Capitulo 8: ¡Feliz cumpleaños!

—No te rías.

No tenía ningún caso que le digan eso, ella tenía todo el derecho de reírse en ese momento.

—¿No crees que tienes demasiadas fotos?

No, digan lo que le digan no iba a parar de tomarle fotos, era su celular y era su memoria, podía hacer lo que quisiera con ellos.

Habían bajado el volumen de la música, dejándolo en un sonido apenas audible y cómo la tía cuarentona lo había dicho: la cumpleañera había llegado.

¿Cuándo fue la última vez que Kassandra vio a su mejor amiga en un vestido rosa lleno de brillo y cosas de niñas? Nunca, ella evitaba a toda costa los vestidos y verla así era algo que tenía que ser guardado en la memoria para el bullying futuro.

Pero tenía que admitir que Carolina se veía algo tierna, parecía una niñita y su estatura y el hecho de estar rodeada de primitos de menos de diez años no ayudaban mucho... vale, otra foto más.

Llegó Rachelle y les ofreció a todos galletas de chocolate que tenía en un plato.

—Fue lo que rescaté de esos enanos del demonio.—dijo, mientras sus amigos cogían las galletas.

—Esta bien, ¿nos vamos después de las fotos?—preguntó Kassandra a sus amigos, metiéndose una galleta en la boca.

—¡No!—se negó Richard con la boca llena de galleta. Todos se le quedaron mirando.—¿Ya viste el tamaño de esa torta? ¡Me esta provocando!

¿De cuál de las dos tortas hablas?

—¿Tomas, mi amor?—una mujer se había acercado sin ser vista y había puesto una botella de cerveza helada en el brazo desnudo de Jessica, que sintió un escalofrío en el cuerpo.

—¿Si?—Jessica cogió la botella con algo de desconfianza.

—¿No toman?—preguntó la mujer, que al parecer era alguna tía de Carolina.

—Claro que sí.—se apresuró a decir Daniel, tomando la botella de las manos de su amiga.

La mujer se alejó, volviendo donde estaban reunidos los demás adultos.

—Si no quieren no se hagan problemas, yo y Richard nos encargamos.

—El burro por delante.—se burló Rachelle, sacando un vaso de vidrio de quien sabe donde.—Llénalo.

Mientras Carolina se tomaba cientos de fotos con su familia, sus amigos lo observaban todo desde una de las esquinas, acabando la cerveza que les habían dado. Después de unos minutos, los flashes de las cámaras al fin pararon y llegó la hora por la que la mayoría de todos los reunidos allí habían ido.

—Pide un deseo.—susurró Kassandra en la oreja de su amiga, para hacerse escuchar por encima de los cantos de feliz cumpleaños.

—Que te atropelle un auto.—dijo Carolina entre dientes.

—Pensé que Camila en tanga era más atrayente.

A Carolina no se le ocurrió nada que responder y no fue necesario de todas formas, porque antes de que hiciera cualquier cosa, su cara se había estrellado con la torta.

—¡KASSANDRA!

La nombrada salió corriendo de la casa, partiendose de risa al ver la cara de su amiga más roja que nunca y cubierta del dulce de la torta.

No había podido controlarse, solo vio la torta y luego vio a Caro, luego de nuevo a la torta y nuevamente a Caro, su mano se movió sola y ¡paf! La cumpleañera ya estaba cubierta de dulce.

—Mi regalo hará que lo olvide todo.—dijo Kassandra, muy orgullosa de sí misma, mostrándole a Rachelle el paquete envuelto que traía en las manos.

—¿Un libro?—preguntó ella, fijándose en la forma del paquete.

—Exactamente. Le va a encantar.—aseguró, sonriendo de oreja a oreja.

—¿Que es? ¿El Kamasutra?—preguntó Rachelle con una sonrisa burlona, mirando como Jessica cruzaba la puerta seguida por una pequeña y molesta Carolina, que, gracias al cielo, se había quitado el vestido.

Carolina pasó y fue directo donde Daniel, sin detenerse a mirar a Kassandra ni una sola vez.

—Vale, lo siento.—se disculpó Kassandra, acercándose a su amiga.

Pero Carolina no iba a perdonarla porque esas disculpas no le parecían sinceras, ¡la condenada se estaba riendo mientras se "disculpaba"! Bueno, siendo honestos, todos tenían grandes ganas de reírse pero se tragaban las risas, eran inteligentes y valoraban su vida.

