1.3 -Entrevista a la madre Ferreti

Margueretta le recuerda que aún hay alguien esperándola afuera: es la periodista con la que habló hace un tiempo por teléfono y que ha venido desde el exterior para hacerle una entrevista sobre su trabajo.

Su corto reposo ha terminado.

Intenta ponerse en pie pero no puede. Amadeo, el más joven de los diáconos, tiene lista la silla de ruedas de la que depende en gran medida después del accidente que afectó su columna. Agradece a Dios por todo el apoyo que le dan sus discípulos y le pide al joven, con toda la amabilidad que le permite su carácter severo, que le ayude a llegar a su destino.

Al salir de su despacho encuentra que la periodista está parada en medio del altar.

Como la periodista había llegado con mucho tiempo de anticipación, luego de adelantar un poco de trabajo, decidió que era hora de levantarse de su asiento en la tercera fila para apreciar el interior de la iglesia que tal vez nunca más tendría la oportunidad de ver en su vida.

Luego de recorrer las zonas que más le habían llamado la atención, se encontraba ahora de pie ante la cruz divagando sobre los muchos misterios de la existencia humana.

Ferreti se acerca con el fin de abordarla para sacarla de su ensimismamiento.

─Bello ¿no cree? ─pregunta.

─¿Cómo dice? ─responde sobresaltada.

─La cruz, es bella ─repite, posando su mirada en el mismo lugar que la periodista.

Solo obtiene silencio como respuesta.

Ante la incomodidad por parte de su joven interlocutora decide explicarse:

─Antes de ser el símbolo de cristo, la cruz ya era un símbolo de referencias conocidas en el mundo clásico.

»Es un encuentro entre dos líneas que representan la unión de puntos situados en universos lejanos. Su forma expresa la concepción del cosmos por eso es el puente o escalera para acercarse a Dios; la relación primaria entre los mundos terrestre y celestial que funciona como la unión de los contrarios.

»En ella el cielo y la tierra se unen de la manera más íntima para asociarse a los principios de la vida, la muerte y la resurrección. Por esto la cruz es mucho más que solo la representación de cristo: es una forma de relacionarnos con la espiritualidad. Eso hace que posea belleza ante mis ojos ─concluye.

Es la primera vez que la periodista escucha algo como eso.

La anciana tiene toda la razón: la explicación le ha hecho ver al objeto que tiene enfrente aún más bello y místico de lo que pensaba.

Voltea a mirar a la religiosa y lo primero que nota es el parche que cubre el ojo faltante.

Se arrepiente inmediatamente de haberlo hecho y deja caer su mirada al suelo. Sin embargo, hace lo posible por disimular sus sentimientos al recordar que se encuentra en ese lugar debido al trabajo.

Se presenta ante las dos personas que tiene enfrente: su nombre es Kristen y viene de parte de uno de esos periódicos estadounidenses de los que la madre Ferreti ha escuchado hablar pero nunca ha leído por falta de interés en las noticias ordinarias del mundo.

El día está pronto a llegar a su fin y por esa razón el tiempo apremia.

Discuten sobre el lugar para filmar la entrevista y llegan a la conclusión de que el exterior es lo ideal, así que emprenden el camino para aprovechar los últimos rayos del sol.

Para entonces ya se les han unido el resto de diáconos y monjas al servicio de la exorcista.

Cuando llegan a su destino, Kristen acomoda el trípode con la cámara y pone un micrófono en la sotana de la anciana. Se dirige a dónde está el aparato y le hace una señal con la mano anunciando que está todo bien.

─En este momento estamos filmando, madre. ¿Qué le parece si le hago algunas preguntas y usted va respondiendo? Eso me permitirá hacer un mejor trabajo cuando vaya a editar. ─Pregunta.

―No veo problema ─le responde.

―¿Qué le parece si empezamos con una presentación? Cuéntenos un poco sobre quién es usted.

―Mi nombre es Stephanie Ferreti y laboro como exorcista en el vaticano ―su voz es solemne, la misma que emplea al realizar sus rituales.

―Eso es muy interesante, no hay muchos que puedan decir que comparten su misma profesión. Por favor, cuéntenos cómo llegó ahí...

―Por accidente.

―¿Por accidente?

―Antes de ser exorcista yo quería hacer parte de la política ―cuenta―. En aquella época el mundo era molto extraño. Era la segunda guerra mundial e Italia estaba aliada con Alemania y con Japón. «El eje», era como nos llamaban. Yo no estaba de acuerdo con nada de lo que sucedía, por eso hacía parte de la resistencia italiana ―se detiene un instante y lleva su mano al ojo faltante, como recordando algo―. Luchábamos por un mundo mejor y fue así como terminé conociendo al diablo.

