I- MUJERES SOLDADO.
El patriotismo también ha sido uno de los motores que ha llevado a nuestro género a salir de su parcela protegida y del área de confort. La mujer soldado más conocida de la conquista española de América es, sin duda alguna, Catalina de Erauso, la Monja Alférez. Escapó de un convento de San Sebastián poco antes de profesar los votos, se vistió de hombre y estuvo ejerciendo de paje de gente ilustre hasta que en 1603 —a los 18 años— embarcó en Sanlúcar de Barrameda rumbo a América. Ya en Lima, Catalina cambió su nombre por el de Alonso Díaz y en 1606, con 21 años, se alistó para combatir a los araucanos —los actuales mapuches—, que hostigaban la ciudad de Concepción y el fuerte de Valdivia, en Chile.
En una de las muchas batallas durante la interminable guerra contra los araucanos, estos mataron al capitán y al alférez de su compañía. Entonces dos soldados y Erauso persiguieron a caballo al grupo de indígenas que se llevaban la bandera. Después de que hirieron a sus dos compañeros, ella continuó la persecución.
Nos dice en su autobiografía:
«Recibí un mal golpe en una pierna, maté al cacique que la llevaba [la bandera] y quitésela y apreté con mi caballo, atropellando, matando e hiriendo a infinidad; pero malherido y pasado de tres flechas y una lanza en el hombro izquierdo [...] regresé al real de los españoles con la bandera».
Fue entonces cuando obtuvo el grado de alférez. No le concedieron el de capitán porque mandó ahorcar al cacique Quispiguaucha en vez de entregarlo para que lo interrogaran, como había ordenado el gobernador.
También nos relata cómo se confesó al obispo de Guamanga, cerca de Cuzco:
«Que soy mujer, que me embarqué, aporté, trajiné, maté, herí, maleé, correteé, hasta venir a parar en lo presente».
Tras dos años y medio en un convento de Lima con el propósito de purgar sus delitos, las autoridades le permitieron regresar a la península porque carecía de interés por la vida monástica. Vestida de hombre, arribó a Cádiz el 1º de noviembre de 1624 vitoreada por la multitud. El rey le concedió el cambio de nombre a Antonio de Erauso y una encomienda en Veracruz, México. Murió en Cuitlaxtla, cumpliendo sus funciones.
Catalina de Erauso, la Monja Alférez (1592-1650).
El mismo sentimiento patriótico arrastró a Deborah Sampson a tomar una decisión fundamental: como tenía una profunda vocación militar y en 1782 George Washington necesitaba reclutas con urgencia, se sumó al ejército y fingió que era hombre para combatir contra Inglaterra.
Recibió dos balazos y se rehusó a que la atendiera un cirujano para no ponerse en evidencia. Con una valentía sin igual, ella misma se extrajo uno de los proyectiles. No obstante, más adelante contrajo unas fiebres en Filadelfia y el médico que la atendió desveló su secreto.
Deborah Sampson (1760-1827).
La italiana Antonia Masanello, conocida más adelante como «la heroína de Italia», también se travistió. Bajo el nombre de Antonio Marinello, en 1860 siguió a su marido a la Expedición de los Mil, que se hallaba a las órdenes de Garibaldi, el que sería uno de los principales líderes y artífices de la reunificación italiana.
Antonia Masanello (1833-1862).
Si deseas profundizar más puedes leer:
📚Las primeras españolas en el Nuevo Mundo. Conquistadoras, artículo de la revista National Geographic Historia número 220, escrito por Eloísa Gómez-Lucena y actualizado a 22 de marzo de 2022.
📚Historia de la Monja Alférez. Catalina de Erauso. Editorial Cátedra, Madrid, 2002.
📚Travestidas, un desafío a los roles de género, artículo número 218 de National Geographic Historia escrito por Carlos Prego y actualizado a 29 de marzo de 2022.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top