Capitulo 30: No esperes un recibimiento amigable...

—¡Expelliarmus!—gritó Jessica, golpeando con el lápiz, que ella tenía en la mano, el de Rachelle.

La morena no dijo nada, se aguanto una vez más las ganas de tirarle la silla en la cabeza y se levantó para recoger su lápiz, por cuarta vez en toda la tarde. Como ambas siempre se sentaban juntas, Rachelle ya estaba acostumbrada a soportar a Jessica, con ella demostraba una paciencia enorme.

—¡Wingardium Leviosa!—exclamó Jessica, tirando esta vez las hojas de Rachelle con su 'varita'.

Los papeles se quedaron unos segundos suspendidos en el aire, hasta que, uno a uno, fueron cayendo al suelo.

Esta vez Rachelle apretó los puños y giró para observar a Jessica, dedicándole una mirada con la que no le deseaba nada bueno. Jessica ni siquiera se inmuto ante eso y siguió moviendo su lápiz al aire.

En la carpeta de al lado, Landra le sonreía a Rachelle, aprobando con ese gesto la paciencia con la que la morena manejaba a su amiga. Aunque, si las cosas seguían así, no pasarían mucho tiempo más y Rachelle le iba a dar clases de vuelo a Jessica, tirándola por el balcón del segundo piso.

Por alguna extraña razón, pensar en eso le producía cierta satisfacción a Rachelle.

—¡Aguamenti!

Jessica le mojo la cabeza a Rachelle con el agua que ella tenía en una botella.

Si, eso era más de lo que Rachelle estaba dispuesta a aguantar. Cogió la botella de plástico y la aplasto, mirando con una sonrisa malvada a Jessica, que se había quedado de piedra. Ella no esperaba esa reacción.

—¿Sabes algo? Dobby, Fred y Snape mueren en el último libro. Dumbledore mordía la almohada por Grindelwald y Bellatrix tuvo un hijo de Voldemort. De nada.

Jessica, muda como estaba, se limitó a sonreír tímidamente y enfrascarse en la lectura de su libro, el que se suponía ya debía haber terminado hace minutos.

***

—Como ya sabrán, el mes que viene es el cumpleaños de esta bebé y he decidido hacer una super fiesta con amanecida incluida. Están invitados, pero vayan con regalo y vestidos de forma decente o no entran. Los detalles se los daré luego. Fin del comunicado.

Kassandra se bajó de un salto de la mesa en la que se había subido, la limpio con las manos y regresó a su asiento, muy contenta.

Los días de Abril pasaban con extrema rapidez (sin nada demasiado interesante que contar) dandole, de esa manera, paso a Mayo.

Y en Mayo se celebraba una de las fiestas más importantes de todo el año (y no, no hablo del día de la Madre), ¡ese mes, hace dieciséis años, Liliana había sacado de sus entrañas a su única y última hija, Kassandra!

Mientras estaba en el vientre de su madre, Kassandra no paraba de moverse y moverse. Cuando era una bebé, le gustaba meterse todo lo que encontraba en la boca. Al año ya podía caminar y le gustaba escaparse de su cuna cuando nadie estaba vigilandola. A los dos, había intentado más de una vez meter al gato en el retrete. A los tres, se fugaba del kinder provocando a su profesora sustos de muerte, de hecho, ella fue las más alegre cuando Kassandra terminó el kinder, sus lágrimas eran todas de felicidad... Y algunos todavía se atrevían a preguntar porque Liliana no tenía otro hijo, como que la última ya le daba mucho trabajo, ¿no?

Desde pequeña había sido el terror para todos los adultos que la cuidaban, de grande también lo era, pero ahora Liliana ya no sentía pena de tirarle el sartén por la cabeza, al contrario, se desestresaba y liberaba de toda la tensión del trabajo.

Los días siguientes, la noticia de la fiesta de Kassandra (que prometía ser la mejor del año) estaba circulando por todo el colegio. Incluso los de primero querían ir, aunque estaba más que claro que no los dejarían pasar, pero cuando se quiere, se puede.

—Sabes que no me gustan las fiestas, no cuentes conmigo.

—Invite a Camila—dijo tentadoramente Kassandra.

—¿Ah, sí? Tiene novio por si no lo recuerdas—Carolina suspiro—Además, intentó asesinar mis sentimientos hacia ella.

—Estas un poco desactualizada en las noticias, cariño.

Kassandra hizo como que se limpiaba las uñas mientras una sonrisa de profundo orgullo hacia sí misma se formaba en su rostro.

''Estas un poco desactualizada en las noticias'', esa frase hizo eco en la cabeza de Carolina, repitiendose una y otra vez, cada vez más fuerte. ¿Acaso Kassandra le estaba diciendo que Camila ya había terminado con él y que ahora tenía una mínima posibilidad? Claro, aun no sabía si las chicas le iban a Camila, pero tendría que averiguarlo esa noche, sería valiente por primera vez.

