Pandora

Quiero ahogar este silencio en la perturbadora lágrima de mis miedos, sublime Pandora, porque no naciste para ser desairada... Nadie fue nunca digno de desearte, pero ves, ya he vagado yo, tras tu añagaza, presa de las mas ilícitas tentaciones, sin ganar nada que pudiese conservar, aun yo, que te considero deplorable, ¡yo!, me he rendido ante tu seductora persistencia. Hay cajas que nunca fueron selladas, y no hay cosa sellada que la destrucción no alcance, eso me enseñaste una vez, palabras sabias. Hoy me basta la caricia de tu voz para sentirme sucio, el beso de tus manos para abrazar lo incorrecto y el suspiro cálido de tu confianza que me revive y me hace esclavo. Pandora..., tu gloria es reacia a la libertad, corres en las venas envenenando al mundo, mefítica esencia, tu trono en la niebla ha de ser menos visible, pero te empeñas en alzarte victoriosa frente a la puerta del débil.

Vacía te rindes tendida ante la entrega, mientras tediosa me devoras el alma con hastío. ¿No fuiste tú quien dejó entre manos de los hombres una luz de esperanza entre la oscura y desgarradora lanza de la desdicha, la incertidumbre y el caos, para cerciorarte de que tu alimento no se pudriera, como se pudren ahora tus ganas? Pandora amada, no existes para ser nublada por la cordura y el juicio, llevas la extorsión en tu puñal de amante aventurera, pues yo te he visto rehuir el peligro sin dejar siquiera una huella.

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