Escapando de la Marina

❝Me perdí en su mirada, el color de sus ojos me encanta; no eran ni azules, ni verdes. Eran café, café que quita el sueño, café que produce desvelos.❞

𝐂𝐎𝐑𝐑𝐄𝐑, 𝐄𝐒𝐂𝐀𝐏𝐀𝐑, 𝐄𝐒𝐐𝐔𝐈𝐕𝐀𝐑, 𝐏𝐄𝐋𝐄𝐀𝐑, era todo en lo que mi mente pensaba y mi cuerpo ejecutaba mientras peleaba con los marineros que a nosotros se nos enfrentaban.

No se en qué momento la situación se tornó así, tal vez sea porque el baño de sangre y golpes distorsionó mi vista; pero ahora estábamos Nami y yo peleando contra los de la Marina y Luffy junto al de cabellos verdes contra Mano de Hacha.

Debo admitir que tal vez mentí al principio, mi mente no sólo pensaba en sobrevivir, también pensaba en admirar, aunque sea de forma fugaz, al de cabellos verde peleando con todo lo que tenía.

Lo ví siendo tumbado al suelo, lo ví dándolo todo, descubrí dónde iba la tercera espada y corté en dos a los injustos y metiches que se lanzaban a su pelea.

Según dice que las mujeres caemos muy fácil ante las garras del amor, ¿será cierto?

Porque otro dicho también dice que el amor hacia la persona y el amor a la atención de la persona, son tan iguales como diferentes, dos reflejos con diferencias tan pequeñas que cuestan ver, que cuestan sentir.

¿Cuál de las dos será esta vez?

──¡QUÍTENSE! ──gritaba a los habitantes descerebrados que obstruían mi camino.

Vamos, somos un grupo de personas corriendo, dos de ellas con cabello fosforescente. ¿Enserio no pueden hacer algo más que quedarse parados en medio del camino como pósters?

¡Oríllence o algo!

──¡Apúrense! ──gritó el vaquero delante de mí, sujetando su sombrero de paja como si fuese su cuello.

──¡¿Qué crees que hacemos?! ──gritó Nami alterada, utilizando de trampolín un puesto de fruta.

Pobre dueña del puesto.

──Tal vez en su mente estamos ordeñando vacas. ── comenté con burla, tomando una de las manzanas rojas del puesto justo antes de usar la pared de mi izquierda de impulso para esquivar a unos adolescentes distraídos del camino.

Mientras corría, y escuchaba de fondo las quejas de Luffy sobre las referencias de la granja noté, depronto, que faltaba una cabeza.

Una cabeza de apio.

──¡Oigan, falta la lechuga espadachín! ──les grité a los otros dos, provocando el desconcierto y la ruptura de la armonía que habíamos mantenido durante el escape.

──¡Déjalo! ──gritó Nami, pero al voltearse para gritarme chocó con un señor de trajes negros, quedando tumbada en el suelo──. ¡Maldición!

──¡No podemos dejarlo, es parte de la tripulación! ──dijo Luffy, con autoridad, deteniendo su andar y ayudo a Nami a levantarse del suelo.

──No somos una tripulación ──respondió Nami con seriedad, apartándose bruscamente de Luffy y limpiando la suciedad en sus ropas──. Si quieren buscarlo, es su problema.

──Oh, vamos Nami, después de todo lo que pasó, no te irás de aquí sin el mapa ¿no? ──le recordé tirando unos puestos en la calle para obstruir lo más que podía el camino──. Te recuerdo que quien tiene la bóveda, es el señorito perdido en cuestión.

La posibilidad de que haya robado la bóveda cursó por mi mente, la ira baño mi mirada y tomé mis armas con fuerza. Si ese imbécil cara bonita me robaba, lo convertiría en sushi de algas.

──¿Ves algo? ──preguntó Luffy, lo suficientemente fuerte para poder escucharlo desde la altura.

Resulta que, esa habilidad extravagante del niño servía en ocasiones como ésta. Ocasiones donde debía servir de escalera para mirar más alto.

Luffy estaba abajo, con sus brazos de goma extendidos sirviéndome de base para ver lo más alto que podía, buscando al espadachín entre la multitud.
No era un trabajo fácil, pero ese era mi deber, después de todo, era la de mejor vista de los tres.

──¡Dame un chance! ──respondí agudizando la vista lo más que podía, de fondo pude escuchar un quejido de Nami──. ¡Desde aquí escucho tus quejas, zanahoria! Mejor pelea que no eres cabello para refuñar.

Oh, po supuesto, somos fugitivos, no podíamos pararnos en medio de la nada buscando al criminal/cómplice faltante sin alertar a la Marina que, ya de por sí, nos buscaba.

Entonces ahora Nami peleaba con ellos y, las piernas de Luffy se turnaban para hacer lo mismo.

──¡Tú concentraté en buscar mi bóveda! ──me respondió Nami, y sus palabras se vieron opacadas por los sonidos de golpes y quejidos de allá abajo, pero la información llegó.

Una respuesta sarcástica danza en mi lengua, lista para salir a brillar. Pero entonces lo ví, al cabeza de lechuga con la bóveda en su espalda.

──¡Lo ví! ──grité, señalando hacia él como si Nami y Luffy estuvieran a mi costado──Y parece...¿perdido?

Él miraba a todos lados, como si buscara a alguien, incluso jure ver cómo le preguntaba a una señora si nos había visto.

──¡TRÁELO DE VUELTA! ──me gritó Nami, y su voz fue un indicio del cansancio que comenzaba a quemarla.

