Cap 3

Apenas unos días después la pandilla se reunió en la casa Loud a celebrar una tarde de videojuegos, siendo Zach y Rusty los primeros en llegar a la par. Después de ellos vino Stella y luego Liam.

Lincoln como buen anfitrión fue hasta la cocina en busca de bocadillos que ofrecer a sus invitados, bajo la discreta pero acusatoria mirada de este ultimo, que como hasta entonces se mantuvo simulando.

–¿Vieron el nuevo trailer, chicos? –mencionó Stella–. A mi me gustó; ¿pero creen que la película esté buena?

–¡Por supuesto que si! –clamó Zach–. ¡Si ya quedó confirmado van aparecer los cinco villanos de las pelis anteriores! ¡Ahora sólo falta saber si van estar los tres Ace Savvys!

–¡Si o si tienen que estar! –aseveró Rusty–. ¡Sino fíjate el modo en que el Ojos de serpiente de Alfred Molina dijo: Hola, Nifty! ¡Con esto también ya está confirmado el multiverso! ¿O qué opinas tú, Liam?

–¿Eh?... –su amigo apenas tuvo ocasión de reaccionar y seguir el hilo de la conversa–. Si, si, desde luego... Esperemos la peli que sigue con La ocho de espadas esté igual de emocionante.

Total, que Liam aguardó en silencio mientras los demás hablaban de ñoñadas sin importancia, unas veces fijándose en las escaleras de la sala y otras en la puerta principal.

Cuando vio entrar por allí a Lynn con un palo de hockey echado al hombro y un par de patines de hielo en mano, inmediatamente se levantó del sofá y fue a hablar con ella.

–Hey, Lynn –empezó por saludarla.

¡Rayos!, masculló la castaña al topárselo en su casa de imprevisto.

–Hola –respondió al saludo.

–Oye... –se aproximó el chico a interrogarla en voz baja–. ¿Ya le comentaste a Lincoln sobre... Eso que ya sabes?

–Eh... No todavía –confesó Lynn en susurros. Con una rápida mirada repasó el estar queriendo asegurarse de que su hermano no anduviese cerca.

–¡¿Y que rayos esperas?! –inquirió Liam, a lo que Lynn chequeó que tampoco Zach, Rusty y Stella los estuviesen escuchando. Por suerte esos tres estaban más absortos en discutir sus teorías respecto a la próxima película de Ace Savvy.

–Baja la voz –susurró apretando los dientes–, que nos van a oír.

En ese instante Lincoln regresó a la sala cargado con un montón de bolsas de frituras que depositó encima de la mesa de centro. Momento en que su hermana mayor inmediata lo miró con desdén.

–Ahora vengo. Sólo iré por las sodas y entonces si... ¡A jugar!

Liam negó con la cabeza decepcionado. Lynn soltó un bufido y cerró los puños. ¡Que descaro el suyo!, seguir tan tranquilo de la vida después de la cagada que se aventó. Lo peor es que por ser su hermano tampoco podía echarlo de cabeza como si nada. Tremenda encrucijada en la que el tonto este la tenía.

Toc, toc, toc, llamaron a la puerta.

–¡Yo abro! ¡Yo abro! ¡Yo abro! ¡Yo abro!...

Con lo que la pequeña Lily de seis años bajó deslizándose por el pasamanos afanosa por acudir a atender el llamado.

–Hola, Clyde.

–Hola, nena –la saludó el joven de color, al que la alegre niña dejó entrar–. Oye, llama a las chicas, ¿si?

–Si... ¡Chicas!...

Lynn y Liam retrocedieron unos pocos pasos hacia el umbral que conducía al comedor, ni bien Clyde pasó junto a ellos dedicándoles una grata sonrisa.

–Hola, Clyde –lo saludó Stella en lo que Zach y Rusty prendían la consola para dar por iniciada la partida–. ¿Por qué de tan buen humor?

–Tengo algo que contarles.

–Hola, amigo –lo saludó Lincoln, quien seguidamente llegó con las latas de refrescos.

A su vez, el resto de sus hermanas que aun vivían con él en casa bajaron a reunirse con ellos en el estar por petición de Lily.

–Que bueno que están aquí todos –con una mano Clyde se abrazó a Lincoln como posando para una fotografía tomada momentos antes de la tragedia–. Quiero hacer un anuncio, a ustedes, mis amigos de toda la vida.

La otra mano se la echó al bolsillo de su chaqueta y de allí sacó un estuche de joyería con un moño plateado prendido a la tapa. Al abrirlo, los allí presentes se quedaron maravillados.

–Cielos –silvó Zach.

–Oye, eso debió costarte una fortuna, amigo –comentó Rusty.

–Esta pulsera ha estado en mi familia por generaciones –prosiguió Clyde, sosteniendo en alto el estuche con la pieza bañada en oro blanco con incrustaciones de circonio–. A mi nona se la dio su madre, y a ella se la dio su madre, y ahora mi nona me la dio a mi para que se la pueda regalar a Chloe en nuestro próximo aniversario.

