Demasiado denso
"Me lleva la jodida." pensó Yokozawa cuando salió tarde de su departamento. Si los dioses le ayudaban, lograría llegar justo a tiempo para tomar el tren. Pasó trotando por varias calles rogando a sus pobres pulmones aguantar un poco más, ¿cuál era la razón de su inusual retraso? Fácil, el mensaje de Kirishima.
No lo podía creer. Al despertar, lo primero que hizo fue revisar su celular encontrándose con un mensaje de él diciéndole cosas que le calentaban el corazón, aliviando un poco el frío que lo mataba desde que terminaron. "Terminar" la simple idea/palabra le provocaba escalofríos de lo malos y una horrible tristeza lo invadía... pero, ¿podría permitir, aunque sea una pizca de esperanza, se instalara en él con respecto al mensaje?
[No te quiero perder, eres la única persona tan relevante en mi vida que quiero proteger y... atesorar. Tú y ese gato gordo. Espera por mí.]
Esa última línea lo mató. Su cuerpo se sintió vivo, con energías y con una emoción que lo desbordaba por completo y tal fue el impacto que se quedó ahí, en su cama, anonado y por esa razón iba tarde. Quería verlo, quería ver esos hermosos ojos que tanto había anhelado. Ver su persona, ver que esto era real y no solo un juego sucio de su mente necesitada. Pensar así le seguía dando vergüenza, y mucha, sin embargo ya había aceptado que ese hombre se había metido desde lo profundo de su piel de manera suave.
[...]
La hora de comer se acercaba y el departamento de ventas estaba a un ritmo bastante eficaz, se notaba que el jefe estaba de un humor demasiado bueno para ser verdad y todos trataban de mantenerlo en ese estado. Nadie quería lidiar con el oso enojado. Henmi había aprovechado la oportunidad para invitarlo a reunirse con el grupo después de salir del trabajo. Esos cuatro meses sorprendentemente Kisa, Yukina, Yokozawa y él se había acercado lo suficiente como para formar una amistad.
No se lamentaba, ahora era amigo de su jefe y tenía ciertos beneficios (aunque no siempre, es más, casi nunca) de este, pero no se quejaba. Cuando llegó la hora del almuerzo, ambos empleados salieron por un refrigerio cuando el jefe de Japun salió de una de las sala de juntas más adelante, se paró en cuanto su compañero lo hizo, de golpe. Mentiría si dijera que no estaba sorprendido: estaba abrazando de manera muy cariñosa a una mujer, ¿sería su pareja? Por más que le rogaba a Yokozawa para hablar sobre su amigo íntimo este se negaba, diciéndole que si tanto quería ser su amigo también debería hablarle por su cuenta. ¡Claro que no podía hablarle al tipo! Lo intimidaba demasiado a pesar de sentir una gran admiración pero... ese no era el punto. Kirishima se había soltado de golpe en cuanto los había visto con una expresión desbordante de emociones.
Quizás el castaño ya se sentía mejor por la perdida de su hija y estaba empezando a recuperar todas esas amistades que alejo, por lo tanto, Yokozawa sería una de ellas. Eso creía por la manera que que el editor había soltado a la mujer y se acercaba, eso pensaba hasta que en su expresión vio algo que no era alegría, alivio o tranquilidad, no. Era más como miedo y ¿culpa? Estaba a punto de hablar cundo Yokozawa emprendió de nuevo el camino a su dirección, jalándolo sutilmente de la mano para que lo siguiera y así lo hizo. Se sorprendió aún más cuando su jefe pasó de largo, ignorando por completo al castaño quien no separaba su mirada de él, ¿qué estaba pasando? ¿Se habían peleado? Henmi no entendía nada pero no se atrevió a preguntar en lo quedaba de camino y mucho menos de regreso. La aura de su jefe había sido remplazada por una melancólica que ya se cargaba desde hace ya varios meses atrás.
[...]
La hora de salida llegó, Henmi espero a Yokozawa unos minutos y en el proceso se preguntaba qué había pasado cuando se toparon con el sujeto de cabello castaño. No quería meterse, algo le decía que preguntar era meterse en terreno peligroso. Observo como su compañero guardaba sus cosas en su maletín y se preparaba para salir.
— ¿Listo, yokozawa? — era una sutil confirmación de si iría o no a la reunión.
—Sí, vamos. ¿Veremos allá a Kisa?