─¿Al diablo? ─la interrumpe la periodista, sorprendida.

─Sí. Verá, mi hermano había escuchado que el impero Nazi hacía rituales esotéricos en busca de poder místico. Por eso, queriendo igualar fuerzas y tomar parte de la «guerra mágica», decidió hacer lo mismo ―suspira con nostalgia―. Mi hermano fue la primera persona que exorcicé y la razón por la que decidí seguir este camino.

Se acomoda un poco en su silla para evitar que le duelan las piernas.

─Después de escuchar sobre el ritual de Aleister Crowley, realizado en Sussex el inverno de 1940, pensó que tenía la fuerza para imitarlo. Pero él no era un brujo y todo salió mal. Algo se le metió adentro y yo no sabía cómo sacárselo. Fui a la iglesia, el sacerdote me dijo que yo mentía; que eran creaciones de la fantasía y habló de un trauma por la guerra.

»Mi hermano era cada vez peor, ¿sabe cuánto duele ver a quien ama poseído por el demonio y la impotencia de que nadie le crea? Inicié a investigar y encontré una solución en el «Ritual Romano». Gracias a aquel libro logré sacar lo que portaba antes de que él falleciese.

»Así perdí mi ojo y a mi hermano, que era mi única familia. Ese mismo año de 1954 me hice monja con el propósito de aprender lo necesario para ayudar a otros iguales a él e iguales a mí.

»No fue fácil: yo era mujer y yo era una exorcista. Aquí no se ve bien que seas alguna de las dos. Por muchos años fui una burla por la mia profesión. A menudo era detenida en los pasillos y me preguntaban con voz burlona: «¡Oye, Ferreti! ¿Cómo va la charla con tu amigo imaginario? ¿Te ha dicho cómo encontrar algún tesoro?» y cosas por el estilo, luego, iniciaban a reír. Dolía, pero yo ya conocía al enemigo, lo había visto a la cara antes de que me arrancara el ojo de la cuenca. Por eso me dedicaba a mi laboro, a hacerme más fuerte espiritualmente con ayuno y oración.

─Imagino que debió haber sido algo muy difícil ─comenta Kristen.

─Lo fue, pero yo tenía un propósito que era la promesa hecha a mí y a mi hermano mientras él agonizaba. Finalmente un día, en el año 1985, estaba en el mio despacho cuando recibí una llamada del Vaticano: el Papa estaba poseído y no sabían a quien más llamar. Yo estaba muy sorprendida: ¡La misma gente que me detenía para burlarse era ahora necesitando mi ayuda!

»Así fue como me convertí en exorcista del Vaticano y cinco años después fundé la «Asociación Internacional de Exorcistas».

»Aunque tiene que saber que aún no somos bien vistos en la iglesia, grazie a Dio el papa Francisco apoya a los exorcistas. Él sabe que el diablo está en todas partes y con toda certeza está en el Vaticano.

»Lo que sucede es que Satanás busca atacar sobre todo al Papa. Por lo que he experimentado en mis exorcismos sé que lo odia. Después de él ataca a los cardenales, a los obispos y a todos los sacerdotes y religiosos.

»Pero es normal, estamos llamados a una dura lucha espiritual ya que el demonio quiere la muerte de la iglesia y para eso intenta usar a sus hombres en su contra. Yo sé que está aquí, camuflado. Puedo reconocer su obra en quienes dicen hablar en nombre de la iglesia pero en verdad están hablando en nombre del maligno.

»El incidente con mi hermano me enseñó que el diablo es una amenaza latente que la misma iglesia parece no querer tener en cuenta.

─¿Por qué? ─pregunta, curiosa, la periodista.

Suena un celular y Margueretta se aleja para contestar sin interferir con la grabación.

─Él no quiere que hablemos de él, se esconde. Eso le permite actuar libremente porque no estamos preparados en su contra. He sabido de veces que ha encarnado humanos que desconocían su verdadera identidad. Eran personas poderosas, con la capacidad de influir en el curso de la historia del mundo, pero no sabían que el mal yacía en su interior. Eran líderes negativos por natura: no debemos olvidar que el diablo es mentiroso y cada vez que encarne mentirá necesariamente, incluso a él mismo. Cuando el demonio no sabe que es el demonio es inmune a los exorcismos. Él creerá que está siempre bien y que hace lo correcto. A ese mal que cree ser bien hay que temerle más que a los brujos que lo invocan...

─Madre ─la interrumpe Margueretta con el teléfono en la mano. Luce bastante consternada─. Tenemos que irnos ahora ─insiste─. Benedetto... ─la voz se le corta mientras habla, por lo que decide inhalar fuerte para contenerse─. ¡Benedetto ha fallecido al lanzarse de un bus en movimiento!

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