Capitulo 37: Ascendencia
—Provecho, ustedes sí que son dos chicas afortunadas—se burló Daniel, a la salida del colegio—Son demasiados trabajos, van a tener que esforzarse si quieren terminarlos todos ese sábado...
Los demás le rieron la gracia.
—Cállense, sé que se están muriendo de envidia y quieren estar en mi lugar—dijo Kassandra—Sé que Caro desea más que nada estar toda la tarde viendo a la profe, ¿no?
Carolina se sonrojo y los demás volvieron a reírse más fuerte, incluso Jessica, que veía con dolor como se perdería el capítulo final de una de sus series favoritas. Claro, le habían dicho que podría ver la repetición luego, pero ella decía que no era lo mismo que verlo (y sufrir) en vivo.
De igual forma, tenían que aceptar su cruel destino.
—Entren—dijo Gianella—Siéntense por allí—añadió, señalando con la cabeza la mesa que estaba frente a la que ella usaba.
—Buenas tardes—jadearon ambas y entraron casi corriendo al aula.
Kassandra y Jessica estaban bañadas de sudor, habían corrido como locas en su desesperación por llegar a tiempo.
—A ver si con esto aprenden a no hablar en clases—dijo Gianella—Y no, ni intentes negarlo Gamín, te he visto—añadió, cuando vio que Kassandra empezaba a abrir la boca.
—A veces pienso que usted tiene una muy mala imagen de mí...—murmuró Kassandra.
—¿Y esa es mi culpa? La primera vez que te vi estabas subida en una mesa, lanzándole tizas a tus amigos—contesto Gianella, con una sonrisa.
—No era la única...
—No recuerdo haber visto a nadie más subido en la mesa—Gianella puso unos cinco o seis folders frente a Kassandra, luego hizo lo mismo con Jessica, que no paraba de echarse aire con la mano—Será fácil para ustedes, por algo están en Quinto. Corrijan la ortografía y el uso de tildes, cualquier duda, pregunten. Ahora sí, empiecen de una vez, si no terminamos hoy, quedara para mañana, ¿entienden?
Ambas muchachas soltaron quejidos, cosa que Gianella interpreto como que si habían entendido lo que dijo. Regreso a su mesa y también se puso a leer, con el lapicero rojo moviéndose de aquí para allá.
—Eh, profesora—llamo Jessica, cuando ya tuvo fuerzas para hablar.
—¿Paso algo?—preguntó ella, levantando la cabeza.
—Es que no nos ha dado lapiceros...
—Escriban con las manos—dijo, sonriendo.
—Vamos, no puede estar hablado en serio...—se unió Kassandra.
—Aunque es tentadora la idea de hacerlas escribir con sangre—dijo Gianella, buscando en su bolso—eso rompería un par de reglas en este colegio y la Sociedad Protectora de Animales me caería encima—termino, extendiendo dos lapiceros a las chicas, que no sabían que cara poner después de todo lo que habían escuchado.
Kassandra y Jessica tenían que admitir que ese trabajo era genial, nunca se habían podido imaginar que corregir tareas podía ser tan satisfactorio. Les empezaba a gustar eso de tachar las palabras escritas incorrectamente y corregirlas arriba, hasta era divertido leer las burradas que algunos (los que no se habían tomado la molestia de leer el libro y creían todo lo que veían en internet) escribían. Hubo tres trabajos exactamente iguales (ni siquiera se habían dignado a cambiar el modelo de la caratula) y, para las chicas, poner bien grande la palabra 'copia' más la bajísima nota, fue lo mejor del día, sí que se entretuvieron, pues hasta la hora la olvidaron.
Ahora entendían el placer y las enormes sonrisas de los profesores, cuando estos les entregaban los exámenes con notas bajo cero.
—Me empieza a interesar la docencia—admitió Jessica, al dejar los trabajos ya corregidos en la mesa de Gianella.
—Pasa, pero al final, el sueldo los desanima a todos...—dijo Gianella, con una sonrisa.
—Ah pues, eso sí... ¿te pasa algo? —Jessica miro a Kassandra, que tenía la mirada fija en la pizarra.
—Me pica la teta—contesto Kassandra, muy seria.
Ni siquiera Gianella pudo evitar romper a carcajadas, Jessica menos, a las dos les causaba risa con la solemnidad que lo decía.
—Nada, no es eso, es que me acorde que, ¿recuerdas cuando decían que en esta aula habían jugado la ouija hace no sé cuántos años antes? O bueno, así nos asustaron a nosotros, estábamos en primer año...—dijo Kassandra, volviendo la mirada hacia su amiga, con una sonrisa.
