Capitulo 12

"Viaje incómodo"

"Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura".

-Edgar Allan Poe

Atticus (Venezuela)

Me levanto de golpe, sudando frío, siento mucho vértigo. Me dirijo desesperadamente a mi baño, para tomar mi medicación, y al verme en el espejo termine con arcadas.

Creí haber pedido que removieran todos.

Vomite en la taza del inodoro, pero mi estómago estaba vacío y no salió absolutamente nada.

Estaba temblando con cada tirón violento, agazapada desnuda en el piso sucio del baño. Las náuseas remitieron y abrí los ojos, parpadeando varias veces para ver a través de las lágrimas.

Sus manos están por todas partes, así me bañé veinte veces o me frote hasta dejar mi piel en carne viva no puedo quitarme esa sensación.

Aparté la cabeza del inodoro, sentándome a un costado del mismo sin importarme si era higiénico o no.

Estaba igual de sucia no mucho mejor que el piso de esté baño.

Levanto mi vista al techo y vislumbre a todas las mariposas revoloteando por todas partes.

Una semana y no se han disipado.

Soy una vergüenza para mí familia, ya no puedo ver a la cara a Vanessa a pesar de sus intentos de acercarse, siento que su imagen de mi, termino por destruirse sin posibilidad de arreglo, solo permito que Papá entre a mi alcoba, él me brinda tranquilidad y me siento protegida.

¿Qué hora es? No lo se. ¿Qué día es? Tampoco lo sé. E perdido por completo la noción del tiempo. Odiaba los relojes, así que le pedí a papá que se llevará el que tenía aquí. Prefería mil veces ser ignorante del tiempo a tener que escucharlo.

Soy tan desagradable.

Me eche a reír. Me arrodille allí sobre las baldosas, meciendo mi cuerpo mientras reía con una risa casi histérica y sin aliento.

Dios, me daban muy seguido, en estos días. ¿Me estoy volviendo loca? ¿ya lo estaré?.

Esta era la tercera mañana consecutiva que amanecía enferma.

Se suponía que era libre. Estaba fuera del alcance de los rumores o las miradas de odió que me habían encarcelado desde un principio. Estaba libre de esas ataduras, libre de los deberes, pero el deber traía orden y estructura, y en su ausencia, mis pensamientos vagaban donde más les place.

Mi rutina diaria consistía en que yo estuviera sentaba durante horas en una silla mientras la luz se desvanecía y las sombras se deslizaban por mi habitación.

Saldría de cualquier ensoñación en la que me hubiera metido, para encontrar que había caído la noche y que mis cavilaciones me habían despojado de otro día.

"El tiempo perdido hasta los Santos lo lloran". Era Algo que diría mi abuela, pero ella ya no estaba.

Mis pensamientos me llevaban a lugares que no deberían ni siquiera acercarse.

A pesar de mi manía por bañarme, a menudo me olvidaba de hacerlo. Y como no permitía que nadie ingresará a mi habitación excepto papá, él se encargaba del aseo del deplorable lugar, ya que en algunas ocasiones dormía con sábanas que no habían sido limpiadas durante días y si no fuera por él, mi ropa nunca sería lavada ni planchada. Él también se a preocupado por mi higiene ya que pocas veces me atrevía a pasarme un peine por mi cabello. Mi mente me hace olvidar las pequeñas cosas.

Mi alcoba era una choza putrefacta. No me molestaba que las cucarachas se sirvieran de los platos olvidados que se acumulan en un rincón. A veces me siento en el borde de la cama y los veo correr a lo largo de las paredes y detrás de mis muebles. Los escuchó moverse detrás del escritorio y el armario, abriéndose camino entre los objetos. Por la noche, mientras descanso en la cama, podía oírlos corretear en la oscuridad, pero no estaba preocupada. A veces, dormía doce o trece horas al día. Era entretenido ver como las cucarachas trataban de sobrevivir, son plagas que no pueden vivir sin las sobras de los demás una relación parasitaria.

Lo mismo que yo con mi Padre.

Se encarga de mi alimentación, de mi aseo, de que tome mis pastillas, o que no me lastime, de que salga a tomar un baño de sol y estirar mis piernas casi entumecidas por la falta de actividad.

Siempre lo hace con una gran sonrisa en su rostro, sin ninguna queja. Con ojos brillantes y amables.

Pero sé que esta cansado. Él necesita descansar. Terminé siendo un parásito que necesita de la atención de su padre cada vez que siente que va a colapsar.

Papá es amable, no me grita, no me golpea, siempre me mira con calidez. Amo su sonrisa, amo cuando papá es feliz. Amo sus ojos, esos ojos que me miran con amor sin adulterar, amo lo marrones que son, me recuerdan al chocolate caliente.

Pero era un desastre necesitado.

-¿Atticus? - tocan a mi puerta.
Me sobresalto por el repentino ruido, reconozco esa voz.

-Atticus, ¿ya desayunaste? - voz tímida y temerosa.

Vanessa, vino a verme. De nuevo.

-Atticus, a mi...me gustaría verte en mi quinceañera, es un viaje largo hasta Maracaibo, así que hay que empezar a empacar desde ahora.