Pero... ¿no se suponía que estaba olvidandola? Bueno, hay cosas que son muy difíciles de hacer y lograr que Carolina se olvide de la chica a la que amaba hace tres años era una de esas...

—No, ni lo piensen.

Una cosa era que haya aceptado ponerse un vestido para la fiesta de Kassandra y otra era ponerse esa cosa... era demasiado rosada y brillante para su buen gusto, aunque, solo hace unos meses, se había puesto uno muy parecido a el que Rachelle tenía en las manos... que horror. Recordar ese desagradable momento de su vida le daba nauseas.

—Si, ¿que tienes en la cabeza, Rachelle? ¿Alguna vez has visto a Carolina en un vestido rosa?—Jessica miró con el entrecejo fruncido a su amiga y, con un movimiento de la mano, le indico que regrese por donde había venido.

—¿No lo recuerdas? En su cumpleaños se puso uno cien veces más horrible que este....—objeto Rachelle, acercándose a sus dos amigas.—Este es decente y estoy segura que le quedara de maravilla.

El rostro de Carolina se había puesto tan rojo como la blusa que Jessica tenía puesta, ella estaba segura (o al menos esperaba) que sus amigos se hayan olvidado ya de esa desafortunada noche, pero no. Claro que no. Ello no tienen cerebro para memorizar las fórmulas matemáticas pero si para recordar un hecho sucedido hace siglos.

Y, ahora que empezaba a recordar esa fatídica noche, ¿acaso Kassandra no le había tomado miles de fotos ese día, cuando ella tenía puesto ese horroroso vestido? Sí, ¿pero dónde estaban esas fotos en ese momento? ¿Y si le robaban el celular y se filtraban esas fotos del desastre? No, no... lo que le quedaba de dignidad se iría al tacho.

—¿Estas bien? Parece como si hubieras visto a ese niño duende...

Jessica le había pisado el pie a Rachelle, dejándola sin habla.

—Se supone que no volveríamos a hablar de eso—le reprocho a Rachelle.—Pensé que había quedado más que claro que eso solo fue un sueño, producto de nuestra gran imaginación, ¡estábamos medio dormidos ese día!

—Un sueño que se sintió muy real—masculló Rachelle.

—Vamos Caro, se que encontraremos un vestido para ti este día—dijo Jessica, ignorando las miradas cargadas de reproche de Rachelle.

Minutos después, Carolina empezaba a preguntarse si fue buena idea haberles pedido a sus amigas que le ayuden a encontrar el vestido perfecto, se estaba arrepintiendo. Empezaba a sentir el fuerte impulso de mandarlo todo al carajo y salir corriendo de la tienda lo antes posible.

Pero antes de que llevara a cabo su descabellada idea, Jessica había llegado con una enorme sonrisa en el rostro y un vestido en las manos, dirigiéndose directamente hacia Carolina.

—Este. Es hermoso.

Bueno, mirándole el lado positivo, al menos no era rosa o algún otro color super eléctrico que le provoque calambre al ojo al que lo viera. Era negro (como el alma de Carolina), con un corte no tan alto y de tiras. A ella le quedaba bastante bien, prueba de eso era que ni Jessica o Rachelle pudieron ahogar las exclamaciones de sorpresa al ver a Carolina con el vestido puesto.

***

—¡Feliz cumpleaños, hermanita!

Michael había entrado a su habitación, acompañado de Elizabeth. La única intención del muchacho era hacer enfadar a su hermana menor, de la misma manera como lo hacía años anteriores.

En otros cumpleaños de Kassandra, cuando ella era más pequeña, Michael solía meterse a las cinco de la mañana en su habitación con la única intención de interrumpir su sueño. Todas esas veces, el chico le gritaba 'Feliz cumpleaños' a su hermana, muy fuerte en la oreja y salia corriendo, riendo a carcajadas. Aunque claro, antes de interrumpir el sueño de Kassandra, le dejaba un regalo al costado de la cama. Al menos era considerado.

—Algo me dijo que hoy debía dormir con un ladrillo a la mano...—murmuró Kassandra, levantandose de la cama y mirando con aspecto soñoliento a las dos personas que tenía al frente.—De ti no me sorprende—dijo, mirando a su hermano que sonreía como idiota—pero de ti, Elizabeth... pense que tendrias mas consideración hacia mi...

—Claro que te tengo consideración, cuñada, solo que todo esto me pareció divertido. Michael es muy gracioso.

—¿Y ustedes no deberían estar trabajando—Kassandra miró a Michael—o preparando la tesis?—Miró a Elizabeth.

