𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮𝖼𝗁𝗈

¹²⠘⁰⁰ ᴾᴹ

La Mujer Cabra regresó a las oscuridades cuando vio que nada podía hacer.

Gulf y Mew han decidido usar el móvil del moreno para ver sus fotos como pareja que llevan años siendo. Ahora quién está acurrucado es Mew con la cabeza acostada en uno de los hombros de su dulce chico. Tienen las linternas de ambos el teléfono y la linterna como tal apagadas. Así que lo único que los ilumina es la luz de la pantalla. Ríen tristes cuando pasan a una foto en la que ambos están dentro de un restaurante teniendo sorbetos aún sin abrir dentro de sus fosas nasales como focas. En ella Mew está mirando la cámara mientras que Gulf tiene los ojos para arriba como foquita retrasada con una sonrisa del Grinch, mostrando solo sus dientes de leche.

En otra foto de la misma situación, Mew es quién hace que sus ojitos se miren como segunda foquita retrasada con la misma sonrisa.

Ambos ríen un poco más por esa. Pasan a otra en la que están dentro de una piscina parados en el borde de esta, ambos con sus brazos sobre el borde de la piscina, hombro a hombro, sonriendole bonito a la cámara.

Pasan de esa foto entonces hay una en la que están más alejados del borde de la piscina, básicamente en medio de esta, siendo arropados por los rayos del sol que los ambienta como sombras, pero se ve que están compartiendo un beso. El moreno con los brazos rodeando el cuello del otro mientras el otro lo sostiene de las caderas.

Justo al ver esa foto, la pila del teléfono muere. —El tuyo también... ¿Se apago?— Pregunta con miedo el moreno.

Mew saca su teléfono de uno de sus bolsillos. Prende la pantalla rota. Aparte de revelar que no tiene señal aquí adentro, revela que solo tiene 11% de batería.

—Está a punto de seguirle los pasos al tuyo.— Dice con una voz triste también, adentrándose el teléfono a su bolsillo. —Tranquilo, bebé, saldremos de esto.— Susurra aún esperanzado el pelinegro abrazándose más a él.

Por otro lado, los cuatro amigos a unos pasos de al lado, están tensos. Off no demasiado como la pareja mixta que andan a un lado de él mirando a la nada.

—¿Podemos al menos bajar a la roca de abajo para hablar?— Mel dolorosamente interrumpe el silencio para mirar a su novio con los ojos cristalizados al igual tiene el área bajo sus fosas nasales toda húmeda. Ha llorado, en silencio, durante todo este rato. Sin poder contenerse más. Perth voltea a verla con ese rostro siempre tan comprensible. Él asiente lentamente.

—T--Tengan cuidado.— Off les avisa tiernamente mientras ambos se mueven. Estos le agradecen antes de bajar a la roca de abajo. Una vez posan en esta, se sientan, acostando sus espaldas contra la pared rocosa. La chica abrazando sus rodillas contra su pecho. El chico creando la misma posición solo que cabizbajo.

—¿Cómo fue que lo supiste?— Ella pregunta con su tonado adolorido tomando la suficiente valentía para mirarlo a la cara.

—No creo que lo recuerdes. La noche que me fuiste infiel llamaste borracha. Llamaste llorando, Mm, bastante gritona de hecho. Gritabas cosas como: «Lo nuestro no va a funcionar» «Perdoname, es solo que siento que mi cabeza va a estallar» «Quiero que estemos juntos». Yo trataba de tranquilizarte en la otra línea, pero colgaste. Al rato, cuando vi las fotos de instagram que publicabas o alguien más lo hacía por ti, en una estabas abrazando a una chica de la cintura. Le agarrabas todo el trasero, ambas con vestidos cortos... Fue suficiente para mí captar la idea. Así que ¿recuerdas mi amigo homosexual, Mark?

—¿Lo hiciste con Mark?— Ella pregunta sonriendo un poco. Él va sonriendo. —Es decir, sé que soy tu novia y debería estar, como, disgustada o algo así pero no lo estoy. Probablemente porque no tengo derecho a quejarme, pero ¿Mark? Debe haber sido el hombre más feliz en ese momento. Él siempre quiso coger contigo.

—Sí, bueno, pues lo hicimos. Por suerte no ha arruinado nuestra amistad.— Perth cuenta frotando sus palmas de arriba a abajo aún recordando el momento. La chica ríe hasta volver a mirar frente a ellos.

