𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖲𝗂𝖾𝗍𝖾
¹⁰⠘⁰⁰ ᴬᴹ
ᴱⁿᵉʳᵒ ⁶⸴ ²⁰²²
Mai regreso al hospital mental dónde están atendiendo a Bright beneficiariamente gratis gracias al papá de Mew. Ella entra vistiendo una camisa blanca de mangas cortas con unos mahones de rotos enormes y tenis blancas. Su cabello largo rebotando sobre sus hombros al son de su caminar. Cuando de repente, tan solo caminando por el lobby, unos dos hombres llegan a ella. Dos hombres vestidos en bata de hospital ósea que son empleados. Ella los mira toda neutral, deteniéndose.
—A ver, ¿sucede algo?— Ella pregunta. Pensando en cómo dirigirse a ellos dado a que no son guardias de seguridad. Los mira de cabeza a los pies antes de mirarlos a los rostros. —Enfer... ¿meros?— Sonríe incómoda alzando sus cejas. Los hombres permanecen serios entonces abren camino para que el director, padre de Mew, quede en medio de ellos.
—Okay, me estoy asustando, ¿pasó algo con Bright?— Ella pregunta mirando a los dos hombres antes de mirar al director. Súper nerviosa.
—Ay, mi niña.— El director apena tanto su voz como su rostro. —¿Por qué escapaste ayer?
—... ¿Qué?— Ella pregunta casi en un susurro. El director no responde, mirándola apenado. Ella mira a su alrededor porque hay clientes sentados en sillas alrededor de ellos que están mirando. Todos curiosos o simplemente de presentados. Incluso las enfermeras tras la caja están mirando.
—¡¿POR QUÉ ESCAPASTE, PACIENTE HOORNE?!— El director alza su voz a propósito. Como si quisiese ser oído por todos. Mai agranda sus ojos. Entonces mira a todas las personas a su alrededor totalmente indignada antes de mirarlo a él. —¿Disculpa? Yo no— Ella bufa sin poder creerselo. — ¡yo no soy ninguna paciente aquí! ¡Vengo a ver a mi amigo! ¡Eso usted lo sabe!
—Regresenla a su habitación.
El director dice cuando ella NO tiene ninguna habitación. Ella NO es una paciente. Seguramente el director está haciendo esto por el secreto que ella descubrió. Por lo que VIO el día anterior. Uno de los empleados estira su mano a agarrarle una muñeca a ella, pero ella retrocede su brazo, alejándolo de su alcance entonces mira determinada al director. Alzando su mentón.
—Usted está haciendo esto por lo que vi, ¿no es así? Usted no tiene derecho a encerrarme. Puedo decirle a todos AQUÍ y AHORA lo que vi--
Ella iba alzando su voz para ser escuchada cuando una enfermera llega a ella de la nada, poniéndole una inyección en el cuello. Mai abre su boca en grande, mirando al director con un terror inimaginable. La inyección no la deja articular nada así que solo traga fuerte antes de que su cuerpo vaya perdiendo balance. Tan solo desfalleciendo.
La enfermera de uniforme azúl la sostiene mientras esta va perdiendo el conocimiento. Los empleados masculinos se acercan a ellas para ayudar a la enfermera con el cuerpo. Ellos rodean sus hombros con los brazos de la femina para entonces arrastrarla con ellos por el largo del lobby. El hombre mayor aplaude con sus manos riendo para disimular el tenso ambiente. Este mira a todos los clientes.
—Una disculpa a todos, a veces nuestros pacientes no son fáciles. Pero ya pasó, ya termino. Que tengan un buen día y que yo los atienda pronto.— Él bromea por lo que muchos ríen y asienten sus cabezas en dirección a él. Tan pronto él se da la vuelta, reduce sus propias risas para ir achicando esa sonrisa hipócrita suya. Cambiando su mirada a una de completo enojo.
Los empleados pasan por las habitaciones cerradas de los pacientes, entonces abren una que está vacía, exponiendo una habitación con una camilla a una esquina e una ventana transparente enfrente. La acuestan en la cama entre los dos y el director llega a la habitación. Deteniendo su cuerpo al lado de ella.
