Capitulo 9: ¿Aló, policía?
—Tengo que decirles algo.
¿Dos salidas del closet al mismo tiempo? Esto es hermo... espera... ¿RACHELLE TAMBIÉN ES GAY?
Carolina y Rachelle habían decidió hablar al mismo tiempo.
—Tu primero—le ofreció Carolina, alegre de poder aplazar ese tema un poco más mientras pensaba en las palabras adecuadas.
—¿Segura?—preguntó Rachelle. Carolina asintió.—Bueno, en unos dias sera el cumpleaños de mi abuelo...
Ah bueno, Rachelle no es gay.
»...y todos iremos a su casa, no está tan lejos de aquí, ya hable con mamá, así que si quisieran acompañarme...
—¿Acompañarte?—preguntó Richard, perplejo.
—Si, solo por una semana, ¿lo harían?
—¿Hay espacio para nosotros?—le cuestiono Kassandra.—Aunque ellos podrían dormir con el perro.—añadió, señalando con los dedos a Daniel y Richard.
—Ese no es un problema, a mi familia tampoco le molestaran unas cuantas cabezas más. Ya estamos acostumbrados a ser bastantes.—explicó Rachelle.
Eso ya no era ningún secreto. Una vez ellos habian ido a la casa de Rachelle cuando recibía a ''los hermanos de papà'', como ella los había llamado, y habian ido tantas personas que, como les contó su amiga al día siguiente, algunos de sus primos tuvieron que dormir en el suelo porque todos los muebles estaban ocupados.
Se miraron entre sí y sonrieron.
—Estamos de acuerdo.—dijo Kassandra, mientras todos asienten con la cabeza.
O casi todos...
—¿Qué pasa?—preguntó Rachelle a Carolina.
—Es que, ya saben... mamá es un poco sobreprotectora...
—Bebé...—tosio Daniel y Kassandra le dio un codazo en las costillas.
—Eres la persona menos indicada para hablar de "bebés"...
—Esta bien, dejame el numero de tu mamá, la convenceré—prometió Rachelle, sonriendo de oreja a oreja.
En ese momento llegó el helado y todos se callaron para lanzarse sobre el. Por un momento, Carolina penso que todos se habían olvidado que ella también tenía algo que decir, pero, para su mala suerte, Kassandra le pisaba el pie bajo la mesa, tal vez con más fuerza de la necesaria...
—¡Para eso, YA!—gritó, mirando amenazadoramente a Kassandra antes de que la dejara en silla de ruedas. Respiro hondo.—Tengo que confesarles algo y... me gustaria que dejaran de tragar—añadió con dureza al ver que ni Daniel ni Richard soltaban las cucharas.—Yo...—se quedó en silencio y sus amigos la miraron, con las cejas levantadas.
—Tú...
—So-soy...
—E-eres...
—¿Tenias que imitar también el tartamudeo?—le preguntó Jessica a Richard.
—No eres para nada divertida.
Carolina trago saliva, los ignoró y siguió:
—Me gu-gustan...
—¿Los pandicornios caga arcoiris?—preguntó Daniel, haciéndose el sorprendido.
—No, es que... a mi....
—Es más de lo que puedo aguantar—la interrumpió Kassandra, perdiendo la poca paciencia que se le había entregado al nacer.—A Caro le gusta tortearse, ¿entienden? Es gay.
Todos en la mesa soltaron un bufido de decepción, esperaban algo mejor que eso y volvieron a su helado. Jessica se veía sonriente y le estaba diciendo algo a Rachelle al oído. Luego Daniel y Richard hicieron un rápido intercambio de palabras y sonrieron entre sí, ante la mirada atónita de Carolina.
—No te sientas mal, pero ya teníamos nuestras sospechas y no vivimos en el periodo arcaico, así que yo no tengo ningún problema. Además eres nuestra amiga y te seguiremos queriendo así te gustarán los perros de tres cabezas y con cola de dragón—soltó Rachelle, llevándose una cuchara llena de helado a la boca.
—Mi horóscopo me lo dijo—contó Jessica emocionada.—«Alguien cercano a ti saldrá de un lugar mágico pronto»—recitó—El lugar mágico es Narnia, ¡todo tiene sentido!
Daniel y Richard fingieron toser, para que todos les prestarán atención. Cuando las miradas de sus amigas estuvieron puestas en ellos, Daniel dijo con la voz llena de orgullo:
—Nosotros también lo sabíamos, te gustan las chicas y Camila en especial, además creo que gané una apuesta.
Richard palideció de inmediato, había olvidado esa apuesta por completo.
—¿Apostaron?
—Por supuesto, bebé.—confirmó Daniel—Pero como soy buena gente, compartiré mi ganancia con ustedes. Así que, pidan lo que quieran, corre por la cuenta de Ricky.
—¡Hoy celebramos que al fin Caro ya no es una closetera!—grito Rachelle, provocando que todos los que estaban en la heladería los miren raro.
Todos estallaron en risas, menos Richard que veía lentamente desaparecer sus ahorros del mes y Carolina que estaba conteniendo unas increíbles ganas de llorar por la emoción, Kassandra lo noto y acercó su boca a su oreja, para decirle sin que los demás lo escuchen.
—Si no te comes el helado ya, meto tu cabeza dentro.—amenazó.
.
—Nos están mirando mal, te lo juro.—susurró Daniel, aterrorizado.
—Camina. No muestres miedo.
—¡Debimos haber tomado un taxi!
—¿Que tal si mejor les tiramos nuestros celulares y salimos corriendo?