—La tuya ¿te salió psicótica?— Pregunta el moreno.

—No tienes idea. Se obsesionó conmigo cuando lo que tuvimos fue solo algo de una noche.

—Consecuencias.

—Consecuencias. Así es.

—... ¿Me sigues queriendo?

—Eso debo preguntarte yo a ti. Aquello fue... Un estúpido error porque soy tan estúpida como para emborracharme en una fiesta y--

Perth la toma de las mejillas acercándola a su rostro. La calla al colisionar sus labios. Ella cierra sus ojos en el instante, dejándose llevar llevar en el beso. Ambos sumidos en el. Con sus ojos cerrados.

Mel responde el beso con otro, sujetada a los codos del bronceado. El bronceado retrocede sus rostros solo a pocos centímetros. Ambos mirándose antes de crear pequeñas sonrisas.

—Solo no me vuelvas a hacer lo mismo ¿está bien?— Regaña el bronceado.

—No lo haré.— Ella responde en una voz enamorada, reflejándose eso en sus ojos, vuelven a besarse. Apasionando cada uno de los siguientes besos.

📟

First despierta con un respingo, mirando a su alrededor con terror. Está en una oscuridad abrazadora. Este grita a través de un pañuelo con el que han atado a su boca, poniéndolo entre sus labios para hacerle un nudillo en la nuca. Su rodilla aún duele por lo que grita un poco. Lloroso.

Trata de moverse, pero se da cuenta que está sentado en una silla. Sus muñecas están atadas a los brazos de la silla con correas marrones, sus tobillos están atados a los pies de la silla. La rodilla sigue con su hueso salido de sitio, hay sangre por toda la pierna del chico.

—AYUFA, ¡AYUFA!— Grita a través del pañuelo con lloriqueos agachándose para enfrente. Bufa fuertemente con unas lineas de saliva bajando de su boca. —Mmgh- ¡ngh!— Llora, volviendo a acostar su espalda contra el espaldar solo que cabizbajo.

Escucha unas pisadas firmes y fuertes. Va abriendo sus ojos con terror sin querer mirar atrás. Pero las pisadas se hacen más fuertes hasta que el hombre pasa de él, el pelinegro lo sigue con la mirada, sollozante. El hombre posa delante de él sin mostrar el rostro ni nada. El hombre solo parece estar disfrazado de verdugo o capaz eso era.

—¡Mgh! Por favoh— First trata de hablar a través del pañuelo. Él niega con la cabeza mientras llora. —noh me lastimes.

El Verdugo ladea su cabeza para un lado, luego para el otro, hasta finalmente enderazarla con lentitud. Jugando con el miedo del chico. Él se agacha para tomar la otra pierna del chico mientras este niega con su cabeza gritando fuertemente a través del pañuelo.

First le da un rodillazo en el rostro con esa pierna buena. Haciéndolo caer al suelo. El joven se agacha sobre una de sus manos para coger con sus labios (lo más que puede) la correa, e irla retirando del enganche. Apurandose cómo más puede. Se retira la correa y saca su mano. Entonces se ayuda así mismo con su otra mano. De una vez se baja el pañuelo a su cuello.

El Verdugo se está comenzando a poner de pie con gruñidos. First se apresura con lloriqueos a abrir la correa de su tobillo bueno, luego abre la de su rodilla rota.

—CARAJO, CARAJO...— Él sale de la silla cojeando. Tratando de alejarse del verdugo. Al voltear ve una mesa en la esquina con varias herramientas de tortura oxidadas o ya con sangre seca que supone, el Verdugo usaría con él. Se apresura a esa mesa mientras que a unos pasos atrás ya El Verdugo se pone firmemente de pie.

First toma el maso temblorosamente. Llegando a la mesa. El hombre cede a correr. Corriendo como un mismo atleta o así lo demuestra la posición de sus brazos. First se da la media vuelta para mirar con miedo sobre su hombro al hombre.

El Verdugo se lanza a él tumbandolo al suelo, First gruñe pues al caer aparte de que su cabeza se golpea duro contra el suelo, su mano del maso se abre. Dejando el maso sobre el suelo.

—¡AHHH!— Vuelve a gritar por la rodilla. El Verdugo toma el maso, lo alza sobre su cabeza con ambas manos, pero First abre sus ojos a pesar del punzante dolor.

—NO SÉ QUÉ CARAJOS ERES, PERO NO HOY, HIJO DE PERRA.