Me levanto tambaleante y me acercó con cuidado a la puerta, coloco mi oreja para poder escuchar a Vanessa hablar con más claridad.

Vanessa

Logré convencer a Nana de dejarme llevarle el desayuno a Atticus. Trague grueso, porque intentaría por doceava vez hacer que saliera de su alcoba, pero hasta los momentos no recibí ninguna respuesta.

Mi hermana siempre fue la más glamorosa de las dos, Este material de belleza que es Atticus Romero. Siempre admire a mi hermana, era tan hermosa, elegante y sofisticada con una sonrisa suave en su bello rostro, sin perder la compostura como una verdadera dama.

Las expectativas de mamá también eran un incentivo para ser perfecta, pero ahora solo era un cascarón de lo que solía ser. Desde el incidente no a mostrado su rostro al público, Papá la trajo a la finca solo para escapar de los rumores y las miradas indiscretas. Se que son mentiras. Ninguno de esos rumores era verdad, pero a mí hermana le afectaron.

Dejo de ir a la escuela, dejo su empleo y se recluyó en su habitación como un ermitaño. Eso fue mucho después de estar en ese psiquiátrico en París. Papá terminó siendo su enfermero personal. Todo lo hace por ella. La baña, la viste, la peina, la alimenta y se cerciora de que se tome sus pastillas. No muy diferente de una muñeca. Esos recuerdos de mi hermana siendo hermosa aún las conservaba en mi memoria.

Pego mi oreja a la puerta para intentar escuchar cualquier cosa, pero por los momentos solo obtuve silencio. Intenté otra alternativa.

-¿Recuerdas cuando me vestías y peinabas para ir a la escuela?. Todas las niñas envidiaban mi peinado.

Usamos uniforme, pero el mio estaba de punta en blanco y era gracias a Atticus. Mamá siempre estaba ocupada y a pesar de que Papi aprendió a ser mamá. No me atrevía a despertarlo temprano por lo cansado que estaba de trabajar en papeleo aburrido.

Nana tenía otras responsabilidades que hacer, así que Atticus se encargaba de lavar y planchar mi uniforme hasta que tuve la edad para hacerlo por mi cuenta. Atticus literalmente interpretó el rol de mamá durante mucho tiempo.

-¿Acaso olvidaste que me prometiste que te encargarías de mi vestido? - continuo. Tal vez pueda llegar a ella.

Silencio. Un silencio bastante prolongado se estableció entre las dos. Pego mi frente a la puerta. No puedo rendirme. Siempre que ocurría algo venía corriendo a decirle a mi hermana, aunque nunca obtuve respuesta sentía que ella me escuchaba. Y esto no es la excepción.

-Te necesito allí... - esta vez sale como un susurro apagado. Ella no responderá, está muy asustada para ir. La psicóloga dijo que la agorafobia es una fobia difícil de manejar. Será difícil que Atticus tenga la confianza que tuvo hace mucho tiempo. Decidí dejarla en paz, no quiero presionar y provocar un ataque de pánico. Me iba a retirar hasta que...

-¿Peque?.

Mi mundo se ilumina. Atticus abrió levemente la puerta. No mucho pero tampoco poco. Es un progreso.

-¿Cómo te sientes?.

-Mejor, ahora que te veo...

-¿En realidad?...

-Sí, me doy cuenta de lo hermosa que te haz vuelto.

Me ruborizo por el cumplido, debo de aprender a aceptarlos.

-No tanto como tú. Siempre serás la más bella.

Es mucho decir ya que solo veo su lado izquierdo del rostro.

Atticus se mueve algo incomoda por esa confirmación. Pero no me importa, ella es hermosa y siempre lo será.

-Todos vendrán, eso incluye a Dani, Tekken y Esther. Sería raro que tus amigas estén allí y tú no estés presente.

La enlace de Toro, el elfo y la enlace de flor insistieron en venir. Les dije que no era necesario. Después de todo los apreciaba pero Dani está en México, Tekken estaba ocupado con la universidad y Esther esta atendiendo el negocio familiar.

-¿Ellos vendrán? - pregunto, su voz sonaba consternada. Y no es de extrañar. Desde el incidente no volvió a tener contacto con ellos. No quería involucrarlos en el chisme.

Pero eran muy leales. Dani y Tekken ahuyentaban a los paparazzis chismosos y realmente no toleraban a las personas que hablaban peste de mi hermana, pero Esther era la que más me asustaba. A pesar de ser la más calmada de todos, hizo cosas algo cuestionables para quitar de encima a los bravucones.

-¿No están molestos conmigo?.

-No, ellos vienen principalmente para verte. Sería injusto, más que todo para Dani. Ya compro su pasaje de avión. Es un viaje largo.

-¿Y Atlas? Escuche de papá que estaba en Colombia.

-Lo convenció de venir. Uso mucha persuasión con él. Ya sabes lo obtuso que puede ser.

Se lo que preguntará a continuación, es doloroso pero lo esperó.

-¿Y mamá?.

-No lo sé. - me encojo de hombros - Espero que aparezca.

-Mmm. Vanessa, ¿puedo darte un consejo?.