—Que las enfermeras se encarguen de vestirla. Necesitamos retenerla aquí hasta que yo pueda llegar a un acuerdo con ella.
—De acuerdo.— Dicen los empleados.
—Busquen a las enfermeras. Ya.— Ordena el director. Sus fieles empleados asienten solo una vez para caminar determinados a la plateada puerta de la habitación. Salen por esta dejando al director con la muchacha.
El director la sigue mirando apenado solo que con un enojo interior. Como si estuviese molesto por lo que ella hizo. Molesto de que ella descubriese su secreto. —Si no te hubieras enterado de nada, no estuviéramos haciendo esto.— Él se queja, pero ella está profundamente dormida. Nada de lo que diga lo va a escuchar. Con otro suspiro, aquel director se agacha sobre su cuerpo para robarle el teléfono a la chica, sacándolo de uno de los bolsillos a ella para adentrarlo en uno de sus bolsillos y abandonar la habitación.
La habitación en dónde la pusieron es en el pasillo dónde está la habitación del paciente con el que ella habló el día anterior. Ese que le dijo que el director era un mentiroso. Pues vaya que no se equivocaba. El joven paciente de las advertencias está mirándola a ella a través de la pequeña ventanita de la puerta. Plasmando sus manos a los lados de esa ventana para quedarsele mirando con interés desde su habitación. Parpadea varias veces con su boquita entreabierta.
—Ay, no — Susurra impresionado con el tonado de un lunático. Agranda los bordes de sus ojos. —la pusieron aquí.— dice como último raspando la ventana de su habitación con las yemas de sus dedos. Solo raspa un dedo en línea vertical, deslizandolo hacia abajo hasta tocar el margen de la ventana.
📟
Triss está sentada de rodillas junto con Boun, ambos frente al hombre que los salvó, frente a la fogata. Este estaba a unos pasos de ellos, también frente a la fogata.
—Yo llevo aquí apenas un mes.— Dice el hombre.
—Pero ¿qué usted come?— Boun pregunta mirando a su alrededor. El hombre se le queda viendo al chico antes de formar una sonrisa de labios simpática. Suspirando rendido porque sabrán las reacciones de asco que tendrán al oír lo que él come.
—Como las carnes que ese feo monstruo de allá tira.— Habla el hombre.
—¿Las bolas de granos?— Pregunta Triss aún más traumada. Boun llena sus cachetes con un sonido similar al de vomitar, por ende; se cubre la boca con un puño. Pero no llega a expulsar nada. Eso solo hace reír al hombre un poco.
—Saben ricas al calentarlas con esto.— Él anuncia apuntando con su mentón a la fogata. Los jóvenes miran rendidos a la fogata, pero Triss decide que le va a restar importancia a ese detalle. Es mejor saber otras cosas. Así que con una mirada agotada, alza sus ojos de la flameante fogata para mirar con sinceridad al hombre. —¿Qué usted hace aquí? Ósea, cómo llegó aquí.
El hombre reduce su sonrisa de labios. Ahora levantando sus rodillas a su pecho para abrazarlas. Poniéndose cabizbajo. —Vine aquí con la misión de informar a los de afuera qué es lo que hay aquí. Yo trabajaba en el Área 51, así que técnicamente soy un fugitivo porque me desaparecí. Ni siquiera renuncié. Y esa que está allí arriba con patas de cabra e garras — Bufa una risa sarcástica. Sin gracia alguna, apuntando arriba con su dedo índice. —es mi hija.
Con lo anunciado, finalmente alza su mirada hacia los jóvenes. Estos se sorprenden intercambiando miradas perplejas. Vuelven a mirar al hombre, Triss tomando la iniciativa:
—U--Usted ¿experimentó con su propia hija? ¿Por qué ella está así, señor?