El Verdugo no contó con que el chico logró tomar unas tijeras súper afiladas. Este apuñala al Verdugo en el costado. Hundiendo su filo ahí, siente las entrañas del otro incluso las escucha sonar, cuando mueve a un lado las tijeras. Aún dentro de esa carne. La sangre del Verdugo no se hace esperar. Este incluso gruñe tirando a un lado el maso. Simplemente dejándolo caer. Aunque su rostro no fuese visto podía decirse que estaba impactado. Realmente impactado por el jovencito.

El joven siente su alma irse cuando el hombre comienza inclinarse sobre su cuerpo con temblores. Se sigue inclinando, más, más, más.

First cierra sus ojos ya rindiendose con la vida. Se preparó para morir. Ya lo decidió en cuestión de segundos: va a morir fin del tema. Ahí termina su vida.
Desvía el rostro con su boca en forma cuadrada significando un «Oops». El hombre solo sigue inclinándose. No parece parar.

Hasta que su cabeza solo se desploma en el pecho del joven. Simplemente se queda ahí como cuando alguien pone una pila de libros encima de una mesa. Ninguno se mueve, solo hacen sonido al desplomarse. Tras ello todo es pleno silencio pues vida no tienen. Así sucede con este hombre ahora mismo. Está completamente inmovilizado.

Al esperar unos segundos más a ver si su mente no le está jugando un feo juego o si ya está muerto y ha entrado al infierno, abre un ojo antes de abrir el otro, vuelve a reacomodar su mirada, viendo la cabeza del Verdugo. Temblorosamente empuja el cuerpo a un lado quitándoselo de encima con jadeos. Pegando un jadeo cada vez que el cuerpo rota por el suelo hasta quedar sobre su espalda de brazos abiertos. El pelinegro se sienta con la respiración agitada, hombros encogidos, brazos apegados a su propio pecho, ojos ensanchados.

—No puedo creer... Que realmente lo maté.— Susurra impresionado. Mirando a la nada frente a él. Lentamente vuelve a girar su rostro hacia el del Verdugo, para entonces ponerse de pie poco a poco. Una vez parado (consta que no pone en el piso el pie de rodilla rota) cojea hacia el Verdugo.

Cojea y cojea hasta detenerse frente al cuerpo. Se agacha con jadeos de dolor. Puramente dolido por la rodilla. Hasta que vuelve a sentarse solo que de costado. —Dios.— Gruñe arrugando su mentón mientras sella sus labios en una delgada línea. Sintiendo un dolor que le cala hasta los huesos. Mira al Verdugo una vez más. Queriendo descubrir la identidad del hombre. Ese rostro cuya oscuridad de la capucha no deja ver.

Estira sus manos a la capucha del hombre. Una vez se aferra a los bordes de la capucha, empuja hacia atrás esta y entonces se revela el rostro de un hombre en sus 40 que no lucía nada mal para su edad excepcionando una larga, fea, cicatriz que cruza desde su cien derecha por toda la mitad de su rostro a su mejilla izquierda.

El joven First se sorprende por su rostro. Frunce el ceño inclusive, pero se mantiene a distancia del muerto.

—Tengo que ver... Si encuentro a los chicos.— Habla el joven adolorido, ahora yéndose con cojeos. Este saca su teléfono de uno de sus bolsillos. Su teléfono tiene la pantalla rota por cuando el oso lo tumbó al suelo, pero de todos modos parece funcionar. Él enciende la cámara y linterna mientras camina.

📟

Triss tiene su ropa puesta de nuevo, al igual Boun. Estos cargan palos de madera encendidos con el fuego de la fogata en una mano, en la otra Triss lleva su teléfono con la linterna encendida y grabando. Boun lleva la linterna pues a su teléfono se le acabó la pila. En los bolsillos traseros de los cortos de Triss está el walkie-talkie que el hombre mayor usaba. Lo cogieron en caso de cualquier cosa.

Boun va detrás de ella mientras que sigilosamente se disponen a salir del hueco. Agachados. —Bien, sabemos que su debilidad es el fuego.— Ella susurra.

—Entonces solo debemos amenazarlo.

—Exacto. ¿Estás listo?

Cuando salen del hueco, restauran sus espaldas teniendo los palos incendiados frente a sus cuerpos. El dúo intercambia miradas. Ambos mirandose.