-Claro.

-No esperes nada de mamá.

Eso me tomó por sorpresa. Atticus a pesar de todo amaba a mamá, pero la conoce más tiempo que yo. Trabajo para ella, fue su jefa, pasaban todo el día juntas, Atticus era obediente para los caprichos de mamá, era complaciente, solo para que mamá la mirara con amor y calidez. Otra cosa en la que nos parecemos. Estiró mis mangas para evitar mirar mis muñecas lesionadas.

-Yo...hace tiempo no espero mucho de ella. - desvío la mirada.

-Mientes, se cuándo lo haces.

Me atrapó.

-No se te escapa nada. ¿Verdad? - sonrió con tristeza.

-Te cambie los pañales. Te conozco muy bien. - hay un atisbo de orgullo en su voz. - No la coloques en lo alto, peque. Mamá podrá verse perfecta, pero no lo es. Es un ser humano, como tú y como yo. Comete errores pero a diferencia de los demás no se da cuenta. Así que eso la vuelve orgullosa y el orgullo es un pecado que es difícil corregir. Evita que se hagan las paces con los que queremos o simplemente nos provoca un pequeño derrame cerebral para admitir un error en el que somos los equivocados.

Era difícil ver a mamá de manera diferente. Siempre tan controlada, siempre tan comedida. Sin ningún cabello fuera de lugar, Maquillaje perfecto, Ropa perfecta. Todo perfecto. Ese detalle era lo que me desesperaba y me hizo cometer cosas en consecuencia que quisiera olvidar.

-Yo... comprendo - Frotó mis guantes largos sin dedos.

Atticus probablemente sintió mi Intranquilidad y decidió por la salud mental de ambas cambiar la conversación.

-¿A Susana le gusto el vestido que le hice?.

-¿Ah? - me costó un poco entender la pregunta de Atticus ya que estaba en mi propio mundo - ¡Ah! si..si, gustar es quedarse corto, estaba muy emocionada cuando lo recibió.

- di mi mayor esfuerzo en el, se que le gustan esas cositas de hadas del bosque. Le encantan las alas de Nana.

-Si, todos los carnavales se disfraza de hada. Así que te imaginarás su cara cuando Zulay se lo dio.

-Recuerdo también que se comía todos los chocolates y bombones que le enviaban a Atlas causando un dolor fuerte de estomago - ella dice, en ese entonces todavía interactuaban.

-Si, Nana y Papá tuvieron que disminuir el consumo de azúcar. Papá estaba como loco creyendo que podía darle Diabetes.

Atticus se ríe pero aún se escondía detrás de la seguridad de su puerta, era algo molestó solo hablar a medias. Pero me conforme ya que extrañaba esto, extrañaba hablar con ella, sentir que estábamos en conexión. Una mariposa emerge. Pero es una de felicidad no de tristeza, era fácil identificar cada emoción. De repente Atticus estira su mano para entregarme algo.

-Acércate, tengo un obsequio para ti.
Estaba emocionada, no esperaba ningún obsequio por parte de Atticus. Nunca creí que me tuviera nada preparado.

-Joyeux anniversaire, hermanita - dice y yo con gusto agarró lo que me dio. Son sus aretes de amatista con forma de lágrima. Sus aretes favoritos.

-Son tus aretes...son tus aretes caros- me sorprende la elección de regaló de Atticus.

-Siempre te gustaron mis joyas. Así que no es la gran cosa.

La mire con incredulidad, siempre me escabullía cuando se arreglaba. Recuerdo que trataba de que Atticus me diera sus joyas, jugaba con ellas sin tomar en cuenta lo caras que eran. Jugaba con su maquillaje, me ponía sus tacones de diseñador. Ella me veía y se reía por mi falta de delicadeza al aplicar el maquillaje o lo rara que me veía con sus vestidos y zapatos que me quedaban grandes, me colocaba en su regazo frente al espejo del tocador y me enseñó con paciencia.

Quería parecerme a ella y a mamá. Ellas eran tan elegantes y hermosas. Atticus me permitió esto hasta que un día rompí sin querer su perfume favorito.

-Creí que no querías que usará tus cosas.

-¿Te acuerdas de lo que te dije?.

-Adoro usar joyas, pero no porque sean mías. No puedes poseer resplandor, sólo puedes admirarlo.

-Elizabeth Taylor, recuerdo que no entendías, porqué no te las prestaba.

-Creí que eran excusas. Te enojaste conmigo y no me hablaste durante un mes entero. - digo con amargura.

-Tenia que calmarme. Era un frasco caro de perfume. Me duran un año y ese no tenía ni seis meses, además era un obsequio de Papá. Y luego tuviste el descaro de ignorarme.

Si, recuerdo eso. Me enoje porque ella me ignoro en primer lugar.

-Supe que te había afectado, estabas sonriendo, pero tus ojos parecían estar llorando.

Atticus tenía una mirada triste. ¿Tal vez no quería revelar más de lo que podía?. Siempre piensa antes de hablar.

Silencio, Estos silencios cada vez se tornan más difíciles de soportar.

