Capitulo 42: (Re)Encuentros
Capítulo 42.
Cuando repartieron las habitaciones, la menos feliz de todos era Carolina. No estaba segura si podría aguantar una semana compartiendo cuarto con Kassandra, pero volvió a repetirse su reflexión del día anterior, eso no era más que otra prueba para controlar su paciencia. Además, no podía ser tan malo, Gianella también estaría con ellas así que los actos delincuenciales de la loca no podían llevarse a cabo. Sí, todo estaría bien. Tenía que mantener sus energías positivas.
—¿Que puede salir mal?
Carolina dijo eso bastante bajo, pero Rachelle la escuchó y le preguntó.
—¿Cuántas veces dijimos eso en las vacaciones y cuántas veces nos salvamos por un pelito de morir?
Carolina no respondió, solo le sonrió a Rachelle y siguió a su profesora. Prefería olvidar ese verano y todas las pesadillas que había sufrido.
Aunque a veces se ponía a pensar sobre eso, todo era tan fantástico, increíble, peligroso, si hablaban de eso con alguien, era obvio que no les iba a creer y los mandaba a un manicomio, pero realmente había sucedido.
—¡Tenemos un ventilador!—gritó Kassandra, cuando Carolina entró a la habitación.—¡Y televisión con cable, WiFi,—se levantó de un salto de su cama y corrió directo al baño, para asegurarse de algo, pasaron unos segundos y se escuchó el ruido del agua caer al suelo—y terma, así no tendrás una excusa para no bañarte!
Gianella estaba sorprendida, había visto como todos sus alumnos estaban que se morían del sueño y cansancio por el viaje, sin embargo Kassandra parecía que no le había afectado en nada y estaba como nueva, con su energía al cien y todos los ánimos por los cielos.
—Yo sí me baño, no soy cómo tú.
Eso no afectó en nada a Kassandra.
Unas horas después, todos bajaron al comedor del hotel para almorzar. Se habían juntado varias mesas solo para ellos, que esperaban con un poco de impaciencia la comida. Veinte minutos después, dos chicos llegaron con los platos que habían pedido. Jessica le dio un codazo a Rachelle en el estómago y le señaló a los chicos con la mirada. Ella, con los ojos llorosos, los miró pero no entendió nada.
—Él es…—murmuró Jessica, que estaba blanca como una hoja.
Rachelle volvió a mirar a los chicos, a los dos, de pies a cabeza. No parecían tener nada de especial y no entendí la actitud de Jessica, estaba a punto de decirle a su amiga que se deje de tonterías cuando uno de los chicos la miró.
Fueron cortos dos segundos, pero eso a Rachelle le trajo a la cabeza un montón de recuerdos no tan agradables. Abrió la boca y miró a su amiga, que estaba tan sorprendida como ella. Luego volvió a mirar al chico, pero este ya se había ido.
—No se preocupen, volverán en un rato con nuestros platos de comida.—dijo Marcel, al ver los rostros de Jessica y Rachelle, pensando que estaban así porque aún no les habían traído su comida.
Las chicas lo ignoraron y se dedicaron a mirarse entre ellas, evidentemente habían reconocido a ese chico pelirrojo, pues era uno de esos raros sujetos que se habían encontrado en la mansión Kepler, hace unos meses atrás.
—Es Adam, él es Adam.—dijo Jessica al fin.
—Debe ser una broma. Quizá sea su reencarnación, su hermano gemelo que no fue mordido por un vampiro o algo así…—intentó tranquilizarla Rachelle, aunque debía admitir que no era la mejor para el trabajo. Era ella la que necesitaba que la tranquilicen.
En ese momento llegaron otros chicos con las bandejas llenas de comida, lo que tranquilizó un poco a las chicas, cómo si de esa manera se convencieran de que Adam no estaba ahí realmente.
—Ni una palabra de esto a nadie.—le dijo Rachelle a Jessica, muy bajito para que no la escuchen los demás, aunque ellos estaban tan concentrados en su comida que no hizo falta.—Solo a sido una extraña coincidencia.
Jessica quería creer eso, pero no podía estar tranquila al haber visto a uno de sus tantos ex novios otra vez, menos si éste había sido uno de los bichos raros de aquel viejo loco. Pero hizo caso a lo que Rachelle le había dicho, no le dijo nada a sus amigos e intentó disfrutar del paseo que ahora hacían caminando por las calles más concurridas de esa ciudad, pero no era nada fácil cuando la cara de Adam se aparecía en sus pensamientos a cada segundo.
—¿Te pasa algo?—preguntó Mayra a Jessica, al ver que estaba mucho más callada de lo normal.
—No, nada.—mintió ella, con una sonrisa.
A Mayra esa respuesta no pareció convencerla, pero no insistió.
Un poco más atrás de ellas, se encontraba Landra con Sebastián y Carolina. Landra estaba bastante feliz y no dejaba de mirar para todos lados, no quería perderse de nada. Aceptó sonriendo el volante que una chica estaba repartiendo. Era sobre un circo que tendría función dentro de cuatro días, iba a guardarlo en el bolsillo de su chaqueta, pero vio algo que le borró la sonrisa y la intercambio por sorpresa. Se detuvo en seco, mirando el volante, sin poder creérselo.
—¿Que pasa?—preguntó Sebastián, deteniéndose también, un poco asustado por el súbito cambio de actitud de su amiga. Vio el volante, pero no nada extraño.
Landra no dijo nada, eso asustó a Sebastián y Carolina se acercó lentamente a su amiga, mirando el volante que tenía en las manos.