—Mientras estés conmigo, sí.— Boun dice. Ella asiente con su cabeza dibujando una agradable sonrisa de labios en su rostro. Entonces miran para enfrente con rostros determinados. Sus pechos delatan por el repentino bajón como expulsan sus voluntades para proseguir caminando. Marchan firmes. Dejando todos los miedos atrás o eso intentan, sin embargo, vaya que lo están logrando. Incluso los ojos de ambos cambiaron a ojos feroces demostrando que por supervivencia ellos eran capaces de cualquier cosa.

Iluminan el trazo oscuro con las llamas en sus palos. Esas llamas que se mueven de lado a lado con la caminata, pero que por mano de Dios no se apagan. No se apagan para nada. Siguen caminando como guerreros que quieren ser.

Van llegado al área dónde Triss fue atacada aún así son tomados de sorpresa cuando el monstruo sale de las sombras corriendo furioso. Ellos pegan brincos deteniéndose en su sitio, y el monstruo se congela delante de los palos de fuego.

—Carajo, carajo.— Boun se queja todo rápido, ambos estirando sus palos de madera para amenazar a la criatura. La criatura los mira. Sus ojos café mirando los palos de fuego frente a él con terror. A pesar del terror reflejaban curiosidad.

Ambos se mantienen firmes en sus lugares, sujetando los palos de madera. Esperanzados de que solo eso baste. La criatura sigue parada frente a ellos estabilizando su furiosa respiración. Mirándolos de lado a lado. Escaneando una de dos cosas: a los sujetos o a los palos de fuego.

Permanecen segundos así. En silencio. Los humanos mirando a la bestia; la bestia mirando a los humanos. Ambas bandas compartiendo el mismo miedo: miedo a lo desconocido.

Se siguen mirando. Ambos bandos mirándose detenidamente.

Cuando la bestia decide mover su mano en el aire como una bofetada y vuela a Boun por los aires. Este vuela por ellos con un grito. Dejando caer el palo de fuego a un lado.

—¡BOUN!— Grita la femina volteando con la linterna de su teléfono a dónde cayó Boun. La cámara del teléfono refleja la escena en su pantalla portátil. Incluso deja audible los jadeos desesperados de la castaña. Ella voltea el teléfono de nuevo alfrente de ella con demasiado miedo.

La cámara refleja cómo la bestia se acerca súper cerca al rostro de la chica. Esta se encoge de hombros, faltandole la respiración, lágrimas cayendo de sus ojos. Su cuerpo volviendo a temblar. En la pequeña pantalla portátil del teléfono solo se ve de cerca el pecho e cuerpo de la criatura asomados.

Mientras que fuera de esa camarita la criatura tiene su rostro a centímetros de la chica. Su enorme cuerpo dejando a la castaña petrificada.

—Ya le perdiste el miedo al fuego... Supongo.— Ella dice toda temblorosa a pesar de las lágrimas que ruedan bajo sus mejillas.

—Supones bien.— La criatura dice en una voz típica de fortachón. Dejándola retener su respiración. Ella no se esperaba contestación. La criatura sencillamente pone su dedo pulgar e dedo índice en la punta del palo, apagando la llama. Dejando todo a cargo de la linterna del teléfono de Triss. Que solo ilumina el tórax del monstruo.

De repente, a Triss le viene a la cabeza todas las veces en las que ha tenido que reprimir su ira. Por ejemplo con lo de aquel hombre que se masturbaba sin vergüenza alguna en la playa, eventos pasados en la escuela dónde siempre era molestada por una niñita mimada con tan poca confianza que debía molestar e hacer mal a la que sí era bonita para poder sentirse poderosa. Siempre quiso volarle los dientes a esa niña buena para nada. Pero siempre se contuvo.

A pesar de los empujones en el patio trasero de la escuela.

A pesar de las humillaciones frente a todo público.

A pesar de las burlas.

Triss contuvo todo. Y eso... Solo la hacia sentirse ENFERMA. Ya no más, ya era hora de soltar esa ira. Sin importar el riesgo que corre de morir, aunque sea solo por una vez, DEBE SOLTAR SU IRA.

Por eso, un segundo antes de que las llamas del palo fuesen apagadas, justo cuando la bestia colocaba sus dedos en el palo, la criatura no notó cómo Triss en un parpadeo intercambio su mirada a una de sonrisa psicótica.

Cuando el fuego se apagó y solo quedó la luz de la linterna, ella dice con una voz totalmente opuesta a la de siempre (esta voz sonaba más cínica... Más sensual): —Ya no más, hijo de perra.

