Capitulo Especial: ¡Esto es una bomba!
—¿Cómo fue que me convencieron de salir con este sol?—se quejo Carolina, con su típica cara de amargada—Podría estar haciendo cosas más productivas, ¿sabían?
—¿Cómo cuales? ¿Estar encerrada en tu cuarto todo el día, viendo series y llorando porque Camila no te para bola?—preguntó Kassandra con una sonrisa en el rostro.—Menudo dolor en el culo.
Carolina miró con odio a su amiga, estaba tentada a golpearla pero se encontraban en la calle, con muchos testigos.
Era sábado y, como Carolina lo había dicho, había un sol de los mil demonios poniéndolos más negros de lo que ya estaban. ¿Quién sale con un clima así? Alguien estúpido, ¿no creen?
O un pervertido, en todo caso, porque un día soleado era sinónimo de calor y cuando el sol quemaba como el infierno, la gente salía con ropa veraniega a la calle y esa era la ocasión perfecta para admirar la anatomía humana.
***
—Mira por donde vas.—dijo Richard, volviendo sobre sus pasos y mirando hacia atrás.
Sus ojos se abrieron mucho al ver a quien había golpeado.
—Disculpa a mi amigo,—se apresuró a intervenir Rachelle, tomándose un tiempo para decir cada palabra—mi amigo ser idioteichon. Él no querer molestar, él ser amigable—volvió la vista hacia sus amigos y les dijo casi en un susurro:—Vámonos antes de que el gringo nos demande por invadir su espacio personal.
—Hablamos español.—dijo la única chica del grupo de extranjeros, para que Rachelle dejara de comunicarse con ellos de esa forma tan extraña.—Bueno, casi todos…
La chica dijo eso y miró hacia otro rubio, que tenía cara de perdido.
—Genial...—murmuró Rachelle mientras jalaba a Richard para atrás.
Sus intenciones de salir corriendo eran más claras que el agua.
—¡No se vayan!—les suplicó la chica.
—¿No nos vas a demandar?—preguntó Richard, extrañado.
—¿No?
—Lo dudaste, ¡entonces si nos demandaran!
Todos escucharon un sonoro suspiro de irritación de parte de un chico pelinegro en el grupo de extranjeros.
—Nadie va a demandar a nadie, ¿así son todos los latinos?—pregunto, mirando hacia otro lado.
El chico rubio que, no parecía muy sociable, jaló a la chica para susurrarle en inglés a su amiga una advertencia.
—Los latinos son ladrones, no deberías hablarles con tanta confianza—susurro, mirándoles con recelo.
La chica apretó su bolso -cosa que llamó la atención de todos- orando en silencio para que esos chicos no le robaran, especialmente ahora que tiene su nuevo IPhone.
—Nosotros hacemos robos a grandes escalas, no le robamos a niñas pobres—habló Richard.
—¿Entendiste?—le pregunto la chica, inclinándose un poco hacia delante.
—El que seamos de aquí no significa que no entendamos un poco el inglés, es un curso obligatorio en este país, nena.
Se quedaron en silencio un rato, sin saber qué decir. Hasta que...
—Deberíamos presentarnos, yo soy Cameron—dijo el chico castaño claro, tenía una dentadura perfecta.
—Yo soy la Luca—sonrió el pelirrojo comiendo una barra chocolate.
—¿Tenemos que decir nuestros nombres? —preguntó en inglés un chico que al parecer no entiende español—Taylor.
—Brais— murmuró el pelinegro, notablemente irritado.
—Eider—sonrió la única chica del grupo, ladeando la cabeza.
—M-mi nombre es O-Oliver —dijo el rubio tratando de cubrirse con Eider.
—¿Y ustedes? —preguntó Cameron sin perder la sonrisa.
Antes de que cualquiera diga algo, Kassandra se les había adelantado, por alguna extrañísima razón no había abierto la boca antes, ¿será que el fin del mundo se acerca?
—Mira, este hobbit de aquí es Carolina, no le digan nada, está molesta;—empezó Kassandra, señalando a la más pequeña del grupo que tenía pinta de asesina serial—esta es Landra y es un amor—siguió, apretándola contra sus pechos mientras luchaba por respirar—Daniel y Richard, son unos imbéciles—añadió, provocando que el chico guapo y el de lentes la mirarán con recelo—y estas de aquí son Rachelle y Jéssica, es más, háganme un favor y llévenselas.
La chica, llamada Eider, analizo a las personas delante suyo, ciertamente ellos eran la definición de latino. Todos son castaños, algunos más claros u oscuros que otros.