Una idea surcó mi mente, y salte de los brazos de Luffy al techo de un edificio cerca. Saque mi pashmina y, con un Padre Nuestro en mi mente, lo agite cual lazo en los cielos, rogue que funcionara, que me saliera tal como a él, y entonces lo lancé en dirección al espadachín; la pashmina se extendió hasta alcanzarlo y la felicidad inundó mi rostro. Había funcionado.

La pashmina llegó hasta la cintura de la mula de carga, tomándolo por sorpresa, noté que estaba a punto de sacar sus katanas y cortar su arma captora. No podía permitirlo.

Planté mis pies en la tierra, tomé con aún más fuerza la pashmina y jale de ella. Agradeciendo que esta vez sus habilidades si funcionara en esta ocasión.

Por suerte, mis plegarias fueron exitosamente escuchadas y en pocos segundos él estaba a mi lado.

¿Problema? Calculé mal y ahora estábamos ambos en el suelo, a centímetros de distancia. Él con una bóveda en su costado y una pashmina alrededor de su cintura y yo, con el control de dicha pashmina en cuestión.

──¿Cómo lograste traerme hasta aquí? ──preguntó el hombre frente a mi, directo, preciso, sin espacio a titubeos.

Sus palabras llegaron a mis oídos, fueron procedas por mi cerebro, pero aquel órgano no podía elaborar una respuesta a sus palabras, era como si su voz desconectaran mi sistema.

Su boca se movía, asumo que exigiendo una respuesta, de fondo escuchaba a Nami y Luffy pelear ¿debería ayudarlos?

Traté de salir del trance, de aquella droga maligna en la que su cercanía me tenía sumergida, pero no pude. Mi error fue mirar a su ojos, a sus hermosos ojos.

La simpleza de su color, me atraía y absorbía a un mundo desconocido, un mundo que quería conocer. La dureza de su mirada por alguna extraña razón, me trasmitía paz.

Tal vez sea porque estoy acostumbra a las miradas de desprecio, terror o las vacías que deja un cadáver. Pero su mirada, sus ojos, oh, sus ojos, eran los más precisos que algunas ví.

Analicé tanto su mirada, que diferencie la pupila de la iris, mi atención se embriagó tanto con su sensación, que perdí la noción del tiempo.

¿Qué carajos te esta pasando, Tanwen?

«Joder, das asco» me repetía la pequeña voz de mi cabeza, la voz de la realidad, la que me sacaba de mi ensoñación y me ponía los pies en la tierra.

La voz que me evitaba soñar, la voz que me evitaba amar a alguien.

Así que, con los jugadores que controlaban mis acciones cambiados, mi cerebro volvió a la vida, volví a ser La Dama Roja, dejando a Tanwen en el fondo de un baúl.

Sonreí con picardía, de forma juguetona y lista en mi papel.

──¿Te han dicho que tienes unos hermosos ojos? ──le dije, aunque quisiera decirle más, aunque pudiera hablar por horas de su mirar; solo lo dije para ganar el tiempo que necesitaba y poder elaborar una nueva respuesta──. Lo siento, verdecito, pero tu aventura por la isla nos quitó tiempo y ahora nos persiguen más personas.

Mis palabras iniciales parecieron desconcertarle, pues frunció el seño ligeramente y me juzgó con la mirada como un profesor ante una estúpida pregunta.

Aun así, cuando la segunda frase llegó a su cerebro, reaccionó con rapidez, parándose y tomando la bóveda entre sus fuertes brazos.

Oh, joder, quiero ser una bóveda.

──¿Entonces? ¿A dónde vamos? ──me preguntó, esperando que lo guiara.

Sin dirigirle una segunda mirada, me voltee hacia abajo, hacia la terminada pelea.

──¡Oigan, lo encontré! ──les grité a Luffy y Nami, provocando que alzaran la mirada.

Luffy pegó un grito de euforia y, Nami como si fuese nuestra madre, nos recordó nuestra situación.

Justo a tiempo, de hecho, porque a la distancia vimos a toda la maldita Marina corriendo hacia nosotros. Estábamos demasiado candados para pelear, solo tocaba una opción: correr.

──¡CORRAN! ──gritó Luffy, tomando de la mando a Nami, exigiéndole que guiara el camino, debido a que ella era la del barco y la que sabía dónde estaba.

Sin esperar un segundo llamado, el espadachín y yo corrimos entre los techos, saltando por casas, esquivando huecos de techos y, en general, haciendo todo lo posible para poder llegar hasta Luffy y Nami.

──Ahora que lo pienso, nunca supe tu nombre. ──le dije a mi acompañante de crímen, recordando derrepente porqué solo se me venían apodos a la cabeza y no nombres cuando me refería a él.

Lo siento, el silencio me estresa.

──¡Soy Zoro, Roronora Zoro! ──me gritó, la agitación en su voz era un claro indicio del cansancio de correr y saltar  llevar una bóveda en tu espalda──. ¡¿El tuyo?!

──¡Tanwen, un placer! ──le respondí de vuelta, mi apellido no era necesario para sobrevivir este día.

No por ahora.

Holaaaa 💗

Entienda a Tanwen, esta entrando a su Heart Attack era 😪

Oficialmente terminamos el primer capítulo de la serie 🥳🥳🥳🥳

El próximo capítulo será ya de la escena del secuestro de Buggy ‼️

¿Momento favorito hasta ahora?

Si les gusta la saga de Scream (sobretodo la primera), estaré sacando un fanfic de ello en honor a Halloween ‼️

Los quiero, nos vemos dentro de unos días 💗‼️

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