Por alguna razón, recordar los años anteriores a ese la ponía más nostálgica de lo que ella desearía. Ponerse a repasar los cuatros años que había estudiado en ese lugar, recordando todo lo que había pasado, a todos sus compañeros que se habían quedado en el camino con el pasar de los años, a los nuevos, todo eso le provocaba una mezcla de alegría y tristeza; su primera travesura, la primera vez que se había escapado del auxiliar, cuando salto por primera vez el muro que separaba el colegio de la libertad... todos esos momentos le parecían tan lejanos ahora...
Pero sí que había sido toda una aventura, llena de cosas buenas y malas a la vez. Y era triste saber que todo terminaría ese año, pero algo nuevo iba a empezar también.
—Sí, también nos decían que donde estaba construido el baño fue antes un cementerio—recordó Jessica, soltando una risita—Me acuerdo que Daniel no quería ir al baño solo y arrastraba a Richard con él, aunque bueno... eso aún lo sigue haciendo.
—Tampoco te olvides que Rachelle iba con Landra, le lloraba para que no se fuera—río Kassandra—Estábamos bien pendejitos para creer en esas... ¡Ah!—Kassandra se tapó la boca con las manos, al recordar quien estaba allí con ellas—Lo siento, profesora.
—He sufrido de sordera, no he escuchado nada—dijo Gianella—Y... ¡termine! —soltó el lapicero con alegría, evidentemente feliz de haberle dado fin a su trabajo. Miro a las dos muchachas—Eso del cementerio en el baño pasa en todos los colegios, todos, toooodos. En mi primaria corrían ese chisme y en los que trabaje antes también.
—Y cuando descubres que no es verdad, se lo cuentas a los niños de Primero para que les de miedo, y así sigue la cadena—completo Jessica.
—¿Y si no son tan falsas como todos creen?—preguntó Kassandra, con tono teatral, mirando a su profesora y a Jessica, abriendo mucho los ojos.
Jessica sabia a donde quería llegar su amiga, después de todo, ellas habían sido testigos de muchos eventos paranormales en las vacaciones, cosas que, simplemente, no se podían explicar. Pero no, no podían hablar de eso frente a Gianella o las llevaría al manicomio.
—Bueno, piensa en lo que te haga feliz—dijo, luego miro su celular—Van a ser las seis, ¿ya terminaste con eso?
—Hace rato, me toco el trabajo de Esteban, es un niño muy fantasioso...—contestó Kassandra, pasándole los folders corregidos a Gianella—Ahora sí, creo que ya cumplimos nuestro castigo...
—La próxima vez no seré tan buena—dijo Gianella, con voz seria—Cuando yo estaba en la secundaria tenía una profesora que te tiraba la mota si te escuchaba hablar, a veces me gustaría hacer eso con ustedes.
—Dudo que me alcance, tengo experiencia esquivando cosas—comento con orgullo Kassandra—A mí me han tirado muchas cosas, desde piedras, peluches y hasta una enciclopedia de esas grandotas.
Gianella se río, pensando que solo lo decía bromeando, pero Jessica se encargó de reafirmar la veracidad de sus palabras.
—Habla en serio, una vez un profesor le tiro un Atlas por no dejar de hacer preguntas tontas en toda la clase—explico, echando un suspiro—Otra vez fue cuando estábamos en Tercero, la pobre profesora Flor la persiguió con una escoba por todo el colegio... creo que hasta salió en las noticias.
—Claro que no, fue en Cuarto—la corrigió Kassandra—En Diciembre, creo que fue gracias a eso que pidió cambio y ahora que lo pienso—miro a Gianella—usted está aquí por mí. ¡Yo le deje la plaza libre para que consiga el trabajo, debería ponerme puntos extra por eso!
—Claro que lo hare, no pierdas la fe—contesto Gianella, rodando los ojos—Bueno, si ya terminaron, pueden irse.
—Se siente bien hacer esto, creo que seré profesora—Jessica miro a Kassandra—y espero no me toque una alumna como tú.
—Ah, por eso no te preocupes, serás la maestra de mis hijos. Te harán la vida imposible.
Después de esa sutil amenaza, ambas chicas salieron del aula en la que estaban. El sol empezaba a ocultarse y las luces de la calle ya tenían un buen tiempo encendidas. Caminaron hasta el portón de salida, sin ningún tipo de prisa.
***
—No puedo creer que hayamos dejado todo esto para hoy, ¡fue hace un mes que nos dejaron esta vaina! —se quejó Richard, sudando a mares frente a la computadora.
—A ti te pusieron de delegado, se supone que tú eres el responsable del grupo...—dijo Daniel, mirando a su amigo con los ojos entrecerrados.
Richard giro la cabeza hasta donde estaba su amigo, mirándolo fijamente.
—Cállate y sigue pintando.
Daniel suspiro y siguió su tarea de pintar el dibujo de Richard.
Kassandra y Carolina estaban en un mundo aparte, intentando descifrar los jeroglíficos que Jessica (su letra era horrible cuando escribía bajo presión) había grabado en el papel que se suponía tenían que pasar en el papelote. Habían desistido la idea de preguntar, porque su amiga intentaba hacer un organizador visual con la información que Richard le había dado y hasta el momento no tenía resultados, cosa que la ponía de muy mal humor. Sus arranques de furia eran peligrosos.
