TEMA 14. LA HOMOSEXUALIDAD EN LA ÉPOCA ISABELINA.
Te comenté en la entrada anterior que un profesor de la Universidad de Oxford de la época isabelina, John Rainolds, decía que había que tener cuidado cuando el argumento de una obra de los escritores de la Antigua Roma exigiera que el chico que interpretaba al protagonista besara al chico que interpretaba a la protagonista, porque ese beso significaría la perdición para ambos. Sostenía que «Solo con que toquen a los hombres con sus labios, les causan maravilloso dolor y los vuelven locos».
Los isabelinos reconocían la existencia del deseo entre personas del mismo sexo. De hecho, les resultaba más fácil de justificar que el deseo heterosexual. Como afirmaban que el hombre era superior a la mujer, entendían natural que un hombre se sintiera atraído por otro hombre. La sodomía estaba prohibida por la religión y por la ley, pero a nadie le llamaba la atención que un hombre amara y desease a otro.
William Shakespeare en sus poemas jugaba con los mismos materiales que otros autores —misoginia, deseo homosexual intenso, renuncia—, a los que añadía un sentido de la fugacidad. Porque, aunque la relación real satisficiera sus ansias eróticas, sabía que este amor nunca supondría un obstáculo a la obligación de contraer matrimonio y de engendrar herederos. Un imperativo, además, del que se había hecho portavoz en los primeros sonetos que le encargaron.
Henry Wriothesley, tercer conde de Southampton, era un joven muy apuesto, afeminado, con aspecto de mujer, pelo largo y de actitud provocativa. Además de resistirse al matrimonio que le querían imponer, prefería la compañía de muchachos jóvenes.
Un informador, William Reynolds, dio la noticia del romance de Southampton con Piers Edmonds durante la campaña que compartieron con Essex en Irlanda:
«[Edmonds] fue cabo general de caballería en Irlanda a las órdenes del conde de Southampton, comió y bebió en su mesa y durmió en su tienda, el conde de Southampton le dio un caballo (...) lo abrazó y lo tuvo en sus brazos y jugó con él de forma lasciva».
Southampton podía afirmar que no estaba listo para contraer matrimonio. También tenía la facultad de tener aventuras con uno o más de los numerosos hombres que lo cortejaban. Pero tarde o temprano debería casarse. Sin importar la orientación sexual, la mayoría de los caballeros se comprometían para transmitir el apellido, el título y los bienes. De hecho, en 1598, cuando tenía 25 años, el conde se casó en secreto con una de las damas de la reina, Elizabeth Vernon, a la que había dejado embarazada. La soberana se puso furiosa porque se suponía que sus damas debían ser vírgenes y porque odiaba los matrimonios clandestinos entre las integrantes de su séquito. Al parecer fue un matrimonio feliz, que le sirvió de apoyo al conde, y tuvieron cinco hijos.
Si deseas saber más puedes leer:
📚El espejo de un hombre. Vida, obra y época de William Shakespeare, de Stephen Greenblatt. Penguin Random House Grupo Editorial, Barcelona, 2020.
📚1599. Un año en la vida de William Shakespeare, de James Shapiro. Ediciones Siruela, S. A, Madrid, 2007.
📚El círculo de Shakespeare. Una biografía alternativa, de los editores Paul Edmondson y Stanley Wells. Editorial Stella Maris, Barcelona, 2016.
📚Resuelto el enigma de los poemas más sensuales de Shakespeare, artículo de Luis Ventoso en ABC Cultura, de fecha 2 de febrero de 2015.
📚¿A quién amaba Shakespeare? Revista de El Mundo número 174.
📚Se revive la polémica por la sexualidad de Shakespeare, artículo de El Tiempo de fecha 22 de abril de 2002.
📚Shakespeare: ¿"gay" o no "gay"?, artículo de BBC Mundo de fecha 24 de abril de 2002.
Retratos de Henry Wriothesley, tercer conde de Southampton (1573-1624).
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