El comienzo y fin de todo
ACLARACIONES:
1. Los personajes no me pertenecen, son propiedad de la autora.
2. Habrá dos narraciones, una en presente y otra en pasado. Pronto entenderán.
3. No es tóxico, ni violento y tomo en cuenta que AMBOS son bisexuales, porque según yo, sí lo son ya que muchos creen que Yokozawa es gay y no bisexual.
4. Plasmo a la trifecta lo mejor que puedo de acuerdo a su obra y no habrá nada de volencia o amor tóxico pues ellos se quieren bien y bonito. Solo les pido que entiendan a ambos personajes y sobre todo a Kirishima: uno de los peores dolores es perder a un hijo... o eso es lo que dicen las malas lenguas de mi localidad.
5. Tengo dos fanfics más de la trifecta, puedes darte una vuelta a mi perfil si así lo deseas.
6. Tenganme paciencia con las actualizaciones. IMPORTANTÍSIMO.
Aclarando esto, ¡disfruten!
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Kirishima seguía sin salir de la cama, le resultaba tan doloroso verlo de esa manera. Ojalá él pudiera hacer algo pero cada vez que se acercaba para abrigarlo con sus brazos, brindarle confort con su calor y susurrarle palabras de consuelo era extrañamente rechazado pues el castaño le decía que estaba bien y lo alejaba con un suave empujoncito para sumergirse de nuevo en las sábanas de su cama. Sentado en la sala donde tantas veces compartió con la pequeña, se permitió soltar esa armadura que se ponía en frente del castaño, ahí se permitió sentir una vez más el dolor en su pecho junto con una molestia en el inicio de su garganta.
Con los ojos algo cristalinos dirigió su vista a ese mueble donde ahora la foto de Sakura, la difunta esposa de su amante, era acompañada por otra foto. Una niña con rasgos muy parecidos a la señora quién sonreía alegremente. Yokozawa recordó cuando tomó esa foto, ella le había pedido que fueran juntos al festival de verano, ahí, entre puestos de comida y de curiosidades, la pequeña parecía brillar tanto como su padre; estaba seguro que Kirishima tendría que soportar la etapa que venía en un futuro algo cercano, algo lejano, donde ella empezaría a interesarse por los hombres y estos en ella. Ese día había sido uno muy especial, nunca se imaginó que sería de los últimos.
Se obligó a levantarse, no quería llorar y que el otro lo viera, él era su soporte, lo sabía. Tomó ambos vasos que posaban en frente de las fotos con la intención de cambiarlos; Sorata no paraba de vagabundear por todo el departamento maullando por la presencia de la pequeña. ¿Cómo hacerle entender que ella jamás volvería? El pobre gato solo se quedaba parado toda la noche afuera de la recamara de Hiyori esperando que mágicamente se abra y por fin dormir en su lugar de siempre, pero esa puerta se encontraba cerrada con llave y Kirishima le había dejado muy en claro que por nada del mundo se debe abrir.
Unos pequeños gemidos ahogados se lograron colar hasta la cocina, Yokozawa se apresuró a acercarse a la habitación del mayor y con unos suaves golpecitos en la puerta, con el fin de anunciar su presencia, entró y una vez más su corazón se volvió a estrujar. Kirishima estaba en posición fetal, mirado a la nada mientras estaba entre las cobijas destendidas desde hace más de una semana, recargando su cabeza en una de las almohadas e intentando ahogar su lamento apretando con fuerza sus labios. Yokozawa suspiró, no sabía si otra vez sería rechazado pero lo volvería a intentar; con paso suave y lento, probaba la tolerancia del editor al invadir su espacio personal, en cambio, el contrario no se inmuto.
Cuidadosamente el menor tomó asiento en la cama, aunque las cortinas estaban corridas y no permitían pasar la luz del sol podía distinguir los ojos hinchados y rojos de su novio. Animándose, posó su mano en los cabellos dorados, acariciándolos suavemente. Este gesto hizo que el otro gimoteara con más intensidad, ocultando su rostro en la almohada.
- No tienes porque hacer eso conmigo, lo sabes ¿cierto? - mientras seguía proporcionando esa caricias, sintió que el otro se movía lentamente, acercando su cuerpo al suyo. - Yo estoy aquí, no estás solo.