La bestia se sorprende al ver cómo la chica echa a correr, moviéndose a un lado y pasa por su lado. La bestia gira en sus pies estirando sus fuertes manos a alcanzarla, pero ella se agacha y brinca al asqueroso costado de la bestia. Agarrándose de los granos de esta.

Los granos a los que se aferra explotan con pús e sangre de nuevo. Empapando sus manos. —¡Dios!— Ella gruñe. La bestia grita con dolor, pero ella guarda como puede el teléfono (la mitad de este para que la linterna no sea cubierta) en uno de sus bolsillos traseros. Entonces sigue escalando.

La criatura ahora restaura su espalda entre gritos, tratando de estirar sus enormes manos hacia su propia espalda a ver si la alcanza a ella, pero ella es más diestra.

Sigue escalando esa espalda, explotando la mayoría de los granos. Al explotarlos eso le dolía a la bestia. Era muy diferente a cómo él que simplemente se los quitaba, por eso él no sentía tanto dolor ¿pero estallar esos enormes bultos de granos? Todo se remonta a sus nervios. El dolor es inimaginable.

Ella sigue escalando hasta sentarse encima de sus hombros, saca el cuchillo que cogieron del hombre que los había salvado de uno de sus bolsillos a los laterales.

Entonces lo alza arriba de su cabeza. Respirando agitada. —Solo para que lo sepas: eres un maldito muy asqueroso.— Ella le clava el cuchillo en el cráneo, hundiendo este lo más que puede. Traspasando la coraza dura que protege su celebro. Con fuerzas usa una de sus palmas para martillar el pomo del cuchillo.

—¡NO!— Grita la bestia balanceandose de lado a lado. Raspando el aire en sus fallidos intentos de quitarse a la fémina. Esta se balancea de lado a lado con él, pero no se rinde, decide seguir martillando. Aún con más fuerzas.

«No más a ser pisoteada por personas,» Ella dice en su mente. «No más resistir la ira, esta es mi vida, mi historia. Voy a vivir, maldita sea, y salvaré a mis amigos.» Con un último grito, azota su palma contra el pomo del cuchillo, finalmente hundiéndolo por completo. Atravesando la dura coraza.

La bestia queda con las pupilas elevadas bajo sus párpados, rápidamente perdiendo la conciencia. Sus brazos caen a los lados de su cuerpo. Su asquerosa boca rojiza queda abierta. Este cae hacia adelante, perdiendo el balance.

—Mierda.— Ella salta de encima de él. Ambos van cayendo al suelo en unisono.

Hasta que ella cae de costado rodando por el suelo. La bestia simplemente cae, elevando un gran monte de polvo consigo.

La fémina deja de rodar para quedar acostada encima de su pecho con sus manos a los lados de su cuerpo. Ella respira. Finalmente respirando bien. Al respirar su mentón tiembla al igual todo su rostro. Sus cejas se alzan en un aspecto muy sumiso, su boca se abre para exhalar fuertemente.

Le toma cuestión de segundos recopilar todo lo que acaba de hacer antes de poder tomar asiento. Sentándose en su trasero mientras ve indiferente el cuerpo de la bestia frente a ella. Los resultados de su ira. Su ceja izquierda tiene un corte sangriento a mitad de esta... Probablemente ese corte sería una cicatriz si logra salir con vida de aquí.

Boun comienza a despertar de otro noqueo. Jadeando. Él se sienta en su trasero, mirando a su alrededor todo con desespero. Buscando a por Triss. Cuando mira a su derecha, la ve a ella sentada a unos pasos lejos de él. Ambos se miran a los ojos. Se ve el suspiro de alegría que él exhala al verla bien. Incluso las cornisas de sus labios se estrechan para formar una sonrisa. Ella parpadea formando una sonrisa también. Ambos mirándose a los ojos.

Se sorprenden cuando ven a First salir de las oscuridades delante de ellos. Este cojeando y sosteniendose a la pared a su lado para poder caminar.

—¿First?— Pregunta Triss tan pronto Boun lo ilumina con su linterna. Él se detiene en el borde del comienzo de ese extenso pasillo oscuro, mirándolos débilmente antes de mirar a la criatura.

—Díganme que esa cosa está muerta. Porque pelee con uno que... Uff. Mejor ni quieren saber.— Él suspira agotado.

—Y aún falta uno.— Suspira Triss.

—Carajo.— First dice, ya presintiendo la jodido que esto se iba a poner.

*N/A: Todos somos el First del final del capitulo cuando ya estamos cansados XD*

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