Por la gran memoria de Eider rápidamente pudo aprenderse sus nombres. La chica llamada Carolina parecía tranquila pero algo seria, por otro Landra parecía una versión mujer de Oliver, quitándole lo pervertido, claro. Daniel, bueno, él es atractivo; Richard parecía agradable; Rachelle parecía el tipo de chica que es graciosa y por último Jessica… un momento, ¿que está mirando? Eider miró hacia la dirección en la que los ojos de la chica se encontraban ¿por qué mira así a Cameron? El chico ni se daba cuenta de su mirada.
—¿Y tú?—preguntó Eider a la chica que los había presentado a todos.—¿Cómo te llamas?
—Kassandra Sofía Victoria Maria Gracia Teresa de los Angeles Portales Hernandez del Campo.—contesto Kassandra, con una enorme sonrisa en el rostro.
Oliver abrió la boca, sorprendido. Al parecer era el único que se lo había creído.
—¿Tú mamá te dejo caer de chiquita?—le pregunto Eider.
—Es posible.
*****
—No ahora...—murmuró Eider, cubriéndose el rostro con una mano mientras maldecía para sus adentros.
Los demás se quedaron muy quietos, esperando la reacción de Kassandra y otros, como Richard, sacaba lentamente el celular para grabar la golpiza que Oliver se iba a ganar por hurgar en territorio prohibido. Sí, ese video iba a ir directo a YouTube.
Pero para la sorpresa de los chicos, y lamento de Richard, Kassandra no parecía nada molesta, mejor dicho estaba… ¿decepcionada?
—No lo haces mal pero creo que deberias tomar clases con Caro, deja que ella te enseñe a mover las manos...—dijo Kassandra con una sonrisa pícara en los labios.
Otra vez los reflejos arácnidos de Kassandra se hicieron presentes, pues antes de que la mano de Carolina alcance a golpearla y romperle algún hueso, ella ya se había movido de su lugar.
—¿Puedo tocar tus pechos?—suplico Cameron a Kassandra.
Kassandra miro al chico asombrada, sin saber qué responder. Por otro lado Luca hacía un esfuerzo sobrehumano para no reírse y Brais rodaba los ojos con evidente fastidio.
Ese minuto de distracción fue sumamente valioso para Carolina, que aprovechó para golpear a Kassandra en la espalda y tirarla al suelo.
Dejaron de reírse.
Eider estaba pensando muy seriamente en llamar a una ambulancia, mientras que sus amigos buscaban la mejor forma de irse de allí, no querían ser acusados de un homicidio.
Pero para sorpresa de los extranjeros, ellos no estaban para nada asustados, es más, se estaban riendo con complicidad. ¿Esas eran las formas de aprecio el Latinoamerica, acaso?
Entre Daniel y Rachelle levantaron a Kassandra, que tenía un hilillo de sangre resbalandole de la nariz y miraba con reproche a Carolina, que, debo añadir, sonreía victoriosa por su logro.
—Me las vas a pagar, aborto de Minion.
****
—Tengo hambre.—dijo Cameron, deteniéndose—¿No hay algún McDonalds por aquí?
Kassandra rodó los ojos.
—¿Vienes al lugar con la mejor gastronomía en el mundo y piensas llenarte de comida chatarra? No, no—Kassandra sacudió la cabeza—Dejá que te llevemos al mejor restaurante de la ciudad: “el Hueco”
Los extranjeros dudaron al escuchar aquel nombre, ¿quien bautizaba un local de comida así? Nadie. Todos estaban locos en ese país.
Dudaron si seguir a Kassandra y sus amigos.
—Van a drogarnos, violarnos y vender nuestros órganos en algo que llaman Mercado Libre—susurró Oliver, con el terror dibujado en el rostro.
—No seas paranoico—dijo Cameron, golpeando al rubio detrás de la cabeza—Me muero de hambre, podría comer cualquier cosa.—añadió mirando sin ningún pudor a Jessica, que iba delante de ellos.
Era bastante obvio que a Cameron le gustaba Jessica. Y no de la manera romántica.
El chico se adelantó y, sin muchas palabras de por medio, había pasado su brazo por los hombros de Jessica, mientras hablaban muy animados. Eider estaba perpleja.
—Oh my god...—suspiro Luca cuando vio pasar a una morena que no tenía nada que envidiarle a Salma Hayek.—¡Me he enamorado, tío!—gritó, saltando en la espalda de Taylor.
Cabe mencionar que él también tenía los ojos bien puestos en la muchacha.
—Son unos pervertidos, en serio.—dijo Eiber, obligando a los dos muchachos a avanzar antes de que se le tiren encima a la pobre chica.