— No, me mandó un mensaje hace unos minutos diciéndome que ya estaba en la parte de afuera del edificio esperando por nosotros.
Ambos hombres salieron en silencio. Hoy tenían planeado ayudar a Matsumoto, dar rienda suelta al plan de cupido y cada vez que él menor lo pensaba, estaba convencido que le haría muy bien al peliazul una persona con la que se pudiera abrir y que lo amara. Su jefe era una persona muy buena y se merecía cosas buenas.
Él fue el primero en salir de la editorial y como dijo Kisa, se encontraba afuera de la editorial pero solo no, con él se hallaban otros dos sujetos del departamento de Esmeralda: Takano y Onodera. Esperaba que ellos no fueran a la reunión, de ser así tendrían que aplazar el plan, además de que sería incómodo. Jamás les había hablado y no le llamaba la atención hacerlo por ahora, no eran malas personas pero se había dado cuenta que entre Yokozawa y ellos las cosas eran un poco tensas y como fiel amigo, le daba prioridad al vendedor.
— Buenas noches — saludó cuando llegó a ellos.
— Buenas noches, Henmi — saludó Onodera. Takano se limitó a mover la cabeza en sustitución a las palabras. — ¿Ya se van entonces, Kisa?
"Bien, tal vez solo seamos nosotros cuatros." pensó alegre, a pesar de sentirse un poco egoísta.
— Oh, no. Nos falta uno, por cierto Henmi, ¿dónde está Yokozawa?
Cuando Kisa terminó Takano lo miró con suma curiosidad a ambos, ¿eso era... malo? Desvió la mirada, el sujeto lo intimidaba pero no tanto como Kirishima y era raro ya que pasaba todo el día con uno de los sujetos más intimidantes de toda la editorial. El sujeto de ojos color chocolate esperó pacientemente la respuesta.
— Se topó con un compañero de administración y se quedó hablando con él.
Kisa estaba a punto de hablar cuando uno lo interrumpió.
— No sabía que le hablabas a Yokozawa, Kisa.
— Bueno, ya lo saben. Él es increíble, deberían conocerlo. Es un muy buen amigo — Kisa, como siempre, empezó a alegar un buen de cosas que no prestó atención. Henmi no sabía muy bien porqué pero sabía que debía cambiar de tema.
— ¡Cierto, lo olvidé! Yokozawa nos pidió que avanzáramos y lo esperáramos en la tienda más cercana, ¿nos vamos, Kisa?
Por suerte, todo salió bien. Cuando Yokozawa llegó a su encuentro se veía ligeramente confundido y molesto por no haberlo esperado pero se las arregló para que ambas excusas que le echó a ambos hombres no se cruzasen. Caminaron a su destino con una platica amena.
[...]
Yukina miraba de manera cómplice a los otros dos sujetos. Estaba muy emocionado de jugar a cupido, sabía que si lograban juntarlos harían una bonita pareja, conocía Matsumoto desde hace mucho tiempo y era una buena mujer así como lo era Yokozawa. La comida estaba deliciosa, como siempre, todos disfrutaban de su compañía y eso era lo mejor.
No dejaba de recriminarle a Kisa lo mal que había hecho de juzgar a un tipo como Yokozawa, menos mal que las cosas habían cambiado. Fue su trabajo meter a las "chicas" en el tema de conversación, por suerte Henmi la supo llevar a otro nivel y él simplemente se limitó a monosílabos por respeto a su pareja. Como predijeron, el vendedor estaba soltero, con la información obtenida inauguraron la fase dos.
— ¿Tienes algún tipo de mujer? — la pregunta que le dirigió el más joven de todos lo agarró en curva.
El oso no sabía que contestar. Sí, había salido con mujeres de todo tipo: serias, divertidas, tiernas pero no tenía un tipo en específico.
— Realmente no — contestó al fin.
— ¿Pero debes buscar alguna característica en general, no? — preguntó, negándose a perder.
El peliazul observó a sus compañeros que se veían extrañamente interesados en él y, sobre todo, en sus respuestas. Intento analizar lo que le preguntaban sin muchas ganas de pensar realmente en el tema, su corazón dolía y si se hablaba de parejas no podía evitar pensar en ese hombre el cual lo tenía tontamente enamorado y sufriendo. ¿De dónde había sacado las fuerzas suficientes como para seguir de pie después de su ruptura? No se largó a tomar después de que Takano lo rechazara definitivamente cuando no se comparaba, ni de cerca, por lo que sentía por el editor, entonces, ¿por qué no estaba en el vicio ahora?