—Yo no experimenté con mi hija. Jamás le haría algo como eso a mi niña. Ellos... Se aprovecharon que mi hija era siempre tan curiosa. Venía al trabajo a llevarme comida todos, pero todos los días, si vieran su rostro... Era tan hermosa.— La voz del hombre suena cálida, con un tonado nostálgico lleno de anhelos desperanzados. —pero uno de los días que fue a verme yo había salido a comprar unas pastillas recetadas, entonces ellos la engañaron invitándola a pasar para ver sus experimentos. Cosa que nunca le permitían hacer. Pero la cogieron a ella, cogieron a mi bebé, entonces la hicieron beber algo y... ¡Y!— Él hunde su rostro en sus piernas mientras se agarra la cabeza con jadeos frustrados.
𝙳𝙸𝙰 𝚄𝙽𝙾- 𝙴𝚇𝙿𝙴𝚁𝙸𝙼𝙴𝙽𝚃𝙰𝙲𝙸𝙾𝙽 𝙳𝙴 𝙻𝙰 𝙼𝚄𝙹𝙴𝚁 𝙲𝙰𝙱𝚁𝙰
²⁰¹⁹
Dentro del área 51, se encuentra el hombre de la bengala con un mejor aspecto, ahí no tiene el bigote de candado ni canas, su cabello está elegantemente recogido hacia atrás. Se ve hasta más joven. Él está parado junto a otro hombre. Ambos vestidos en batas de cientificos solo que el padre de la chica carga una libreta de apuntes.
Están en un pasillo aislado frente a un pequeño corral lleno de alfalfa amarillo. En ese corral hay una pequeña cabrita negra caminando por ahí mientras su hija está sentada de rodillas frente a ellos ya teniendo sus pupilas bastante grandes e negras, pero aún no cubren toda la retina de sus ojos.
Ella ladea su cabeza de lado a lado, manteniendo su lengua afuera y jadeando como un perro sediento. Sus piernas aún eran normales, pero anda desnuda con el cabello cubriendo sus pechos. Un collar estilo mascota alrededor de su cuello proporcionado por el mismo Área 51, y sin pantalones, pero por suerte ella anda con sus manos juntadas encima de su parte íntima.
—Le quisimos poner ropa, Jennings,— Habla el director del hospital a su lado. El padre mirando perturbado a su chica. —pero ella no quiere. Pelea con todos si lo hacemos y, misteriosamente tiene una fuerza descomunal. Así que preferimos dejarla tranquila así cómo está.— El hombre habla con tanta normalidad que eso hace hiperventilar la respiración del padre de la chica. Mirando desconcertado a su hija por lo que le hicieron. Lo que sea que la hicieron beber atontó su cabeza. A un nivel en que ella no podía ni hablar como la humana que era.
El hombre miro al director para el cuál trabajaba con sus ojos cristalizados. Cambió totalmente a su hija. Su hija ya no volvería a ser la misma, y oh, no se equivocaba en pensar eso.
—¿Qué fue lo que le hicieron?— Pregunta casi en un susurro. Completamente destrozado.
—Qué-- Ah, uno de los empleados al parecer le dio de beber una agua que era para la cabra. Estábamos poniendo a prueba ADN de un Dimophordon de unos huevos intactos que encontramos junto a, bueno, ahora añadimos ADN de cabra para ver si tu hija recibe más el de cabra para--
Se nota como el hombre se pone nervioso en su hablar. Este detiene sus palabras carraspeando con la garganta porque sabe que lo último no tiene sentido. Sabe que lo último fue hecho porque desde un principio planeaban usar a la pobre hija del científico para sus proyectos, por eso añadieron la sangre de cabra. El científico no tarda en comprenderlo todo, entonces mira a su hija todo rendido.
𝙰𝙲𝚃𝚄𝙰𝙻𝙸𝙳𝙰𝙳
—¿Entonces? ¿Qué sucedió?— Pregunta Boun, demasiado metido en la historia del pasado. El hombre se pone cabizbajo negando con un suspiro agotado.
—Ella perdió todo el control. Creció de estatura, mató a la cabra con la cuál basaban sus pruebas, MATÓ al director y la sedamos. De ahí la pusimos a ella aquí. No le gusta mucho la luz del sol así que se queda aquí adentro. Al de los granos lo metimos aquí también porque aparte de que era muy peligroso, no puede salir de las oscuridades. Le asusta el fuego. Y Ruther...
