarto.

Después de unos minutos de padecer un suplicio en donde no se supo nada de lo que discutían, el señor Loud se dirigió a sus hijas y comenzó a hablar:

‒ Muy bien, señoritas, quiero que presten mucha atención, porque, dado a los recientes sucesos, hay algunas cosas que necesitamos discutir.

...Ciertamente, ese tono de voz escrupuloso sólo podría presagiar un evento complicado para ellas.

‒ A partir de hoy, el Protocolo de Peleas de Hermanas... se ha terminado.

Fue así que, extrañadas por la concisión de lo que dijo su padre, las niñas comenzaran a acatar sus argumentos.

‒ Por lo tanto, si tienen problemas entre ustedes, deberán de encontrar una manera más madura de lidiar con ello.

Aquí, las muchachas ya estaban estupefactas por la locución de su padre. Comúnmente, él era el más sensible de sus padres, pero el verlo adoptando una postura severa a menudo era un aliciente para que no se confiaran en sus acciones posteriores.

‒ Aparte, si sienten que es necesario, acérquense a su padre o a mí. ‒ añadió la señora Loud, manteniendo el mismo tono de voz que su cónyuge. ‒ Y si alguna de ustedes siente que puede ayudar, sin revelar secretos de sus demás hermanas, como lo hizo su hermano, entonces... ¡háganlo, por favor! Porque, como lo veo ahora, no hay razón para que bloquen el acceso hacia algunas partes de la casa...

‒ ¡O cocinar comidas múltiples! ‒ exclamó un señor Loud intransigente, claramente disgustado por la fatiga que implicó al tener que realizar el doble de su trabajo doméstico.

Sin dudas, esto hizo que sus hijas, sobre todo Lori y Leni, se sintieran envilecidas, provocando que apartaran sus miradas lánguidas hacia sus platos de forma silenciosa, gesto que previno su madre y remató con un último comentario:

‒ Exactamente. Somos una familia de trece confinados a un espacio relativamente pequeño. Obviamente, tendremos problemas entre nosotros en varias ocasiones, pero no hay ninguna razón por la cual no podamos manejar los problemas de una manera madura y no violenta. ¿Ha quedado claro?

Tras esto, hubo un silencio imperante, en el que todas las jóvenes procedieron a mirarse las caras.

Claramente entendieron que, desde este momento, sin importar lo que pasara, todos los residentes de esta casa estarán más involucrados en la resolución de un conflicto, más que en elucubrar en resoluciones muy arbitrarias o en un protocolo fracasado que solamente propició un ambiente personalista... y dañino para uno de los suyos.

Por lo que, encontrándose conmovidas de nuevo, asintieron con la cabeza.

‒ Sí, señora. ‒ respondieron al unísono, de manera retraída.

‒ Bien. ‒ asintió, antes de ponerse de pie. ‒ Ahora, si ustedes nos disculpan, su padre y yo debemos llamar a nuestro seguro médico y asegurarnos de que las cuentas del hospital de Lincoln serán atendidas.

Al escuchar su mención, el señor Loud le siguió el paso, tomando la palabra después de ella.

‒ Las horas de visita no comienzan hasta las diez de la mañana, así que todavía tenemos un par de horas para que nos arreglemos y podamos irnos a visitar a su hermano. Y una vez que regresemos, sepan que... habrá algunos cambios por aquí.

Ante eso, las niñas se azoraron, quedándose totalmente inmóviles en sus lugares, intentando asimilar lo que su padre les dijo.

Desde luego, esto era un asunto que vendría a ellas tarde o temprano. Volvieron a encarar a sus padres con reserva, pero los jefes de la casa ya habían salido del lugar, con dirección a su aposento.

En su ausencia, las hermanas se miraron las caras, salvo por Lisa, quien se limitó a simplemente a concentrarse en terminar lo que quedaba de su plato conforme percibía la tensión acumulándose en el recinto.

Más de una tenía una mirada indulgente plasmada en su rostro, como si trataran de darse soporte entre ellas ante los inciertos y preocupantes "cambios" que se avecinaban...

Sencillamente no era lo mismo sin Lincoln... si bien, habían estado evitándolo esta semana pasada, todas se habían puesto más o menos de acuerdo en dejarlo "irse de rositas" para el día de hoy. Desafortunadamente, parecía que ese no iba a ser el caso.

Una vez más, un par de hermanas le arrojaron miradas ligeramente subversivas hacia una Lisa fuertemente acomplejada, quien no hizo más que excusarse y subir a su habitación.

Las cosas en la casa de Loud nunca habían sido tan tranquilas o deprimentes. Siempre hubo peleas, discusiones, o lo que sea que avivara un caos. Sin embargo, nunca antes se había tenido una atmósfera tan melancólica, incluso Lucy sabía que eso era demasiado decir.

