IV- MUJERES ABOGADAS.
Concepción Arenal nació en La Coruña el 31 de enero de 1820. El padre fue un militar liberal: se oponía al régimen absolutista del rey Fernando VII y por este motivo fue detenido muchas veces. Como consecuencia de la insalubridad de las prisiones murió pronto, cuando su hija apenas tenía 9 años. Tanto ella como la madre y las hermanas se trasladaron a Cantabria a vivir con la abuela paterna, una señora muy religiosa.
El segundo conde de Vigo, Antonio Tenreiro-Montenegro, era pariente y gracias a su ayuda se trasladaron a Madrid. Allí entró en un colegio de señoritas. A comienzos de la década de 1840, Concepción Arenal asistió travestida a la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. Llevaba el pelo corto, levita, capa y sombrero de copa. Así, ocultaba la identidad con la finalidad de burlar las restricciones educativas que sufrían las mujeres. Un día descubrieron su condición femenina e intervino el rector. Tras dar un examen la autorizaron a asistir a clases.
Pero ya no podía ir libremente, sino que debía cumplir con una parafernalia que Amelia Valcárcel describe en su libro Feminismo en un mundo global:
«El rito era el siguiente: acompañada por un familiar doña Concepción se presentaba en la puerta del claustro, donde era recogida por un bedel que la trasladaba a un cuarto en el que se mantenía sola hasta que el profesor de la materia que iba a impartirse la recogía para las clases. Sentada en un lugar diferente del de sus aparentes compañeros, seguía las explicaciones hasta que la clase concluía y de nuevo era recogida por el profesor, que la depositaba en dicho cuarto hasta la clase siguiente».
Enfundada en su indumentaria masculina, Concepción participó en tertulias políticas y literarias progresistas y colaboró en el periódico La Iberia. En 1848 se casó con el abogado y escritor Fernando García Carrasco y acudía con él vestida de hombre a las tertulias del café Iris. Quedó viuda en 1857, cuando su marido murió de tuberculosis.
Más adelante se dedicó a la beneficencia y la nombraron para el cargo de visitadora de cárceles. Tuvo oportunidad, entonces, de llevar a la práctica su pensamiento: «Odia el delito y compadece al delincuente».
Concepción evolucionó hacia el feminismo, de modo que llegó a sostener que:
«Lo primero que necesita la mujer es afirmar su personalidad, independientemente de su estado, y persuadirse de que, soltera, casada o viuda, tiene derechos que cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie, un trabajo que realizar e idea de que es cosa seria, grave, la vida y que si se la toma como un juego, ella será indefectiblemente un juguete».
Si deseas profundizar más puedes leer:
📚Travestidas, un desafío a los roles de género, artículo número 218 de National Geographic Historia escrito por Carlos Prego, actualizado a 29 de marzo de 2022.
Concepción Arenal (1820-1893).
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