-Todo lo que hagas o digas me afecta, Vanessa. Eres mi hermanita. - al fin dijo lo que pensaba.

Un silencio. Pero no uno incómodo, era más bien uno bienvenido. Se sentía como si nunca hubiera pasado nada. Como si nada ocurrió.

-Extraño esto, cuando todo era más fácil entre las dos. ¿Qué nos pasó? - digo.

Atticus hablo.

-Las circunstancias...Vanessa. Las circunstancias...perdóname - su voz se quiebra.

Quiero abrazarla, pero me contengo. No quiero invadir su espacio.

-No hay nada que perdonar...eres una buena hermana. - Atticus mira el suelo.

-Iré...

-¿Qué? - tuve que preguntar. Creí que había imaginado eso último.

-Iré a tu quinceañera. Yo...ya confeccioné tu vestido. Lo hice hace un tiempo. Está guardado en el ropero con protector plástico. Espero que no crecieras tanto, solo especule tu talla actual.

Eso no me lo esperaba, imaginé mil y un escenarios en mi mente. En unas se negaría rotundamente de maneras diferentes de decir no y en otras simplemente se echaría a llorar. ¿Pero este resultado?. No, una parte de mi estaba llena de felicidad y la otra estaba en estado de incredulidad, incapaz de procesar todo esto. ¡ESTOY FELIZ!. Quiero abrazar a Atticus pero no puedo entrar en su espacio. Paso a paso.

-Partimos al mediodía, prepara tu ropa.

(...)

-¿Ya llegamos? - Pregunta Susana acariciando a Pepito en su regazo.

-Todavía no.- Responde Papá en el volante.

Puedo decir firmemente que el viaje en automóvil desde Barinas de regreso a Zulia es a la vez divertido y aburrido, ocho horas con once minutos. Bueno, tal vez eso fue un poco duro ya que la mayoría de las veces escuchábamos la radio y teníamos conversaciones, el calor abrasador de Maracaibo se estaba sintiendo. No por nada le dicen la tierra por el sol amada.

-¿Estas segura de esto Kiki?. - le pregunta a Atticus. Que está en el asiento del copiloto.

-Trataré de mantener tu llegada en secreto, pero sabes que esos Reporteros están en todas partes. Parecen mosquitos.

-Estoy segura papá, Le prometí a Vanessa estar allí. - Respondió Atticus con voz trémula. Se puede decir que está muy nerviosa.

-Atticus...no tenías que venir si era demasiado. Lo menos que quiero es que te sientas obligada. - Hablo preocupada.

-¿Atticus se siente mal?. - Susy habla abrazando a Pepito.

-Solo está cansada por el viaje cariño. - responde papá - ¿¡Como está Pepito!?. Se ve más animado.

-¡Si! Gracias papito, la veterinaria dijo que se recuperará pronto, solo era obesidad, Necesita hacer ejercicio.

-¿Ves? Te dije que no era tan grave. - acarició su cabeza.

-¿Paso algo con Pepito? - pregunta Atticus, confundida.

-Yup. Estaba bastante triste desde hace unas pocas semanas. Hablé con mami por Zoom y...pues, le conté sobre Pepito.

-¿Hablaste con tu madre? ¿Te dijo algo?.-Pregunta con dureza Papá.

-N-no, solo que esperaba que se recuperará .- Susana miente, sabe que papá se molestará con mamá.

-Susy...eso no es...-me mira suplicante, obviamente no quiere que papá se enteré.

-¿Ocurre algo? - Papá me mira a los ojos por el espejo retrovisor.

-No, nada papá. Es solo que por lo que escuché de Julio y Zulay. Los jornaleros no podrán venir a mi quinceañera. - digo cambiando el tema y así desviar la atención sobre mamá y al parecer funciona.

-Si, ellos lamentan no poder ir, Vanessa. Es solo que no se puede dejar la hacienda sola. Se necesita alguien que la cuide y la gestione en mi ausencia.

-La mayoría estará en tu fiesta no te preocupes. Solo unos pocos se quedarán cuidándola.- dice Atticus tratando de relajarse. Está temblando. Papá nota esto y sostiene la mano de Atticus que está en su regazo para calmarla, ella la aprieta. Aún así, el viaje en automóvil es, como mínimo, el material de los sueños de ansiedad muy incómodos.

Bueno, por lo menos para Atticus en este momento. Ella se a cubierto de pies a cabeza, usa un tapabocas y su estilo de vestimenta sería una burla a lo recatado, no muy diferente a lo que usaría una monja o una mujer musulmana. Aunque no me sorprende que papá sea el único que pueda tocar a Atticus. Él y Atlas son los únicos hombres en quien confia.

-Supongo que la familia ya está en casa. - dice Atticus, tratando de respirar.

-Si, y lo más probable es que tu hermano ya esté allí.

-Aún no entiendo cómo lograste convencer a Atlas para que viniera desde Colombia, Papá.

-¿¡Atlas vendrá!? - grita Susana emocionada.

-Si, use la vieja confiable. Mi autoridad de padre. - Dice papá con suficiencia, orgulloso de su logró - ¡Casi se me olvida! Vanessa, ¿Recuerdas el regalo que te dije que te daría?.