—Qué carajos…
Al parecer el circo que se iba a presentar tendría como principal atracción un truco super peligroso con una pantera. Dejando de lado el hecho de que tener animales salvajes y en peligro de extinción en ese tipo de eventos estaba prohibido, estaba el hecho de que el volante incluía una foto del animal. Para Sebastián aquello no tenía ningún sentido, pero para Carolina y Landra que casi habían sido comida de gato, esa pantera les resultaba muy familiar.
Claro, quizá para muchas personas sea imposible reconocer a una pantera de otra, pero ellas nunca olvidarian al bicho que había intentado comérselas y más si éste tenía el mismo collar rosa.
Carolina tragó saliva.
—Quizá sólo sea una coincidencia...—dijo Carolina, como para convencerse de eso, pero ni ella misma se creía sus excusas.
—Sí, quizá eso sea.—murmuró Landra.
Landra respiró un poco para tranquilizarse, luego estrujo el papel y lo metió en su chaqueta.
—No estoy entendiendo nada.—dijo Sebastián, con cara de confusión—¿Que les asustó tanto?
Sebastián no había estado con ellos ése verano, por lo cual era lógico que no entendiera. Aunque sus amigos se lo habían contado todo con lujos y detalles, quizá él ya lo habría olvidado. —¿Recuerdas cuando te contamos que nos secuestró un viejo chiflado?—le preguntó Carolina, tomando a Landra por los hombros y haciéndola caminar, ya se habían retrasado bastante y no querían separarse de los demás. Sebastián las siguió.
—Sí—respondió él, aún sin entender.
—Bueno, el viejo tenía una pantera de mascota que intentó comernos, ¿si te dijimos eso?—preguntó Carolina.
Al fin Sebastián pareció entender.
—¿Y ustedes piensan que esa pantera es la misma que se presentará en el circo?
—No es que lo pensemos, es que está es.—contestó Landra.
—Tú también la tendrías bien metida en tus recuerdos si esa cosa hubiera intentado incluirte en su dieta.—dijo Carolina.
—Quizá sólo sea una coincidencia, ¿no?—intentó tranquilizarlas Sebastián.—Además, ¿porque deberían estar preocupadas? Esa cosa está encerrada y en el hipotético caso que se les escape, dudo mucho que sepa donde están, es más, ni siquiera debería saber que ustedes se encuentran aquí.
Ambas asintieron con la cabeza. Sebastián tenía razón, no debían darle tantas vueltas al asunto. No tenían nada de qué preocuparse.
Cuando terminó el día, todos estaban muy cansados y hambrientos, pero sin duda felices. Habían caminado demasiado y lo único que querían era dormir.
****
Gianella le había mandado a Carolina que despierte a Kassandra, pues ella iría a levantar a las otra chicas. Bueno, Caro lo intentó de las formas más pacíficas que pudo, pero Kassandra era un caso perdido y tuvo que ponerse ruda: jaló la sábana, que su amiga abrazaba con cariño, con tanta fuerza que Kassandra fue a dar al suelo demasiado escandalosamente.
Gianella llegó corriendo a la habitación, evidentemente preocupada por aquel sonido. Cuando vio a Kassandra en el suelo se preocupó aún más. Carolina también lo estaba, pues su amiga no se movía, y ella en su mente ya estaba creando un plan para fugarse del país porque no quería pasar el resto de su vida en la cárcel. Sin embargo, Kassandra empezó a moverse en el suelo, hasta que al fin se levantó. Miraba con recelo a Carolina.
—Bastaba con que me movieras un poco—dijo, sin cambiar el gesto.
Gianella respiró tranquila al ver que estaba ilesa.
—Las quiero a las dos abajo a las ocho.
Y se fue.
Kassandra no dejó de mirar así a Carolina, que por una parte no podía ocultar la felicidad de saber que no se había muerto su idiota favorita, sin embargo, no podía permitirle a Kassandra saber que ella era su idiota favorita.
—¿Qué hora es?—preguntó Kassandra, tirándose en la cama.
—Las seis y dieciséis de la mañana—contestó Carolina.—Creo que hoy visitaremos un museo y ella quiere llegar temprano, pero eso de despertarnos a esta hora no es de Dios.
Carolina no era la única que pensaba de esa manera, pues en las habitaciones donde estaban sus demás compañeros, todos se quejaban por levantarse temprano. Cuando todos bajaron, tenían una cara de sueño horrible, que les duró hasta el momento en que llegaron al museo.
***
—¡Vaya!—exclamó admirada Jessica, al ver las joyas de oro que habían usado los antiguos jefes de estado.—¿Cuanto crees que me den por uno de estos?—le preguntó a Richard, quien estaba a su lado, señalando la vitrina.
—¿Una sucia celda en prisión?—dijo él, sonriendo.
Era el museo de una civilización antigua que muchísimos años atrás había ocupado estos territorios. Estaba prohibido tomar fotos dentro, en la entrada les habían quitado celulares, cámaras, mochilas y carteras. Lo primero que hicieron cuando entraron fue ver una corta película que explicaba el estilo de vida, la forma de gobierno y los restos arqueológicos que se habían encontrado, además de las distintas excavaciones que aún se realizaban.
En ese momento los chicos eran dirigidos por un guía que daba información extra sobre las cosas que allí se encontraban.
Todo iba bien para Kassandra, estaba bastante entretenida mirando la cerámica, las joyas, las vestiduras, escuchaba con mucha atención todo lo que decía el guía (algo raro tratándose de ella), trataba de guardar todo en su memoria en vista de que no podía llevar fotos.
Todo estaba bien para Kassandra, hasta que lo vio a él.
El viejo loco de la mansión la estaba mirando desde una esquina.
Ambos se miraron, sin decir nada, fueron unos eternos quince segundos, hasta que él sonrío y se fue.
When se te acaban las ideas y reutilizas personajes xd
Se viene lo chido (? :'v
Dos capítulos en un día xd Gracias a todos <3
Meme que me recordó a mí xddd
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