El Mago
En aquella habitación mientras unos ojos observaban la charla en la penumbra...
- Bueno, señores ya que he llegado un poco tarde... Les contaré la información que tenía que anunciar -.
La madre y el alcalde lo miraron con extrañeza.
- ¿Ha venido para hablar de las batallas de mi difunto marido o qué?
-¡No se adelante a los acontecimientos señora!- gritó el viejo,- En realidad venía a hablarles de su hija... ¿Elea, no?
-con más calma -
¡¿Cómo sabe su nombre?!- tragando saliva -
Digamos que... un mago tiene sus recursos.
-¿Un mago?, ja ja ja, por favor no me haga reír - dijo alborotada.
-Disculpe señora, pero no creó que sea muy babieca, usted ya sabía que iba a venir... Que un día un viejo iba a preguntar por una persona en concreto y le iba a quitar a su hija, ¿o no es así?-
La mujer rompió a sollozos mientras se apoyaba en las rodillas y se llevaba las manos a la cara. Las lágrimas le caían por las mejillas y unos ojos inocentes seguían observando la situación -
¡Por favor tenga piedad no quiero que se lleve a mi hija,¡por favor!- seguía llorando.
El hombre adelantó un paso hacia ella, se puso a su altura con benignidad, le pasó la mano por el rostro y cayó en un profundo sueño.
-¡¿Pero que le ha hecho bastardo, pero cómo...!?- dijo el alcalde con exalto.
- Tranquilo, se despertará mañana al amanecer, cuando se recupere quiero que le diga que La Compañía vendrá en la próxima luna.
Pero eso es...¡Dentro de cinco días!- sorprendido - Pues cinco días para despedirse de la cría.
Buenas noches - y cerró la puerta.
Cuando el alcalde se fue, la niña salió de su escondite y corrió a por su madre adormilada. Confusa lloraba en el cuerpo de parecido inerte.
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