Un paso adelante, dos para atrás

Yokozawa tuvo la oportunidad de leer la carta, esa que había alterado tanto al castaño y con justa razón. Kirishima recuperó la postura unas horas atrás, se veía algo avergonzado pero no se dijo palabra al respecto, no era necesario porque ambos sabían que no había faceta que debiera ser contenida ante los ojos del otro, ni por muy vergonzosa que fuese. Aun en el sillón, ambos hombres cruzaban palabras acerca de cómo la pequeña se dio cuenta y cómo fue lo suficientemente madura para asimilarlo y aceptarlo. 

— Te dije que no estaba criando una niña sin prejuicios, Yokozawa — le reprochó el castaño. — Te dije que tu miedo era irracional, ella te adoraba, se notaba. 

Yokozawa apenas y sonrió, se sentía agobiado, con muchos sentimientos encontrados. No se atrevió a mirar hacia el mueble donde estaba la foto de la pequeña, estaba seguro que rompería a llorar desconsoladamente, en su mente no podía verse más patético. Kirishima, por su parte, miraba con intensidad al menor, quien parecía no percatarse del peso de su mirada, ¿qué ocuparía su mente en ese momento? El castaño deseó poder leer mentes en ese momento. 

Admiró el perfil del peliazul, se notaba cansado, tal vez era el exceso de trabajo porque sí, lo sabía. Sabía las horas extras que hacía el vendedor pues cada vez que Henmi iba a entregar y recoger papeles lograba sacarle información del oso sin que se diera cuenta, era su forma de cuidarlo, de estar al pendiente de él. Kirishima se obligó a apartar la mirada, pues, se había dado cuenta que mientras más lo observaba, su cuerpo se acercaba al contrario, cortando la distancia. No lo sabía, pero su cuerpo rogaba por el calor que solo Yokozawa podría ofrecerle, se estremeció al recordar el calor que recibió horas atrás. Tal vez estaba más necesitado de Yokozawa que nunca. Tal vez. 

— ¿Yokozawa? — habló al fin. 

— Mmh — su atención se puso, al fin, sobre su persona. 

— Dime que piensas — necesitaba saberlo, su pobre ser necesitaba saber lo que el otro sentía, pensaba de la carta de su pequeña. — Por favor — suplicó. 

Yokozawa lo meditó un poco, no sabía qué decirle. 

— Hiyori era más inteligente que tú y yo juntos, no puedo dejar de pensar en un futuro dónde le decíamos la verdad. Quizás yo estuviera colapsando y tú burlándote de mí. 

— Un futuro bastante acertado, de hecho — Kirishima sonrió, imaginando el escenario. — Tal vez podamos decírselo, cuando vayamos a visitar su tumba. 

Yokozawa lo vio con sorpresa, no podía creerlo. Tal vez el castaño sí estaba haciendo su mejor esfuerzo para sanar y eso lo llenaba de una alegría indescriptible porque odiaba verlo sufrir, pero odiaba más aún no poder hacer nada para detener su sufrimiento. Ir, lo dos, a la tumba de la pequeña... hablar con ella y decirle que descubrieron su secreto y, de una vez por todas, decirle lo que en vida no pudieron. 

— Suena bien, aún falta para su primer aniversario. Podemos, no sé, tal vez, un refrigerio; comer allá y llevarle algunas de sus golosinas favoritas, ¿te parece? 

El editor sonrió y asintió, cada día le dolía un poquito menos la ausencia. Semanas atrás había buscado un buen psicológico que lo ayudara a salir de su depresión para volver a ser el hombre que era. 

— Sí, sobre la última vez que me viste — hubo una pausa, Kirishima quería aclarar de una vez por todas el problema que surgió en la editorial. Tomando todo el valor necesario lo encaró, intentando domar al oso una vez más. — Yokozawa, lo del otro día... sabes, no fue lo que pensaste. Al final de una junta ella me hizo conversación y a pesar de intenté salir de la misma no me lo permitió, tocaba el tema de Hiyori de manera burda y directa — observó al contrario, quien lo escuchaba con suma atención, siguió. — Al final le dije que no tenía nada que decirle sobre al respecto y salí, pero antes de abrir la puesta me dijo que quizás era un padre terrible. No... no sé porque me quedé en la puerta a medio salir. Por un momento me creí lo que dijo y me derrumbó, ella aprovecho y me tomó con la guardia baja, cuando recuperé mis fuerzas me separé de ella y te vi. 

Kirishima se arriesgó a tomarle de la mano con miedo al rechazo del opuesto, Yokozawa nunca la apartó. — Sé que ella fue muy persistente y causo una discusión entre tú y yo en el pasado, pero nada que ver. Esa misma tarde le dije claramente que se abstuviera de tener contacto conmigo fuera de lo laboral si es que quería un trato agradable de mi parte. Eso es todo. 

Yokozawa suspiró, su corazón ya lo había perdonado. 