Gracias al cielo ellos lograron sobrevivir al viaje en autobús. Y cuando digo ellos es obvio que estoy hablando de los extranjeros, porque los demás ya estaban acostumbrados a viajar de esa manera. No pasó nada fuera de lo normal, solo cosas sin importancia: el autobús casi se estrella unas ocho veces, subió un hombre con apariencia de malandro vendiendo caramelos («Colabora, niño, colabora» le había dicho a Taylor, pero como este no entendía un carajo ya había empezado a sacar su celular pensando que le estaban robando); otro subió a cantar y a esté Cameron le extendió un billete grande (pero solo porque quería que se calle antes de que le sangren las orejas), y fueron testigos de los intentos del cobrador por despertar a un pasajero que estaba “dormido". Un truco antiguo y muy usado cuando no querías pagar tu pasaje.
Llegaron enteros al restaurante.
—¿Qué es exactamente?—preguntó Eider, mirando el plato que estaba frente suyo con desconfianza.
—Ceviche.—contestó Richard, rodando los ojos.
—Pruebenlo, esta bueno—los animo Landra, metiendose una cucharada a la boca.
Ellos seguían mirando con desconfianza el plato, no eran muy valientes para probar una comida desconocida a la que su estómago no estaba acostumbrado. Cabía la posibilidad de que los mandara directo al baño con una fuerte diarrea.
—Primero, ¿de qué está hecho?—cuestionó Luca, acercándose una cuchara a la boca.
—Pescado.—contestó Rachelle.
—No parece haber sido cocinado antes.—observó Brais, mirando el plato con recelo.
—Se cocina con el limón, niño—dijo Jessica, empezando a perder la paciencia.
Cosa que no sucedía con Daniel o Richard, digo, si los extranjeros no comian era mas para ellos, ¿o me equivoco? Les beneficiaba que los demás no quisieran comer.
—Esa canción es pegajosa...—observó Luca, moviendo los pies bajo la mesa al ritmo de la canción que sonaba en el local.
—Bailemos.—sonrió Rachelle, levantándose de la mesa y ofreciéndole una mano a Luca.
—No se bailar.—se apresuró a decir Luca.
—No es necesario ser un genio para bailar, solo haz lo te diga la canción—insistió Rachelle.
Luca se levantó de la mesa y todos fijaron su vista en ellos, Kassandra se moría por ver como dejaban al pobre chico en ridículo.
—Haz lo que yo.—le indicó Rachelle.
Se me perdio la cadenita, que tu me regalaste, Carmen, que tu me regalaste…
A Kassandra se le hizo.
Todos estaban conteniendo la risa en el local, ¿y cómo no? ¡Si Luca parecía un robot! En definitiva que no servía para bailar vallenatos, era un asco. Cien dólares a quien lo saque de allí.
—Esta es más fácil...—dijo Rachelle sin perder la sonrisa—haz lo que yo, ¿esta bien?
Una mano en la cabeza…
Otra mano en la cintura…
Un movimiento sexy…
Hasta ese punto todos ignoraban a Luca y le prestaban total atención a Rachelle, absortos por la forma en la que esa chica movía la cintura.
Para bailar esto es una bomba…
Al escuchar la palabra “bomba”, Luca y sus compinches se habían tirado al suelo -excepto Taylor, que no entendía nada-, apretando las manos en la cabeza. Incluso Oliver gritaba que llamaran a la policía (claro que este chico no sabía que los policías tardarían cuatro horas en presentarse, así que si los hubieran llamado sería en vano, posiblemente los encontrarían cadáveres).
—Para bailar esto es una bomba...—cantaban Richard y Daniel.
En otras circunstancias Carolina les hubiera pedido que se callen, pero estaba bastante divertida recordando la forma en cómo los extranjeros se habían lanzado al suelo.
—Callense, se los suplico—dijo Brais, muerto de vergüenza.—Si mi padre viera eso…
—Oye, oxigenado.—llamo Kassandra a Cameron, que no se atrevía a levantar la mirada.—¡Te estoy hablando!—jalo al chico por el hombro y lo obligó a mirarla. Sonrió.—¿Cuánto estás dispuesto a pagar para que no lo suba a Youtube?
La cara de Cameron era todo un poema. Su boca se abrió en forma de “o”.
—Y-yo… todo lo que quieras…
El rostro de Kassandra se iluminó, pero Landra asesino las ilusiones de su amiga con una oración.
—No te preocupes, ella no va a subir nada a ninguna parte, no tienes que pagarle.
—¡Era mi oportunidad de salir de la pobreza!—le reclamó Kassandra a su amiga.
—No me hagas enfadar, Gamin.—dijo como única advertencia Landra y se fue a acompañar a Oliver, dejando a Kassandra completamente perpleja.