-No lo olvidaría. ¿Qué es?.

-¡Si papi! ¿Qué es? - exclama Susana. Papá se ríe por nuestra emoción mutua. Atticus lo mira expectante.

-Pues. ¿Recuerdas a Hermes?.

Mi rostro se contrajo por el recuerdo de mi amado cachorro. Y Atticus también palideció con la memoria.

-Lamento no haber estado allí contigo Mariposita. Yo me sentí culpable desde entonces y...vi que estabas muy triste para tener otro cachorro así que decidí esperar un tiempo y que tus heridas sanaran completamente.

-Papi...no querrás decir...

-Si, fui a Asodepa y adopte un perrito, Roque y Guaicaipuro me ayudaron a escogerlo.

Supuse una mascota pero no creí que me conseguiría un perrito. Yo pensé fervientemente en adoptar después de Hermes pero el dolor perduraba y al final no pude. No estaba lista y ahora papá decide que ya estoy preparada para un cachorro. Yo me culpe por su muerte, yo me hice responsable de su enfermedad. Yo era su dueña y amiga y le falle al no cuidarlo. Me dolía el pensar que también le afectó a papá de manera indirecta. A veces creía que fui yo quien lo asesino por darle de comer algo indebido en mi ignorancia de niña. Solo porque me miraba con esos ojos de cachorro.

-Papi, yo imagine otra cosa - digo nerviosa por la repentina oleada de inseguridad.

-¿Crees que es una buena idea? - dice Atticus.

-¡SIIIIIII! ¡UN PERRITO! Tendrás un amigo con el cual jugar Pepito - vitorea Susana alzando al cuyo para mirarlo a los ojos y como respuesta el cuy mueve su nariz, Sonrío por su emoción inocente.

- Kiki. Tu hermana tiene excelentes notas y es una niña buena y obediente. Se merece ese regalo. Es la persona más responsable que conozco.

Esas palabras tocaron fondo. Se clavaron profundo. Y me aguante, no puedo llenar el auto de papá con mariposas, puede ocurrir un accidente.

-Lo se, pero recuerda que a mamá casi no le gustan las mascotas. Bueno, los animales en general. Y más si sueltan pelos. - Responde Atticus.

-A tu madre le desagrada cualquier cosa que pueda ensuciar su ropa. - dice papá con amargura.

Papá claramente está molestó con mamá por su distancia. Aún no comprendo cómo se casaron y tuvieron cinco hijos. Porque después vino Susana, ¿como lograron hacer el amor para concebir?. Me gusta pensar que en el fondo mamá ama a papá pero sería mentirá, porque mamá no lo demuestran de ninguna manera. Pero papá realmente ama a mamá lo muestra cada segundo del día.

Los cuatro regresamos a Maracaibo pasando el enorme letrero de Bienvenida, miraba la ventana trasera, en este momento me sentía como uno de eso muñecos que se colocan atrás, siempre observando el camino recorrido, nunca el que se va a recorrer.

Queríamos hacer una parada en la basílica para visitar al sacerdote y ver cómo estaba. También para hablar sobre la primera comunión de Susana, Pero necesitábamos llegar temprano para organizar todo lo que hacía falta. El protocolo, la decoración entre otras cosas. Decidí que mi quinceañera sería en mi casa, es intimo y solo podrán entrar invitados muy cercanos. Me moría por ver a mis amigos y a mi prima Génesis. Así que les envíe un texto al grupo de WhatsApp pero no recibí respuesta.

Al llegar, papá pidió la ayuda de la pequeña Morpho compañera del vigilante para poder ingresar, ya que el mismo al ser un enlace de Lirón, dormía profundamente.

El vecindario si que estaba más hermoso de lo que recordaba. Susana saludaba a los vecinos al pasar.

-Wow. Esa no me la esperaba - dice Papá, yo observo a todos, un letrero de "Feliz cumpleaños Vanessa". Y veo a Orlando, Cristina y a Chiquinquirá saltando como locos. Pero no veo a Génesis.

Entramos en los terrenos de la casa impresionados por la bienvenida no esperada. La primera en salir del auto cuando se estacionó fue Susana está muy feliz. Aunque feliz es un eufemismo. Algunos podrían decir que tal vez un poco eufórica con la forma en que prácticamente sale corriendo del auto en el momento en que papá se estaciona frente a la casa, pero no la culpo. Yo fui la siguiente en seguirla.

Noto que Atticus se toma su tiempo para salir y se abraza a si misma, frotando sus brazos de manera reconfortante. Puedo escucharla murmurar vagamente para si misma: "estoy bien", "voy a estar bien". Es su manera de darse ánimos y aliento. Me doy cuenta que está nerviosa por la cantidad de personas que nos esperaban, y papá trataba de calmarla. Ya Susana estaba saludando a todo el mundo. En especial a su enorme oso de peluche que la esperaba principalmente a ella.

-¡VANESSA! - grita Cristina corriendo hacía mí. Y ya estando cerca me da un abrazo de oso en extremo fuerte. Creo que me trono los huesos de la espalda.