Después de una larga charla durante el día que realizaron su primera visita al hospital, se determinó que Lori y Leni, quienes fueron las detonantes de todo el conflicto, tendrían restricciones a sus privilegios de utilizar a Vanzilla, fijando su uso a un simple transporte escolar. Aparte, no habría teléfono después de las ocho de la noche y ellas tendrían que realizar tareas adicionales durante los fines de semana. Sumado a eso, todas las niñas tampoco podrían estar fuera de la casa, más que para asistir a la escuela o visitar a su hermano, y si querían pasar el rato con sus amigos, ellas tendrían que avisar con tiempo y que deberían respetar el toque de queda, desde que salen de la residencia hasta las siete de la noche, sin ninguna excepción.

Esos fueron los cambios que impusieron sus padres como penitencia para sus hijas... y así permanecerían hasta que Lincoln se despertara.

Al mismo tiempo, la mayor parte de la familia tuvo que reconocer que como ya tenían un integrante menos, no necesitaban perder a otro, haciendo todo lo posible para que Lisa fuera incluida en todo lo que hicieran, pues ella no hacía más que lamentarse por ello y por menospreciar a sus hermanos todo este tiempo. Por su parte, otras dijeron que no iban a darle el perdón a Lisa, aunque, aún así, estarían dispuestas a mantenerla incluida.

El señor y la señora Loud reiteraron que estaría castigada hasta que Lincoln despertara. Lisa entendía y concordaba perfectamente con eso, pero por más que ella insistió en estar el doble de castigada, sus padres declararon que no sentían que fuera necesario.

Las chicas pasaban todos los ratos de vigilia planeando su alistamiento para la oportunidad en que Lincoln se despertaría. Intentaron arreglar y decorar su habitación, compraron varios cómics para su colección, pusieron un par de videojuegos en espera para que los pudiera obtener tan pronto se despertara, o lo que sea que le podría gustar.

Como era de esperarse, las cosas fueron incluso incómodas en la primaria para las hermanas menores.

Los compañeros de clase de Lincoln en la escuela se sorprendieron al escuchar lo que había sucedido, y, a raíz de esto, la Sra. Johnson incitó a que todos ellos hicieran tarjetas para enviárselas a Lincoln para que pudiera leerlas una vez que despertara. Clyde era, comprensiblemente, el más angustiado. Afortunadamente, Zach, Liam y Rusty estaban allí para calmarlo. Ronnie Anne también estaba inteligiblemente marcada; entendía que Lisa solo era una niña pequeña, pero eso no evitaba que la joven morena quisiera golpearla cuando tuviera la oportunidad...

...Por fortuna para Lisa, esa oportinudidad nunca vino.

Todos los días se les preguntaba a las niñas cómo se encontraba su hermano, y todos los días tenían que responder que no mostraba signos de consciencia, muy para su desaliento.

Después de la escuela, las hermanas visitaban a su hermano, y cada una hacía lo suyo por él. Luna le cantaba canciones dedicadas al amor que siempre le tuvo, Luan le contaba chistes (los cuales, afortunadamente, evitaban cualquier insinuación sobre su estado de coma), Lucy le leía nuevos poemas enfocados más a la esperanza de encontrarse nuevamente que sobre su posible muerte, Lynn y Lola hablaban con él sobre sus competencias en las que siempre sobresalían, Lana le contaba sobre las nuevas mascotas a las que ayudó a rescatar, Leni le leía algunas de sus revistas de moda para pasar el rato, Lori le hablaba sobre algunos eventos que sucedían en su escuela (entre éstos, siempre destacaba los que acontecían en la nueva amistad que inició con Carol Pingrey gracias a un proyecto escolar a las que fueron asignadas), y Lily se acurrucaba frente a él para escuchar más de cerca sus latidos.

Los padres habían insistido en que Lisa también hiciera algo por él, mas siempre expresaba su renuencia al sentir que Lincoln no necesitaría nada de ella ahora.

Cada noche era tranquila en esa casa una vez que terminaban de visitar a Lincoln. Por lo general, las tareas eran monótonas y la familia cenaba en un gélido e incómodo silencio. Por su parte, Lisa se quedaba en su habitación, absolutamente sola. Aun cuando ya tenía a Lily de vuelta como su compañera de cuarto y que ésta trataba varias veces de consolarla, la niña genio siempre declinaba sus intentos, ya que, en su opinión, sentía que no merecía ser consolada después de lo que había hecho.

Como tal, Lisa se resignó a ser una niña de cuatro años y asistir al jardín de niños, creyendo que así compensaría la memoria de su hermano y, a su vez, consideraría un pasatiempo aparte de la ciencia.

Aunque la familia todavía continuaba enojada con Lisa, cada vez más se preocupaban por ella. Podía decirse que ella era la más deprimida de todas; un par de ellas, como Luna, Luan, Lynn y Lucy, aún seguían de acuerdo en que debería sentirse como basura, pero la mayoría ahora se preocupaba de que su culpa la inclinara a hacer... algo de lo que se arrepentiría...

Por lo que, desde luego, la mantuvieron vigilada de cerca...

Todo esto permaneció así... hasta que después de esperar un largo y agonizante mes, la familia recibió una llamada del hospital... una... que trajo consigo un gran cambio positivo.

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