Paso un rato hasta que Kirishima levantara la cara y lo observara. Yokozawa le sonrió de forma amorosa y delicada cómo cuando tu madre te sonríe cuando estás triste, ahí el castaño volvió a sentir calor en su pecho. El frío abandonaba su cuerpo y se sintió con las suficientes fuerzas como para levantarse y seguir adelante.
- Me duele... - habló al fin, mientras posaba su cabeza en el regazo del aquel hombre que no se había separado ningún minuto desde que perdió a su personita. - La perdí y me duele.
Y tras esas palabras, se echó a llorar con más fuerza. Yokozawa guardó silencio y le siguió acariciando su cabello, también su espalda. Era la primera vez que lo dejaba consolarlo y verlo llorar de esa manera.
[...]
DOS MESES DESPUÉS
- Vamos, la comida se enfriará y no la volveré a calentar - gritó Yokozawa mientras se quitaba el mandil. Hoy tenía una junta a primera hora y quería asegurarse que el mayor comiera.
Ciertamente los días había calmado los sollozos, Kirishima salía de su cama al baño y a la cocina. Hablaba poco pero siempre estaba ahí para recibirlo al llegar del trabajo, mientras escucha atentamente las nuevas buenas del Marukawa. Isaka, el presidente, había sido bastante considerado al darle plazos para posponer el reingreso del castaño a la editorial, el hombre entendía lo que debía pasar el sujeto al perder a su única hija; ahora, Yokozawa vivía casi prácticamente ahí y es casi porque aún seguía pagando el alquiler de su departamento.
- ¡Kirishima, no estoy bromeando!
El mencionado hizo acto de presencia a los pocos minutos, se veía igual de desalineado que el día anterior y el anterior, su cabello había crecido y la barba ya era notoria. Yokozawa odiaba pensar en lo atractivo que se veía con barba cuando ambos trataban de superar la ausencia de la pequeña castaña. Kirishima se sentó en su lugar de siempre y se frotó la cara con ambas manos, intentando alejar el sueño y ocultar sus ojos rojos.
Él no sentía que estuviera saliendo del hoyo en que cayó en picada desde que le llamaron del hospital para decirle que Hiyori estaba grave en el hospital y necesitaban su firma para llevarla de urgencia a cirugía. Para él, todo había frenado de golpe, provocando un desastre en su interior y, en cambio, Yokozawa parecía dejarlo atrás. Sabía que al el peliazul también le dolía la perdida pues algunas vez le dijo: la quiero como si fuera mía; dejaba muy en claro que él era mejor sobrellevando el dolor. ¿Qué sería de él si Yokozawa no estuviera al pendiente de que comiera, durmiera y se aseara debidamente? Estaba agradecido infinitamente.
El menor puso un humeante plato, lleno de nutrientes para que el castaño no se descompensara. Sabía que no probaba alimento hasta que el volvía. Ambos empezaron a comer en silencio y una vez más el peliazul sintió esa mirada que estaba cargada de muchas cosas, se hacía el que no se daba cuenta pero su amante traía algo en mente, algo que no se animaba decirle y se decía mentalamente que cuando el editor se sintiera listo se lo diría. Siguieron así hasta que Kirishima rompió con el silencio:
- Estaba pensando que... ya es hora de regresar a la editorial - mientras hablaba, mantenía toda su atención en el vendedor, quien abrió los ojos de sobremanera y le sonrió.
- Eso es estupendo, creo que te haría muy bien salir y... bueno, distraerte.
Kirishima se forzó a sonreír, debía hacer algo para salir de su propio tormento. Después de eso, Yokozawa le decía que todo iría para bien, que hablaría personalmente con Isaka para estuviera al pendiente del teléfono por si le llamaban. Cuando despidió al menor en la puerta, la tristeza tomaba nuevamente posesión de él. La casa estaba repleta de recuerdos de su Hiyori, algunas veces su novio le había comentado la idea de dejar este departamento e irse, buscar otro lugar pero se había negado rotundamente.
Ahora tendría que matar tiempo y volver pensar en algo que desde hace varios días le rondaba, quitándole el sueño: terminar con Yokozawa. No quería ser egoísta o algo por el estilo, pero sentía que todo su ser estaba raro; su mente estaba nublada y no podía pensar con claridad y ni hablar de su corazón, se sentía incapaz de sentir por el momento. La perdida de Hiyo había sido un... golpe tan duro que él mismo se había encerrado en una cajita, ocultándose y evitándose del dolor. Sentía que dejar ir a Yokozawa era lo correcto, de esa manera podría pensar mejor las cosas sin sentir una clase de presión. Sabía que hasta que no aclarara sus ideas y acomodara sus sentimientos le era imposible seguir y relacionarse con las personas, no podía pensar en nadie más que en él, era como si se hubiera quedado estacando y la oscuridad se negara a abandonarlo.