-Cristina vas a destrozar su espalda - Chiquis interviene.

-También los extrañe. -digo sin aliento palmeando a Cristina en la espalda.

-Es suficientemente amor. suelta a la chica, necesita respirar - Orlando pide a mí izquierda.

-P-pero la extrañe tanto - dice sollozando apretando más fuerte, Cristina es un enlace de dragón Europeo. Ellos acumulan energía con un golpe para luego devolverlo diez veces peor, y a veces hasta conservan la energía sobrante en reservas. Lo cual hacía que tuvieran una fuerza abrumadora.

-Cris-tina me asfixias.

-Cristi...ella quiere conservar sus costillas intactas.- exclama Chiquinquirá asustada de que perdiera el conocimiento.

Me suelta de golpe y aprovecho para recuperar aire en mis pulmónes colapsados.

-¡Perdóname Vane! Estaba muy feliz de verte. ¿Te hice daño?. ¿Rompí algo?. - está alarmada. ¿Como alguien que mide 1.59. puede ser tan fuerte?.

-Tranquila Cristina. No tengo nada - le digo y Orlando se acerca y le da un besito en la mejilla, para luego curvar su brazo alrededor de su cuello.

-Tranquila amor, solo te dejaste llevar, es todo.- Ella en respuesta se pone de puntillas y le roba un beso en los labios.

Chiquinquirá solo pone los ojos en blanco.

-Esta bien tórtolos, esto no es sobre ustedes dos, es sobre Vanessa y su cumpleaños. Y mas importante, logró traer a Atticus.

-Yup. Fue complicado pero lo logré y...¿Génesis? - busco a mi prima con la mirada.

Los tres se miran algo incómodos. Orlando fue el que tuvo el valor de hablar primero.

-Pues. No te preocupes, vendrá. Pero tuvo cosas que hacer primero. -se rasca nervioso la nuca.

-¿Qué cosas tiene que hacer una niña de doce? -me río.

Silencio

El opresivo casi sofocante silencio entre los cuatro era suficiente para poner nervioso a cualquiera, especialmente a alguien que sabía de primera mano lo que venía después del silencio.

-Génesis no fue a ese lugar. ¿verdad? -Niego con la cabeza ante el pensamiento, deseando que se desvanezca.

-Pues... - Chiquinquirá iba a hablar pero mi enfoque cambia cuando la puerta del auto se abre al otro lado de la camioneta y Atticus sale. A pesar de que el sol se había puesto hace horas y Maracaibo nunca se calentó lo suficiente como para ser incómodo, excepto por la rara ola de calor aquí o allá, la frente de Atticus brilla con una capa de sudor. Si no lo supiera mejor, casi diría que parece nerviosa por la forma en que se pasa una mano temblorosa por las cejas antes de meterla en su bolsillo. Como era de esperar, Papá ya logró salir del auto y estar al lado de Atticus.

Realmente está casa no tiene tantos trabajadores como en la finca, máximo cuatro. Ellos saben sobre el problema de Atticus así que mantienen una distancia prudente. Los varones no se acercan a Atticus. Altagracia corre a ayudar a papá con las maletas. Y eso no me gusta, podrá ser del servicio pero las maletas son trabajo extra. Los ocho Gnomos de Génesis se acercan para ayudar.

-No...no tienen que llevar mis maletas, yo puedo hacerlo.

-Tonterías, la quinceañera no debe mover un dedo en su día - dice Altagracia con un ademán de su mano

-No es necesario Altagracia, solo deja que lleve a Atticus adentró y regresaré por ellas. - dice papá.

-No empiece porfavor, para eso estamos nosotras. ¿No? Además, mi abuela me mataría si no hago mi trabajo - Altagracia réplica con molestia.

-Cuidamos la casa mientras no estaban. Raúl se encargó del jardín, está muy hermoso, los Gnomos y la Driade fueron de gran ayuda.

-¿Cuidaron de mis amigos tambien?- Pregunta Susana cerca de Teddy quien sostiene a Pepito en sus brazos esponjosos.

-Si, no te preocupes Susy, todos ellos están sanos y salvo en tu habitación. - dice Mirabel otra Hada trabajadora.

La emoción de Susana me llena de felicidad, juguetear con las criaturas del jardín es lo que más le gusta además de estar con sus peluches. Me hizo pensar en botón de oro que no estaba conmigo, ya que decidió venir después con Nana, a lo cual accedí a regañadientes.

-Creo, que debería ir adentro y acomodar todas mis cosas. - mis amigos me miran inseguros, pero acceden. Entienden por completo que quiero hacer.

Miró a papá cuidando de Atticus, permitiendo que Altagracia llevé una maleta.

De la nada una terrible ansiedad me ataca, me rodean personas que amo y que me aman, pero de verdad, de verdad ¿no vendrá?.

Me prometí a mi misma que siempre sería lo que mi familia necesitara sin importar si no lo sabían. En este momento, mi familia necesitaba que estuviera feliz de estar aquí, no nerviosa mientras esperaba que todo se fuera al traste. Y menos en este día...mi rostro se tuerce en una sonrisa mientras empujo la puerta de entrada y camino hacia adentro. De repente soy recibida por una oruga gigante de felpa...