Su hablar era conciso, pero su cara la de un bobo perdidamente enamorado. Lo que llevó a intuir a Lynn y Liam que tanto iba a empeorar todo antes de mejorar.

Aaaawh...

Desde Lucy hasta Lily, las niñas Loud suspiraron enternecidas, mientras que Lynn miró con enfado y preocupación a su hermano, cuya cara había perdido todo rastro de color y serenidad, su frente empezado a perlarse en sudor y su vista a apuntar en todas direcciones como buscando una ruta de escape. Los amigos de Clyde que no sabían lo que pasaba aplaudieron.

–Felicidades –dijo Stella–. ¿Pero estás seguro de esto?

–Es tu primera novia –le señaló Zach.

–Si –afirmó Clyde sin dudar–, y eso no importa. Sé que Chloe es la indicada. Por eso he preparado algo muy especial para nuestro aniversario. Cena a la luz de las velas, música romántica y, a la media noche, daré el siguiente paso con ella y le diré lo mucho que la amo y le pediré que formalicemos.

–Eso es tan tierno –suspiró Lola conmovida.

–¡Es todo! –clamó Liam–. Lo siento, Lynn, pero no puedo seguir más con esta farsa.

Dicho esto se acercó a su amigo al que le dedicó una mirada triste y, por muy doloroso que resultase, procedió a bajarlo de su nube.

–Clyde, escucha, siento mucho decir esto, pero tu novia te está engañando con otro.

–¡¿Qué?!

El enclenque chico soltó a su amigo de blancos cabellos, quien se echó un poco para atrás con Lynn siguiéndolo con la mirada.

–Si –aseveró Liam con gran pesar–. Lynn y yo los vimos teniendo intimidad en uno de los almacenes del gimnasio. Lo siento mucho.

Los demás soltaron una exclamación, salvo Lincoln que tragó saliva y Lynn que lo siguió observando de lejos, preocupada y al mismo tiempo cada vez más decepcionada de él.

–¿Es eso cierto? –exigió saber Stella.

–Si –reafirmó Liam frunciendo el entrecejo.

–¿Y tienen idea de quién era el otro sujeto? –inquirió Zach.

–Jo, por supuesto que si...

Pero antes de que Liam lo señalara con el dedo y dijera su nombre en voz alta, o de que Lynn hiciese un ultimo intento por encubrirlo, fue el propio Lincoln el que no pudo más con la culpa y acabó confesándolo todo.

–¡DEMONIOS, ES CIERTO, FUI YO! –soltó cayendo de rodillas y echándose a llorar frente a Clyde–. ¡SABÍA QUE ESTO IBA A PASAR! ¡NO ERA MI INTENCIÓN! ¡SABÍA QUE ESTO ERA UN ERROR! ¡NUNCA ME SENTÍ BIEN! ¡POR FAVOR, CLYDE, PERDÓNAME! ¡NO QUISE HACERLO!

Al cabo de otra exclamación masiva, Rusty, Zach, Stella, Lucy, Lisa y las gemelas fijaron su vista en el peliblanco, boquiabiertos y horrorizados a más no poder.

–¡Lincoln! –aulló Lola–. ¡¿Cómo pudiste?!

–Eso no está nada bien –Lucy negó con la cabeza–. No lo está.

–¡Asqueroso! –gritó Lana.

–Ahora si metiste la pata –dijo Lisa.

–¿Lincoln hizo algo malo? –preguntó Lily en su inocencia.

–Temo que si –asintió Lynn con resignación, revolviendo sus dorados rizos–. Lincoln hizo algo muy malito.

–¡¿Dónde está tu honor, basura!? –oyeron refunfuñar al señor Quejón–. ¡¿No tienes sentido de los limites, Loud?!

–¿Eh?... ¡Oiga, lárguese de mi ventana! –le gritó el peliblanco entre lagrimas.

–A ver, oblígame –lo desafió el viejo.

A quién Lincoln sólo mosqueó con un ademán. Después todos se enfocaron en Clyde a la espera de su reacción.

–... Está bien –suspiró cabizbajo.

–¡¿Cómo que está bien?! –inquirió Rusty indignado–. ¡¿Dices que está bien ser traicionado por tu novia y tu mejor amigo?!

–Mejor que haya sido Lincoln y no algún depravado con fetiches raros –se limitó a decir camino a la puerta–. Me voy, chicos. Ya no tengo ganas de jugar nada.

En cuanto se hubo marchado el desdichado, quien decía ser su hermano de otra madre resintió las miradas inquisidoras de sus hermanas, sus amigos y su vecino. No era para menos, en esta ocasión si que lo había arruinado. ¡PERO ARRUINADO A LO GRANDE!

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