Una parte de él se sentía confundida, quería tenerlo cerca e incluso no sabía si sentía aún amor por él, cada vez que ese idea llagaba a su cabeza la eliminaba, algo le decía que amaba con locura a Takafumi, sólo que necesitaba sanar. Ese pensamiento lo mataba, sabía que destruiría sin querer al hombre pero él necesitaba espacio, si seguía así ambos se lastimarían de alguna forma. Salió al balcón como le era costumbre desde que se quedaba en casa, mirando a lo lejos preguntándose si Sakura le perdonaría el hecho de no protegerla tal y como se lo había prometido.
-¿Qué debo hacer, Sorata? - preguntó de forma baja cuando el gato salió también al balcón. - Tú crees que tu testarudo dueño me comprenda, necesito tiempo y para ello necesito estar solo, sin nadie a mi alrededor, porque sino voy a explotar.
"Yokozawa Takafumi... tendré el valor de decirte adiós."
[...]
Yokozawa estaba amolado. Era uno de esos días donde al parecer todo estaba en tu contra, sentía que sus hombros ardían de tanto estrés y su garganta le dolía un poco por gritarle a sus trabajadores aunque se había disculpada argumentando que hoy no era un buen día. Ahora, con una bolsa con los ingredientes para la cena de la noche, se disponía a ver como había seguido Zen. Isaka se había puesto feliz al enterarse que no faltaba mucho para que uno de sus mejores editores se reincorporara. Al entrar al departamento, se encontró con Kirishima, sentado en el sillón con una lata de cerveza.
- ¿Saliste del departamento? - cuestionó, dejando sus cosas en la entrada. Le resultaba tan extraño, estaba seguro que no había cervezas en el refrigerador pero eso era un gran avance para el mayor. Había tenido la iniciativa de salir al fin de su hogar, ¡Yokozawa suspiró lleno de tranquilidad y jubilo! Paso a paso como el mismo se repetía todos los días.
- Sí, compré más por si quieres - mencionó volteándolo a ver.
- No, gracias. Espero que no te emborraches, ni creas que te soportaré ebrio.
El mayor rió por debajo. Lo que el peliazul ignoraba era que él había optado por beber para tener el valor suficiente y el coraje de cortar. Sobrio, jamás soportaría ver la cara que muchas veces se había imaginado. después de rebanarse los sesos pensando una y otra vez en lo mismo había concluido que no podía aplazar más la decisión. Kirishima necesitaría lidiar con los recuerdos y el dolor solo.
Todo se envolvió en un silencio común, tranquilo y para nada incómodo pues Yokozawa a veces era tan estoico que acostumbrarse a la falta de ruido no le fue bastante difícil, además comprendía que el otro necesitaba pensar en sí y, que, cuando el se sintiera mejor el ruido volvería a su vida con frases horriblemente cursis y fuera de contexto. Todo había sido muy difícil en el comienzo: llorar en su mente, no gritar, abrazarse en las frías noches y obligarse a no sentir tanto dolor, era poco de lo que se guardaba para no ser una carga, una molestia. su necesidad de ser consolado era callada por su mente, no se podía comparar el dolor con el del castaño, ¿verdad? Su dolor era cien veces más intenso que el propio así que era lo correcto... era lo correcto.
- Sabes, Yokozawa... -El silencio se rompió, Yokozawa levantó la mirada esperando. - He pensado que lo mejor para mí es continuar esto por mi cuenta.
Listo, lo había dicho. Había expulsado esas palabras dejándole un muy mal sabor de boca. Después de darle un trago más a su cerveza con miedo levantó la mirada para enfrentar lo que se aproximaba, de tan solo pensarlo su estómago se estrujó con fuerza.
Yokozawa, sin despegar la vista de la barra, se quedó inmóvil tratando de hallarle otra lógica, otro sentido a lo que había dicho. Con miedo, levantó su vista chocando con la contraria que lo veía serio, su mundo se detuvo cuando sus ojos no encontró signo de burla... »estar solo por su cuenta» si eso significaba lo que creía que significaba se derrumbaría, con voz un tanto baja preguntó:
-¿Q-qué quieres decir? - en su voz era palpable ese tono de esperanza, esa necesidad por saber que lo que estaba circulando en su mente era un juego chueco de su mente. Ahora el silencio se había vuelto pesado e incómodo, Kirishima se estrujó las manos hasta el punto del punzarle de dolor.