[...] 


— Entonces, me estás diciendo que ya tienes tu selecto club de amigos — el tono burlón del mayor lo hizo fruncir el entrecejo. — Siento algo de envidia.

— Si quieres puedes unirte, sé que estarían felices de tener al alguien tan "carismático" en las reuniones. 

— Tal vez te tome la palabra, hace siglos que no salgo a algo extracurricular — ciertamente lo consideraba por la compañía del oso, entre todas las personas era la única compañía que quería. 

El ambiente se había relajado, claro, ambos hombres intentaban omitir las semanas pasadas y sus duelos personales de acuerdo a su relación. Ambos se extrañaban y ambos se anhelaban, aunque kirishima aún no se diera cuenta de eso. Por lo tanto, Yokozawa intentó marcar un poco de distancia mientras preparaba algo rico a petición del castaño. Sorata hizo acto de presencia un raoto después, restregándose en las piernas de su dueño. 

— Sorata — saludó. — ¿Cómo estás amiguito? te veo más gordo que la última vez. 

Yokozawa no escatimó en sus mimos y palabras dulces, en serio extrañaba a su gato. kirishima vio todo en silencio, atesorando tan linda escena, no pasó mucho cuando la comida estuvo lista y, con la insistencia de mayor, el vendedor se sentó en el comedor a ingerir algo de alimento. Hablaron de mucho y de nada a la vez, era extraño o eso le parecía a Yokozawa porque estaban tan cercas, lo sentía, pero tan lejos. 

— ¿Cómo sigues? — se animó a preguntar. 

— Mejor que la última vez, ¿no lo ves? Las palabras de ese mensaje no fueron escritas a la ligera, oso — si bien, no se animaba a llamarlo nuevamente por su nombre, que lo nombrara por ese ridículo apodo era in avance. 

— Estoy feliz — admitió, con la vista clavado en los vegetales. — Sé que nadie se imagina el trabajo que haces todo el tiempo pero yo sí, por esa razón te admiro — " y te amo" quiso agregar. 

Kirishima apenas y sonrió y no fue porque le hubiera incomodado la declaración, sino porque eran las palabras que quería escuchar y, por la tanto, sentía tal alivio que le dio su sonrisa más sincera y aunque muy tenue, fue bien recibida por el contrario. 

— Gracias. 


[...]


Yokozawa estaba en la puerta, era momento de regresar y resolver asuntos pendientes en su departamento. Kirishima decidió acompañado, enormemente agradecido por acudir a su llamado y tranquilizarlo, ahora se sentía mejor consigo mismo. Aún tenían mucho de que hablar con respecto a su pequeña pero tenían tiempo. 

— Entonces nos vemos — anunció Yokozawa. 

— ... sí — de pronto, como una ráfaga de viento, una desesperación al quedarse solo lo invadió. Como si le hubiera caído el veinte de que Yokozawa se iría. " Quédate aquí" quiso decir, tuvo que morderse la lengua y callar su impulso. — Lleva tu trasero a tu casa — dijo a cambio. 

Una vez que la puerta se cerró, kirishima se dio cuenta que tal vez, solo tal vez tenía su respuesta a lo que Yokozawa esperaba. 


[...] 


Un par de días después, mientras la vida seguía su curso y Kirishima se esforzaba por alcanzarlo se encontró con Henmi, en una banca en la sala de descanso. 

— ¡Señor Kirishima! — saludó el vendedor. — Que gusto verlo. 

kirishima tomó asiento en la mesa en frente de él, el pequeño hombrecillo resultaba bastante parlanchín una vez que tomaba confianza, le sorprendía que aguantara a un jefe como Yokozawa. 

— Usted que conoce a Yokozawa, ¿puede decirme si hay un tipo de persona que le llamen la atención? 

— ¿Eh? — el cambio repentinó de tema le llamaba de sobremanera, no era que Yokozawa tuviera un "tipo" de persona. Era más del estilo quien lo pudiera comprender y aceptar, con eso, Yokozawa se daba por bien servido. — ¿Por qué lo preguntas? 

— Verá, conozco a alguien que está interesado en él y creo que por el momento él no tiene pareja, quizá sea una buena oportunidad para él, ¿no cree? Sé que harían una bonita pareja. 

— No me digas — escupió sus palabras con poco tacto. 

— Así es — el contrario no se percató del la actitud tomada por el editor, así que prosiguió. — Según tengo entendido, ha estado flechada por el desde hace bastante tiempo.

"¿Flechada? Entonces, es una mujer. Una mujer está Interesada en Yokozawa Takafumi." pensó, concluyendo que necesitaba más información al respecto. 

— Podría ayudarte si me das un poco de información. 

— ¡De verdad! — un entusiasmado Henmi casi se para de la emoción. 

— Claro — "que no". 