—Ni creas que voy a perder mis setenta y cinco pokemones solo porque mis amigos son unos miedosos.
—Corre entonces.
—¿Qué?
—¡Corre!
Todos obedecieron la orden de Rachelle y corrieron lo más rápido posible, porque los cuatro tipos que estaban atras, completamente vestidos de negro, también lo hacían. Y eso no auguraba nada bueno.
Se habían metido por una calle que acostumbraban usar cuando volvían del colegio, pero que de noche lucía totalmente deshabitada y tétrica. Hace unos diez minutos que esos tipos los estaban siguiendo, al principio los habían ignorado, pero ahora huían de ellos.
Se separaron sin querer. Richard, Jessica y Caro iban por un lado, mientras que Kassandra, Daniel y Rachelle por el otro. Los cuatro también se dividieron y fueron dos para cada uno.
—Llama a la policía—susurro Rachelle a Daniel, cuando se detuvieron y escondieron en un callejón oscuro, rogando al cielo no encontrar ningun ladron.
El chico busco desesperadamente en sus bolsillos el celular, hasta que lo encontró y marcó el número de la policía. Espero por cinco tormentosos minutos que le contesten la llamada, ¡que se dignen a levantar el maldito teléfono!
—¿Aló, policía?
—Este número solo es para una emergencia, niño—dijo una voz de hombre detrás de la línea.
—S-sí, pero es-esta es u-una...
—¿Emergencia?—preguntó con sarcasmo.—Por esa maldita imagen de Fisbuk he recibido muchas bromas de parte de niñitos como tú. Vete a estudiar.—y corto.
Daniel se quedó parado como idiota, mientras Kassandra se contenía de soltar su amplio repertorio de insultos y Rachelle palidecia de miedo.
—Dos cuadras—murmuró Kassandra.
—¿Tienes idea de lo amplias que son estas cuadras?—preguntó Rachelle.
—Sí—confirmó Kassandra, subiendole el cierre a su chaqueta con extremada lentitud.—Los amo.
Kassandra asomo la cabeza por la pared, para asegurarse de que no haya nadie sospechoso cerca. La calle estaba vacía por ambos lados y no había ni rastro de los demás.
—Tres...—contó Kassandra, haciéndole una seña a sus amigos para que se acerquen.—Dos...
—Uno—dijo una voz ronca tras de ellos.
Los tres muchachos voltearon la cabeza y vieron a los dos que los habían estado siguiendo, al ver eso y motivados por un impulso de sobrevivencia, ellos salieron corriendo despavoridos de una forma que hasta Bolt envidiaria. La avenida se les hacia mas y mas lejos, no importara cuanto corrieran.
El sonido de disparo perforó sus orejas. El cansancio fue reemplazado por la adrenalina pura, cosa que hizo que los chicos apuraran el paso y corrieran lo máximo de sus posibilidades para evitar ser baleados en ese lugar.
Parecía que ellos tenían un aliado allá arriba porque un policía motorizado se apareció y eso asustó a los que los seguían, que dieron media vuelta y volvieron por donde habían venido.
Pero los muchachos no pararon de correr hasta llegar a la avenida, que estaba más transitada y con más gente. Cruzaron corriendo la calle, siendo casi atropellados por un auto, pero eso no les importo para nada.
Había un parque cruzando la calle, llegaron y se tiraron bajo un árbol, sudando y jadeando, demasiado cansados y asustados para articular una frase completa. Estuvieron así por minutos, recuperándose de la impresión. Lo que ellos necesitaban en ese momento era una gran taza de café y un baño con agua fría.
Llegó una patrulla y se estacionó a su lado, se escuchó el sonido de una puerta abriéndose y gente bajando de ella.
—Hola—dijo una muy sonriente Carolina, agachándose al lado de Kassandra.
A su amiga no se le ocurrió nada que decir, así que se limitó a levantar una mano y enseñarle el dedo medio.
—¿Esta bien que los dejemos aquí? —preguntó uno de los policías.
—Si, no se preocupe—le aseguró Jessica, guiñandole un ojo al policía. Atrás de ella, Richard hacía muecas de asco.
Segundos después los policías subieron a su auto y se fueron.
—Tuvimos suerte—contó Carolina a sus amigos, cogiendo el dedo a Kassandra y doblandolo.—Nos separamos y terminamos en la puerta de una comisaría.
—Fueron muy amables al ofrecerse traernos aquí—añadió Jessica.
—Genial—murmuró Rachelle a su amigos, aun tirada en el suelo y con los ojos fuertemente apretados.
—¿Qué les pasó a ustedes?
—¡Casi nos matan!—gritó Daniel, levantándose de golpe con una sonrisa en el rostro.—¡Fue genial! ¡Nos siguieron, nos balearon, corrimos! ¡Evitamos la muerte! ¡Me siento invencible!—ahora estaba saltando en el mismo lugar, se notaba que estaba lleno de adrenalina.—¡HAGAMOSLO OTRA V...!
Kassandra sacó fuerzas de quien sabe donde y pateó la pierna de Daniel con todas las fuerzas que le quedaban.
Él chico se callo de inmediato y los demás empezaron a reírse. Claro, como ellos no estuvieron a punto de morir acribillados.
—Necesito un pedazo de torta—dijo Kassandra, pasando un brazo por el cuello de Carolina.—Quiero comer.
—Específica que torta primero.—bromeó Jessica.
—Quiero un trozo del pastel de Caro, me lo merezco después de esto.
—Eres una cochina, Kassandra.
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