Capítulo Especial
Hoy estaba revisando mi USB, (ahí tengo todos los capítulos) y me encontré con esto.
En un principio quise unirlo en la historia, pero creo que ya no hay como, así que lo subo como un especial.
Me siento un poco nostálgica, creo que mi estilo de escritura era más divertido antes :'v
Espero les guste, haganmelo saber, comenten por favor :'v
—¡Es enorme!—exclamó admirada Carolina, mirando de un lado a otro, con la boca ligeramente abierta.
—Ah—Kassandra puso una mano sobre su cabeza, con una enorme sonrisa—eso era de esperarse si lo vemos desde la perspectiva de un enano—añadió, despeinando a su amiga para luego jalar a Daniel de un brazo y ambos salir corriendo.
Carolina no la siguió, pero si se quedó parada echando chispas y poniéndose tan roja como un tomate. A su lado, sus amigos no podían ocultar las ganas locas que tenían de reírse, pero supieron contenerse de soltar alguna carcajada extremadamente escandalosa o Carolina iba a golpearlos hasta la muerte.
—¿Dónde crees que han ido?—le preguntó Jessica a Rachelle, refiriéndose a Kassandra y Daniel.
—Conociendo a ese par, tal vez estén probando las cosas más dulces que encuentren. Que no te extrañe que vengan hacia nosotros rodando.—contestó Rachelle—¿Qué se te antoja?
Jessica miro para todos lados y quedo igual que Carolina, admirada por todo lo que sus ojos estaban viendo. Sonrió y miro a su amiga.
—¡Vayamos a verlo todo! ¡Y comerlo todo!—grito, cogiendo a Rachelle y se la llevo corriendo, para segundos después perderse entre las personas que allí se encontraban.
—Vamos a mirar nosotros también, debemos parecer estúpidos aquí parados sin hacer nada, quisiera probar algunos platos exóticos...—dijo Richard a los tres amigos que le quedaban.
—Landra y yo queremos ver algunos números artísticos antes de comer, los vemos luego—dijo Sebastián, segundos antes de irse con Landra.
Richard y Carolina miraban sorprendidos como sus amigos se alejaban. Se miraron entre ellos y volvieron a mirar las espaldas de Sebastián y Landra. Sonrieron.
—¿Ellos dos se llevan muy bien, no? —le preguntó Richard a Carolina, sonriendo pícaramente mientras caminaban.
—Se para dónde vas, pero es imposible—respondió Carolina.
—¿Por qué es imposible? ¿Sabes algo?
—Sí, pero no te diré. Tú, Daniel, Kassandra y Rachelle... lo van a molestar mucho.
—¿Segura de que no me dirás?
Richard la miro fijamente (teniendo que doblar mucho las rodillas para quedar más o menos a su altura), como esperando que Carolina se intimidara, pero lo único que logro fue que su amiga lo mire mucho peor y, por consecuencia, casi caiga encima de un niño que caminaba muy alegre con un helado enorme en las manos.
—Vamos, sé que quieres decirme...—dijo Richard.
—Eres el primero de la clase, entiendes cosa que yo o el grupo de ineptos no, ¿y no te has dado cuenta aún?—preguntó Carolina, en tono de burla.
—Bueno, bueno—sonrió Richard—Entonces hare inferencias.
No era la primera vez que los chicos iban a una feria gastronómica, pero si la primera que no solo reunía las mejores comidas de su país, esta vez, tenían la suerte de poder probar un poco de cada país del continente sudamericano. Todos se habían lucido esos días.
—¡Creo que llegamos a la zona de Perú!—grito emocionada Jessica, aun arrastrando consigo a Rachelle.
En efecto, estaban en la zona ocupada por Perú, los grandes favoritos de la feria. Los colores blanco y rojo cubrían gran parte de todos los puestos de comida, las personas que atendían estaban vestidas con trajes típicos peruanos y recibían a todos con una enorme sonrisa.
—¡Mira! ¡Están cantando por allá! —dijo Rachelle, señalando con la mirada un pequeño escenario rodeado de personas que escuchaban, nostálgicos y totalmente embargados por la emoción, a una pareja de cantantes entonando canciones propias del país inca.
—¿No es lindo? No estarán en su país, pero estando en este lugar... tal vez sientan que han regresado a su patria—comento Jessica, conmovida por el escenario.
—Eso me ha llegado al corazón—admitió Rachelle.
—Sí, pero bueno, ¡a lo que vinimos!
Recorrieron juntas cada puesto que encontraron, recorrieron ese lugar de arriba abajo, procurando no perderse de nada. Compraron recuerdos, se tomaron muchas fotos, con las personas que veían e incluso con el mono mascota de un niño que, según les dijo, venia de la selva; se quedaron boquiabiertas cuando vieron a un hombre, vestido de pies a cabeza con un atuendo brillante y colorido, bailar con unas tijeras de metal. Estaban encantadas.
—Este es el momento decisivo—dijo Rachelle muy seria a Jessica—¿Decidiste que vas a comer?
Jessica se quedo callada un momento, luego dio un pequeño suspiro y miro a su amiga a los ojos. Rachelle la miraba, esperando su respuesta, hasta que hablo.