No se había derrumbado y refugiado en el alcohol gracias a la misma persona que le provocaba tal molestar. Kirishima le enseñó a ser mejor persona en todos los sentidos, a ser fuerte y racional aún cuando todo parecía desmoronarse. ¿Qué buscaba en una persona en general? Tal vez seguridad, responsabilidad emocional, compresión, cariño...
— Soy simple — dijo. — Me gusta que sepa lo que quiere, que tenga metas, sea responsable, honesto y que me de confianza. Lo demás es importante pero eso no se puede controlar, ya depende de la persona.
Esa era un muy buena respuesta, los tres cómplices se observaron y sonrieron. Bien, era el momento de dar el siguiente pasó. Serían sutiles, no querían arruinarle la oportunidad que, según ellos, podría tener la mujer.
— ¿No has pensado en tener una pareja, Yokozawa? — esta vez el quien habló fue Kisa.
¿Pareja? No. Él no... nisiquera sabía que pasaba con él en ese aspecto.
— ¿Eh?
— Sí, ya sabes... una compañera. Lo decimos porque últimamente te hemos visto decaído y queremos ayudarte pero creemos también que un apoyo en el aspecto amoroso te serviría de mucho. espero que no te ofendas, no es nuestra intensión, solo te expresamos lo que creemos.
— No se preocupes, entiendo y les agradezco su preocupación — el oso les obsequió una sonrisa tenue pero sincera. Se sentía agradecido por tener amigos que se preocuparan por él. — Realmente no lo sé, no soy bueno con el romance.
Y era verdad.
— Pero eres muy atractivo — alego Hemni. — Varias chicas del otros departamentos me han preguntado por ti, así que eso no me lo trago.
— Es cierto — confirmo Kisa.
— Confirmo — habló Yukina, ganándose una mirada interrogativa de Yokozawa. — También eres popular en la librería Maritmo, no hay duda.
La nueva información lo cohibió un poco, era extraño que los demás le dijeran tales cosas. ¿Realmente era un ser atractivo para un buen número de personas? No se lo creía.
— No digan tonterías.
El vendedor estaba seguro que si se hablaba de llamar la atención se quedaba corto a comparación del trabajador de la librería, ese chico realmente poseía un rostro bastante dotado. Kisa tampoco estaba mal, no por nada estaba en el grupo más deseado de la editorial: el equipo Esmeralda. Y Hemni... bueno, también se defendía.
— Claro que no — se defendió Yukina. — No seas modesto, le interesas a varias mujeres.
— ¿Cómo cuales? — retó.
"Bingo" pensaron los tres, el peliazul había dado justo en el clavo.
— ¿Conoces a Matsumoto? — le preguntó el menor.
Que ella entrara a la conversación fue un equivalente a un balde de agua helada. Se quedó quiero, analizando la muy obvia insinuación pero no era posible, ¿o sí? Seguiría aún con su interés hacía él. Él asintió, mentiría descaradamente si dijera que no.
Henmi había propuesto que aparentaran como si no supieran de ella, sobre todo él pues se enteró que la había salvado de un pervertido desde hace ya bastante tiempo.
— Bueno, ella es una de esas mujeres.
Listo, ya estaba. Matsumoto tenía un papel relevante mostrando de manera indirecta su interés por ese sujeto de ojos azul-grisáceo. Ahora todo dependía de ella y, claro, de ellos, pero en menor medida.
— La conozco y es una excelente persona, creo que ella estaría complacida de que la tomaras en cuenta.
Otros comentarios sutiles se agregaron por parte de los otros dos y fueron cuidadosos de no agobiar al pobre oso que se sonrojó sin poder evitarlo. Se cambió de tema y se dejó por la paz, aún así todos sabía que Yokozawa estaba en otro lugar y así era pero no exactamente donde ellos creía. Su mente vagaba a Kirishima y, por breves lapsos, en Matsumoto.
Pensar en ella era pensar cuando dijo, por primera vez, que estaba saliendo con alguien, era cuando sus sentimientos echaban raíces en su ser de manera profunda para florecer más adelante de manera hermosa. Todo era tan difícil... si tan solo pudiera manejar bien sus emociones, apagar sus sentimientos, si pudiera dejar de preocuparse por el imbécil ese sería un poco mejor.