-Bienvenida...Vanessa - está colgando justo frente a mi.

-Flor de manzana no deberías de estar trepando, puedes lastimarte.

La oruga de felpa solo se ríe dejándose caer, fui lo suficientemente rápida para atraparla.

-Fue divertido...otra vez.-niego con la cabeza y la bajo.

-Susana está afuera con Teddy y Pepito...ve y saluda. - Paso a su lado para ir a mi habitación al final de las escaleras.

Al entrar a mi cuarto, me llega un agradable aroma a flores. Mirando a mi alrededor, puedo ver un tulipán blanco, una rosa, un girasol, un gladiolo, un cactus y, por supuesto, un lirio de los valles.

Además de eso, había algunas otras flores que le daban algo de vida a esta habitación. Verlo me dio una pequeña sonrisa. Estás flores deben son de Cinthia, una de las muñecas de Susana. Es tan considerada.

Camino hasta el escritorio en donde se encuentra mi laptop. Justo detrás se encuentra la ventana. Así que ignoro la laptop y aparto un poco la cortina para ver a afuera.

Orlando y Cristina se comportan como siempre, miro a la pareja con gentil adoración mientras Orlando envuelve un brazo de apoyo alrededor del cuerpo flexible de Cristina. Ella pone los ojos en blanco ante la naturaleza de gallina de Orlando con fingida molestia, pero puedo ver la forma en que las comisuras de sus labios se estiran sin importar cuánto intente mantener una cara seria y la forma en que se inclina más de lo que realmente necesita. De modo que el espacio entre ella y él es apenas suficiente para que pase una mano, no es que a Orlando parezca importarle. Lo conozco, está muy feliz de jugar al Príncipe Encantador con su novia cuando puede, aunque nunca lo admitirá.
Chiquinquirá solo los mira con un rostro aburrido e impasible. Mi padre sosteniendo a Atticus calmándola, haciendo que se sienta cómoda. Susana jugando con Franco, Teddy y Pepito. Altagracia ayudando a Papá con las maletas.

Se supone que este día es especial e inolvidable, pero ¿porqué me siento tan mal?.

Me siento en la silla y abro tentativamente el cajón del escritorio. Donde guardo mis útiles escolares. Hurgo entre las cosas sacando una pequeña hojilla. Observo el filo, algo oxidado. Creí haber superado esto. La coloco cerca de la laptop cerrada. Un respiro, luego otro. Miró la hora, lo decido, abro la laptop para encenderla. Opresión nerviosa en mi pecho.
Recuerdos, atados alrededor de mi cuello en una soga. Órganos envueltos en alambres. Gusanos glotones pudriéndose en las conchas llorosas de mis heridas abiertas.

La estoy llamando...

-Contesta, porfavor...se que estas en tu oficina a esta hora.

Atticus y yo estamos en el mismo nivel, tocando fondo en el mar profundo de personas rotas. Hay un tesoro aquí. Barcos hundidos y esqueletos cubiertos de algas. Criaturas monstruosamente feas que lograron la hercúlea tarea de conquistar la oscuridad inhabitable. Pescadores con sus bombillas que rebotan, tiburones duende de fauces afiladas y peces víbora de ojos vacíos. El fondo de la tierra: el pozo negro de los miedos primarios de la humanidad, los misterios inexplorados y las tragedias olvidadas. Y todo por mamá.

La pantalla de zoom está negra sin respuesta del otro lado. Hablo a una pantalla vacía.

-Mamá, hay un pasado de color rubí opacó, en el que la locura pierde su romanticismo, en el que ya no puedes sonreír y convertirte en el accidente de auto al que todo el mundo se tiene que enfrentar. Tu interior está cosido en tu manga.

¿A quien le hablo? ¿Que estoy diciendo?

Mis manos acarician mi cuello y dónde mis dedos tocan, mi garganta raspa -La mayoría de las veces, me siento como una experiencia científica fallida en lugar de una persona, viendo mi vida desde la audiencia. - trago y siento el movimiento.- supongo que es más divertido ser parte del show. La película mal traducida que es mi vida.

Miró la hojilla, guiñando brillante ...sacudo la tentación, pero no puedo.

Dejó escapar un murmullo cuando vi la pequeña mancha de sangre que ya se había formado en mi costado. Por lo apretado que la sujeto.

Mi propio reflejo en la pantalla, como si hablara conmigo misma.

Finalmente, baje la hoja, corte una fina línea a lo largo de mi brazo y, como de costumbre, fue bastante aburrido la primera vez, y definitivamente demasiado entumecido para mí gusto. Mis ojos ardían mientras apretaba los dientes.

Ahogue un feo sollozo que se abría paso por mi garganta como bilis, pensando en mamá, pensando solo en mamá.

Sí, mi mamá , mamá, mamá, mamá. Odiaba el recordatorio, sabiendo que nunca me amaría de vuelta. ¿Por qué no podía necesitarme como yo la necesitaba? No fue justo. La quería, la quería mucho . Ella también debería quererme, ¿o no? Me lo merecía, sabía que lo hacía.