—Dale a tu cuerpo alegría,Macarena...—intentó, provocando que Carolina se enfade aún más.

Los que estaban más cerca se alejaron, dejando a las chicas solas en medio de la vereda. Esperaban en silencio la reacción de Carolina y preparaban los celulares para grabar el brutal asesinato de Kassandra y hacerlo viral en Youtube.

—Mira, te traje un regalo—comentó Kassandra mostrándole sonriente el paquete que tenía en las manos. Carolina alzó una ceja—. Te va a encantar, pero no lo abras cerca de tu madre...

La última vez que ella le había traído un regalo fue una taza, que compró a último minuto. Originalmente decía "Feliz Día Mamá", pero Kassandra había reemplazado la última palabra por "Caro".

—¿Un libro?—preguntó Caro, al tener el regalo envuelto en sus manos.

—Un libro—afirmó sonriente Kassandra.

—¿No es un libro de algún Youtuber?

—Lo sabrás luego.

—Si es el libro de un Youtuber...

—Romperás mi ventana con el.—sonrio Kassandra.

Carolina suspiro, aún no había perdonado a su amiga del todo, pero lo acabaría haciendo, siempre era así...

No habían preparado mucho para ese día, Carolina no era de las chicas que iban a fiestas -ah, pero a las infantiles si, era la primera cuando rompían la piñata- y como era su cumpleaños tenían que hacer lo que le gustara.

—Vayamos a una discoteca.

—No—se negó Carolina.

—¿A los jueguitos?—pregunto Kassandra, con los ojos brillando de emoción.—Podremos tirar a Danny de la montaña rusa y parecerá un accidente.

—Ya—acepto la cumplementada.—Pero no caminare.

Gracias a eso tuvieron que llamar a un taxi y acomodarse como pudieran -cabe destacar que Caro y Daniel viajaron en las piernas de Kassandra y Richard, respectivamente-.

—Voy a necesitar una pierna nueva después de esto, esta es la buena—se quejo Kassandra.

—¿Me dijiste gorda?

—¡No!—replicó sarcástica—Solo rellenita de ternura.

Todos rieron, incluso el conductor. Por venganza, Carolina golpeó en el muslo a su amiga, sacandole algunas lágrimas de dolor.

—Ni pienses que subiré allí.—dijo Daniel, tragando saliva.—Primero me drogan.

—No es mala idea.—sonrió Kassandra, elevando el bate de béisbol.—Anestesia natural.

Daniel miró con terror el bate, sabía que Kassandra era muy, muy capaz de golpearlo con eso en la cabeza y dejarlo en estado vegetal. Así que, contra su voluntad y su buen juicio, aceptó subir a la montaña rusa junto a sus demás amigos.

De un momento a otro todas las miradas estaban puestas en la montaña rusa, todos asustados por los gritos que salían de uno de sus carritos, preguntándose a quién estaban asesinando allí arriba. Pero no, todo estaba bien allí arriba, solo un muchacho miedoso no dejaba de llorar como nena.

—Voy a vomitar.—dijo Daniel, cuando el viaje terminó. Salió corriendo de allí, entre las miradas divertidas de todos los que habían estado en el juego con él y lo habían escuchado.

—¿Hay algo a lo que no le tenga miedo?

No, no lo había. El chico le tenía pánico a las películas de terror, a las series policíacas -por la cantidad de sangre-, a los fantasmas, a los cementerios de noche, a la oscuridad, a las alturas, a la velocidad, a las arañas, a las serpientes y de niño también había tenido un trauma con un perro, así que le tenía miedo a estos, claro, con la obvia excepción del suyo: Hércules.

—Diles...—susurró Kassandra en la oreja de Carolina.

Estaban en una heladería, todos sentados en una mesa esperando que llegue lo que había ordenado. Los chicos habían entablado una conversación a la que Caro y Kassandra eran completamente ajenas.

—¿Decirles que?

Kassandra rodó los ojos con fastidio.

—Tu sabes.—respondió, con un susurro apenas audible.

Carolina lo entendió después de diez segundos y enrojeció, Kassandra era una cosa, ¿pero los demás? ¿Cómo se lo iban a tomar?

—De ninguna manera.

—También tienen derecho a saberlo, ¿no confias en ellos tanto como en mi?

Claro que Carolina confiaba en ellos, eran sus amigos desde hacía años. Y los amigos no se tienen secretos. Se armó de valor y le rogó a quien sea que estuviera arriba para que todo saliera bien.

—Tengo que decirles algo.

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