"Hiyori, perdóname. Juré en tu tumba cuidar a tu padre pero... esto es difícil. Lo amo y te amo pero duele, nos duele amarnos. Duele que él no quiera mi ayuda y en su lugar me aleje. Duele que cargué con mi dolor solo, duele callarlo, duele no poder llorar por ti en compañía de él."
Porque dolía como el carajo. Sin embargo, a pesar de su dolor, le dolía más el dolor de su amante.
[...]
No te preocupes, no es lo que piensas. Sabes que no haría nada de ese estilo sin haber hablado contigo y lo sabes.
¿Lo sabía? Ese era el único mensaje que había recibido de él. Verlos fue... no sabía como explicarlo, se había sentido bastante furioso y celoso. Esa mujer siempre fue muy persistente en querer algo serio con el castaño y verlos así, abrazados hizo trisas la felicidad y esperanza que se había permitido sentir gracias a un mensaje. No le contestó, no quería. Estaba enfurruñado hasta la médula. Y así fueron las siguientes dos semanas, controlando un poco más su sentimiento irracional, dejando la comida con el portero del edificio del castaño.
Todo volvía a su insípido ritmo hasta que, por casualidad, un grito llamándolo cambio su día. La voz femenina se coló por toda la calle, era Matsumoto, sentada en las bancas fuera de la librería. Hoy tocaba rondas, por lo tanto, era lógico toparse. No sabía que sentir o cómo actuar, ahora que era conocedor nuevamente de sus sentimientos lo dejaba con una sensación de adrenalina al igual que de incomodad. Caminó hacía ella, pensando en qué decir porque según ella el bocón de Yukina fue un buen amigo y aguardó su secreto.
— Yokozawa, hola. Creí que venías los viernes — la mujer le sonrió tímidamente con un leve sonrojo, si estuviera aún en la ignorancia lo habría dejado pasar o quizás ni siquiera lo hubiera notado, sin embargo, la realidad era todo lo contrario. Ella estaba nerviosa, ¿entonces por qué le llamó?
— Decidí cambiar la rutina y ahora visitaré las librerías en diferente día de hoy en adelante.
— Eso está bien, ¿no gustas sentarte?— ella le indicó un lugar a lado de ella, quería negarse pero no supo muy bien cómo sin sonar grosero. Aceptó, no quería dar a conocer su comportamiento raro.
Matsumoto no estaba mejor, tanto Yukina como Henmi le habían enviado un montón de mensajes avisándole que la fase uno estaba superada con éxito. Fueron bastante explícitos con los detalles, mencionaron que su reacción fue de sorpresa pero no de desagrado, eso fue una alivio para su nervioso corazón. Eso la había animado a hablarle.
El vendedor se fijó en el cartel que estaba en un anuncio por las alturas, no sabía qué decir o qué hacer... estaba a punto de decir cualquier tontería pero ella se le adelantó.
— Sabes, he estado pensando que todavía no te he agradecido por esa vez que me salvaste.
— No es nec-
— Sí, lo es — dijo ella, girando para verlo. Su tono, su rostro le indicaba que no era una simple salida sino algo más. — Por favor, Yokozawa, permítame agradecerle.
Yokozawa lo meditó un poco, salir con ella era como darle esperanzas y eso era cruel pero a decir verdad, quería vengarse con el castaño por lo que pasó. Se sentía aún más deprimido, quizás le haría bien despejar la mente... tal vez.
— De acuerdo, ¿te parece bien si paso por ti mañana?
— ¡S-sí! Salgo a las 7, ¿está bien? — era más que notable su felicidad.
¡Había aceptado! No lo podía creer. Ella compartió un diálogo breve antes de que el hombre se retirara para reanudar su trabajo. Quería que ya fuera mañana, se pondría algo bonito para él. Sus manos temblaron de emoción y una vez que se perdió de vista aquel sujeto que le robaba el aliento soltó un chillido de felicidad.
[...]
Yokozawa, ¿te parece si en estos días vienes a mi departamento? Quiero arreglar las cosas y responde esta vez, por favor.
¡Holaaaaa! Sí, lo sé. Meses desaparecida y lo lamento. Las clases en línea me quitan la vida y no e dejan muchas ganas de estar sentada frente a la computadora después de permanecer ahí todo el día. Trataré de actualizar pronto.
SIGUIENTE ACTUALIZACIÓN: La pasión de Yokozawa.
Nos leemos pronto.
P.D: Las últimas personas que han comentado la historia en estos últimos días me han incitado a escribir, gracias. El capítulo es para ustedes.
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