A veces quiero...colocar una almohada en su cabeza mientras duerme. O poner mis manos alrededor de su esbelto cuello y apretar, sentirla tragar bajo mis palmas, que mirara, pero que me mirara en serio, no vistas de soslayo como regularmente hace, ver mi reflejo en sus ojos azul hielo... tal vez agregar veneno de rata en su café sin azúcar, clavar vidrio roto en sus caros zapatos louis vuitton. Solo una reacción, una simple reacción.

¿Por qué no sientes nada? ¿Por qué no me amas?.

Me corte el brazo de nuevo, asegurándome de profundizar el corte. Aunque no demasiado, no quería que los demás empezaran a preocuparse después de todo. Solo lo hago por mamá, la idea de que ella me adorara me mareó de dolor, gimiendo ante el hormigueo ardiente que palpitaba en mi muñeca. Miro la herida, aturdida.
El líquido carmesí comenzó a gotear, espeso y lento. Corte de nuevo, dejando escapar un gemido de necesidad ante las chispas de dolor que subían y bajaban por mi columna vertebral con una intensidad deslumbrante. Tenía que tener cuidado, trataba de ser cuidadosa, realmente, realmente lo era esta vez, pero era realmente difícil, mis ojos estaban borrosos y nublados. La última vez, era una visita al psicólogo después de que una muy asustada Noemí, me viera colapsar frente a ella, Llena de sangre.

La autoflagelación, era lo único que tengo para que ella me mire dos veces. Viejos pensamientos sobre el suicidio llegaron a mi cabeza, de nuevo.

¿Si me muero, sentirás tristeza o culpa?.

Me dio cuenta de lo que estoy haciendo y miró mi reflejo que me observa, piel pálida y pastosa, apariencia enferma, cabello levemente desordenado. Sacudo y cierro de golpe la laptop. Respirando como si me fuera a quedar sin oxígeno.

Suelto la hojilla como carbón caliente... y veo mi muñeca ensangrentada.

-¿Qué está mal conmigo? - una mariposa, luego dos, luego tres. Cierro los ojos ahogando las lágrimas.

-¿Vanessa? -tocan mi puerta. Es papá. - hija, ya dejé a Atticus en su habitación, ¿Puedo pasar?.

Me levanto de la silla para ocultar la hojilla, y cubrir mis heridas frescas, supurantes, para mí estas marcas son los últimos momentos de aceptación antes de que el temporizador llegué a cero.

-S-si. Papá, dame un segundo.

-Hija, me gustaría darte tu obsequio.
Agradecida de que papá respete mi privacidad y no entre de repente.

Logró tapar las heridas, con las mangas de mi chaqueta. Sentándome en el borde de mi cama, actuando lo más natural posible, estabilizando mi respiración, para desaparecer a las mariposas.

-Ya puedes pasar papá...

La puerta se abre para asomar a el rostro sonriente de papá, sonríe, genuino y suave, su alegría tiraba de las patas de gallo en las esquinas de sus ojos.

-Mariposita, quiero que conozcas a Beloni - una pequeña bola de pelos debajo del brazo de Papá, con un lindo lazo rojo alrededor del cuello.

-Awww. Papi, que lindo es - papá me lo entrega, y noto algo muy triste, el cachorro le falta una patita. Lo miro la pregunta baila en mis pupilas.

-Si, este pequeño sufrió mucho antes de llegar al refugio... se que no es un perro de raza pura, pero cuando lo vi, no pude resistirme. Quise llevarme a todos esos pobres animales, sabes que tengo una debilidad por ellos.

-No te preocupes, papá. La Raza no es importante, lo que importa es que este pequeñín, esta en una nueva casa. - coloco a la pequeña bola de pelos en la cama, lo primero que hace es acurrucarse para dormir, debe de ser muy joven todavía.

-Hija, no quiero que tu madre te afecte en este día, te lo dije y lo repito...me tienes a mi.

Me rodea con su brazo acercándome, para dar un suave beso en la coronilla de mi cabeza.

-Bien, bien tengo que seguir ayudando, no queremos que nada salga mal. Tu fiesta debe de ser inolvidable. - anima papá- Si buscas a Susana, está descansando del viaje en su cuarto. - termina por irse.

De alguna manera, me las había arreglado para ocultar los cortes y las mariposas. No es que pudiera culpar a papá si se hubiera dado cuenta, si fuera Susana con un colapso mental habría de actuado como una histérica, pero en mi caso, aparentemente, la frustración realmente ralentiza el tiempo de reacción. Culpo a mamá, porque realmente es su culpa que todo esto esté sucediendo en primer lugar.
Realmente, realmente tengo que hablar con la psicóloga de nuevo. Siento que volveré a recaer pronto.

Salgo de la habitación dejando que el pequeño cachorro duerma la siesta. Y me dirijo a la habitación de Susana, al asomarme veo que todos los peluches de Susana están a su alrededor... se ve tan apacible con su pulgar en su boca.

Me inclino y dejó besos fantasmales sobre sus párpados cerrados. Sus pestañas me hacen cosquillas en el labio inferior. Podría descomponerme así.

De verdad, necesito ayuda...

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