- Creo que es mejor terminar - un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, sus ojos azules grisáceos se empezaron a humedecer, sus piernas flaquearon y sintió que la respiración le faltaba. Uno de sus peores miedo se hacían realidad.
- Pero que dices, no estoy para tus juegos Kiri...
- No es un juego, Yokozawa - interrumpió. - Lo he pensado desde hace mucho y creo que necesito un tempo para asimilar todo.
"¿Qué...? No, no, no... Zen. No me hagas esto, por favor no. Yo te necesito, ¡te necesito!" su mente ya no podía formular otro pensamiento. Su corazón dolía con más intensidad mientras los segundos pasaban.
- ¿Tiempo? Yo puedo ayudarte, te apoyaré, no estás solo y los dos...
- Lo sé, lo has echo hasta ahora pero - calló nuevamente, se mordió el labio nervioso y bajo la mirada ante tal imagen que takafumi le estaba regalando, no podía, todo esto era una mierda. No era justo para los dos pero... pero... - El problema es que yo ya no sé que siento por ti, quizás mi dolor opaque todo, pero por el momento no tengo cabeza para más y no siento que sea justo para ti. No me estoy entregando a la relación, yo no puedo... lo siento, de verdad. Mi dolor por Hiyori es muy fuerte, necesito llorar, sufrir en soledad - Cuando el de cabello rizado terminó de hablar un incómodo silencio se instaló. Yokozawa miraba sus manos, intentando aguantar las ganas de llorar. No entendía nada y no quería hacerlo. Lo único que sabía era que la persona que amaba ya no lo amaba a él, en cambio Kirishima se sentía tan mal. ¿Cómo hacerle entender que a él también le dolía? Al mismo tiempo que se arrepentía de sus palabras: ya no sé que siento por ti que había salido de su garganta sin su permiso, sabía que las había elegido las palabras muy mal porque lo quería muchísimo. Habló una vez más:
> - Me quejaba tanto de Takano, cuando lo cuidaste en su depresión y te dejó, así, sin más y cuando me di cuenta que estaba pasando lo mismo, tú... tú no mereces esto. El hombre que conociste ya no sé donde quedó, necesito mi espacio para encontrarme y si aún lo deseas, lo volveremos a hablar. ¿Lo entiendes, Yokozawa?
- ¿Estás seguro de querer terminar? - fue lo único que salió de su boca. Lo demás era basura, excusas para hablandar su situación, lo único importante era la respuesta de esa pregunta.
Se escuchó un largo y profundo suspiro. - Sí, Yokozawa. Quiero terminar pero no por eso debemos perder el contacto, ¿sabes? Aún puedes venir a mi casa, siempre serás bienvenido. Yo te q....
- ¿Me quieres? - indagó el otro con cierto tono ironía impregnado en su voz. No quería estar ahí, había dejado los ingredientes en la barra mientras salía de la cocina con la intención de huir, pues no aguantaría mucho. - No lo digas, por favor. No me puedo quedar, lo siento, pero te llamaré para comprobar que cenaste y desayunaste...
Parecía que estaba corriendo, parecía que en cualquier minuto se rompería.
- Yokozawa - le llamó, tomando su brazo. Nunca espero que reaccionara de esta manera, su cuerpo temblaba de miedo al pensar que sería la última vez que lo vería. El mayor le dedicó una mirada de suplica, pero el otro ni se inmutó a verlo. - Sabes que no es personal, ¿verdad? Entiéndeme.
- Lo hago o al menos trato pero entiéndeme tú a mí, me duele y no puedo seguir como si nada, solo... dame unos días.
No espero que su ex-pareja le contestará. Tiró de su brazo, soltándose del agarre para salir de ese departamento. Una vez más solo, Kirishima sintió un enorme hueco en su ser, ¿fue lo correcto? Entonces porque se sentía tan mal. Estaba en una especie de disyuntiva, regresando al sillón se escondió entre sus brazos preguntándose que sentía exactamente pero llegaba a la misma conclusión: dolor, mucho dolor, tristeza y culpa.