—¿Qué tal esta todo por allá?—preguntó Sebastián, sonriendo.
—Prosperando—contestó Carolina, de mal humor y quitándose el cabello de la cara para terminar de escribir.
Sebastián enfoco a Landra y Rachelle en el preciso momento en el que ambas se partían de risa. Ellos tres estaban relajados, sentados en el jardín que Landra cuidaba a morir, con ella podían meterse, pero con sus flores no. Es más, había obligado a sus amigos a lavarse los pies antes de ponerlos en el pasto.
—Aquí la estamos pasando de maravilla—dijo Rachelle, levantando un vaso y mostrándolo a la cámara—corre un rico viento, ¿no lo están disfrutando?
Como toda respuesta, Kassandra le levanto el dedo medio.
—¿Por qué no vienen? —preguntó Sebastián—Así nos divertimos todos.
—Ya cállate—dijo Jessica.
—¿Y yo que hice? Solo fue una pregunta...
—Te voy a pegar la próxima vez que te vea...—amenazo Jessica.
—Ya, estuvo bien.—Landra se apresuró a intervenir—Mejor dejamos de interrumpirlos, ¡suerte chicos!
La videollamada finalizo.
—A veces mucho juntarse con Rachelle lo pone insoportable—suspiro Jessica y volvió a lo suyo.
Terminaron el trabajo tres horas después. Al fin sintieron el enorme placer de tenerlo todo listo para el día de mañana. Al fin pudieron tirarse en la silla, la mesa o lo que tuvieran más cerca para descansar después de todas esas horas que se les habían hecho interminables.
—No me hablen, quiero dormir—dijo Daniel, con los ojos cerrados y la cara pegada en la mesa.
—¡Pero si solo estabas pintando!—se quejó Carolina.
—¿Solo eso? ¡Pinte sin salirme de la raya! ¡Fue demasiado agotador!—se defendió él, con cara de indignación.
Carolina rodo los ojos, iba a decir algo más pero Kassandra se encargó de levantarla por los brazos y sacarla de la sala de Daniel, seguida por Jessica que no paraba de bostezar.
—Ya nos vamos, los vemos mañana si no se los lleva el duende por feos—se despidió Kassandra.
—Está bien... Cierran la puerta... ¡y no se roben nada!—grito Daniel.
—Estamos jodidos.—dijo Jessica, al escuchar el timbre que anunciaba el comienzo de las clases de la tarde sonaba y Daniel no daba señales de vida.
Les tocaba clase con Pérez y ese hombre odiaba la impuntualidad, si alguien llegaba después de él, ni aun viniendo Obama lo haría entrar.
Con la cara pegada a la mesa, Richard rezaba a todos los santos que su amigo se apareciera lo más pronto posible, su promedio perfecto estaba en juego.
—Ya viene Pérez...—aviso Kassandra, al ver a su profesor subiendo las escaleras con el paso lento y cansado que lo caracterizaba.
Al escuchar eso, las plegarias de Richard se intensificaron, Jessica veía como sus esperanzas de aprobar el curso desaparecían ante sus ojos, Kassandra pensaba en una manera de detenerlo, pero antes de llevar a cabo alguno de sus planes, el profesor ya se había detenido a hablar con uno de sus alumnos, que al parecer necesitaba ayuda para terminar uno de sus odiados trabajos.
El corazón se detuvo cuando vio a Daniel entrar por el portón, intento hacerle señas para que se apresure, pero sabía que era muy difícil que su amigo la viera. Daniel hecho a correr y, para su mala suerte, el profesor termino de hablar con el estudiante y seguía su camino hacia el aula, Kassandra se fue a sentar mientras rogaba que Daniel sacara alas y llegara antes.
Cuando Pérez ya estuvo a pocos metros de la puerta, Richard había perdido toda esperanza y ahora ideaba la mejor manera de hacerle pasar un inmenso dolor a su amigo. Pero como si sus rezos hubieran servido, a el profesor se le cayó un lapicero, se agacho a recogerlo y en ese momento apareció tras de sí Daniel, que, sin pensar, salto por encima de él y aterrizo limpiamente dentro del aula. El chico corrió veloz como un rayo a uno de los asientos desocupados.
—Tienes que enseñarme a saltar así—susurró admirada Jessica.
—Creo que no podría, mi habilidad supongo proviene de la ascendencia mexicana de mi familia—contestó Daniel, con una sonrisa y levantándose de su asiento como todos los demás, para saludar a su profesor que no tenía idea de lo que había pasado.
ACTUALICEEEEEE xdxdxdxd
Ha pasado mucho tiempo ajajajaj, espero les guste.
Pd: No me maten :3
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