—Espera ¿hay tres monstruos?— Pregunta sorprendido Boun. Luego de darse cuenta de su expresión, dice suavemente: —Sin ofender.
El hombre suspira. —El tercero es el director del área 51.
—Pero usted dijo que había muerto.— Triss dice.
—Una parte de él murió. Él se lleva a las personas a una planta más baja de la cueva.— Sigue explicando el hombre. —Imagino que está tras algún otro hueco que haya por aquí alrededor.— Supone.
—El walkie-talkie que ven por ahí lo uso para informarle a una persona de las cosas que veo aquí. La persona las escribe en la web oscura.— El hombre sigue explicando.
—De ahí los rumores.— Dice la chica.
—De ahí los rumores.— Concuerda el mayor.
—Pero si hubieron más personas aquí...— Comienza Boun extrañado. Mirando a su alrededor. Triss lo mira también. —¿Usted no las ayudo? ¿Por qué no están aquí? ¿Ninguna escapaba de su hija y llegaba aquí abajo?
Triss frunce el ceño. Ahora teniendo la misma duda. Ella voltea su rostro hacia el hombre. Este se les queda mirando serio. Comienza a ensanchar las cornisas de su boca en una sonrisa, seguido bufa cabizbajo negando con su cabeza. Viéndose un poco loco.
—Bueno, sí, pero ya saben: muchos de esos exploradores son tontos. No son capaces de sobrevivir. Algunos bajaron aquí. Les salve la vida, quisieron buscar salidas y encontraban sus destinos fatales.— Él se pone de pie ahora caminando a una esquina a la derecha. Llega a la pared de la esquina doblandose para recoger algo de debajo de una camisa negra. Una camisa tirada ahí. Extrañamente. —Otros, pues...
Triss y Boun no le quitan la mirada.
De debajo de esa camisa saca un cuchillo así que ambos se alteran. El hombre voltea hacia ellos con una sonrisa psicótica. —me los comía.— Simplemente dice.
Los chicos respingan ahora poniéndose de pie. Boun poniendo a Triss detrás de él para protegerla. Ella mira con miedo al hombre sobre el hombro de su protector.
—Por favor, nos iremos, si nos mata ese monstruo pues habrá sido nuestro problema, pero ¡por favor!— Boun suplica con una mano estirada delante de ellos.
El hombre comienza a reír meneando ese filoso cuchillo que se carga. —Eres gracioso, chico, pero verán, hace tres días que nadie venía, no puedo salir o mi propia hija me mata si yo subo así que: tengo hambre.
El dúo respinga.
Aquel hombre lunático ríe alocado corriendo hacia los chicos con el cuchillo alzado al lado de su cuerpo. Boun se desespera, pero toma en cámara lenta uno de los palos de madera que contiene la fogata para pegarle en el rostro con todo y fuego al hombre. Este desvía su rostro ante el palazo, su cuerpo girando en las suelas de sus botas, con la boca bien abierta.
El fuego comienza a esparcirse en él desde su cabello hasta abrazarse a su piel. Recorriendo toda su carne e incluso, se impregna a la ropa del hombre. El hombre grita por el fuego, pero cae al suelo. Sobre su propio pecho. Gritando. Este se retuerce soltando el cuchillo.
—¡AHHHH! ¡AHHHHHHHH! ¡AHHHHH!— Grita mientras se agarra sus propias mejillas. Las rasga inclusive o se toca todo el cuerpo ahora con fuego quemándolo.
El dúo lo observa quemarse hasta la muerte.
Su cuerpo deja de retorcerse. Deteniendo sus gritos. Para quedar en una esquina prendido en fuego. Ya muerto. Boun vuelve a tirar el palo de madera de fuego en la fogata. Respirando agitado.
—¿De dónde habrá sacado esos palos?— Se cuestiona.
—Seguramente ya los traía. Sabiendo que vendría a esta cueva.— Supone Triss. Ella suspira agotada acostando su rostro en uno de los hombros de Boun. No llevan mucho de conocerse, pero ya se siente cercana a él de lo tanto que se han protegido en tan corto tiempo.