Se fue a la cama sin cenar, al menos podría llorar sin tener el miedo de despertar a Yokozawa.
[...]
Aún en la oscuridad de su departamento, Yokozawa se encontraba apoyado en la puerta de la entrada mientras dejaba salir las lágrimas que había contenido desde que salió del departamento del editor. Otra vez sentía ese dolor tan conocido, aunque ese rechazo no se comparaba con otros... este era tan intenso que pensó que su corazón podría romperse. El hombre que amaba lo había dejado, una vez más estaba destrozado por amor, una vez más era dejado.
Quería morirse, quería desmayarse y jamás despertar. ¿Por qué él? Sabía que no era perfecto, pero su amor siempre era sincero, honesto, ¿por qué siempre terminaban con él? Sintió que con el castaño podía tener lo que siempre anheló pero ahora todo era un sueño lívido. Posó sus dos manos en su pecho, en serio le dolía. Se sintió tan patético al verse en esa situación: en la entrada de su departamento, llorando como nunca, destrozado y anhelando que el mayor tocara la puerta diciendo que todo había sido una broma pesada, de muy mal gusto pero algo le decía que no. Todo era una cruel realidad.
"Entiéndeme..." Las palabras de Zen retumbaron en su mente.
- ¿Y quién me entiende a mí? - susurró, ocultando su rostro en sus brazos. - Me prometiste que no te quedarías a medias... - y con esas palabras rompió a llorar.
No se movió en toda la noche, no tenía ganas y poco le importaba. Sabía que tenía que pensar con la cabeza fría, el discurso de Kirishima decía más de lo que era capaz de procesar en el momento pero por ahora se permitiría soltar todo, su dolor por Hiyo, su dolor por no ser consolado también, su dolor por su ser dejado.
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El funeral fue horrible, Kirishima había colapsado durante el entierro. Sabía que su dolor era algo que jamás llegaría a experimentar, pues su persona más importante lo había abandonado. Perdido entre los múltiples familiares, mantenía un perfil bajo mientras intentaba formar unas palabras que no ayudarían en nada, pero le expresarían su apoyo y su amor.
Ahora Hiyori estaba en algún lugar lejos de aquí, él no creía en el cielo o en un Dios religioso pero sabía que había un todo, un creador que arrebasaba los límites de la imaginación. Esperaba que la pequeña, donde sea que estuviera, estuviera en paz. "Tranquila, Hiyori - susurró, moviendo casi sus labios. - yo cuidaré de tu padre, si estás aquí te aseguro que lo cuidaré. Es una promesa. Te quiero mucho pequeña." Un impacto algo violento lo sacó de su meditación, abrió los ojos para observar el cuerpo de castaño aferrarse a él, buscando tal vez consuelo, tal vez calor, tan vez un refugio.
El mayor no sollozaba pero las lagrimas seguían saliendo de esos hermosos ojos color miel, con algo duda y omitiendo las miradas de los presentes, estrechó a su pareja fuertemente en sus brazos. Inmediatamente Zen escondió su rostro el la curva de su cuello, aspirando la suave fragancia de Yokozawa.
Él menor se empezó a balancearse, en un intento por arrullarlo en frente de todos esos ojos, en frente de esa tumba. Pero no importaba, el editor buscaba un refugio en él y se lo daría.
- Vamos a casa - le susurró muy bajito.
- Quiero quedarme un poco más, quiero que estemos los tres solos - le contestó después de un rato. Yokozawa asintió y lo estrechó más a su cuerpo, mientras ese balanceo continuaba. No muy a lo lejos veía esa tumba con unas letras doradas que decía:
kirishima Hiyori. 11 años.
"Aunque ya no brilles con nosotros, tu esencia será recordada y jamás olvidada." Te ama mucho tu papá.
Antes de odiar a mi Husbando piensen en el dolor de perder algo que aman mucho, creo que podríamos sentirnos de manera semejante. Siento que Zen está siendo sensato porque necesita tiempo y Yokozawa también. No me odien.
Espero que la hayan disfrutado.
¡Nos leemos pronto!
P.D: adjunte un vínculo, espero que les parezca porque a mí no me sale nada; es la novela de Yokozawa Takafumi No Baai para aquellos que no hayan tenido la oportunidad de leerla. Yo la leí en un blog de Internet pero no venía completa... lo digo porque vienen capítulos que no había leído. Dado caso de que no apareciera podrían comentarme para publicarlo como mensaje en mi perfil.
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