—De entrada, quiero un ceviche, ahora no se si comer una papa a la huancaína o un juane... ¡Ah! El postre. Me encantaría una mazamorra, dicen que los alfajores son ricos, ¿y si también pido un suspiro a la limeña? También quería probar los turrones...
—¿En serio te piensas comer todo eso?—pregunto Rachelle, con los ojos como platos. —¿Y qué vas a tomar?
—¡Casi lo olvido!—Jessica sonrió—Creo que pediré una chicha de jora, una chicha morada y pisco para que baje todo. ¿Y tú?
—¿Yo? No tengo tanta hambre... creo que con una causa rellena basta, además, tenemos que ir a ver en los otros países...
Richard y Carolina seguían andando, hace solo unos minutos habían estado en la zona de Ecuador y ambos habían comprado dos grandes vasos de agua de coco para tomar por el camino. A petición de Richard se habían quedado a escuchar lo que un alegre muchacho les contaba sobre su país e incluso cogieron los folletos turísticos que les ofrecían. Evidentemente, estaban interesados en visitar ese país algún día.
—A ver, entonces... creo que ya lo estoy descifrando—dijo Richard, tomando un gran sorbo de agua de coco.
—A ver si esta vez no sales diciendo alguna estupidez...—murmuro Carolina.
Carolina dejo que su amigo pensara en eso, al menos lo tenía ocupado y no le hablaba, cosa que le daba tiempo para curiosear por varios puestos de comida y comprar muchas cosas de picar. No era fanática de los dulces ni de comer cosas que no sabía de que estaban hechas, pero no iba a desaprovechar esa oportunidad única en su vida. Estaba asombrada con el choque de culturas, era como si un poquito de cada país estuviera ahí.
Había una gran cantidad de gente apretujándose para poder ver la presentación artística que los representantes de México habían estado preparando. Al parecer, harían alguna ceremonia propia de la cultura azteca.
—¿No crees que a Daniel le gustaría está aquí, mirando esto? —le pregunto Landra a Sebastián.
—Por supuesto, él disfrutaría más que nadie ver una recreación muy realista de un sacrificio azteca. ¿Deberíamos grabarlo y enseñárselo más tarde?
Una sonrisa se formó en el rostro de Sebastián, que saco su celular y empezó a grabar (con gran dificultad) el pequeño espectáculo.
Ambos habían estado curioseando en distintos países, comprando recuerdos de cada lugar, escuchando con mucha atención las explicaciones que daban los "guías" de cada país. No querían perderse ninguna palabra, así que no hablaban mucho, se limitaban a escuchar a los expertos y, cuando este terminaba, ambos empezaban a hablar sobre lo que habían aprendido. Eran charlas bastante enriquecedoras.
No tan lejos de allí, Kassandra y Daniel engullían sin descanso todo lo que tenían en la mesa, ambos habían recurrido la zona de cada país y llenado bolsas y bolsas de todos los dulces que les llamaran la atención. En ese preciso momento, Daniel devoraba el churro que había traído de un puesto mexicano y Kassandra no tenía piedad alguna con el trozo de flan de café que había comprado en la zona de Colombia.
Quizá estaban llamando mucho la atención, porque varias personas se les quedaban mirando divertidos, pero a ellos eso era lo que menos les importaba. La juventud se caracterizaba por hacer idioteces y eso era lo que ellos amaban hacer.
—Les va a dar diarrea.—advirtió Rachelle, jalando una silla y sentándose en la mesa con sus amigos. La chica dejo su plato en la mesa y empezó a comer, con mucha elegancia, como intentando demostrarles a sus amigos la correcta manera de comer.
—Ege no ez tu pogblema...—dijo Daniel, con la boca llena.
Jessica llego segundos después, con las manos bastante llenas de comida. Tuvo bastantes dificultades para dejar todo en la mesa (que ya casi ni espacio tenia) pero al final lo consiguió. Jaló una silla y se unió a sus amigos. Kassandra y Daniel apenas le prestaron atención y solo le levantaron las cejas cuando la vieron llegar, luego se volvieron a meter de lleno a sus dulces.
Lo bueno de ellos es que al menos eran ecológicos: todos sus desperdicios los echaban en una bolsa.
—Debo suponer que aquí están todos sus ahorros, ¿no?—preguntó Jessica.
Kassandra la miro y asintió enérgicamente.
—¿Sod afajorez?—preguntó la chica, mirando los platos de Jessica.
Jessica pareció no entender lo que le dijo.
—¿Son alfajores?—repitió Kassandra, cuando se hubo tragado todo.
—Sí.—contestó Jessica.
—¡Genial! A ver, te lo cambio por...—Kassandra miro sus dulces—¿Un pionono?
Jessica asintió e hicieron el intercambio. Ambas estaban felices.
Pasaron alrededor de treinta minutos cuando todos terminaron de comer, los puestos estaban casi vacíos, ya casi ni había comida. El día había sido todo un éxito.
Los chicos se retiraron felices después de unas horas, empezaba a anochecer y el último show ya había terminado. Un joven amable los despidió en la puerta de salida, pidiendo su presencia en la próxima feria y dándoles unos pequeños llaveros de recuerdo. Los chicos aceptaron sonrientes.
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