Boun suspira antes de llevar una mano a acariciarle el cabello.
—Sí. Eso hace sentido.— Él murmura concordando con la respuesta de la castaña de tintes morados.
Él se separa de ella para que ambos se miren. Ambos frente a frente. Permanecen mirándose. Sentían esa atracción desde el principio en que se vieron. Las llamas de la fogata daban un color cálido e reconfortante a la escena. Triss acerca su rostro al de él sujetándolo de la nuca, colisionan sus labios.
Los ojos del chico ceden a cerrarse durante el beso. Los de ella se cerraron involuntariamente incluso antes del beso. Permanecieron quietos en el primer beso. Hasta que Boun la toma de los codos, dándole un segundo beso.
Ladean sus cabezas en direcciones opuestos para suavemente, intensificarlo. Aplastando un poco más sus labios. Ella desplaza su mano de la nuca del chico a la mejilla de este. Acariciándola. Sintiendo su calor corporal.
Se separan para mirarse. —Hay un hombre muerto quemándose atrás de nosotros.— Comicamente avisa el castaño.
—Era un cretino.— Ella incita alzando una ceja en su traviesa sonrisa.
—Sí. Admito que se lo merecía.— Boun responde todo rápido, sorprendido con la neutralidad de la chica. Ella lo vuelve a besar suavemente entonces. Él cede a ella, besándola con todas las ganas de su ser.
📟
Al paso de minutos, estaban desnudos, Boun sentado en la misma esquina donde estaban solo que con su espalda contra la pared y ella encima de su regazo. Sus brazos agachados con sus manos sosteniendose a los anchos brazos de Boun. Por ende la vista a sus pechos solo era visible para él, no para otros ángulos.
Ella brinca lentamente sus caderas, su cabello suelto sobre sus hombros. Haciéndole el amor suavemente. Su redondo culo rebotando con lentitud encima de los muslos del castaño.
—Huh.— Él gime, apretando la masa de sus caderas. Esa piel tan suave, exquisita, que se arruga un poco con los agarres. Él mueve su rostro a un lado de su cuello a repartir besos.
Ella comienza a gemir mientras sigue brincando lentamente. Trata de besarle un lado del cuello a él, pero él es quién mueve sus caderas de arriba a abajo. Embistiendola a ella. Ella rebota un poco más, aunque lento.
Sus gemidos incrementan. Son delicados e aún suaves, pero suben un poco de volumen. Él le toca los discos de su espalda, ahora moviendo sus besos a uno de sus hombros. Le da un último beso a su hombro antes de subir de intensidad. Rebotandola un poco más rápido.
—¡Boun!— Ella se agarra en un puñado de su cabello rebotando ahora más fuerte y rápido. Gimiendo. Él se detiene, —Date la vuelta.— pide.
Ella se da la vuelta, volviéndose a sentar en su regazo, acostando los discos de su espalda en el pecho contrario mientras mantiene una mano atrás de ella en el cabello contrario. Sus pechos ahora sí expuestos y su abdomen bajo.
Él vuelve a introducirse y a embestir con la misma velocidad. Volviéndola loca. Ella frunce el ceño abultando sus labios eroticamente mientras mira abajo.
—Agh.— Ella gime acostando su cabeza en uno de los hombros del chico mientras él la toma de sus pechos expuestos, apretando estos, y sigue embistiendo ese culo con bastante rapidez pero manteniendo el placer.
Él ladea su rostro hacia el de ella entonces se besan. Volviendo a besarse con gemidos de por medio. Gemidos altos de parte de ella que incluso debe separarse de él, tomar un respiro entre gemidos y volver a besarlo.
Él le rodea su abdomen con uno de sus brazos sin soltarle un seno, hasta que ambos se corren. Respirando agitados y tratando de controlar sus respiraciones. Mirándose a los ojos. Permanecen viéndose súper bonito, como si fueran amantes de toda la vida... Como si fuese el destino de ellos haber cruzado caminos.
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