— Bien, su nombre es Matsumoto. Trabaja en la librería Maritmo, de hecho, ella se las ingenió para invitarlo a salir — "¿Qué?" pensó alarmado Kirishima.  —  Sí, fue hace dos días. Ella se la ingenió para que el la recogiera del trabajo pero a mitad del camino a centro de comida recibió una llamada y él tuvo que dejar todo a medias. ¡Qué descortés! ¿No crees? 

Era mucha información que debía digerir y tenía muchísimos sentimientos encontrados que se aglomeraban en su mente, golpeándolo sin cesar. ¿Yokozawa había aceptado salir? bueno, conociéndolo era obvio que el tonto no supo como rechazarla, también que era tan torpe en cuanto las relaciones personales se tratasen, un ejemplo de ello era Iokawa. De pronto, se sintió profundamente enojado y... celoso. 

Se paró de la mesa y de manera seca se despidió, salió como furia y se plantó en su escritorio lo que restaba de la jornada. Casi para salir, Yokozawa estaba en la entrada del departamento de Japun. kirishima, al verlo, se dio cuenta que su pequeño secreto sucio era conocido por él. Al menos el oso era franco, desde hace como veinte minutos, el editor había terminado con sus labores y esperaba pacientemente la presencia del otro. Tomó sus cosas y se acercó a él. 

— Vamos — se limitó a decir. 


[...] 


Una vez que ambos se encuentran solos, en una habitación pequeña de un restaurante, sentados frente a frente, Yokozawa intenta hablar, aclarar lo que sea que el idiota bocón de Henmi haya podido decirle. Sin embargo, el mayor lo calla. 

— No, de hecho, es sensato — dice, su rostro son serios y su actitud tranquila y seca. 

"Que mierda estás diciendo, Kirishima. No me jodas con tus estúpidas ideas" Pensó cabreado el menor. 

— Explícate — gruñó el vendedor. 

— Creo que está bien que salgas con una mujer, que busques esa felicidad. 

— ¿Y cuál es esa dichosa felicidad? — contraatacó. Sus manos estaban hechas puños, por debajo de la mesa y sus uñas se clavaban en sus palmas con furia. 

— Una familia, hijos — tomó un poco de agua y bajo la mirada colérica y confundida del hombre que tenía en frente, prosiguió. — Tus propios hijos, ¿maravilloso, no crees? —Para, para maldita sea. Que mierda estoy diciendo. Se decía a sí mismo pero sus palabras no cesaban. — Una mujer que te ame, que te de un hogar, un refugio. Te apoyaría en todo, matsumoto es- 

Calló abruptamente, el ardor en su mejillas lo atolondró lo suficiente. Sus ojos enfocaron a Yokozawa y la imagen le provocó tanto. Su rostro descompuesto y avivado en furia pura, contrastado únicamente con la las lagrimas que salían sin cesar de esos ojos azules grisáceos. Se quedó inmóvil, sin saber que hacer o qué decir. 

— ¡QUIÉN TE CREES PARA DECIRME ESA PORQUERÍA! ¡¿EH!? ¡¡RESPONDE!! — Bramó. — DICIENDO COSAS COMO ESAS, COMO... COMO SI NO TE IMPORTARA MI AFECTO HACIA TI, COMO SI MI AMOR POR TI NO TE IMPORTARA — en ese intante, su voz se quebró pero no fue impedimento para explotar, para decirle lo que realmente desea del castaño de una vez por todas. — ¿QUE ME BUSQUE UNA MUJER? Bien, no te preocupes. Yo no necesito hijos, yo ya tenía una que era maravillosa, yo ya tenía una pareja que me daba un hogar, yo ya era muy feliz. Pero si a ti no te importa tampoco debería de importarme a mí. 

Yokozawa se odio por ser incapaz de para de llorar, el castaño lo miraba anonado. "Bien, que se pudra por mí" pensó. 

— Te amo, kirishima, te amo tanto que estoy dispuesto a esperar por una respuesta tuya que nada me asegura que sea positiva para mí. Te amo tanto que te doy tu espacio a pesar que me duele, a pesar de que lo único que he querido es que me abraces y me digas que todo estará bien, que juntos lograremos superar la muerte de Hiyo. Te amo tanto que me asusta y lo único que recibo de tu parte es esta mierda. ¡DIOSES! — Gritó. — No puedo verte ahora, no puedo. 

Kirishima reaccionó cuando una encargada lo sacudió, preocupada. Le dijo que muchos gritos se escucharon y un hombre en un estado algo inestable salió de la sala. Kirishima observó el lado vació y sus ojos se cristalizaron. 

    

¡Holaaaaaa! Está potente la cosa, no creen. Lamento si los hice sufrir, pero es necesario. Me he dado cuenta que me falta cuatro o cinco capítulos para que esta historia acabe, ¿ansiosos? Así que esperen mucho drama y, sobre todo, lagrimas. Actualizaré pronto. 

¡Nos leemos pronto!   

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