Eider también estaba en shock, era la primera vez en el día que veía que alguien dejaba sin palabras a Kassandra.
—Guay...—soltó, admirada.
—Cuando no soy yo, es la enana la que la tranquiliza.—informó Carolina, mirandose las uñas.
—¿No es conchudez decirle enana a Landra cuanto tu mides menos de un metro cincuenta?—le preguntó Jessica, con una ceja levantada.
—¿Pedí tu opinión?—Carolina la miraba con los ojos entrecerrados.
—Pero mirale el lado positivo: fijate que es la altura perfecta para que los pechos de Camila se queden en tu rostro.—añadió Jessica y, antes de ser golpeada, salió corriendo y salto en la espalda de Cameron.
Si las miradas matasen ni el alma de Jessica estaría viva en este momento.
—¿Alérgica a los penes, eh?—preguntó Eider a Carolina, mirándola pícaramente.
—Algo así...
—Genial, ¿y quién es esa Camila de la que tanto hablan?
Se fundieron en una conversación sobre Camila, la chica que le había robado el corazón -y el calzón- a Carolina. Al parecer a Eider le había afectado no haber hablado con una chica durante todo el año escolar, porque escuchaba con demasiada atención la descripción de cada cabello que tenía Camila en la cabeza.
A Kassandra se le ocurrió una buena manera de que a todos les baje el almuerzo: ejercicio. Jaló a Daniel hacia atrás, dejando que los demás se adelantasen. Le enseñó a su amigo una cinta adhesiva y luego le señaló el timbre de una de las casas.
—No.—dijo firmemente Daniel, negando con la cabeza.
Pero bueno, Kassandra no le estaba pidiendo permiso para hacerlo.
Fue directo hacia el timbre y lo pegó con la cinta. Se divertía imaginando la desesperación de los dueños de casa ante el insoportable ruido.
—¡Corran!—grito Kassandra entre risas, mientras los adelantaba y Daniel la seguía muy de cerca con el terror dibujado en el rostro.
Carolina entendió de inmediato lo que habían hecho, así que cogió con firmeza la mano de Eider y salió corriendo. Segundos después, los otros también la imitaron.
El gran perro que cuidaba la casa -que no tenía pinta de amistoso- los perseguía a una gran velocidad.
Para su mala suerte, otros perros que los vieron se unieron a su compañero, cosa que motivó a que los chicos corrieran más fuerte y alimento los deseos que Eiber tenía sobre golpear a Kassandra.
Llegaron hasta un parque infantil y se subieron a los juegos de un salto, como auténticos acróbatas de circo.
Rachelle y Luca estaban subidos arriba del pasamanos; Taylor hacía acrobacias en los carruseles para no caer; Brais, Jessica y Carolina se habían subido en el conjunto de toboganes; Landra estaba hecha toda una acróbata cogida del poste que sostenía los columpios; Oliver y Richard se agarraban a los trapecios como si su vida dependiera de ello; mientras que Eider subía desesperadamente por un tobogán y, para el final, Kassandra y Daniel -que había superado su miedo a las alturas mágicamente- estaban sentados en la cima de la resbaladora.
Estuvieron así unos minutos más, hasta que los perros se cansaron y se fueron uno por uno.
—¡Voy a matarte!—gritó Daniel a Kassandra, empujándola por la resbaladora.
Para su mala suerte cayó de nalgas en el suelo, pero estaba demasiado feliz como para que eso le importe. Ver a sus amigos perdiendo la paciencia era de sus pasatiempos favoritos, ¿no se los mencione?
Se levantó del suelo y se sacudió la tierra, todos la miraban con recelo.
—¡Bajenme de aqui! ¡Ayuda! ¡BOMBEROS, POLICÍA, QUIEN SEA!
Los chicos miraron para todos lados, esperando ver a Cameron y averiguar la razón por la que gritaba como si diez negros lo estuvieran violando.
Pero, para la muy mala suerte del chico, la primera que lo vio fue Kassandra.
—Tú solito me das material de extorsión…—sonrió, sacando su celular y tomándole muchas fotos.
Entre Luca y Brais bajaron a Cameron del árbol -que no dejaron de reír en ningún momento-, antes de que le de un ataque de pánico allí mismo.
—Espero no volver a verlos nunca más.—dijo Eider, aunque en el fondo sabía que eso no era verdad, se había divertido mucho—Nos vamos, idiotas.
—¡También fue un gusto conocerte!—gritó Kassandra, con una enorme sonrisa dibujada en el rostro.
Capitulo especial, hecho con la ayuda de DDAG231. Unimos nuestras historias y resultó esto, espero haya sido de su agrado.
❤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top