—Bueno, es que hoy amanecí un poco...—Michael fingió toser—indispuesto...

Maldito vago.

—¿No es lindo? ¡Ha hecho todo eso solo para estar contigo en tu cumpleaños!—exclamó su novia.—Ojala yo hubiera tenido un hermano así... ¿Sabes? Los mios dejaban mucho que desear, ¡con decirte que mi propia madre se olvida del día en que me dio a luz! Y papá no se queda atrás, si no es por Facebook ni lo recuerda... De todos modos, feliz cumpleaños.

Le entregó a Kassandra el paquete que tenía en las manos, por lo que Kassandra pudo observar, había sido forrado con bastante rapidez. Pero eso no tenía mucha importancia, ya que lo que importa, es el interior.

—Gracias, Beth.

—¡Eh, que yo también puse mi dinero allí!—dijo Michael, mirando a su hermana, que solo apuntó a reír.

Como amaba a ese imbécil.

—¡Sofía!—Su madre la llamo de una manera bastante elegante y distinguida: gritandole a todo pulmón desde las escaleras.

—¡¿Qué?!—gritó Kassandra.

—¡Qué! ¿Cómo que qué? ¡A mi me hablas bonito! ¡Yo te di la vida y yo puedo quitartela!—gritó también Liliana—¡Ahora baja, alguien quiere hablar contigo!

Michael y Elizabeth rieron, mientras Kassandra se levantaba de la cama y bajaba al primer piso, más dormida que despierta.

—Mamá, se te hará tarde para ir a trabajar...

—Siempre hay una primera vez—murmuró Liliana, abrazando a su hija cuando ella estuvo en el primer piso—Feliz cumpleaños. Y alguien quiere saludarte...

Le paso el celular a su hija, Kassandra lo cogió con indecisión.

—¿Hola?

¡Feliz cumpleaños!—gritó una voz al otro lado de la línea.

Kassandra la reconoció al instante.

—Gracias, tío, gracias por acordarse...

Nunca lo olvidaría.—contestó el hermano de Liliana—¿Como estas?

—Bien, ¿y usted? ¿Cómo está la familia?

Bien, bastante bien.

—Me alegro...

Claro...

—Tío, aquí está mi mamá, para que sigan hablando, saludos.

Kassandra le puso el celular en las manos a su mamá, mientras ella negaba la cabeza y volvía a hablar con su hermano.

Por alguna extraña razón, ella no podía mantener una charla con alguien de su familia por más de dos minutos. Sus temas de conversación se acaban demasiado rápido.

—¿Irás al colegio hoy?—le preguntó Michael a su hermana pequeña, cuando él y Elizabeth bajaron las escaleras.

—¿Porque no lo haría?

—Después de todo lo que has hecho, no esperes un recibimiento amigable de los chicos...

Como el cumpleaños de Kassandra caía martes, sus padres habían decidido celebrarlo el sábado de esa misma semana, pues así, nadie seria obligado a ir al colegio o trabajar con un enorme dolor de cabeza por la juerga del día anterior.

—Disfrutan haciendo esto, ¿no?

Kassandra estaba pegada en una pared, siendo acorralada por sus amigos, anteriores víctimas y algunos curiosos.

—No debiste venir.

Si, eso ya le había quedado más que claro, pero de todas formas, gracias Daniel.

Dicen que todo lo que das en esta vida se te es devuelto: si eres amable, otros serán amables contigo, si eres un amargado, te perseguirá la desgracia y si eres de las que tira correazos, huevos, tierra... todo eso volverá a ti y no de la manera más amable posible.

Cuando Liliana vio a su hija, embarrada como estaba de todas las cosas que sus amigos le habían lanzado, no pudo evitar reírse a carcajadas mientras ella entraba y subía a su cuarto. Una reacción bastante parecida tuvieron Michael y Elizabeth, cuando ella pasó por su lado mientras subía a su cuarto. Incluso le tomaron fotos que Kassandra estaba segura se las mandaría a su familia, para que se rían igual que ellos. Ni siquiera dejaron de reírse cuando los cinco, como una pequeña familia feliz, estuvieron sentados en la cena.

Después de esa cena de cumpleaños (los verdaderos festejos se guardaban para el sábado), Kassandra subió a su cuarto, donde sus amigos ya se estaban mofando del estado en el que habían dejado a la cumpleañera. Pero ellos no eran los únicos, pues cuando revisó sus redes sociales, sus primos, tíos, amigos y conocidos ya le habían enviado sus felicitaciones acompañadas de esa foto.

Aunque, si Kassandra se detenía a analizarla con detenimiento y obviando que su cabello y ropa estaban hechos un desastre, ella seguía igual de guapa. Sonrió.

Ni en los peores momentos la belleza heredada de Afrodita la abandonaba.

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